Kentara

29/06/2009 10:38:17

Un nutrido grupo rodeaba al joven aprendiz y arqueólogo, un grupo formado por curiosos de casi todos los estamentos desde el más bajo hasta el acomodado que observaba y escuchaba desde su camastro.

-Por los dioses que lo que digo es todo verdad, que en mi segundo viaje a Thezyr me encontré con un peligro aterrador.
-¿Qué peligro era ese? Si vos no pareceis ningún aventurero.
-Sí jaja, quizá fuese una serpiente de los prados. ¡Esas inofensivas!
-jajaja
-¡Digo la verdad! Y era verdadero peligro y terror, un gigante de fuego como nunca se ha visto, su cabeza alcanzaría la más bella torre de la ciudad y creedme que conozco la arquitectura del lugar a pesar de ser foraneo.

Varias risas y gestos de negación surgieron en el grupo.

-Los patrones son bien parecidos, salvando las distancias, con el resto de las Burj Al Arab. ¡Y este gigante tenía su tamaño!
Era enorme, y su espada era una lengua de fuego.
-¿Y qué hiciste? -Preguntó un anciano.
-Luchar claro, parecía herido y creí que ciertas invocaciones podrían hacer el trabajo pero casi al instante de sus heridas comenzó a manar una luz azul y estas desaparecieron.

La gente parecía empezar a creerselo, y nuevos extraños se acercaban para escuchar la historia.

-Así pues, y a pesar de haber conjurado sobre mi un velo de invisibilidad, ese gigante comenzó a seguirme. Corrí entre las altas hierbas de la llanura, a la luz del sol, con el gigante de fuego tras de mi rugiendo y maldiciendo y cuando me estaba alcanzando... de pronto...

La espectación aumentó, todos estaban atentos.

-...Me paré en seco. Me paré tras una gran roca y aguardé conteniendo el aliento, con mi corazón exhausto por la acción frenética y el temor.

Nadie entendía el porqué.

-Pensé que quizás podía seguirme por mi olor o el ruído de mis pisadas, o seguramente por el movimiento de la hierba tras mi paso. Una vez parado el gigante se mostró confuso, gruñó y maldeció con una voz atronadora que resonaba en la bóveda de los dioses. "¡Se que estás por aquí!" "¡Ya te encontraré!"

Los más jóvenes temblaban y los más preparados incluso se mostraban nerviosos.

-¿Y qué pasó?
-Sí, qué sucedió por los dioses ¿te encontró?

Herur negó con un gesto de cabeza y una sonrisa de orgullo.

-Se marchó. Con cuidado y a sus espaldas pude seguirle y ver que se dirigía hacia el Bosque de Mir, nunca he estado pero un cartel indicaba la dirección y en uno de los volúmenes de mi antiguo maestro pude ver un mapa de la región. Está lejos de Puerto Calim pero... no mucho de Calimshan.

Varios calishitas parecían preocupados, quizá los que tenían familia en otras ciudades y aldeas del desierto.

-¿Y qué hiciste luego?
-Bueno yo...

A lo lejos el gentío comenzaba a dejar paso, pocos segundos después se escucharon algunas voces "¡La guardia!" y casi al mismo tiempo un soldado armado con una cimitarra y las insignias de la ciudad y del Pashá hizo acto de presencia.

-¿Qué ocurre aquí? Vamos, permiso de ciudadanía todos. Tú, el permiso. Entorpecen el correcto funcionamiento del comercio, espero que tengan el derecho de reunión...

Varias personas intentaron zafarse y marcharse, Herur ante el desconocimiento de las leyes calishitas no hizo nada y finalmente ante la imposibilidad de pagar la multa -o el soborno- se vió obligado a pasar la noche en las frías celdas de la ciudad.



¿Siguiente asunto? Adquirir con celeridad el permiso de ciudadanía.