Kentara

04/02/2009 23:58:28

Todo comenzó a mi regreso de las tierras del Este. Había llegado con una caravana, a través del desierto profundo por las rutas comerciales que bordeaban dunas, montañas y precipicios.

Cuanto hicimos y decidimos, todo fue medido con una correcta exactitud fruto de los años de experiencia de los comerciantes que, por la natural necesidad del flujo de bienes y riquezas, de buen grado transportaban mercancías exóticas durante viajes que duraban semanas, incluso meses.

No me extenderé innecesariamente, el caso es que acudí al Este tras conocer a un hombre en la Novena Campana, cuando aun desperdiciaba las noches calishitas entre tabaco y apuestas.
Ese individuo tenía nombre, Thyraz. Un humano de unos cuarenta, con ropas foraneas que no pude identificar.
Hablaba pausadamente, pasandose la lengua por los labios entre frase y frase, unos labios agrietados, secos, poco acostumbrados al rigor del aun estando al borde del mar. De esto pude sospechar que llevaba pocos dias en la ciudad, y más bien sus buenos dias en el desierto, como poco.

Sea como fuere, ese hombre quiso conocerme cuando mi proveedor de hierba le habló de mí.
"Alguien decidido, audaz, prometedor, y sobretodo con buen olfato para el tabaco y gusto por los metales brillantes."
Eso fue lo que escuché, en palabras de mi futuro socio. No ocultaré mi sorpresa y en cierto modo mi complacencia, pues el que era practicamente un extraño, ya tenía la impresión de mi que yo mismo procuraba mostrar.

El hombre me habló de las plantaciones de su familia, de su negocio. Me comentó la calidad y la fama de las hierbas del este, que yo mismo había probado tiempo atrás al poco de llegar a Puerto Calim.
De tal modo me lo dijo, que pronto averigué sus intenciones. Buscaba un socio, buscaba no ya una importante suma de monedas para financiar su empresa sino más bien una mente despierta, ágil, que por casualidad hubiese caido en alguien sutil, diestro.

Me indicó una cantidad, me habló maravillas de su tierra, y me invitó a acompañarle en un viaje que tendría lugar dias después. Tuve que acceder con poco tiempo para preparativos, recogí cuanto tenía que era más bien poco y junto con él y con un pasaje para mi corcel me embarqué hacia lo desconocido.


Pero basta ya de historias pasadas, estoy escribiendo esto, en este momento, porque sospecho que algo está por llegar a no mucho tardar.
No se si tiene que ver con mi fructifera relación con ese hombre y mi creciente negocio. Algunas de esas hierbas ya pueden ser adquiridas en fumaderos calishitas, es un negocio que me reportará ciertas riquezas.

Tenga que ver o no, lo cierto es que me sentí observado desde mi llegada. Mis sospechas se confirmaron tras acabar de hablar con Abd y Andrius, poco después de su marcha y aun estando en el Oasis, al borde de sus aguas, escuché murmullos en el viento, sentí algo... quizá la locura estuviese llamando a mi puerta, pero lo cierto es que acerté al girar el pomo.

Vi una sombra escapar tras un muro de piedra, alguien me había estado observando.

¿Quién? Eso no lo se, la sombra alargada moría sobre la arena, quizá unos segundos antes...y podría haber visto a su dueño.

Kentara

06/02/2009 21:40:23

Ese clérigo Tempus estuvo machacandome la cabeza durante horas con sus charlas, monsergas y cuentos para pobres diablos... ¿Por qué le daría información sobre ese activador? Las mil quinientas monedas no son ni de lejos suficientes para compensar el dolor de cabeza que tengo en este momento.

De algún modo acabó por cansarse de darme la vara, al ver que a mí poco me importaban los dogmas y los actos desinteresados, y se fue.

Y yo que creí que podría observar la escuela con tranquilidad... quizá averiguar algo sobre esa esfera que ahora se alzaba sobre la edificación... pero no.



La noche volvió a caer, desistí de mis intenciones y me dirigí a través de las callejuelas a una taberna de la cual había tenido noticia recientemente... una apuesta distinta a la Novena.

Tras torcer a un lado y otro, y ya divisando el cartel que anunciaba la llegada a mi destino, volví a tener esa sensación... otra vez más, maldije para mis adentros disminuyendo el paso, evitando hacer ruido. Cuando estuve a la altura de un recoveco de una de las casas me pegué a su maloliente esquina y desaparecí para ojos de cualquiera. Ahí es donde lo ví, un mediano ataviado con ropas negras pasó de largo a pocos metros de mí, con sus ojos deambulando, investigando, desnudando la ciudad.

Inspiré con fuerza y mi mano acarició la empuñadura de mi estoque, cuando con decisión salí de mi escondite dispuesto a emboscar al mediano simplemente no vi nada. El viento movía el cartel de la posada, las calles dormían, el silencio era profundo y tan solo alcancé a ver a dos borrachos, casi inconscientes, en el suelo...





Otra vez me ha pasado, ahora ya se que no estoy loco, alguien me observa.

Algo me acecha.

Kentara

08/02/2009 23:49:41

La historia se repite, he acabado por perder los nervios... y no solo eso, he perdido tres mil monedas de oro en los dados. La suerte suele acompañarme pero esta vez no ha sido suficiente... las manos me temblaban, el sudor recorría mi frente...

He tirado sobre la mesa de madera la bolsa de cuero con las monedas dentro y he subido a mi habitación, sentía que no podía hacer otra cosa. Todo esto tiene una explicación... me ha vuelto a pasar.

Sucedió tras hablar con Abd, le vi alejarse hacia el nutrido grupo frente al edificio que constituía la Escuela de Magia y me alejé por las calles adoquinadas hacia la Novena.

No recuerdo exactamente en qué momento del trayecto volví a tener esa sensación, si las cuentas no me fallan me faltaban tres o cuatro calles para llegar a la taberna y a plena luz del dia el ajetreo no me permitió ver nada, tan solo la silueta que se perdía entre las telas de los transeuntes... Ese mediano de nuevo...









[b:1c55f8500c]Un ruido interrumpió a Alquesh y la pluma resvaló por el papel dejando la marca de la tinta. El elfo se levantó alarmado y miró hacia la puerta, justo a las espaldas del escritorio.

El ruido se silenció unos breves instantes, y pronto surgió el fuerte sonido de las pisadas del que por lo visto había estado al otro lado de la puerta.

La adrenalina recorrió el cuerpo del joven y hechó a correr hacia la puerta, giró el pomo, atravesó la sala y llegó hasta las escaleras... de nuevo nada, se había esfumado.[/b:1c55f8500c]




- ¿Desea algo, señor? - La voz cálida del encargado de las habitaciones sonó a sus espaldas.

- Sí, ¿ha visto pasar a alguien hace breves momentos? ¿Un mediano tal vez? - Preguntó el elfo, jadeante por el relampagueante esfuerzo.

- No se, mi señor... ¡por aquí pasan tantas personas! - El encargado sonrió con maldad.

- Un momento, vos... a vos os he visto antes, ¡os he visto en el Este! - La titubeante y peligrosa afirmación del elfo se cortó.





[b:1c55f8500c]En el mismo momento en el que el elfo acusaba con su dedo índice dirigido hacia el individuo, algo le golpeó con fuerza en la cabeza. Alquesh se tambaleó perdiendo el equilibrio, y su cuerpo cedió... tendido en el suelo, todo era oscuridad.

Mientras, el mediano enfundaba su espada corta. El borde de la empuñadura había acertado a la hora de golpear al elfo.
Mediano y hombre, ambos asintieron el uno al otro y arrastraron el cuerpo del joven.[/b:1c55f8500c]

Kentara

19/02/2009 15:27:31

Me he despertado sobre el suelo humedo de una celda, lo último que recuerdo es el rostro de aquel hombre. La herida de mi cabeza, fruto del golpe que permitió mi captura, está plenamente curada y desconozco si esta curación ha sido a causa de las artes mágicas o he pasado más tiempo del que desearía en este lugar.


En fin, cuando me decidí a incorporarme pude ver otras celdas como las mias repartidas en una amplia sala iluminada por las teas impregnadas en resina que estan dispuestas en las paredes, sujetas por soportes de hierro oxidado. Estoy en una carcel soy un reo y no soy el único en esta situación...por lo que veo.

Tengo varios compañeros, en otras celdas, ninguno responde a mis preguntas. Por extraño que parezca todos permanecen inmoviles durante la mayoria del tiempo, en el suelo, en una esquina... no parece que pretendan cambiar su situación.

En todo este tiempo, he dedicado mis esfuerzos en saber más sobre el lugar, mi aguda vista trabaja incluso ahora en cada detalle. Por lo que he podido comprobar los barrotes y la cerradura misma parecen en bastante buen estado... bastaría con que hubiesen sido forjados burdamente para intentar centrar mis intentos en ellos, pero no es el caso.

Del mismo modo, suelo paredes y techo son pura roca, piedras labradas, húmedas incluso resvaladizas pero sólidas. Me pregunto cuan enterrados están los barrotes en la piedra... pues quizá es una de mis opciones. Cualquier arcano experimentado podría intentar escapar del lugar viajando entre planos... no es el caso.

Mis dos estoques y mi pequeño escudo yacen sobre una mesa de madera cercana a la puerta de metal que hay al fondo, el resto de equipo sigue conmigo. Me resulta curiosa esa puerta, no se abre... no se cierra... no hay murmullos ni movimientos tras ella, permanece en silencio como todo lo que hay en este lugar a extepción de las antorchas ardiendo y una ocasional tos de alguno de mis vecinos.

Palpo el suelo, rodeo los barrotes con las yemas de mis dedos, compruebo la solidez y acerco el ojo a la cerradura. Improviso con mi vieja moneda un instrumento para morder la piedra, pero nada funciona.





- Elfo, llevo horas observandote. ¿Por qué insistes? Vanos intentos conseguirás... nada más.- La fria mirada del hombre de la celda contigua se clavó en él.

Kentara

02/03/2009 12:37:51

...Algunas dudas se han disipado, otras nuevas surgen de entre las tinieblas. ¿Razón? ¿Qué ha de explicar todo esto? Desconozco -aunque sospecho- el tiempo que he pasado en esta celda, se cuentan por dias aunque el orbe de fuego no alumbre el interior de la sala. De hecho, todo está pensado para desorientar acerca del tiempo y temo por la eficacia de esta idea. Cuando llegué vi a algunos hombres, encerrados como yo, resguardados sobre sí en mitad del suelo y casi temblando... supongo que la locura acaba por llegarnos a todos y es algo que he de evitar a toda costa. Intento llevar una idea del tiempo que pasa, de las horas y los dias.


Es delirante y retorcido, ¿cuántas veces se ha abierto esa puerta de metal? calculo que unas siete. Lo hacen cuando la mayoria duerme o simplemente cierra los ojos, sin esperanzas de que tenerlos abiertos les de algo nuevo que observar.

La puerta la atraviesa un kobold, inquieto y apestoso como todos ellos. Lleva siempre una carreta de madera remachada con metal, llena a rebosar de sobras... carne con dudoso olor, pan duro, verdura ya marrón... reparte las sobras entre las celdas con sus propias manos, dejándolas en el suelo a poca distancia de los barrotes y todos se lanzan como volviendo a la vida hacia la comida -si es que se puede llamar así-.

Sea como sea, aunque bien puede suponer mostrar mis mejores cartas...toda una temeridad, no suelo comer eso. Al principio lo dejaba en el mismo lugar en el que había sido arrojado pero las miradas de los demás...

Ahora ocasionalmente les doy la comida a ellos. Supongo que nadie entiende qué hago, y cuando duermen o cierran los ojos yo me proveo de todo cuanto necesito.



Quizá sea un error, quizá mis escrúpulos me estén jugando una mala pasada... hoy se ha abierto la puerta de nuevo. El kobold ha entrado maldiciendo como siempre entre susurros y muecas. Que si su raza esto, que si Kurtulmak aquello, que si su poder y su condición... pero algo en él había cambiado hoy pues cuando se acercó a servirme me miró fijamente y habló:

- Ammmmo, te obbbserva orejasss picudasss, tuuuu comerrrr deberííías... nnno tennnnntar a la urrrrdimbree ¿hummm?


Mi mueca de confusión le hizo sonreir.

- ¿Qué mascullais, criatura?
- Obbbbserva orejasss, la raiiiiz retorrrrcida, obbbserva... pero mi no decirrr nada ¿eh? tu saberrrr prronto...- Y se alejó, maldiciendo como siempre, sirviendo la apestosa comida como siempre.


El humano de la celda contigua me miró unos instantes y finalmente optó por hablar. Sus labios, resecos, se despegaron:


- ...Pronto lo entenderás.

Kentara

20/03/2009 00:19:22




Pero el sueño se esfumó, mis párpados se abrieron con rapidez mientras mi cuerpo se sacudía con violencia. Los músculos de mis piernas se tensaron y un torrente de adrenalina llevó a la suela de mi pie derecho impactar contra el estómago descubierto de uno de esos hombres. Lo lancé contra los barrotes y no volvió a levantarse.

Otros tres tiraban de mí, intenté zafarme deshaciendome de mis guantes, dos cayeron al suelo. El tercero saltó contra mí y se dió de bruces contra la fria piedra del suelo.

Simplemente...desaparecí, entre las sombras de las celdas y el olor de las teas ardiendo, desaparecí. Mis pies se deslizaban por el suelo, mi cuerpo danzaba entre la luz y la oscuridad y llegué a la puerta que tan pocas veces se había abierto. Y la atravesé.





Otra vez esa voz, no era un sueño, el eco de una razón que no era la propia recorría mi mente cuando llegué al umbral de la puerta y seguí hacia lo desconocido. Dudé, contemplé la posibilidad pero simplemente en ese momento... pero esa voz ¡la voz del humano! Hice bien en tenerla muy presente.

Atravesé un pasillo casi tan oscuro como la estancia en la que había estado recluido tanto tiempo. Llegué hasta el final, un marco gris con motivos retorcidos hechos en basalto. No había puerta alguna... tan solo una larga cortina abierta por la mitad, corrí apartandola, la dejé atrás.

Una nueva sala, madera por doquier que recubría las paredes, el suelo, el techo. El calor y un persistente olor a azufre bañaban el lugar. En las paredes a cada cierta distancia se podían observar cuadros, los marcos eran del mismo material y con los mismos motivos que el que había visto antes de atravesar la cortina. Estos cuadros mostraban escenas de locura en las que cuerpos desnudos, llenos de cortes y amputaciones, se retorcian entre sí y reptaban sobre montañas de huesos humanos.

Al fondo, una mesa de madera y tras ella un sillón, ambos con la misma estética cruel. La locura había llegado a ese lugar y se había asentado allí, ahora descansaba corrompiendo el lugar.

Me encontré tan sorprendido que apenas pude darme cuenta, pero acabé por hacerlo y me di media vuelta. Una figura se alzaba ante mi, aproximadamente de dos metros, cubierta por una túnica negra. Llevaba collares en el cuello muñecas y tobillos hechos de dientes humanos y la sangre seca cubría buena parte de ellos.

El ser sonrió alzando el mentón, la leve luz le dió de pleno y horrorizado pude ver una cara blanca casi gris en la que se marcaban todas y cada una de sus venas, las cuencas de sus ojos estaban vacías y extrañamente sólo pude ver oscuridad en ellas. Sus labios resecos y agrietados estaban cosidos con hebras de pelo de sus víctimas. Todo cuanto ví en esa criatura era un compendio del más profundo dolor, de una mente enferma más allá de lo natural.


- De sus labios no surgía ninguna palabra y sin embargo me interrogaba dentro de mi cabeza.

Mi silencio me pareció eterno.



-Me habeis confundido con otra...otra persona, ¡no se de qué hablais!



De pronto, comencé a sentir una presión en mis costillas que se agudizaba. Apreté los dientes con fuerza, el dolor devoraba mi cuerpo.



Sentí como varias costillas se rompían y se hundían contra mis órganos.



Grité y grité, retorciendome de dolor, maldije cuanto pude entre desvarios.



Todo oscureció, no era la noche, era el vacío. Ese momento duró una eternidad pero al final todo empezó a clarear con una luz dorada que nacía de mi piel. El vacío pronto se llenó de luz, y tras esta empecé a diferenciar objetos y seres, olores y sonidos...

La brisa llevaba la arena hasta mi boca, las frases se entremezclaban en mi cabeza, distintos idiomas... Puerto Calim, había vuelto a Calimsham...

-Thyraz...¿Qué tiene que ver? He de encontrarle.