radabar

10/05/2008 07:46:43

Por segunda vez en mi vida, me decido a entrar en la peligrosa torre que hay en Khanduq, a sabiendas del mal que anida dentro; haciéndolo prrecisamente por eso.
Nada más bajar las escaleras que hay tras girar una esquiza y habiendo aacbado con tres enormes arañas y un bálor, vi -lo que en principio creí- un gran cráneo adherido a la lejana pared.

"Tsk (¿Se ha movido?) *Entorna los ojos y consigue apreciar la enorme distancia que hay entre el -ora pequeño- cráneo y la pared dorsal al mismo*".
La sorpresa de tenerlo a una pierna de distancia fue poca en comparación a la sentida cuando oí la distorcionada voz de ultratumba que salía del cráneo. El poder que emanó al comenzar a conjurar se manifestó en mi mente como un mensajero de pocas palabras: "Vete o Muere".

Sereno pero cardíaco, salí a toda prisa de Calimport, hasta las cercanías, donde me topé con el jóven elfo Ankor, Altair, un buen combatiente humano y, pasados unos minutos, el semiorco Golg.
Les resumí mi breve encuentro con el demiliche y al acabar, el robusto semiorco añadió: "El secreto estar en derribo..." -Para mí fue como si escarbara en la tierra e hiciera un pequeño agujero- "... si no poder conjurar..." -se lleva ahora la mano a un bolsillo y saca una peligrosa semilla- "... estar perdido" -la pone en el pequeño agujero, lo tapa, algo de agua, dos golpecitos con la palma de la mano, y listo... (ya florecerá dentro de poco...)-.

Juré que ese ser no quedaría impune y, gracias al semiorco me envalentoné. Volvería por él, seguro.

radabar

10/05/2008 08:55:38

La oscuridad de la noche ya había realizado su arremetida a esa zona de Faerûm cuando recorría el arenoso Camino del Comercio que lleva a Puerto Calim.
Como muchas otras veces, dejé que fueran mis piernas quienes debatieran con la arena el lugar de destino... (¿estaba esta última bajo el influjo del maligno cieno del oasis o de los portales? pues la decisión final no acarrearía nada bueno) Como quiera que fuera, una meta se manifestó en mi mente, la Torre del Protector. La idea de tener una mínima posibilidad (qué demonios!, menos que eso) contra semejante manifestación de la no muerte, me empujaba -con más fuerza que cualquier mano de Bigby conjurada por un dios (o era la arena maldita?)-.
Ya en Khanduq, los mismos gritos, sollozos, ladrones y víctimas que de costumbre... todo indicaba que era una jornada más... Lo tenía claro, probaría Una vez el consejo de Golg y, si salía bien -siempre que pudiera repetir el golpe- me quedaría, si no, juro que de dos saltos, hubiera estado en la salida.

El bondadoso se habría llevado las manos al rotros y el malvado sonreído, de haber sido conscientes de la suerte que iba a correr.

Entro en la torre...: "(Tres o cuatro bebilith, un bálor y un gólem de mithril) *Hace el recuento y retrocede para prepararse dejando la puerta de por medio cerrada*".
Cual flecha y sin que se percaten, entro en la habitación, directo al gólem, a quien le encajo una dura patada que aboya apreciablemente su figura "(esto marcha bien)". Lanzo tres golpes más y, de repente, todo se tuerce y los acontecimientos suceden vertiginosamente. Oigo un enorme estruendo metálico a mi espalda "(¿¡Otro!?... ¡imposible!)". Un durísimo golpe desde atrás me quiebra varias costillas y hace que manche al mellado gólem de sangre escupida. Más ruidos de metal "(¡¿Más aún!?)". Me flaquean las piernas, esas arañas han hecho su trabajo a la perfección, manteniéndome afianzado al suelo.
La caótica escena se reducía a tres arañas, un bálor y cuatro gólems que, gustosamente, dejaban caer sus puños sobre mí... El dolor lacerante del costado, un brazo roto y el otro con el hombro desencajado, todo sin poder variar mi posición y, para colmo, flanqueado. Un golpe más hace que mi cráneo se rompa justo en el momento en que toco un cetro... En cuestión de un parpadeo estoy intacto..., si le añadimos dos o tres más, estoy igual que antes, salvo que la sangre del suelo que ahora se expande debajo de mí, es el doble. Me desplomo al suelo cual pergamino arrugado, inerte.
Debería estar viendo el limbo... Multitud de ánimas transeuntes deseosas de ser recogidas por sus dioses y otras que renegaron de éstos, a la espera de ser llevadas al reino de Kelemvor, dios de los muertos. En lugar de eso, vuelvo a ver la misma sala, con el cuerpo en perfecto estado y renovadas fuerzas para alejarme de esos gólems y arremeter contra el bálor y las arañas.
¿Que por qué no salí de ahí corriendo? Una oscura armadura pesada, ataviada con oscuro yelmo, el cual permite ver dos ojos rojos, y capa negra con adornos del mismo color rojizo que los ojos, empuñaba una espada cuya hoja, parecía hija de relámpagos, y en la zurda un escudo pavés también negro.
Un espadazo, un gólem menos, partido a la mitad; dos golpes más, una profunda X en el torso del gólem, permite ver lo que tiene detrás, y un cuarto golpe para hacer volar más restos de mithril, éstos, del tercer gólem destrozado... Ésto en el tiempo que yo necesité para acabar con el bálor, una de las arañas (pues las restantes fueron suyas) y rematar al gólem manchado de mi sangre.
Entre cadáveres y mithril, recupero la túnica que me habían quitado las bébilith y, tras unos apresurados retoques, me la pongo.
Mi ensimismamiento era casi latente, del cuál salí debido a las palabras dichas por la armadura: "No deberías estar aquí". Gracias al habla y a la tranquilidad del momento, pude deducir que era humano. "Más que nada porque te encuentras en Khanduq... Necesitas permiso para estar aquí..." Le miré lo más agradecido que me era posible e intenté corregirle...: "Sí que Debo". "¿Debes?" añadió él algo contrariado. Iba a hablarle de lo que había bajando las escaleras, de que ese era mi objetivo, pero vacilé en el último momento. Esos segundos de duda le bastaron para incitarme a salir fuera y, al apreciar mi negativa inquirió: "Te he salvado la vida, pero habría de dejarla como estaba si no haces lo que te digo". Recuerdo estar preguntándole "Y si me das tú el..." cuando desapareció ante mis ojos, supongo, gracias a un anillo, pues aprecié un ligero movimiento de su mano... "(permiso...)". Sintiéndome el hijo de dioses más afortunado, como mi desconocido salvador había dicho que debía sentirme, salí fuera de la torre, fuera de Khanduq y de Calim... no quería pisar arena en muchos, muchos días.

Mi juramento sigue en pie, sólo que aplazado.

radabar

10/05/2008 09:08:22

Loan relata la historia a aquel que comparta una buena comida y unas pintas de cerveza.

Arkanus

10/05/2008 12:00:22

Otra noche mas en el Kanduq, una noche en calma con un cielo despejado que dejaba ver la estrellas y eso es lo que hacia un humano con oscuras ropas tumbado sobre un poco de cesped en el jardin de lo que fue, al algun dia,una preciosa casa, ahora en ruinas.

Un ultimo sorbo a la jarra de cerveza y a descansar, eso es lo que pensaba en el momento en que oyo como se abria una puerta antigua por el rechinar de sus goznes.

Se incorporo lentamente y su mirada se fijo en la puerta de la antigua torre justo antes de que esta se quedara medio cerrada. Tras sopesar la idea unos instantes se cubrio con un manto de invisibilidad y entro en la torre.

Un sonido familiar llego a sus oidos nada mas entrar, una batalla, se oian lo grandes pasos metalicos de los constructos asi como la especie de silbido de esos Bebilith, cerro los ojos esperando escuchar el leve silbido al cortar el aire de alguna espada pero no fue asi.

Entro en la sala y se situo ajeno a la lucha, observando, midiendo a aquel humano que luchaba sin armas, graso error penso al ver como era rodeado por 4 elementales y uno de los Bebilith le despojaba de su tunica, una tunica gastada pero en que se distinguian los colores de una conocida orden de monjes. Dos segundos mas tarde y el monje cayo al suelo sin vida.


(Pense que serian varios aventureros en busca de riquezas y sin embargo me encuentro a un iniciado del puño cegador, pense que estos no solian buscar oro ni nada por el estilo....)

Se acerco lentamente evitando algunas trampas, saco un cetro de su cinturon y lo coloco por encima del cadaver , tras traerlo de vuelta se encargo rapidamente de hacer desaparecer los golems, y demas enemigos, tras esto su mirada se fijo en el monje.

[b:b648b9f613] [i:b648b9f613]-No deberias estar aqui.....
-Debo estar aqui....
-mmm *sonrie* estas en el kanduq y nadie entra aqui sin permiso de sus habitantes, y dudo mucho que tu tengas.
-Debo acabar con el mal, este lugar esta rodeado de mal, de no-muertos.
-Mira...sientete afortunado, vuelve por donde has venido, abandona el barrio...o tendre que dejarte igual que cuando te devolvi la vida...poco me costaria hacerlo, asi que ya estas tardando. [/b:b648b9f613] [/i:b648b9f613]

El monje solo pudo pronunciar gracias, acto seguido el guerrero desaparecio gracias a su anillo, dejando con la siguiernte frase en la boca al iniciado del puño cegador.

(poco oro le hubiese sacado a un monje, mejor asi ademas tardara en volver y cuando lo haga no sere tan compasivo...eso seguro)

El oscuro guerrero salio de la torre, tras recorrer el barrio en busca de mas forasteros, llego a la entrada de su hogar,miro varias veces a su espalda asegurandose de que nadie le seguia y entro cerrandose la puerta tras de el.