gatovengador

11/07/2009 00:07:27

La monje paseaba feliz por el camino del comercio. Desde el suceso de los orcos no se alejaba del monasterio más allá del bastión y era la primera vez en un tiempo que iba tan al sur sin coger un barco.

Había pasado los Dientecitos cuando se topó con un banco de niebla en mitad del camino. Se paró en seco al verlo pues que estuviese allí tan bien delimitado no tenía mucho sentido. Lo observo con cautela pero no vio nada fuera de lo habitual, más allá de lo insolito de la situación. Así dio un paso en su interior y notó como toda la magia de sus ropas desapareció; la tela de su tunica perdió su dureza mágica, sus anillos y colgantes perdieron su brillo y sus guantes dejaron de vibrar de energía sónica. Prudencialmente reculó.

En cuanto salió del banco de niebla sus objetos recobraron su poder, y tras unos momentos decidió volver a entrar, esa niebla tenía que haber salido de algún lado. Sus objetos volvieron a apagarse, pero le habían enseñado que su arma principal era su cuerpo y mente, así que buscó entre la niebla un posible origen, pero de repente la niebla desapareció, sin rastro alguno. Y allí estaba ella, en mitad del camino, todo en su sitió y ella un tanto confusa por todo lo ocurrido.

Así pues dio media vuelta, poco le había durado el paseo, pero sería mejor que alguien más ducho en estas cosas que ella se ocupará de ello. Ya había visto suficientes cosas raras en su vida como para dejar cabos sueltos.