kosturero

16/04/2008 15:34:07

[color=darkred:cd5b1e7b28]//Para aquellos que se presten a investigar, o para los meros curiosos, ésto sería lo que uno de los testigos podría contar, a cambio de unas monedas y una buena botella de licor. Los que quieran postear algo referente a esto, usad este hilo para tenerlo todo agrupado. si el tema es peliagudo o privado por motivos de rol, me mandais un privado a mi.[/color:cd5b1e7b28]




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El hombre permanecía en su lugar habitual, más nervioso que de costumbre y lanzando miradas furtivas que denotaban miedo y odio a partes iguales hacia el oasis, que le correspondía con una calma con la que normalmente solía corresponder a todo aquel que permaneciera a su lado. Normalmente.

Unas ojeras moradas y algún ligero tic nervioso en los párpados delataban las eternas noches de vigilia frente a su establo. Las manos, fuertes y firmes antaño, temblaban ligeramente, con alguna uña rota y con sangre coagulada dentro de casi todas ellas. Su voz era un fiel reflejo del estrés y los nervios sufridos durante los últimos días, y la mirada perdida no podía sin más que hacer imaginar los horrores de los que el hombre, acostumbrado a una vida tranquila y pacífica, había sido testigo.[/i:cd5b1e7b28]


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-“Nunca vi nada igual...”-comenzó la narración de lo sucedido-“Surgía del suelo...y se los tragaba...”.[/b:cd5b1e7b28]


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La cara del hombre se desfiguraba en una mueca asustada mientras con la vista fija en la lejanía rememoraba los sucesos de los días anteriores. Tragó saliva y dio un empellón a su viejo pellejo, lleno de licor. El trago fue lento, saboreado, y el efecto fue rápido. Algo más calmado, su mirada se encontró con la de su interlocutor, y prosiguió con su relato:[/i:cd5b1e7b28]


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-“Todo iba bien. Una noche normal....algo fresca para esta época del año, pero nada que una buena capa no pudiera arreglar. Una hogaza de pan, algo de queso y un buen vino que la encargada de la Novena me trajo a primera hora y una conversación acerca de las nuevas mujeres que habían llegado a trabajar en la segunda planta de la posada con la guardia de la puerta. Algo rutinario podría decirse.


Ése día no le presté atención, pero creo que fue cuando empezó todo. Un par de coyotes se acercaron desde el oasis y algo les atacó. Era algo pequeño, pero en cuestión de segundos los enterró, o eso pensamos. Estaba todo muy oscuro y pensamos que podría ser algun tipo de víbora, de esas que en ocasiones asustan a los aventureros más despreocupados por entre las dunas, y no le dimos mayor importancia.


Un par de noches después sucedió algo parecido, pero esta vez se tragó una cabra que se debía de haber escapado de algún corral cercano. Ésta vez si fuimos a echar un vistazo y no pudimos encontrar ni rastro del animal, ni de lo que fuera que lo hubiera atacado. Tan sólo un olor fuerte...como si hubieran derramado algo corrosivo en la arena permanecía en el ambiente. Que ignorantes fuimos...A la mañana siguiente, una de las mulas del establo, una de las más jóvenes había desaparecido. El suelo parecía removido y el olor permanecía aún. Nunca olvidaré ese olor, ya lo creo. “[/b:cd5b1e7b28]

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–Una sonrisa amarga apareció en su rostro-.[/i:cd5b1e7b28]
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-“ Me costó toda la mañana hacer desaparecer el olor de allí y amansar de nuevo a las reses.

Ése mismo día pude ver a un par de personas jugueteando con algo en el agua del oasis, pero sin entrar en él. Al parecer algo se tragaba cualquier cosa que le lanzarán y parecían entretenerse con ello. No pensé que fuera el mismo depredador de las noches anteriores ya que nunca lo llegué a ver aparecer de día. Incluso me acerqué cuando se marcharon a echar una ojeada, pero no pude ver nada y el olor no estaba así que, tampoco le di importancia. Ojalá lo hubiera hecho. A la mañana siguiente, se había comido un camello entero.”[/b:cd5b1e7b28]


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El hombre se recostó un poco en su taburete, erosionado por los años de exposición al Sol y dio un nuevo trago de licor. Las mejillas se le comenzaron a sonrosar.[/i:cd5b1e7b28]
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-“ Entonces fue cuando es cosa perdió al vergüenza. Un par de temblores llamaron la atención de todos los que por allí estábamos y el agua del oasis se agitó de repente. Algo pareció moverse bajo la tierra y vino directo hacia el establo. Entre la arena que se levantó pude ver como una especie de fango negro se pegaba a las patas de una de las yeguas más viejas y por mucho que el animal intentó luchar, no pudo deshacerse de él. El barro parecía vivo. ¡Vaya si lo parecía! En un momento, la yegua que parecía estar hundiéndose en la arena desapareció de mi vista y el olor ácido era más fuerte que nunca. ¡La había disuelto y se la había tragado!


No pude aguantar allí y salí corriendo hacia la ciudad, pero la guardia, con los que tantas noches había compartido conversación, habían cerrado las puertas a cal y canto y no me dejaron entrar. Cabrones, pensé y puse mis pies en dirección hacia la casita junto al establo. Casi me mato tratando de escalarla, menos mal que había un par de cestos grandes y algún ánfora y pude subir. Ésa cosa me pisaba los talones y me salvé de milagro, de haberme pillado más joven sin duda habría podido trepar por los muros de la ciudad y resguardarme dentro, pero visto lo visto con la guardia...casi preferí estar en aquél tejado. Desde allí pude observar toda la escena.


Los que llegaban a la puerta tenían que dar media vuelta. Las puertas cerradas y la criatura que no paraba de perseguirlos los obligaban a salir de allí o aventurarse por el Barrio. No se que sería mejor...Al menos esa criatura tan solo te devoraría.



Medio establo se tragó ese día...pero no fue lo peor. Uno de los guardias de más rango salió con otros dos. Trataron de socorrer a alguno de los incautos o ignorantes que llegaban a la ciudad, y vaya si lo hicieron. Trataron de llevar a la criatura lejos de la puerta para que éstos pudieran entrar y en su carrera, uno de los guardias fue engullido casi al instante, como si se hubiera abierto un agujero bajo él. Manson...creo que no tendré mas conversaciones de media noche con él. Tampoco las iba a tener después de que me dejara fuera de la ciudad a merced de aquella cosa...[/b:cd5b1e7b28]
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-Que recalcó con un [/i:cd5b1e7b28]-[b:cd5b1e7b28] ¡que se joda!.


Un guardia, una yegua...¿no se saciaría nunca?. Dos días después volvió a aparecer. Se tragó medio establo y a otros dos...¿cómo los llamaba aquel pollo con patas...? Ronies de barrotes, si. Esa noche el oasis permaneció quieto, como un plato su superficie. Pero lo mejor estaba aún por llegar.


La tarde siguiente salió de la arena. No se que parecía, pero tenía brazos y piernas, y un enorme hocico que no abrió ni para decir aquí estoy. Era terrorífico.


Se empeñó en entrar a la ciudad y dio varios envites al portón, pero algo lo frenaba justo antes de que llegara siquiera a tocarlo. Poco después aparecieron un enorme semiorco y uno de esos hombres-dragón asquerosos...¡Pues le dieron bien para el pelo! Empezaron a sacudirle como si el mundo fuera a acabarse. Salpicones de ése ácido llenaron la arena y quedaban tapados por ésta mientras lo deshacían a mandobles y la guardia y los que se agolpaban en la puerta se envalentonaron y salieron a ayudarles hasta que esa cosa acabó reducida a nada. Sin embargo, a los pocos minutos no quedaba nada de ese fango sobre la arena.


Un temblor sacudió la tierra y de la arena salieron más de esas cosas negras, goteando por todas partes y se echaron sobre todos ellos. De nuevo las redujeron a nada y de nuevo se alzaron, más numerosas esta vez, hasta que todo quedó repentinamente en calma.”[/b:cd5b1e7b28]


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-El hombre siguió hablando y bebiendo mientras las horas se le echaban encima, casi tanto como el efecto del dulce licor.[/i:cd5b1e7b28]


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“Las noches siguientes volvieron las pequeñas víctimas. Un perro por aquí, un gato por allá, hasta que volvió a atreverse con mi establo. Aún estoy esperando una nueva remesa de reses para paliar las pérdidas. Se ve que aquel combate con el orco y el dragón lo dejaron debilitado, aunque como bien sabe usted, no duró mucho.


Yo lo he visto todo encaramado a mi tejado...ya traje una escalera para no caerme cuando notaba los temblores. Testigo de honor de algo así. Los dioses tienen un curioso sentido del humor...


Si quiere saber algo más puede preguntar a cualquiera de los que estuvieron presentes en los dos o tres ataques posteriores, no me apetece seguir hablando de ello...no es para nada agradable, ya sabe”[/b:cd5b1e7b28]
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-El licor acabó con las fuerzas del consumido ganadero y se retiró a su casa dando tumbos bajo un Sol que impartía justicia, poco más hablaría de aquel tema con nadie.[/i:cd5b1e7b28]