pastoretpastor

23/06/2008 12:04:42

La guardia se alertó y giró al unísono la cabeza junto al arcano hacia palacio, al ver los pasos apresurados del arcano cercaron la zona. Las últimas palabras del consejero brotaron en su mente mientras las puertas se abrían a su paso.

(¿Será inútil? ¿Por qué no llevaba escolta?)

A pasos agigantados cruzó las estancias donde los practicantes y Aleta echaban miradas fugaces hacia las estancias privadas.

Abd miraba atónito la habitación semiderruida y no fue menor su sorpresa al llegar. La túnica azulada y ajada presidía la habitación y Hojaargéntea se presentó.

La rectitud dominó el ambiente, los miembros de los diferentes estamentos militares empezaron su trabajo con disciplina y silencio. Sólo alguien decía algo si era esclarecedor.

Dos focos donde emanaba la magia, tres metros de diferencia entre cuerpos, restos de carne de gnomo, huesos de humano, conjuración, evocación y abjuración. Condición sinequanon de un combate seguido de una huida o un anclaje.

Abd volvió menos atolondrado y nos relató lo que su bola pudo ver. Esa imagen era clara.

El arcano sacó su vial de tinta y una pluma para seguidamente informar al consejo.

El vicerector no comprendió, pero asumió las palabras que aún no habían pasado por su cabeza: ¿Hace falta que te diga con qué se paga la traición en Calimport?

Negó para sí y, en la zona ahora en cuarentena, siguió estudiando en silencio las posibilidades que tenía ante sí.