Joganth

26/08/2009 03:16:13

Que extraño.

Es la primera vez que llego a Calimport en mi ciclo de predicaciones y me encuentro una tormenta.

¡Y vaya tormenta! Cuando franqueaba las puertas de la ciudad alguien dijo que un rayo acababa de hundir un barco o algo por el estilo.

Era mi deber asistir a los posibles heridos, de modo que en poco tiempo me hallaba cerca de un embarcadero inusualmente lleno de gente. La tempestad era espantosa, pero fue velozmente ensombrecida por la aparicion de un puñado de sajuaguines.

Afortunadamente los aventureros presentes y la guardia acabaron con ellos diligentemente. Y entonces, la tempestad recupero el protagonismo.

Los presentes nos resguardamos en ese establecimiento tan popular conocido como la Novena Campana. No me di cuenta de en que punto entre que entramos por la puerta y volvi hasta ella la mitad de los que me acompañaban habian salido de nuevo a las calles....¡ni de en que momento ese sajuaguin habia entrado en la taberna! Y yo que habia gastado gran parte de mis conjuros para cruzar el desierto a salvo...

Menos mal que aun quedaban cargas en mi varita de inmovilizacion y ese monstruo quedo paralizado el tiempo suficiente para ir a buscar a....¿se llamaba Rodrik? y que este le diera una leccion.

Viendo que aun podian quedar sajuaguines en las calles, salimos a buscar a los demas y a atender a posibles heridos. La batalla con la que nos encontramos fue monumental. Esos seres que gruñian guturalmente el nombre de la reina de las olas, Umberlee, salian de todas partes.

Por suerte con algo de magia, la fuerza de los guerreros y el favor de Selune nos permitieron acabar con cada una de las hordas que hacia su aparicion.

El ultimo fue particularmente duro de pelar. Parecia como si la misma diosa Umberlee le hubiera mantenido en pie hasta que lanzo su amenaza de venganza. "Pagareis", dijo.

Ahora las gentes estan inquietas. Las nubes se han abierto, pero sigue lloviendo. La luz de Selune no parece brillar lo bastante entre las nubes tormentosas como para apaciguar sus corazones, y se lanzan a hacer ofrendas a dioses combativos e incluso a la misma Umberlee para aplacar el mal que cae sobre sus cabezas.

Supongo que no se les puede culpar. Ofreci a uno de los comerciantes la palabra y las bendiciones de Selune. No las quiso. Y supongo que tras semejante caos no era momento de insistir en un sermon sobre las bondades de la Dama de Plata.

No me fui sin antes ser informado de que hay alguien que clama contra los fieles de Selune en la ciudad.

Bueno, no es nada que no esperase aqui, la verdad. Tendre que ir con ojo avizor. Si la luna me es favorable, quiza pueda redimir un alma perdida.

Cormarion

26/08/2009 18:50:01

[i:a8b57ce29c]Los tiburones se arremolinaban en el mar al pie del acantilado. El pueblo sajuaguín se había congregado en el lugar sagrado, la piedra del Salto, para presenciar el sacrificio y elevaban sus guturales voces en cánticos.

El humano, un pescador con mala suerte que no regresó a puerto, y perdió el rumbo en la negra noche, había acabado en las redes de aquellas criaturas, y fue lanzado al vacío para festín de los tiburones y regocijo de Sekolah gritando de puro terror.

Gorgroth, el gran chamán se quedó contemplando el mar, tridente en mano, mientras el resto regresaba a las cuevas marinas o se zambullían en increíbles picados al agua. En aquellas primeras horas de la mañana, la pleamar era extraña, las aguas calmas de un profundo índigo parecían cambiar... más bien algo se acercaba a la costa, removiendo el fondo marino a su paso. Algo grande se agitaba en las cercanías bajo las aguas tornándolas verdosas.

Un rayo cayó impactando en la piedra del Salto con gran estruendo mientras el cielo se oscurecía rápidamente, el viento arreciaba y empezó a llover con fuerza. El gran sajuaguín sujetó con firmeza el tridente y afirmó en el suelo sus palmípedas extremidades. De las aguas donde se habían congregado los tiburones ahora se alzó una columna de agua que ascendía en un gran remolino hasta alcanzar el nivel al que estaba el sajuaguín.

Unos acuosos ojos le miraron...[/i:a8b57ce29c]

Cormarion

27/08/2009 22:23:11

[i:79d60c20d1]Tronó y empezó la tormenta sobre los Rápidos de Esmel. Las escamosas criaturas palmípedas, verdosas como el mar profundo, de piel fría moteada y con listas, y de pálidos vientres dejaron atrás la playa. Tomaron posiciones en el puente. Algunos se atrevieron a alejarse de la corriente fluvial y salieron al camino, otros se mantuvieron en el agua, dejando apenas ver sus ojos vidriosos de pez.

Pareció que la corriente subía ladera arriba antinaturalmente hasta el puente... donde emergían entre remolinos formas acuosas. Vigilantes.


[...]


Un grupo de aventureros cruzó el paso rumbo al sur. Los sajuaguines no acostumbrados a luchar en tierra perecieron en su mayoría y otros se lanzaron a las rápidas corrientes de regreso a las seguras cuevas marinas de la costa. Los elementales de agua se deshacían ante el temple de los aventureros siguiendo ciegamente el mandato de su Señora. [/i:79d60c20d1]

Cormarion

29/08/2009 19:01:47

Amenazantes nubes negras se dirigían sobre la capital calishita nuevamente desde el océano. Los pescadores regresaron prestos al puerto donde los marineros de las grandes galeras se movían con prisa atando cabos, aparejos y jarcias. Pronto empezó a llover nuevamente y la gente volvió a sentir el frescor del agua aliviándoles del calor acostumbrado. Hacía años que no llovía en Calimport y muchos lo consideraban un regalo de los cielos. Otros en cambio se dirigieron a los muelles pues preveían que algo grave iba a ocurrir nuevamente.

La tormenta prometía rayos pero pocos cayeron después de que el teniente de la guardia, en el puerto, desatase su gato y dejase caer su contenido al mar como ofrenda esperando así apaciguar a la Reina Rabiosa. Las dos mujeres que le acompañaban se mantenían al borde del agua curiosas por el fenómeno, estudiando las nubes y contemplando el ajetreo de los marinos, cuando unas garras palmípedas surgieron del agua deseosas de apresarlas y llevarlas a las profundidades del muelle. Las protecciones que mantenían las mujeres evitaron el agarrón y las criaturas pisciformes empezaron a subir al muelle enarbolando sus tridentes.

Uno de los navíos anclados en el muelle empezó a arder. Había sido asaltado por esas criaturas que dieron muerte rápida a su tripulación. El teniente ordenó a un par de guardias que le siguiesen para salvar lo que se pudiera. El fuego empezó a lamer los mástiles y ascendió quemando las velas. Al frente de esas criaturas destacaba una de ellas, un sajuaguín que las comandaba y las dirigió contra la guardia.

La tormenta arreció y se levantó un fuerte viento, aunque no hubo fenómenos eléctricos, y las olas batían el puerto, en algunas ocasiones el mar sobrepasaba las pasarelas y caía como una mano gigantesca sobre el muelle, intentando arrastrar a la gente al mar, y dejando a su paso figuras acuosas que se abalanzaban sobre cualquiera penetrando en sus pulmones y ahogándolos en un abrazo mortal.

La gente corría a ponerse a salvo, muchos comerciantes se refugiaron en la Novena Campana, donde se atrincheraron y rezaron para que no entrasen en aquel lugar. Arcana y clériga acabaron con muchas de las criaturas, la arcana había reducido a dos de ellas mediante la magia pero la guardia dio buena cuenta de ellos.

El teniente y los guardias consiguieron rodear al gran sajuaguín y reducirlo por fin después de que fuese derribado. Casi exánime la criatura fue maniatada y conducida a rastras hasta las dependencias del cuartel de la guardia costera. La guardia costera mientras tanto apagaba los fuegos como podían aunque los daños habían sido graves.

Dispusieron sobre el potro al sajuaguín y lo prepararon para el interrogatorio tratando sus heridas lo suficiente para que recuperase el conocimiento. El sajuaguín fue encadenado con grilletes y cierres de seguridad, desarmado y desprovisto de cualquier cosa que pudiese ser utilizada como componente mágico y le vendaron los ojos.


-Pasad -dijo el teniente a la arcana. Un silencioso hombre los escoltaba, atento-. Lo mismo necesitamos magia para hablar con él.


El sajuaguín se dio cuenta de que estaba preso, se revolvió con furia, forcejeó y rompió una de las cadenas, se quitó la venda y lanzó la garra contra la pechera del primero que vio y tenía a su alcance pero el teniente se zafó hacia atrás y dejó a la criatura lanzando inútilmente la garra al aire. El hombre intentó coger el brazo de la criatura y partirselo por el codo ayudado por el potro pero la criatura era fuerte y se resistió mirando cara a cara al teniente con sus ojos acuosos.

La criatura forcejeó de nuevo y liberó la otra garra y dio un empellón al teniente lanzándolo unos metros. El hombre aprovechó y tomó carrerilla y saltó sobre el potro haciéndole un placaje lanzándose con su hombro contra la boca del estomago de la criatura para inmovilizarlo con la otra mano.


-¡Animales de sangre caliente! ¿Dónde está? -gritó en común el sajuaguín mientras seguían enzarzados en la presa-. ¿Dónde está?
-¿Dónde está qué, pez? -dijo el teniente.
-¿Pez? ¡Groaaap! -barboteó el sajuaguín.


Forcejearon y se libró del hombre pero la arcana le lanzó una mano aferradora y lo mantuvo sobre el potro.


-¿Sólo queremos saber por qué nos atacáis? -preguntó la arcana pensativa. La clériga se mantenía fuera de la celda, atenta por si necesitaban de su ayuda.
-¡Habéis robado a la diosa! -dijo la criatura forcejeando inútilmente. Rodrik aprovechó para ordenar a los guardias para que trajesen cadenas más grandes-. ¡Le habéis robado y no dejará piedra sobre piedra hasta que le sea retornado!
-¿Qué le hemos robado? -preguntó la maestra arcana-. Si se lo devolvemos... ¿quedará en paz?


Los ojos acuosos del sajuaguín se volvieron blancos desapareciendo la pupila vidriosa de pez y murmuró lanzando varios conjuros sobre los animales de sangre caliente. El teniente, atento, castigó duramente a la criatura y la arcana tuvo que detenerlo antes de que le diese el golpe de gracia.


-¡Quieto, que lo matas! -dijo Isabella.
-¡Aarrgh! -se quejó la criatura-. ¡Devolvedlo!
-¿Devolver el qué? -dijo furioso el teniente dispuesto a sacárselo con los puños.
-Decidnos el qué y lo buscaremos para que sea devuelto -conminó la arcana-, pero no nos ataques mas.
-¡Tsk! -dijo el vigilante Raven.
-Animales de sangre caliente nunca buenos con el mar. Ellos llevarse al Báculo -dijo la criatura.
-Sajuaguines sólo nos quieren matar -replicó Isabella.
-¡Báculo es de diosa! -gritó con ton barboteante el sajuaguín.
-¿Cómo eran... los que se lo llevaron? -preguntó Isabella mientras sopesaba el poder del báculo de la diosa de los océanos.
-Diosa dijo que estaría aquí -dijo la criatura.
-¿Aquí en Calimport? -dijo Isabella.
-Animales de sangre caliente robaron del templo -dijo la criatura.
-De un templo... ¿bajo el agua? -preguntó Rodrik.
-¡Síiii! -rugió el sajuaguín.
-Cálmate. Que ayudaremos a que sea devuelto -afirmó Isabella e hizo unos gestos con la mano. El sajuaguín quedó de nuevo preso y esta vez quedó atontado.
-Ayuda... ladrones... esto no ha acabado... -balbuceó la criatura.
-Soy el embajador de Calimport, cálmate y dialoguemos esto -propuso Rodrik.
-¿Calimport es ciudad vuestra? -alcanzó a preguntar el sajuaguín mientras todo le daba vueltas-. ¿Tú mandas aquí?
-Está claro que tú eres el heraldo de la diosa Umberlee, podemos hablar, represento al que manda -dijo Rodrik pero tensó los músculos preparado para darle otro castigo al sajuaguín pero sin intención de acabar con él.
-¡No habrá tratos! ¡Devolvedlo! -desafió el sajuaguín al que se le había pasado el atontamiento-, ¡o el océano se tragará la ciudad!
-Espera... -dijo Isabella-. Si lo tuviésemos nosotros seguro te lo daríamos... pero no es así. Ayudaremos a que sea devuelto, sí, eso haremos.
-¡Buscadlo! -rugió la criatura-. Tenéis un ciclo de luna o lloverá y tronará y el mar subirá y la ciudad quedará bajo las aguas.
-Hay muchos humanos aquí, no sabemos quién fue... y sin pistas... ¿puedes indicarnos dónde estaba el templo? -pidió Isabella.
-Islas que llamáis Nelanthers... ladrones... -dijo el sajuaguín y volvió a forcejear para liberar sus extremidades.
-¡No me obligues! -dijo Rodrik ante los intentos de la criatura.
-De este pescado no vamos a sacar nada más... yo le cortaría de cuajo el cuello -dijo el escolta.
-Tendríamos que ver cuántos barcos de esa procedencia han llegado -dijo Isabella a Rodrik-. Cúralo y que lleve nuestro mensaje de vuelta.
-Ahora... -murmuró en su barboteante idioma el sajuaguín.
-¡Ánclalo para que no se esca...! -dijo Rodrik y se dispuso a derribarlo de nuevo.
-...iré al Hogar -acabó el sajuaguín y se desmaterializó ante su vista.
-¡...pe! -acabó Rodrik.
-Déjalo, llevará nuestro mensaje -dijo Isabella-. Si no como. Lo que tenemos que pensar es como encontrar ese báculo.
-Sí, claro... ¿sabes como es el Báculo? -dijo Raven.
-No, pero eso no importa tanto de momento -dijo la maestra.
-Tendrá peces, tiburones y sirenas... -supuso Rodrik.
-Apestará a pescado... vale... lo reconoceré por el olor -dijo Raven ácido.
-¿Tallas? ¿sabes lo que son? No tiene por qué oler -dijo Rodrik.
-Rod... ¿puedes buscar el listado de los últimos barcos que han llegado desde esa zona? -pidió Isabella.
-Salgamos de aquí... no me gusta estar entre rejas... y menos aún sin razón... -dijo el escolta.

Elgatovolador

10/09/2009 17:22:36

Rago no podía comprender que el pirata no quisiera unas piernas nuevas, las suyas iban de maravilla , pero lo que no tenía explicación para nadie es que la lluvia hubiera aparecido en pleno desierto, creo que es la primera vez que veo llover aquí - pensó .

Al parecer la lluvía estaba acompañada de una especie de bichos escamosos que se llamaban sahguajín , estaba claro que no era lo peor que le había pasado a la Ciudad, pero aún así el servía uan deidad de la naturaleza , esto rompía el equilibrio de los invisibles habitantes del desierto.

La Novena estaba a rebosar, al parecer la lluvia congregaba a la gente bajo techo, piratas, y gentes de mar, así como los habituales más representativos de la Ciudad, el pirata les comentó que se había hecho a esclavo a uno de esos sahguajines y que estaba en la Carpa de Juegos, en los suburbios de la Joya del Sur.

La pelea nos alió del todo bien pero Rago consiguió liberar un Jaguar sin que nadie se enterara, eso era un punto con Shyla .

(Tengo que ir ver a esos señores piratas, pero si estaba en la la Novena quizás pregunte antes en el Burdel de arriba, esos hombres suelen llegar de alta mar con algo de apetito . . . )

ojos

12/09/2009 17:02:49

La lluvia continua incesante en Calimport. Deivid volvía del desierto y se encontró con Sherin y Raven en la entrada de la ciudad. Mientras discutían sobre los problemas con los dragones y otras conversaciones, comenzaron a aparecer elementales de agua en el oasis. Al principio no parecían querer salir del agua, pero cuando salieron no fueron muy difíciles de abatir. Volvían a caer rayos sobre Calimport, y eso solo podía significar una cosa: volvían los sanguajines. Avisaron a la guardia y se dirigieron a los muelles...

Al principio todo parecía tranquilo, los guardias de los muelles no habían visto mas hombres pez. Pero no tardaron en volver a atacar una pequeña partida de éstos. Cuando acabaron con ellos se encontraron con Isabella, que salió de su casa al oír el estruendo. Al momento vieron a un hombre al que casi le cae un rayo encima. No era de por aquí, dijo llamarse Mat y ser clérigo de Talos. Buscaba construir un templo en Calimport...

Deivid sospechó enseguida de aquel tipo, le parecía que tenia algo que ver con el robo o desaparición del Bastón para enfadar a la diosa Umberlee (enemiga de Talos) o quizá para engañar a todos y finguir que Talos ayudó a la ciudad y así recaudar mas fondos para construir el templo, y de paso causar destrucción que es lo que más le gusta a Talos. Sin pensarlo dos veces se lanzó con mirada acusadora preguntándole por el Bastón. Sus compañeros no tardaron en echarle miradas de: ¡¿pero qué estás haciendo?!. E Isabella que estuvo más rápida enseguida dijo:

- Es que mi padre, que esta un poco mayor, ha vuelto a perder su bastón.

Así que comenzaron con la farsa, de que Deivid chocheaba un poco (o bastante) y que había perdido su bastón de pescar. Tras Isabella hacer un donativo al clérigo de Talos le convencieron para que les ayudara a buscarlo.

Llegaron a la costa del paseo de las caravanas, una zona peligrosa, pero donde se suponía que estaba el barco que había traído el Bastón a Calimport. Buscaban un barco con bandera roja y símbolo pirata blanco, mientras seguían con la actuación. No se le daba nada mal a Deivid hacerse el tonto (¿porqué sería?)... Hasta hablaba con las piedras, pero bueno, eso fue Neithan, que aunque no sabemos muy bien como llegó, se escondió detrás de unas rocas he hizo como que hablaban.

Intentaron sacarle información a un pirata sin mucho éxito. Y luego vieron un barco lleno de ogros cuya bandera coincidía. El jefe invitó a Sherin a subir al barco. Después de explicarle al ogro lo que era un bastón, dijo que si tenía a bordo el que buscábamos, y subieron al barco Sherin, y con más dificultades Raven y Deivid (que le tuvo que subir Raven).

El jefe ogro se llevó a Sherin abajo e intentó tomarla. No se muy bien que ocurrió abajo, pero a los gritos del jefe los demás nos atacaron. Con la ayuda de Rodrik que acababa de aparecer, derrotamos a todos los tripulantes y bajamos. Buscamos el Bastón, pero obviamente no estaba, había sido una treta del ogro para que subiéramos. La tormenta arreció y salimos de aquel barco antes de que se hundiera...

ArkasLynvail

14/09/2009 19:55:30

Las contínuas lluvias sin descanso provocan el caos y fuertes daños en la ciudad del desierto más de lo que un ejército podría causar.
Cientos de muertes y miles de enfermos, la mayoría de la gente que no tiene dinero para poder vivir en un lugar techado, o las pequeñas casas de adobe y tierra que no aguantan el clima.
Muchas casas ahora tienen finas placas de hierro que intentan como pueden evitar las goteras que aparecen en sus casas.

La escasez de recursos por los pocos barcos que salen del mar también se está notando y la ciudad pasa por uno de sus momentos más duros económicamente.

Elgatovolador

15/09/2009 10:27:20

La visita al barco destrozado había dado algunas pistas al mediano de lo que podría haber enfurecido a la Diosa de las Profundidades que estaba rompiendo el equilibrio de la Ciudad Sureña.

(Tendré que buscar lo que robaron y a ese Trolok , Tralok ?, como era ?)

Cormarion

18/09/2009 16:22:48





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


olvió a tronar en la ciudad y la lluvia que caía constante arremetió sobre las gentes obligándolas a buscar refugio en sus viviendas, excepto unos pocos que conocían el plazo que había concedido la Reina Rabiosa a la joya del desierto...

La decidida maestra de la escuela de magia ponía en antecedentes a sus allegados y les contaba la historia de un Báculo perdido. El bardo más famoso del momento sugería que quizás en el mercado negro se supiera algo del mismo. La lluvia en Calimport que antes era motivo de celebración y algarabía ahora era una señal de mal agüero, incluso la clériga de Sune lo afirmaba. Sólo podía suponer una cosa. ¡Más sajuaguines en los muelles!

El agua de los muelles estaba verdosa, revuelta, se observaban burbujas que ascendían hasta la superficie y los ancianos del lugar eran conocedores de que no existían colonias de esas criaturas en las cercanías de la costa calishita.

El teniente de la guardia había hecho uso de su posición y había conseguido la lista de barcos que habían llegado a puerto desde las islas Nelanthers. Una lista corta la verdad pues solo uno constaba, El Delfín Valiente que pertenecía a Murray Cornwell y cuyo capitán era el intrépido Nasker Drent.


-El sitio donde está el templo es inaccesible de otro modo, además el sajuaguín que interrogamos dijo que vio a los ladrones subir a un barco -divagó la maestra del arte formulando una hipótesis.


Se hizo la noche y el grupo se acercó a los muelles buscando el barco que finalmente localizaron. Las maderas se veían viejas y numerosas conchas relucían en el casco bajo las aguas pero el estilizado diseño del bajel indicaba que alguien lo había construido con cariño y que se trataba sin duda de un barco especial.


-Murray Cornwell para servirles, el capitán está allí, mi buen Nasker -dijo el dueño del Delfín Valiente-. A ver si amaina y puedo ir a Baldur. Hay buenos viajes allí.


Se presentaron solamente Isabella y Rodrik al anciano comerciante que se dedicaba a este negocio desde que era un niño y había pasado una vida entera en la mar sorteando mil y un peligros. El resto de escoltas se mantuvo en silencio y vigilantes. El Delfín Valiente era un buen barco, provisto de buenas defensas gracias a los favores hechos a los gnomos de Lantan y era rápido con las mejoras realizadas con el tiempo. Aunque era un barco viejo era considerado de los más rápidos y sus velas eran de seda de la mejor calidad que ni los más fuertes temporales conseguirían romper. Aún así, el viejo era supersticioso y no se echaría a la mar, a pesar de cumplir con las tradiciones marineras y mantener contenta a Umberlee.


-Por vuestro aspecto supongo que sois hombre de negocios -dijo Isabella-. Tengo un negocio que quizás os interese.
-Decidme de qué se trata. ¿Pasaje para todos? -dijo Murray señalando a todo el grupo-. ¿Lantan? ¿Chult? ¿El Candelero?
-Ando buscando un bastón. Es que soy coleccionista de antigüedades, ¿sabéis?, ¿no tendréis algún objeto de poder en venta por casualidad? -dijo Isabella.
-Hum... Pues lamento desilusionaros jovencita. Aquí lo único que hay es la carga y poca cosa más -dijo el viejo Murray.
-¿Seguro? -la maestra olfateó en el aire en dirección al barco-. Puedo sentir... los objetos que irradian poder. Pagaría bien por él.
-¿Objetos de poder? -se extrañó Murray-. No lo voy a negar. Tengo algún objeto personal si os refería a eso... arcana. Sólo tengo mi viejo bastón -dijo y se lo mostró a la joven mientras los otros se ponían en guardia, atentos a los movimientos del viejo-. Son cien mil -dijo y lo hizo girar con soltura.
-No, no es lo que busco -dijo Isabella.
-Supongo que tendrá que seguir aguantándome un tiempo más. Le tengo aprecio -dijo Murray.
-Sí... supongo que todos los arcanos tenemos aprecio a nuestros bastones -dijo la maestra del arte-. Estaba segura de que tendríais "el bastón" adecuado.
-¡Eh, Nasker! Mira lo que dicen -dijo Murray entre risas-. Dicen que trajimos un bastón a bordo, ¿recuerdas haber visto alguno?


Nasker era un tipo malcarado con más tatuajes que los libros de ilustraciones para los infantes. Un tipo rudo que no temía a nada y por el que cualquiera de sus marineros daría la vida sin dudar pues los había sacado más de una vez de situaciones imposibles.


-El único que he visto es el suyo patrón -dijo Nasker acercándose a la borda y mirando al grupo que estaba sobre la pasarela-. ¿Qué es lo que buscan señores? No hagan perder tiempo al patrón.
-Un bastón que fue cogido en préstamo -dijo Isabella.
-La dama es coleccionista y cree que hemos traído un bastón que huele a poder -reía Murray-. A ver cuando lo hemos traído... Nasker, tráeme el registro de cargas y el cuaderno de bitácora.


El viejo Murray divertido pasaba las páginas sin encontrar ninguna entrada ni mención de ningún bastón-. ¿Cuando decís que fue esto?
-Más o menos antes de empezar las lluvias -dijo Isabella.
-Nemesser... ¿les suena? -preguntó Rodrik.
-Nemesser, claro, venimos de allí a recoger un cargamento de licores -contestó Murray-. Llegamos a puerto justo cuando empezaba la tormenta.
-Este muelle no es para civiles, supongo que son corsarios -dijo Rodrik y señaló los extraños tubos de metal que apuntaban hacia el mar y la balista.
-Somos de los pocos que avituallan las Nelanthers, ahí si que hay mala gente de veras. Piratas de lo peor. -dijo el viejo Murray-. Ahora que lo menciono, a unas pocas millas antes de llegar a puerto nos seguía un barco que no tomó el rumbo a este puerto. Dudo de que atracasen aquí.
-¿Visteis la bandera? -preguntó Isabella.
-Suerte de que el Delfín es muy veloz. Piratas sin duda -afirmó Nasker Drent-. Bandera roja con una calavera blanca -el capitán se fijó en que Rodrik seguía estudiando el armamento del Delfín Valiente-. No pretenderá que navegue por las Nelanthers sin algo de ayuda.
-No se puede decir que el Delfín carezca de dientes -dijo Rodrik-. En absoluto.
-Toda precaución es poca -dijo Nasker.
-¿Y viajan a Tashalar? -preguntó interesado Rodrik-. Tal vez en unos días vuelva para hablar de otro negocio... más tranquilo.
-A veces. Recorremos el mar Brillante también entre nuestras rutas. Con mucho gusto les atenderemos -dijo Nasker.
-Ya nos veremos, que Valjur les guarde -deseó Rodrik despidiéndose y lanzó unas monedas al mar para aplacar la tormenta aunque ni siquiera mencionó a Umberlee en una simple oración. El oro cayó rápidamente a las aguas revueltas.
-Hasta pronto. Espero que encuentre ese objeto señorita -dijo Murray-. Parece valioso, ¡Ji, ji, ji!


Susurros y señas en el grupo durante la despedida. Unos regresaron a la Novena Campana y otros quedaron ocultos en los muelles vigilando al Delfín Valiente cuyos marineros seguían con sus pocas tareas a bordo y mantenían unos semblantes aburridos. No les gustaba pasar mucho tiempo en la misma ciudad.




//Correspondiente al 09-09-09.

Cormarion

18/09/2009 17:15:37





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


as suspicacias de las gentes calishitas se mantenían sobre el Delfín Valiente y continuaron con la vigilancia hasta que se aburrieron de ver una actividad normal.

Mientras, en la Novena Campana el resto secaba las ropas y remojaban el gaznate. La menuda danzarina de espadas se dirigió a la barra a pedirse una sidra y a ordenar para el resto de los congregados en la gran mesa redonda.

La puerta se abrió sonoramente dejando entrar la lluvia al interior y un tipo con barba de tres días y calado hasta los huesos entró con un peculiar andar debido a su pata de palo. Las greñas revueltas y mojadas estaban pegadas a su rostro y dirigió una estudiada mirada a los tertulianos. Se dirigió a la barra y tras exhibir sus malos modales al tabernero se apoderó de una botella de ron y al no encontrar un lugar adecuado para un tipo de su clase se apoyó en una de las columnas, descorchó la botella con un mordisco y escupió el tapón sobre un tipo con túnica esperando algo de diversión. Pero nadie le replicó. Por algo era un hombre osado.


-¡Ouch! -se quejó Tarvos al recibir el impacto del corcho.
-Os daré una botella de buen ron a cambio de oír la historia de vuestra pierna -ofreció el bardo.
-¿Qué es lo que ocurre en la ciudad? -preguntó el tipo de la pata de palo.
-Peces salidos del mar... borrachos embusteros... -dijo Rodrik.
-Me quedo con lo último. Yo soy de esos -dijo el tipo.
-¿Un borracho embustero? -preguntó el bardo.
-Al menos es franco -dijo Althea.
-Sí, pirata, borracho y embustero -dijo el tipo para diversión del grupo-. Los peces que se queden en la mar.


Una mujer que llamó la atención del pirata bajo de las habitaciones del piso de arriba tras cambiar sus ropas por unas secas y se sentó junto al resto. El pirata tomó una silla, la puso del revés y se sentó junto a la joven, tan cerca que pudo apreciar su aliento a ron perfectamente.


-¿De dónde salió la sirena? -preguntó el pirata.
-Este es Pirata Borracho Embustero -le presentó Rodrik.
-Sí, Morlak me llamo -dijo el pirata y se echó otro trago de la botella.
-Encantada -dijo Isabella forzando una sonrisa.


Al pirata no le gustó las miradas que le dirigían como si fuese un mono de feria. Ni siquiera esas gentes que se creían superiores se habían presentado. Eso sí, sabían hacer preguntas y le inquirieron sobre los sajuaguines. Él sabía cosas de esos escamosos por que se había aventurado en costas desconocidas. Les contó que los encontrarían en calas donde ningún barco podría fondear debido a los arrecifes, lugares rodeados de grandes acantilados y lleno de cuevas submarinas. Cuando se aburrió y vio que no le iban a invitar a un trago decidió marcharse. Un anciano de la ciudad de tez muy morena y marcado acento se plantó en su camino.


-¿Qué pasa? ¿te gusto o qué? -dijo Morlak.
-Es mi padre -dijo la rubia-. ¿Y cómo son esos sitios? -preguntó antes de que se fuera.
-¡Bah! Son viejas historias.
-Szi, szoy szu padre adoptivo -dijo el anciano con pinta de ser un ricachón.
-Ah sí... ¿Sabéis algo?... -preguntó al anciano y todos creyeron que iba a decir algo importante- ...¿me podríais decir cuando va a dejar de llover? Así no hay quien salga a la mar.


Nadie supo responderle y salía de la taberna cuando un mediano voluntarioso se apiadó del pirata y de su pata de palo. Al menos el viejo le había pagado una caja de botellas de ron y se había ofrecido a sujetársela hasta la salida.


-Yo sé de un señó que hace piernas nuevas -dijo el mediano.
-Yo también se hacer piernas nuevas... -dijo Morlak. No le gustaba que se apiadasen de él- ...mira, se corta la pierna buena y te pones otra de palo, ¿ves? ¿Probamos contigo?
-¡Ooooh, no! Piernas nuevas -dijo el mediano y se dio golpecitos en las suyas.
-Parecen muy interesados en esos peces... He oído que tienen expuesto a uno en el circo de esclavos. Sí quieren verlo aún debe de estar allí... si no lo han vendido ya -dijo el pirata.


El anciano guiñó un ojo al mediano que rápido lo captó. Otro tipo vestido de impoluto negro entró en la taberna y saludó a los tertulianos alcanzando a entender la última parte de la conversación.


-Quizás lo mejor sea comprar ese esclavo o liberarlo -dijo el recienllegado.


El viejo ricachón y el mediano acompañaron al pirata hasta el circo de esclavos, le dieron la caja de botellas de ron y se despidieron. Mientras, el resto seguía pensando como solucionar lo que les había caído entre las manos.



//Correspondiente al 09-09-09.

Cormarion

18/09/2009 20:21:38





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


asen y vean! -anunciaba el bufón-. ¡Vean al auténtico hombre-pez!
-Buenosz diasz... o malosz -saludó el anciano bajo el aguacero-. Szi, venimosz a verle. ¿Sze puede hablar con él?
-Claro, todos quieren verlo... pruebe, a ver, si no mete la mano en la jaula... -dijo el bufón y les hizo un gesto invitándoles a pasar bajo la carpa y luego toco un acorde de su guitarra-. ¡Pasen y vean!


Los tres pasaron bajo la carpa, el viejo, el mediano y el silencioso escolta. La carpa era un lugar seco al menos donde se podían encontrar esclavos, bailarinas y una buena barra surtida de licores teddanos. En una de las jaulas se podía ver un minotauro, en otra un leopardo y en otra más un humano compartía la suya con... un hombre-pez. El viejo se dirigió a la barra y preguntó a Perop Brekkin, el que regentaba ahora el lugar.


-Szaludos, ¿puedo hablar con el hombre-pez? -dijo el viejo-, ¿qué idiomasz conoce?
-Sólo barbotea y gruñe -dijo Perop-. Es bastante arisco. Apostemos -el tipo conocía bien su oficio y ya tenía dispuesto como sacar beneficio con el hombre-pez. No era el primero que se había interesado por él y ya llevaba una buena suma ganada.


El hombre silencioso se acercó a la jaula e hizo mención de la diosa, Umberlee, dijo, y el sajuaguín se revolvió inquieto golpeando los barrotes y lanzando las garras hacia fuera tratando de apresarlo.


-Quizász le podría leer la mente -murmuró para sí el viejo-. Esz que szi no habla común no me sirve para nada -dijo a Perop.
-¿Y bien? Una apuesta y puede ser suyo -manifestó Perop.


Una mujer entró al circo con prisas, sacudió la sombrilla y tomó asiento en la barra desde donde pudo ver bien al sajuaguín. La criatura se revolvía nerviosa en su prisión y el humano se mantenía al fondo bien apartado de ella.


-Pongamos cien mil en la mesa... y le permito que hable con él... si eliges un ganador, ¿el sajuaguín o el humano? -dijo Perop. Él iba a ganar de todos modos. Si escogía al sajuaguín como ganador le permitiría hablar, la vida del humano poco valía, y subiría el precio del sajuaguín para una futura venta. En cambio si escogía al humano y mataba al sajuaguín subiría el precio del hombre que mató a la bestia.
-Szi no habla común de poco me szirve -dijo el ricachón y miró a la mujer de la barra que asintió.
-¡Elige! Venga... tengo muchas deudas que pagar... demasiado impuestos, ¿sabes?
-El anterior dueño tenía muchas deudas, sí -dijo la mujer desde su asiento.


El humano se acercó a los barrotes y suplicó por su libertad al viejo. Perop le hacía luchar una y otra vez para diversión de los visitantes en los juegos de apuestas y sabía que quizás el próximo combate sería el último.


-¡Por favor gran señor! Liberadme, lucharé por vos y juradme que si gano me compraréis. ¡No quiero luchar más! Haré mi mejor combate, ya veréis -dijo el esclavo.
-¿Eresz bueno luchando? -pregunto el viejo.
-Vivo para contarlo -dijo el esclavo-. Pero esta criatura arrancó de un mordisco el brazo del último con el que se enfrentó -y aprovechando que el viejo tapaba la visión sacó una mano furtiva entre los barrotes solícito... pidiendo ayuda extra.
-Eszta bien... elijo al hombre -dijo el viejo a Perop. Pronunció palabras arcanas en la carpa y conjuró sobre el hombre otorgándole fuerza y protección.
-¡Eh! Eso es trampa... ¡Dalilah! Iguala las tornas... -exclamó Perop. No le tomarían el pelo. Dalilah, una de las bailarinas se acercó a la jaula y también conjuró fuerza y protección sobre el sajuaguín-. Eso está mejor.
-Pero es que no esztá equilibrado el combate... -empezó a quejarse el viejo mientras una furtiva y pequeña sombra se deslizaba por detrás de la jaula y ofrecía al hombre una daga.
-¿A mí que me cuentas? Tú hiciste tu elección... ¡que empiece la lucha!


El esclavo se lanzó feroz sobre el sajuaguín y le apuñaló en la espalda que se revolvió de dolor. Sangraba profusamente y lanzó las dos garras a la cara del hombre dejándola marcada con sus garras en profundas heridas nublándole la vista. Humano y sajuaguín giraron dentro de la jaula buscando un hueco en la defensa del otro. El humano esgrimía con soltura la daga hacia adelante pero era apartada por los largos brazos palmípedos. El sajuaguín alzó los dos brazos y se abalanzó sobre el hombre para apresarlo contra los barrotes y recibió dos puñaladas más, en pecho y vientre, como coste de su ataque. Lo último que vio el hombre inmovilizado contra los barrotes fue la mandíbula llena de cortantes dientes cerniéndose hacia su garganta. Cuando sintió que el humano ya no se movía, el sajuaguín liberó su presa dejando caer el cuerpo sin vida del gladiador en la jaula, vio el arma que le había herido varias veces y la lanzó contra el ricachón que la esquivó por poco avisado por la mujer, y la daga fue a clavarse con fuerza en el mostrador.


-He ganado tus cien mil-dijo Perop.
-Compraré al szajuaguín -dijo el ricachón-. ¿Cuanto esz?
-Trescientas mil -dijo Perop. El bicho estaba malherido y ya lo había amortizado. Si se moría fuera ya se tendría que encargar el viejo de su cuerpo.
-Aquí tienesz, por la apuesta, el szajuaguín y una propina por lasz molesztiasz -dijo el viejo a Perop y se giró hacia la jaula mirando al muerto-. Yo fui eszclavo. Lo sziento por tí guerrero. ¡Preparadme al hombre-pez!


Dalilah y su hermana gemela pusieron los grilletes a la criatura malherida y lo sacaron de la jaula. Durante la lucha, la pequeña sombra seguía deslizándose entre las jaulas... antes de que nadie se diese cuenta había un leopardo corriendo por el paseo de las caravanas para terror de las gentes. El leopardo no se detuvo a matar a nadie en su camino... corría de nuevo al desierto, hacia la libertad.


-Llevémoslo a casa, padre -dijo la mujer al viejo ricachón.




//Correspondiente al 09-09-09.

Cormarion

18/09/2009 20:58:35





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


a menuda mujer esperaba bajo la tienda de la barra de la Arena para atender a algún valiente que se atreviese a salir bajo esa tormenta cuando escuchó claramente un burbujeo en el pozo. Se acercó llena de curiosidad y vio como el agua subía de nivel en un remolino hasta desbordar el pozo y cuando cayó sobre la arena se formaron pequeñas figuras acuosas que la rodearon.

En el oasis estaban el hombre silencioso y un anciano de barba blanca. Habían observado como numerosos rayos caían sobre las aguas del oasis y de pequeños remolinos se habían formado pequeñas figuras acuosas que surcaban las aguas de un lado a otro inquietas... buscando.


-Estarán esperando el momento oportuno... me la juego a que son enviados de Umberlee -dijo el anciano.
-Vamos a ver como está Sherin -dijo el otro.


Sherin había tenido que luchar por su vida a solas en la Arena y se dirigió a la entrada de la ciudad donde les encontró. Los pequeños elementales les vieron ahora y fueron a anegar los pulmones de los ladrones siguiendo las órdenes divinas. Cuando los tres hicieron de los elementales más que pequeños charcos a sus pies se dirigieron raudos a los muelles alertando a la guardia portuaria de que era posible que un nuevo ataque sajuaguín tuviese lugar.




//Correspondiente al 11-09-09.

Cormarion

18/09/2009 21:01:10





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


a habido problemas por este lugar? -preguntó Sherin a uno de los guardias del puente.
-No desde hace un tiempo. ¿A que se refiere en concreto? -preguntó el guardia.
-Me refiero a los hombres-pez... -respondió Sherin-. Es que en el oasis han aparecido elementales de agua.
-No he visto ninguno, ¿y tú? -preguntó el guardia a su compañero.
-No, tampoco -respondió el compañero.
-Les aviso... para que estén preparados -dijo Sherin-. Iré a ver a los muelles y si ocurre algo daré la alarma.
-Vaya a lo mejor solo era un aviso -dijo el anciano.
-Dicho sea de paso... ¿algún barco ha atracado en el muelle recientemente? -dijo el otro hombre.
-El de siempre. El del capitán Deudermont. Es el único que se aventura -respondió solicito el guardia-. Está bien, gracias por el aviso.


El trío se acercó a los muelles y detectaron la presencia de sajuaguines en las aguas en gran número que tomaban las pasarelas y corrían hacia la zona portuaria alzando los tridentes hacia ellos. Los guardias de las pasarelas fueron superados en número y arrojados al mar donde otros tantos sajuaguines los llevaron a la profundidad ahogándolos.

La lucha fue feroz y la guardia corrió desde sus puestos tomando posiciones en el muelle para impedir que accediesen al interior de la ciudad. El cielo se oscureció más en aquella zona y grandes olas empezaron a hacer zozobrar a los barcos atracados. Las olas llegaron a sobrepasar el puerto barriendo a su paso a los guardias y defensores y dejando tras de sí a más figuras acuosas pero de gran tamaño esta vez. Rayos y truenos azotaban los muelles y todos se refugiaban de la furia de la tormenta. Una única mujer se aventuró a salir de su casa en los muelles corriendo hacia el grupo conocido.





//Correspondiente al 11-09-09.

Cormarion

18/09/2009 22:15:54





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


n tipo que deambulaba por los muelles durante la lucha presenciando la escena se mantenía apartado, fuera de la vista del grupo, se escondió bajo los tejados de una de las casas... un rayo cayó no muy lejos de él y salió corriendo hacia el grupo.


-No creo que se empeñen en destruir Calimport... es... -decía la maestra del arte interrumpiéndose ante el estruendo del rayo. El hombre llevaba las manos a la cabeza protegiéndose como si el mismísimo cielo se le fuera a caer encima y se cobijó en un soportal*.
-¿Estáis bien? -preguntó Sherin preocupándose por el hombre.
-Casi no lo cuento. Por poco me cae ese rayo encima -dijo el tipo.
-Hay que tener mala suerte para que te caiga un rayo... -dijo Raven- ...mucha mala suerte.
-Si caen rayos... mmhh... -enunciando Isabella el principio de una idea. Guardó rápidamente su paraguas y se cobijó también en el soportal- ...es que Beshaba nos adora -y puso cara de disgusto.
-¿Qué pasa en la ciudad? En el oasis unos bichos de agua me perseguían y caían muchos rayos -preguntó el asustado hombre-. Por eso mismo vine a la ciudad.
-Yo que tú me iba a la posada. Ahí si que estarás seguro -sugirió Raven.


El valiente grupo de defensores de la ciudad ya se estaba preparando para regresar al oasis para comprobar si habían más elementales de agua.


-Si la ciudad contase con la protección de Bhelrós esto no pasaría seguro -dijo el hombre ya más compuesto y de un modo casual.
-¿Bhelrós? -preguntó Isabella.
-¿No lo conocéis? ¿Al señor del Rayo? -dijo extrañado el hombre.
-Talos... -dijo ISabella.
-Así es como se le conoce por aquí, ¿no? -dijo el hombre.
-Soy sembiana... -aclaró Isabella luciendo un vestido de lo más calishita.
-A la gente esto le recuerda a Talos... -dijo Deivid.
-Mira, ¿por qué se necesita a Talos si saltan unos peces del agua? -preguntó Sherin-. Los sajuaguines esos.
-Eso es curioso, sí -asintió el hombre-. Entonces, ¿no hay culto a Talos aquí? -el grupo no tenía ni idea-. Quien sabe si contando con su favor podría alejar estas tormentas.
-Siendo como es Talos... a lo mejor las aumenta... -dijo Deivid.
-Ya... no me hables de esa deidad... -renegó Sherin.
-¡Pero sería un buen momento para propiciar un templo! -sugirió el hombre con alborozo.
-Menuda estupidez... ¿Qué clase de dios ayudaría a alguien que solo se acuerda de él cuando hay esta clase de problemas? -dijo Raven farfullando-. Eso es ser fiel de boquilla.
-A Talos le gustan los problemas -dijo el hombre sin perder la sonrisa.
-Quién dice que no esté metido aquí, ¿no? -dijo a desgana Sherin.
-Yo lo sabría... soy uno de sus clérigos. Me llamo Matt Rutger -dijo el hombre para asombro de los presentes. Isabella y Deivid se presentaron al hombre.
-Ya, si tanto hablas de él... era de esperar -dijo Sherin y se cruzó de brazos.
-No debes ser de aquí -se figuró Raven.
-No, vengo de Chult -dijo Matt.
-Yo con gusto le doy un donativo si acaba con esto -ofreció Isabella.
-¿Donativo, escuché? -preguntó Matt y su sonrisa se hizo más grande-. Con algo se empieza para levantar un templo.
-Mmm... ¿no habrá visto por casualidad un bastón con motivos de Umberlee por aquí? -inquirió el viejo e Isabella le reprendió con la mirada. Es natural, es la edad del hombre que le hace hablar más de la cuenta.
-¿Un bastón? ¿Cómo debe ser? -dijo el clérigo de Talos con curiosidad.
-Creo que quizá tú lo sepas... -dijo Deivid con mirada acusadora.
-Pues... yo creo que no lo sé... -Matt sonrió y levantó una ceja sin dejar de mirar al viejo charlatán.
-Nada, no hagáis caso al abuelo... ya sabe que con esta edad... -medió Raven en la situación.
-Ya habéis perdido el bastón de nuevo padre,... os compraré otro -dijo entre risillas Isabella.
-¡Ah! Pero mencionáis a la Perra Rabiosa, la que llora en los mares, la plañidera, ¡bah! -hizo un aspaviento.
-Sí, mi padre fue marinero.. -dijo Isabella. Miró a Deivid y sonrió.
-El pobre ya no está para estos trotes... ni tanta lluvia -dijo Raven.


El anciano de barba blanca se acercó a su "hija" y cuchichearon en presencia de todos. ¡Qué falta de modales! Y encima... , pensó Matt y sonrió.


-Talos no está enfadado. Me parece que tenéis problemas con la "reiiina" de los mares -dijo pronunciando grandilocuentemente el título de la diosa Umberlee.
-¿Y porqué nos lanza rayos? -preguntó Isabella.
-Ya veo... ella también tiene parte de ese dominio... una limosna de Talos -aclaró Matt.
-Buenos espero que el donativo sirva para estableceros aquí -dijo con una sonrisa Isabella ofreciéndole una buena bolsa de monedas.


El clérigo de Talos aceptó gustoso el donativo pero quería saber lo ocurrido pues para eso había venido de lejos atraído por la noticia de que la ciudad de Calimport estaba siendo azotada por grandes tormentas... y no tenían nada que ver con su Señor. Pero lo enviaban a la taberna de los muelles a que se informara de todo por un par de monedas de cobre preguntando al tabernero. ¡Qué graciosos!, pensó Matt fijándose bien en el grupo.


-A lo mejor puedo ser de ayuda... -dijo Matt.
-En fin... podría ayudarme a buscar el bastón que perdí -habló de nuevo Deivid que se había mantenido con la boca cerrada hasta ahora.
-¿Y qué saco yo de encontrarlo anciano? -preguntó Matt y pensó que el viejo chocheaba.
-Yo pago todos sus caprichos... padre, ¿cuál perdisteis esta vez? -escudó Isabella.
-Ése... el que tiene motivos de Umberlee... es el que uso para pescar -explicó Deivid.
-Si que estás mal viejo, mira que usar un palo tan caro para pescar -dijo Raven ayudando en la mentira.
-¡Oh, vaya! -fingió sorpresa Isabella y se llevó las manos a la cara-. Entonces por eso la lluvia... -hizo gestos de que le siguieran la corriente-. Sí, mi padre dice que es por causa de su bastón de pesca. A ver donde... donde venderán uno igual.
-Habrá que recuperarlo entonces -dijo resolutivo Raven.
-¿Se le cayó al agua? -preguntó Matt sin demasiado interés-. ¿O fue un pez más grande? Uno de esos que caminan -dijo y rió.
-Padre, ¿recuerdas donde lo perdiste? -preguntó Isabella a Deivid.
-No se me cayó al agua... debería estar por Calimport -dijo Deivid.
-No será en ese muelle tan peligroso al que tanto te gusta ir... mira que te digo que no vayas... -dijo Isabella recordando que Rodrik le había hablado del otro muelle de la ciudad.
-¡Es que los peces son más grandes allí! -dijo Deivid.
-Vamos... -dijo Isabella y abrió su sombrilla.
-Bonito artefacto... -dijo Matt.
-¿Cuál? -preguntó Isabella-. Ah, la sombrilla, ideal para la lluvia.
-Espero que no atraiga rayos... -dijo con un tono de lo más cínico y para su diversión vio como la joven caminaba asustada mirando a las nubes.



//Correspondiente al 11-09-09.

*soportal:

1. m. Espacio cubierto que en algunas casas precede a la entrada principal.
2. m. Pórtico, a manera de claustro, que tienen algunos edificios o manzanas de casas en sus fachadas y delante de las puertas y tiendas que hay en ellas. U. m. en pl. con el mismo significado que en sing.

Cormarion

19/09/2009 16:51:52





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


l grupo recorrió el Paseo de las Caravanas, dejando atrás el circo de esclavos, y llegó a la costa, hasta el otro muelle de la ciudad. Deivid, isabella, Sherin, Raven y Matt Rutger se detuvieron para buscar el "bastón" del viejo que lo había utilizado como caña de pesca. Sherin, siempre alerta, escuchó un ruido del cercano pozo similar al que oyó en la Arena. De nuevo, pequeños elementales de agua salieron desbordados sobre las arenas de la playa arremetiendo contra ellos.

Después de la lucha la menuda mujer conjuró una luz sobre una piedra y la arrojó al interior del pozo que cayó rápida hasta el fondo iluminando las paredes a su paso... hasta hundirse en el agua. Allí solo había agua. Mientras, Raven y Deivid divagan acerca de dónde podría el viejo haber perdido el bastón dejando que el clérigo de Talos se fijase en su conversación.

El viejo chocheaba sin duda y se puso a hablar con una de las grandes piedras... de la que apareció el bardo entre risas al cabo del rato tras gastarle la broma al viejo. Matt Rutger se sentó en la playa a la espera de que acabasen con aquél cuento. Otro tipo más, con aire marcial y dirigiendo una mirada inquisidora y atenta al grupo llegó a la playa y se les unió al reconocerlos. Isabella hacía como que miraba la playa cuando en realidad miraba las banderas de los barcos fondeados y se acercó a un barco de lo más sospechoso, aunque no ondeaba la calavera blanca sobre campo rojo en lo alto del mástil. El grupo la siguió hasta el barco y Matt Rutger se quedó atrás, apoyado sobre un viejo bote varado, observando pero con el oído puesto.


-¿Qué miráis? -les espetó un tipo con pata de palo que salió al paso sobre la pasarela. Se pasó la mano por su barba de tres días-. Hombre, la dama de la taberna -dijo al reconocer a Isabella aunque no la conocía por su nombre y se relamió-. Podríais habernos traído algo más de ron... que ya lo acabamos todo -acabó asiéndose a una de las jarcias.
-Es que vi un hombre pez... bueno, más de uno y me acordé de vos -dijo Isabella tratando al pirata con unos modales a los que no estaba acostumbrado.
-¿De mí? -dijo torciendo el gesto burlón-. Ya veo que calé hondo -se volvió a pasar la mano por la barba.
-Había muchos... muchos en el muelle -explicó Isabella-. Mmm... ¿no me dijisteis que los habíais visto?
-Pues como todos... aunque por aquí no se les ha visto... aún -dijo Morlak chasqueando la lengua.
-Hablasteis de los sitios donde viven... -le recordó Isabella.
-Ya recuerdo. Arrecifes por la costa, en las islas, en cualquier sitio donde no puedan arribar los barcos -volvió a explicar el pirata-. Lejos de aquí. En las Nelanthers una vez -y ante su respuesta Isabella se rascó la mejilla pensativa.
-Por curiosidad... ¿como se llama vuestro barco? -preguntó Raven.
-¿Esta maravilla? -replicó Morlak.
-Sí, parece rápido -dijo Raven.
-Se llama el Osadía, y sí que es rápido... más que esos lentos barcos de mercancías -dijo entre risas.
-Bastante práctico... supongo que os dedicáis al comercio -dijo Raven.
-Con lo que rapiño, comercio -zanjó Morlak.
-¡Je, je! La verdad es que juntando un poquito de aquí y un poquito de allá, al final uno termina reuniendo una fortuna.
-¿Sí, para un barco más grande. ¿Y a qué se debe esta visita? -preguntó con tono serio esta vez el pirata estudiando las facciones de los presentes.
-¿Habéis visto mi bastón de pescar? -preguntó Deivid sin andarse con rodeos.
-Sí, se trata de su bastón de pescar que lo perdió... aunque lo que iba a contaros es acerca de los hombres-pez esos... en la taberna escuché que van tras una maldición -aclaró Isabella.
-Ya, que lástima -dijo Morlak con desgana.
-Al parecer están atados a un objeto... e irán tras él... eternamente y tras su portador -detalló Isabella para dar más verosimilitud a su "historia".
-¡Uh, qué miedo! -dijo el pirata-. Lástima que no sepáis más de la historia me dejaste intrigado.
-Mmm... había bebido bastante... -dijo entre risas Isabella.
-Ya me gustaría a mí ver eso -dijo Raven.
-Algo bueno sin duda... -dijo Morlak-. Luego pasa eso, que uno se lleva sorpresas a la mañana siguiente cuando se levanta y mira con quien yace a su lado.
-No me gusta que bebas tanto -regañó Deivid a Isabella-. Has de beber leche caliente que sienta mucho mejor.
-La próxima vez traedme algo de ron -dijo Morlak y eructó sonoramente sin molestarse en cubrirse la boca-. Aquí no hay mucho que hacer.
-Bueno, había otro detalle... creo. Pero es que son historias. Dudo que haya verdad en ellas -dijo Isabella-. Ron no tengo pero si llevo algo de buen licor. Vino de Tashalar... un reserva que tenía.
-Tomad vino si queréis -dijo el bardo.
-Algo es algo -dijo Morlak aceptando los ofrecimientos-. Pero las costumbres marineras dicen que ron mejor. Un reserva de Tashalar vaya, esto sí que es un tesoro. Lo beberemos a vuestra salud.


El pirata se divertía con el grupo. Habían venido buscando algo y habían acabado ofreciéndole licores y vinos. Era un buen tunante y se preguntaba por qué le preguntaban a él acerca del bastón del viejo si lo más parecido a un bastón a bordo del Osadía era su pata de palo.


-Me dejasteis intrigada con lo de el hábitat de esas criaturas y después de verlas aquí supe que decíais la verdad todo el tiempo -dijo Isabella.
-Buscad en la costa -dijo Morlak cambiando la expresión en ahora un rostro serio-. Incluso en el norte, creo, allí si tienen templos de la Reina Rabiosa.
-Y ya que conocéis a esas criaturas, ¿no sabréis por que migraron hasta aquí? -preguntó Isabella.
-No sé, no les he preguntado -dijo Morlak-. Si veo a uno ya le preguntaré -dijo y rió ahora divertido.
¡Oh! Pensé que les conocíais más -dijo Isabella-. Yo lo hice. Lo cierto es que tengo a una de esas criaturas pero no puedo hacerme entender pues aún no logro traducirlo... hablan muy raro, ¿sabéis?
-Supongo que sí. Si son peces que van a contar -dijo Morlak mientras Isabella seguía buscando la bandera del Osadía-. Hasta otra -se despidió y se volvió para dar órdenes a sus hombres sobre la cubierta y dejó a la maestra del arte con la palabra en la boca.



//Correspondiente al 11-09-09.

Cormarion

19/09/2009 21:56:44





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


sabella ordenó que alguno se quedase vigilando el Osadía y el bardo no puso reparos. Matt Rutger les aconsejó que no se fiasen de esa gentuza. La maestra del Arte creía conveniente en un futuro próximo entrar al barco y registrarlo. La menuda mujer del chaleco rojo y capucha negra, que poseía unos sentidos excelentes, divisó la bandera que buscaban al oeste ondeando en uno de los barcos y allí se dirigieron dejando atrás sólo al bardo con su guitarra.


-¿Y ahora a dónde vamos? -preguntó Matt Rutger antes de comprobar que se paraban ante un barco que lucía una bandera roja con calavera blanca y que estaba llena de ogrillones con cara de pocos amigos-. Yo me quedo atrás... que pregunte el anciano por su bastón.


La maestra del Arte no creía que pudieran encontrar el bastón en ese barco por mucho que la bandera coincidiese con el que siguió al Delfín Valiente desde las Nelanthers. Raven empezó a contar a la tripulación sopesando las posibilidades de infiltrarse y el viejo Deivid preguntaba a su "hija" si lanzar una bola de rayos... así por las buenas ni dar tiempo a decir ¡Hola,... os envío un regalito!


-Quienes lo robaron fueron humanos -susurró Isabella-. Deberíamos revisar el otro barco.


Antes de que se diesen cuenta un ogro descomunal cuyos colmillos inferiores sobrepasaban el labio superior cual jabalí saltó desde la borda al agua empuñando su arma doble con hachas en los extremos. Había visto al grupo acercarse al barco y nunca tenían visitas... ¿qué querrán esta "carne" humana?, pensaba el gigantón.


-¡Chicoooos! -vociferó el ogro guturalmente en un torpe común tras gruñir dirigiéndose a los ogrillones de cubierta.


Isabella susurró algo a Sherin dejandola al cargo de la situación y regresó rápido a la ciudad... quizás tenía goteras en la casa con tanta lluvia o se había dejado la ventana abierta. O quizás iba a comprobar como estaba el sajuaguín que compraron en el circo de esclavos.


-Disculpe... -dijo Sherin.
-¿Disculpe? -preguntó el ogro sin entender el significado. ¿Nombre tuyo... Disculpe?
-Bonito barco -dijo Raven.
-Barco bonito sí. ¿Tú querer ver por dentro? -preguntó el ogro y rió sonoramente.
-Me llamo Raven Swiftblade -presentose el hombre.
-Ra-ven -repitió el ogro-. ¿Querer algo? ¿comprar? ¿vender?
-Quizás, nos habían dicho que... un barco con bandera como esa -la señaló- ofrecía una mercancía especial, mercancía viva. No sé si me explico -dijo Raven y sonrió.
-Llegas tarde -dijo el ogro-. Vendida está la carne. Ir a por más si querer pero mar furioso. Islas lejos de aquí. ¿Qué querer? ¿Carne como la tuya?
-No carne de pez. De hombre-pez -aclaró Raven.
-Hombres-pez peligrosos... -empezó a decir el ogro pero escuchó algo. Allí en su presencia había alguien más oculto. Odiaba los trucos y que le engañasen. Él veía a dos pero alguien más estaba allí.
-¡Je, je, je! -rió Devid-. Estoy aquí, invisible.
-Es un viejo -dijo Raven-. Bueno, el caso es que buscamos un bastón que le pueda servir. Él solía llevar uno, uno con grabados de peces. Era su bastón de pescar... -explicaba Raven cuando se revolvió furioso el ogro olisqueando el aire.
-A causa de los ataques de las criaturas... -empezaba a decir Sherin.
-¿Uh? ¿Ah? ¿Vosotros engañar? Decir viejo, yo ver vosotros dos, yo enfadar si no ver viejo -dijo el ogro y echó un paso atrás haciendo molinetes con el arma doble.


Más les valía que apareciese el viejo y éste apareció entre los otros dos disipando su conjuro de invisibilidad con un chasquido de dedos.


-¡Hola! -dijo Deivid.
-Tu ser viejo, tener trucos, yo no gustar trucos, ¿tú también querer carne? -preguntó el ogro-. Buen precio, buen negocio.
-No, yo quiero un bastón. Perdí el mio -dijo Deivid.
-Bas-tón -repitió tontamente sin comprender el ogro.
-¿Qué ser bastón? No conozco esa carne -dijo el ogro.


Finalmente pudieron hacer comprender que un bastón era un palo de madera como el que blandía pero sin las hachas en los extremos. Esa "carne" pequeña era lista, olía bien y se acercó lo suficientemente cerca del ogro como para enardecerlo. Los ojos del ogro brillaron con un destello de inteligencia y rió.


-Yo tener bastón. Tú subir a bordo -dijo el ogro a Sherin.
-Vaya estamos de suerte -dijo Raven-. Claro, por qué no.
-¿Ellos subir también? -preguntó el ogro pensativo y se relamió-. Ella venir conmigo adentro. Vosotros quedar con chicos.
-A mí no me miréis, no contéis conmigo -dijo Matt Rutger desde detrás-. No me subiré ahí.


Los cuatro subieron a bordo finalmente y el ogro hizo pasar a su cabina a la mujer y dejó a los humanos como diversión de los chicos. Un par de ogrillones se enzarzaron en una pelea por una simple botella de ron. Estos tipos no se respetaban ni entre ellos y ya empezaban a rodear al joven y al viejo dandoles algún que otro empujón provocador entre sornas y pullas.

En la cabina del capitán ogro Sherin revisaba la habitación que era un asco. Todo un caos, basura apilada y restos de comida medio mordisqueadas por los suelos.


-¿Qué decías buscar? -preguntó el ogro y cogio una pata de pollo del suelo y la engulló de un bocado.
-Un bastón... o lo que uses para limpiarte los dientes -dijo Sherin.
-Esto ser mejor que bodega de carne, está limpia. Ahora divertirnos -dijo el ogro y dejó el arma apoyada y se quitó el pesado chaleco. La mujer empezó a rodear la mesa y el ogro gustó del juego del gato y el ratón... hasta que la mujer desapareció en las sombras de la cabina que proyectaba la luz de la luna a través de la única ventana en el torreón de popa.


-¡Groarrr! Tú como viejo -gruñó furioso-. Trucos. Yo enseñarte -dijo y empuñó el arma.
-No me compares con él. Podría matarte mil veces -dijo Sherin dejándose ver.
¡Broarrgh! ¡Chicoooos! -alertó el ogro desde la cabina a los ogrillones que guardaban la puerta fuera.


Los ogrillones fuera empuñaron sus grandes hachas e intentaron capturar a los humanos. En medio de la refriega un humano más logró subir a bordo del barco. Venía de la ciudad y los guardias le habían dicho que la maestra del Arte se había dirigido hacia este muelle junto con varios más. El teniente de la guardia calishita renegó varias veces durante su trayecto y ahora comprobaba que se habían metido en un buen lío.


-¿Donde están? -preguntó durante el combate al no hallar con la mirada a Isabella o Sherin.
-En la cabina. Sherin está en la cabina, Rodrik -dijo Raven sorteando el furioso ataque de uno de los ogrillones. El hacha voló sobre su cabeza, el hombre rodó por el suelo derribando al ogrillón y le asestó un golpe mortal en el corazón.


Rodrik se dirigió a la puerta de la cabina, la abrió de una patada y entró para ver como dos ogrillones rodeaban a Sherin que paraba los golpes con su escudo y mantenía a raya al ogro con su espada. Sherin pronunció las palabras del conjuro y uno de los ogrillones empezó a encogerse sobre sí mismo hasta quedar convertido en una pequeña pelotita. Rodrik dio cuenta del otro de un par de tajos de su afilada arma y Sherin propinó numerosas estocadas al ogro en su ancho pecho hasta que cayó desangrado al suelo de la cabina.


-Ya tenía todo controlado -dijo Sherin-. Tengo una buena noticia. Tenemos un barco.
-¡Oh, vaya qué bien! -dijo Raven que entraba en ese momento seguido de Deivid.
-¿Y el báculo? -preguntó Rodrik.
-Hay que buscar en este chiquero -dijo Sherin-. Intentaré revivir al jefe y que nos diga.
-¿Y qué hablabas con él aquí? -preguntó Rodrik.
-Ahórrate las resurrecciones. Si ni siquiera sabía lo que era un palo. No creo que nos diga nada -dijo Raven.


Revolvieron y registraron la cabina buscando el báculo. Raven encontró un portapergaminos que contenía un mapa. Ya lo estudiaría más tarde. Bajaron a la bodega donde el olor a humedad y salitre era insufrible, en aquella oscuridad tintineaban los grilletes que colgaban al chocar unos con otros, ratas, esqueletos cubiertos de telarañas, y el inconfundible olor metálico a sangre es lo que encontraron a primera vista. Era una bodega para llevar esclavos.

El barco empezó a moverse ligeramente, el rumor del agua golpeando contra el casco iba in crescendo y fuera, en cubierta, se escuchaba jaleo y parecía oler a quemado.


-Vaya... será mejor encontrar el bastón cuanto antes -dijo Deivid como pudo entre el estruendo de los truenos cercanos.


Raven halló en uno de los cuerpos sin vida un trozo de tela con unas palabras garabateadas con ¿sangre? "Amada Khalima, no veré de nuevo tus negros ojos más profundos que la noche en Calimport, te quiere tu Kalib".


-Vamos, salgamos fuera antes de que se hunda el barco -dijo Deivid. El olor a humo descendía a la bodega y empezaba a llenar el confinado espacio.
-Que importa que se hunda si no encuentran nada... ¡salgamos! -dijo Sherin y empezaron a moverse hacia la cubierta.


Fuera, la cubierta estaba tomada por sajuaguines que habían cogido las antorchas y hacían arder al barco hasta sus entrañas. El grupo salió de la bodega y tuvieron que luchar de nuevo por sus vidas. Antes de que el barco escorase y ardiese por completo los cuatro saltaron por la borda esperando caer sobre las no muy profundas aguas del muelle.


-Ya dije que prefería quedarme aquí -les dijo Matt Rutger cuando vio que regresaban-. Ví como llegaban los sajuaguines pero no pude hacer nada por vosotros.
-No te preocupes. Estamos bien pero no encontramos lo que buscábamos -dijo Sherin.
-¿No? Pero dijo que tenía el bastón... -dijo Matt.
-Mintió -replicó Sherin.



//Correspondiente al 11-09-09.

Cormarion

20/09/2009 15:14:35





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


a joven tomó un canasto y lo llenó de pescado fresco y fue a la modesta estancia donde el pequeño sajuaguín había sido confinado. La criatura gruñía y trataba de quitarse los grilletes.


-Calma -dijo la joven.
-¡Grrrrr! -gruñó el sajuaguín.
-¿Me entiendes? -le preguntó y extendió el canasto hacia la criatura. Al menos habría un par de kilos de brillante pescado fresco.


El sajuaguín miró el contenido del canasto desconfiado. La joven se señaló la boca tratando de hacerse comprender, comer, dijo. El sajuaguín rechazó la comida y se giró de cara a la pared. La joven que no se daba por vencida se atrevió a acercarle más el canasto al pequeño sajuaguín.


-A ver amiguito, come algo -pidió la joven-. Quizás debiera haber traído algas...


El sajuaguín volvió la vista hacia el cesto de pescado, goloso, pero... era una criatura orgullosa y cautiva. La joven dejó el canasto junto al sajuaguín y lo dejó de nuevo a solas. Incluso desde allí podía el pequeño sajuaguín olfatear el mar y sabía que no estaba muy lejos. Ahora que la joven se había marchado cogió el canasto y devoró con avidez su contenido.


-Mañana le traeré más -dijo Isabella tras escuchar como la criatura se comía el pescado y retiró el oído de la pared.



//Correspondiente al 13-09-09.

Cormarion

20/09/2009 15:30:49

[i:fbc8099fc2]El goteo del agua que se filtraba a través del suelo de la ciudad hasta llegar a las alcantarillas era constante y ya cubría buena parte de las mismas. Las ratas huían de su hogar del subsuelo buscando la seguridad de los secos almacenes de los muelles, incluso atreviéndose a corretear por el Distrito del Palacio para horror de las nobles gentes.

El pequeño altar había sido dispuesto en una recóndita sección de las alcantarillas. Los sectarios invocaron una oscura plegaria cargada de fuerza y al finalizar se dirigieron en silencio a las calles de la ciudad... buscando una víctima para el sacrificio.[/i:fbc8099fc2]

Cormarion

21/09/2009 13:25:57





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


a ruda mujer bebía de la botella ahogando sus miserias en el espirituoso contenido mientras que el hombre que la acompañaba caminaba atento a los movimientos de los hombres que deambulaban por aquella playa y a las tripulaciones de los navíos amarrados en los muelles del puerto de mercancías exóticas. Ambos vestían de negro impoluto y con chalecos similares. Ella cubría su cabeza con un sombrero a juego adornado también por una pluma azabache, mientras que él usaba una capucha y dejaba ver un torso trabajado y unos brazos de marcada musculatura. Un hombre de tez oscura se les acercó solícito cuando se detuvieron ante uno de los barcos.


-¿Qué queréis? -susurró el tipo. Lucía en la frente el símbolo de la esclavitud.
-¿Llevas mucho aquí? -dijo la mujer con una voz impropia e hizo ver que daba un trago a la botella.
-El suficiente -dijo el hombre continuando la conversación en susurros.
-Bien, quizás sirvas de algo -dijo la mujer y le lanzó unas monedas a los pies del ex-esclavo con desprecio.
-¿Crees que este tipo pueda darnos trabajo? -dijo el hombre encapuchado a la mujer. Miró al tipo e hizo una mueca.
-¿Conoces a alguien que vaya a zarpar? -preguntó la mujer.
-No, nadie se atreve -dijo el tipo-. Ni siquiera nuestro capitán -señaló al barco de Morlak.
-¿Y por qué no? -preguntó curiosa la mujer.
-Dice que este asunto de Umberlee no le gusta nada y yo le creo -respondió el tipo.
-¿Necesitáis tripulación a bordo? -inquirió la mujer.
-Seguramente. Siempre que atracamos aquí alguno se pierde por la ciudad o acaba entre rejas... y no regresan -dijo el marinero.
-Es parte del encanto de esta ciudad -dijo con sorna la ruda mujer-. ¿Puedo hablar con vuestro capitán?
-Ahora está... algo ocupado. Iré a ver -dijo el marinero.


El marinero subió a bordo y llamó a la puerta de la cabina del capitán, pasó adentro y al poco regresó a la playa junto a la pareja.


-Puede atenderos, ya se fue la "visita" -dijo el marinero.
-Al fin puede que tenga algo que hacer. Me aburría de mirar las nubes -dijo el encapuchado.


Morlak les esperaba sobre la pasarela con las manos a la cintura. Tenía el pelo greñoso y oscuro, barba de varios días, una pata de palo y un largo sable colgando en su vaina del cinto.


-Capitán... los que querían hablar contigo -digo el marinero.
-¿Qué os trae por aquí? -preguntó Morlak desperezándose-. Hay mucho revuelo en este muelle últimamente.
-Capitán... -la mujer hizo un gesto de saludo y asintió-. Eso parece. La verdad no había visto nunca llover en Calimport... nunca.
-Es raro que llueva pero son muchos días ya. Además aparecieron esos sajuaguines -dijo Morlak.
-Sí, eso oí. Su hombre nos decía algo sobre Umberlee -dijo la mujer con su profunda voz.
-Por los rumores que me trae la gente que pasa por aquí y lo que oigo parece que tiene que ver con esa perra -explicó Morlak.

>>Los sajuaguines asaltaron el barco de los ogros. Aún humean los restos a pesar de la lluvia. Mal asunto. Primero viene gente de visita a este olvidado muelle preguntando por bastones y luego eso.

-Es curioso... esas criaturas... por mi vasta experiencia marítima sé que no suelen abandonar sus refugios. ¿Bastones? -dijo la mujer.
-Buscaban algo por aquí. Una caña de pescar al parecer -dijo Morlak.
-¿Tanto interés por una caña? -preguntó el encapuchado.
-Tenemos contactos en Calimport. Sólo sería cuestión de hacer unas preguntas -dijo la mujer.


El pirata se pasó la mano por la barba ya de seis días pensando. ¿Engañar a un mentiroso como él? Tenía buen ojo para las mujeres y no era de los que olvidan una cara bonita. No olvidaría una cara como la de la joven que vio en la Novena y que luego acompañaba al viejo que había perdido la caña de pescar. Le seguiría el juego de momento a ver que sacaba de todo este asunto.


-A lo mejor el viejo lo perdió en ese barco. Conozco quienes son, o eran mejor dicho. Eran los del Cráneo Pelado... unos competidores del mar -dijo Morlak.
-¡Ajá! Pero, ¿por qué motivo alguien acabaría así con ellos? -preguntó la ruda mujer.
-Eran unos tipos feos y malcarados que asaltaban los barcos y tomaban esclavos -respondió Morlak como si eso fuese motivo más que suficiente.
-Esclavistas -asintió la mujer.
-Esos piratas eran esclavistas, sí, de lo peor. Bueno, vi como unos que me vinieron a preguntar fueron hacia allí y hubo jaleo -dijo el pirata-. Un grupo curioso, gentes de la ciudad creo. No recuerdo que se presentasen -dijo- pero recordé a la chica. Ya le había echado el ojo en la Novena cuando fui a por ron -se quedó mirando a la ruda mujer con aire divertido.
-Y después los sajuaguines... -dijo el encapuchado.
-Los sajuaguines llegaron después -confirmó Morlak-. Pero sólo les atacaron a ellos. Valjur debe de estar con nosotros.
-Será verdad que buscan algo entonces -dijo la mujer y asintió con respeto.


El comentario no le pasó desapercibido a Morlak. Muchas preguntas acerca de un bastón y la aparición de sajuaguines. ¿Qué ocurría en Calimport que no paraba de llover?


-Lo que sé es que los que acabaron con los ogrillones luego se enfrentaron a los sajuaguines y salieron a toda prisa del barco en llamas -dijo Morlak.
-¿Y llevaban algo? -preguntó la mujer.
-Yo no vi que se llevasen nada -dijo el marinero que se había mantenido junto a su capitán atento-. Salieron casi cuando escoraba ya.
-Es posible que encontrasen algo allí, pero todos guardamos nuestras cartas de navegación en sitio seguro. Ahora que lo decís me gustaría echar un vistazo al barco.
-Hombre, por un buen precio... -dijo la mujer y se frotó las manos.
-Miremos. Puede que se hubiesen dejado algo de valor -dijo el encapuchado.


//Correspondiente al 14-09-09.

Delvorg

23/09/2009 07:29:45

[size=18:7d313890e8][/size:7d313890e8]ENCUENTRO CON MATT ( punto de vista de exxet)

[size=12:7d313890e8][/size:7d313890e8] estabamos ankor y yo dando una vuelta , cuando nos encontramos con un hombre , estaba empapado y parecia algo perdido, despues de saludarlo y preguntarle que le ocurria fuimos a la novena campana para que el hombre se secara y poder ver que le pasa , nos dijo que se llamaba matt y era clerigo de bhelròs y nos hablo de su dios , aunque en algo de lo que hablaba mentia , me di cuenta ,entonces le di un sustancioso donativo para su dios y asin que se le hablandara la lengua, y fue cuando nos conto sobre el baston de un viejo , que al parecer perdio y nos llevo donde vio al viejo por ultima vez.
escuche que murmuraba algo en voz baja y tras apresarlo le convencimos para que nos llevaran donde la cala de los piratas de la que al parecer no queria ir.
al poco tiempo de llegar a la cala , escucho un sonido de agua que proviene del pozo , me acerque, un torbellino de agua me azoto en la cara y empezaron a salir elementales de agua como llovidos del cielo de los que tubimos que avatir , al poco tiempo llego uriel y tras acavar con los elementales decidimos ir a hablar con los piratas , y gracias al carisma de uriel el jefe de los piratas se mosquea y pasa de nosotros , despues de convencer a un marinero nos conto que todo el mundo va a ellos a preguntarles por el baston y que no saben nada y ahi fue cuando notamos la ausencia de matt , ankor se alerto y me dijo que fueramos al almacen de los muelles de los cuales matt queria montar una capilla ahi para bhelròs , cual fue la sorpresa cuando llegamos que estaba llena de sectarios y cadaveres de victimas de sacrificios en mitad de la sala un altar con un cuerto sin vida al parecer lo mato un rayo , tras salir del almacen le preguntamos a un mendigo que andava por la zona que si habia visto algo , pero parecia ensimismado , le mostre una moneda y el respondio siguiendo la moneda con la cabeza y se la di , acto seguido el se la trago , decidimos traerlo al almacen y el mendigo no paraba de decir que "el" le decia que queme
el mendigo empezo a crecer como por artes de magia ,y con los ojos en blanco crecio tanto que dio con su cabeza en un tablon del almacen el cual se descolgo y lo mato aplastado.
y acto seguido de su cuerpo empezo a salir una niebla que tomo forma de espectro que hablaba por bhelros , el cual dijo que si le haciamos una capilla daria el baculo perdido y desaparecio , cuando escuchamos un estruendo en los muelles donde se encontraban los guardias luchando con sanjuagines y elementales de agua , mientras yo conjuraba ankor luchaba valientemente contra los enemigos y pudimos eliminarlos a todos , todo se tranquilizo por el momento , aunqeu la lluvia no a cesado esta todo un poco mas tranquilo

Cormarion

24/09/2009 08:59:24





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


l pirata, el encapuchado y la mujer subieron ágilmente a los restos humeantes del barco de los piratas del Cráneo Pelado. En cubierta aún yacían los cuerpos de ogrillones y sajuaguines.


-¿Dónde guardaría un capitán las cartas de navegación? -preguntó el encapuchado.
-En su cabina, claro -respondió Morlak.
-Vamos a buscar ahí -dijo la ruda mujer.


El pirata de la pata de palo entró primero y le siguió la pareja. La mujer cerró la puerta e hizo la señal convenida a su compañero. Emboscado y cogido a traición, Morlak fue apresado por el conjuro de la mujer, que lo aferró con una gran mano conjurada.


-¿Huh? -balbuceó Morlak atontado-. ¿Qué ocurre? ¿Quiénes demonios sois?
-Bien... ahora... por tu vida... -dijo la ruda mujer cambiando a un delicado tono de voz- ...nos dirás dónde están las cavernas de los sajuaguines.
-¿Qué cavernas ni qué loro perdido? -dijo Morlak con la vista perdida pero manteniéndose tranquilo- Mis hombres vendrán a por mí.
-Si respondes no será necesario... -dijo la mujer. Sacó un pergamino, levantó el mentón con barba de seis días del pirata y le miró a los ojos. Unos bellos ojos se reflejaron en unos ojos engañosos.


Su compañero apartaba los cadáveres que había en la cabina haciendo una pila. El gran ogro mostraba muchas estocadas en su ancho pecho y en el ogrillón sólo se apreciaban dos finos cortes que fueron mortales. Luego dio un puntapié a un pequeño amasijo irreconocible más o menos esférico. El pirata no abrió la boca para responder a las demandas de la mujer y ésta leyó las palabras de poder contenidas en el pergamino que se deshizo entre sus manos y dirigió el efecto sobre el pirata apresado.

Morlak sintió en su cabeza la presión del conjuro que golpeaba las barreras de su mente. Se imaginó a un gigante golpeándolas con un gran martillo y cada golpe le hacía palpitar las sienes. Distinguió a una reconocida figura en lo alto de la muralla, tenía una pata de palo y empuñaba un largo sable. Su mente rechazaba el efecto del conjuro y la conciencia de Morlak saltó sobre el gigante con el sable en alto, aullando como loco, para descargar un golpe que abrió la cabeza del gigante como una sandía.


-A lo mejor buscáis a quienes vinieron aquí... y acabaron con Trolok -el pirata jadeaba y su frente estaba perlada de sudor pero aún tenía ánimos para sonreír en aquella situación-. Es ese de ahí -señaló el cuerpo del ogro con la barbilla.
-Nos han pagado para robar algo que robasteis -dijo la mujer y frunció el ceño enfadada. Ahora sacó una extraña varita y la dirigió hacia el indefenso pirata.
-Nosotros no robamos... -dijo el pirata y sonrió.
-Tomasteis prestado entonces -la mujer empezó a mover la varita de un lado a otro en lento compás.
-Ahora, ¿a qué jugamos? -Morlak siguió la varita con la mirada. La conciencia de Morlak vio la figura de una bonita joven de larga melena rubia y se puso a bailar con ella, divertido, al son de una melodía marinera.
-Dime donde está el bastón -ordenó ahora la no tan ruda mujer pero sí imperativa.
-No sé de que bastón habláis -respondió Morlak.


El encapuchado seguía con su minuciosa búsqueda y finalmente dio con un hueco oculto entre los tablones aunque parecía que ya había sido forzado por algún otro antes. Dónde supuestamente debería de estar la carta de navegación (u otra cosa) ahora estaba vacío.


-Vacío -informó el encapuchado-. Lo que hubiese aquí antes ya no está. Alguien se nos ha adelantado. Pregúntale.
-¿Quienes subieron al barco antes que nosotros? -preguntó la mujer que empezaba a dudar de sus propias sospechas.
-Gentes de la ciudad, un viejo, una mujer y un hombre. Otro tipo que se mantuvo al margen -respondió Morlak-. Ese sé que no subió a bordo.
-Gente así hay por todo Calimport. Será difícil dar con ellos. ¿Algo más? -preguntó la mujer.
-A lo mejor están en la Novena. Les dije que me trajeran ron -dijo Morlak.
-¿Ahí les viste? -inquirió la mujer.
-A algunos. La bajita que vestía de rojo fue la última en bajar del barco en llamas -respondió el pirata.
-Bien. Si miente lo sabremos... y le haremos otra visita -dijo la mujer a su acompañante.


El pirata agitó la cabeza cuando expiraron todos los efectos y quedó libre frente a la pareja. ¿De verdad había funcionado el truco en alguien que tenía vestigios de sangre infernal en sus venas? ¿Quién había usado a quién?


-¿Por qué buscáis ese bastón? -preguntó directamente el pirata-. ¿Tiene algo que ver con todo esto?
-Es un encargo. Ya averiguaremos si guarda relación -respondió la mujer-. Cuando lo sepamos, te avisaremos. Por una buena cantidad, claro está.
-¿Por qué atacarían este barco? Comercian con "carne" como decía Trolok. A lo mejor en las bodegas haya algo -indicó Morlak.

>>Iré a ver, ya que estoy aquí. Ahora siento curiosidad. Me gusta meterme en líos por mi mismo y esto me ha llegado de rebote por así decirlo -el pirata se pasó la mano por la barba de seis días, dio la espalda a la pareja, sin miedo de recibir una puñalada por la espalda, y salió de la cabina.

-Si lo había ya lo han sacado... -dijo la mujer. Parecía convencida ahora de que el bastón había estado a bordo del barco de Trolok y que ahora estaría en algún lugar de la ciudad.
-Bajemos a la bodega -dijo el encapuchado a la mujer.



//Correspondiente al 14-09-09.

Cormarion

25/09/2009 22:02:41





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


a cubierta se hallaba calcinada y cubierta de cuerpos. El mástil se había quebrado bajo su propio peso al haber lamido el fuego su base y ascender hasta las velas. El barco de Trolok estaba escorado sobre la playa, un cascarón frágil que se desgranaría con la siguiente marea, y los tres caminaron entre los restos quemados a pesar de la continúa lluvia buscando la entrada a la bodega. La encontraron pero estaba trabada y el encapuchado la hundió con un par de taconazos.

Descendieron el encapuchado y Morlak en aquella opresiva oscuridad, donde las cadenas tintineaban con rítmica cadencia al son de las olas, y el ambiente olía a madera quemada, humedad, salitre y al conocido aroma metálico de la sangre. Al final también bajó la mujer que tuvo que cubrirse la nariz por la podredumbre reinante. Pisaban con cuidado los tablones y se ayudaban de los grilletes para poder caminar en aquel suelo inclinado.

El encapuchado prendió una antorcha y a su luz distinguieron algunos cuerpos esqueléticos que yacían cubiertos de polvo y telarañas sujetos en sus grilletes. Otros eran más recientes y presentaban la mordedura de los látigos, todos vestidos con poco más que taparrabos. Humanos en su mayoría y algún gnomo.

El registro fue exhaustivo, aunque poco había que examinar en la bodega, y no tenían mucha prisa. El encapuchado descubrió un par de cuerpos escamosos, reconocibles como sajuaguines de pequeño tamaño. El encapuchado los volteó para comprobar si tenían marcas de látigos pero no las tenían. Sólo presentaban heridas en las muñecas debidas a los grilletes. Seguramente serían capturas recientes de los piratas del Cráneo Pelado y murieron de inanición o asfixiados por el humo.


-Hum, sajuaguines... a lo mejor por eso el ataque -opinó Morlak.
-Diría que eran esclavos. Tienen rozaduras en las muñecas -dijo el encapuchado.
-Estos tipos debieron coger algunos para venderlos -dijo la mujer.
-¿Donde los venderían? -preguntó Morlak conociendo la respuesta. Él liberaba a los esclavos. Ningún hombre debía servir a otro si no era por propia voluntad-. Sé que se comercia con esclavos... en la ciudad -dijo y torció el gesto.
-Pues aquí en la ciudad, claro está -dijo la mujer como si eso fuese algo natural y miró al pirata-. ¿Qué pasa?
-En Calimport se puede vender esclavos casi en cualquier parte. Aunque hay un barrio especialmente destinado para eso -explicó el encapuchado.
-Nada... todo hombre o mujer debe ser libre -terció Morlak-. Será mejor que salgamos. Creo que aquí está todo visto.


El grupo se dirigió a cubierta de nuevo caminando con cuidado por aquellos frágiles tablones y Morlak casi se hunde en el suelo al romperse una de las tablas bajo su pata de palo. De nuevo en la cubierta, ahora algo llamaba la atención de la mujer, le daba en la nariz, realizó unos pases mágicos y supo que allí había magia, se concentró y determinó que las débiles auras provenían de los cadáveres de los ogrillones y tras un reconocimiento de los cuerpos encontraron algo común en todos ellos.


-Escuela transmutación, tercera esfera -pensaba la mujer.
-Hum, curiosos amuletos -el pirata que revisaba otro cuerpo y estaba de espaldas a la pareja hizo lo propio y tomó otro más para él con discreción.


Bajaron del cascarón ayudados por una cuerda de nuevo a la playa. Al parecer la pareja ya había acabado con lo que les había traído hasta este olvidado puerto y no tenían más preguntas para Morlak.


-Me gustaría estar al tanto de este asunto -dijo Morlak-. Si esto tiene que ver con las tormentas...
-Bien. Si la paga es buena, así será -mercadeó la mujer.
-Yo nunca pago... -dijo sin vacilar Morlak y se acercó a la mujer tanto que pudo apreciar el aliento a ron. El encapuchado deslizó su mano izquierda hasta la empuñadura de su daga. El movimiento no pasó desapercibido a Morlak y le miró con el rabillo del ojo- ...hago tratos.
-Pues hablad -dijo la mujer.
-Antes Nather me dijo que queríais enrolaros o algo así. ¿Queréis ir a algún sitio? -preguntó Morlak.
-Pues... de momento estamos abiertos a propuestas -respondió la mujer.
-Traedme la carta de navegación de Trolok y os llevaré a donde digáis -ofreció Morlak-. Por eso mi barco se llama el Osadía.
-Bien. Un trato es un trato -dijo la mujer.
-Hecho -el pirata escupió sobre su mano derecha y la ofreció para cerrar el trato.
-Ya nos veremos -la mujer miró la mano del pirata con desagrado y finalmente tuvo que hacer lo mismo y estrechársela- Vamos... -dijo a su compañero.
-Cuando volváis traed algo de ron a los chicos -dijo Morlak.
-Yo no soy vuestra mensajera... -dijo entre risas la mujer- ...bastante me ha costado labrarme una reputación... para terminar sirviendo bebidas. Pregúntale a él, a ver qué opina -dijo refiriéndose al encapuchado.
-Es por cortesía, si vais a navegar con nosotros -dijo Morlak sin saber de que le hablaba la mujer-. Unos barriles no vendrían mal. Ahora regresaré al Osadía. A ver si escampa.
-¡Ajá! Ya veremos, ya. Cuidaos -deseó la mujer.
-Me llamo Morlak -dijo el pirata y esperó oír de nuevo el nombre de la hija del viejo que había perdido el bastón, Isabella, recordaba.
-Salma Tormenta -se presentó la mujer. El pirata reía para sus adentros.
-Rotgar Filocurvo -dijo el encapuchado.



//Correspondiente al 14-09-09.

Cormarion

25/09/2009 23:14:09





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


ás elementales de agua! -alertaba la guardia en la entrada de la ciudad.


El oasis subía de nivel a ojos vista con las torrenciales lluvias que ahora parecían centrarse en aquella parte y la gente que se guarecía bajo el arco de la entrada observaba distraída los arcoíris que en otras ocasiones hubiesen sido considerados regalos de los antiguos djinns y símbolos de buenos augurios para la ciudad.

El agua se arremolinó en el oasis en distintos puntos, los rayos caían sobre los tejados de la ciudad desprendiendo tejas y adobe, y el agua tomó forma de pequeñas figuras que se dirigían contra las gentes de la ciudad. Una menuda elfa de corta melena rubia sintió como sus pulmones se llenaban de agua al ser cogida por sorpresa por una de aquellas criaturas.

Cuando los elementales fueron convertidos en meros charcos de agua atendieron a la elfa. El pequeño mediano realizó el boca a boca en la chica pero la ayuda del hombre no sirvió de mucho ya que no llegaron a coordinarse uno y otro en sus movimientos... lo probarían una vez más antes de que fuese demasiado tarde pero entonces llegó una mujer de roja cabellera y elegantes ropas que destacaba en aquel día gris e invocó el poder divino. Con un ataque de tos la elfa expulsó el agua de sus pulmones y aspiró profundamente una gran bocanada de aire.


-¿Qué... me atacó? -dijo Althea y miró a Karla- Gracias.
-No me las des a mí. Dáselas a la Dama del Cabello de Fuego -dijo Karla.


La gente se disgregó tras el ataque de los pequeños elementales de agua. El humano y el pequeño mediano deliberaban si se podría congelar la superficie del oasis para evitar que creciese más pero la continua lluvia hacía inútiles sus esfuerzos derritiendo la fina capa de escarcha y decidieron que tenían que investigar lo que ocurría en el segundo puerto de la ciudad.

Karla creyó conveniente usar a un elemental del plano de Agua y preguntarle acerca de la situación en la ciudad, así que se dirigió a la casa que comparte con su prometido y buscó en la biblioteca algún tomo que le pudiese servir de ayuda. Encontró un viejo tomo, aunque de conocimientos básicos, sobre elementales titulado "Aqua Elementae".


-¿Dónde será más apropiado celebrar el ritual para la convocación? -se preguntaba Karla-. Ya sé. En el oasis. Si de allí han salido debe haber alguna conexión que pueda aprovechar.


Dicho y hecho, sólo dio un vistazo al tomo por encima y se dirigió a toda prisa al oasis rezando a Sune para que sirviese de ayuda. Tantas eran las prisas que se teleportó dentro de los límites de la ciudad aunque por suerte ningún guardia estaba atento a aquel punto del mercado. Al llegar frente a las aguas del oasis se detuvo y convocó a... ¿una criatura infernal?

Se horrorizó y la desconvocó de inmediato. ¡Qué desastre!, pensó Karla. Un guardia que creía que la criatura la había atacado se aproximó para proteger a la dama y ésta tuvo que darle explicaciones. El guardia estaría presente en el próximo intento. Ahora sí que echó un vistazo al tomo y usando sus referencias trazó un circulo de convocación en el suelo como buenamente pudo bajo la continua lluvia. No duraría mucho. Siguiendo el resto de pasos se protegió de la criatura que iba a ser convocada y después realizó la llamada pidiendo a Sune que mediase.


-¡Blup, blup, blup! -dijo la pequeña criatura acuosa aparecida en el circulo. Dio varias vueltas y comprobó que una invisible barrera la mantenía confinada en el interior.
-¡Oh!, ¿eso es todo? -pensó Karla creyendo que habría fallado nuevamente en el ritual. Parpadeó sorprendida. Luego carraspeó y se dirigió con respeto a la criatura y le hizo una pequeña reverencia.
-¡Blup, blup, blup! -seguía moviéndose nerviosa la criatura dentro del circulo.
-Venerable criatura, has escuchado mi llamada -dijo Karla.
-Llama-blup-da -dijo el elemental de agua intentando comprender el significado.


Un pequeño mediano, diferente al de hacía un rato, que empuñaba una sombrilla amarilla bajo la lluvia salió de la ciudad sorprendiendo a la mujer y a la criatura. Creyó que era otra cosa y alertó al guardia que se mantenía vigilante.


-¡Esta humana está conjurando! -dijo el mediano al guardia y la señaló-. O eso parece.
-¡Sssh! ¡Calla, insensato! -pidió Karla.
-Ya lo vi. Estoy vigilando a ver qué más sale de ahí... dijo algo de que ayudaría a la ciudad y es... -y el guardia calló.
-¿Es? ¿Es quién? -preguntó el mediano al guardia que ni se molestó en responderle.
-¡Poderosa criatura! -declamó Karla-. Fuerzas divinas han desatado esta antinatural tormenta sobre la ciudad... -señaló al cielo.
-Tor-blup-men-blup-ta -dijo el elemental.
-...dicen que tenemos problemas... -continuó Karla-. ¿Cuál es el propósito del ataque?
-¿Problemas? -parloteaba el mediano-. Esto tiene fácil solución. Se encuentra al mago responsable y se le da una paliza. Sencillo.
-¡Umberlee! -dijo el elemental alzando la acuosa y extraña voz por encima de la del mediano-. Blup-bácu-blup-lo.
-¿Umberlee? ¿báculo? -preguntó Karla-. ¡Será devuelto a la diosa!
-¡Umberlee! ¡Blup, blup, blup! -volvió a gritar el elemental que se agitaba furioso dentro del circulo.


La lluvia empezaba a causar daños en los trazos y parecía que poco más sabía el elemental. Karla conjuró de nuevo una plegaria y liberó al elemental de la llamada justo cuando el dibujo se había difuminado y estropeado en varios puntos. La criatura acuosa, libre, se deslizó por la arena hasta las aguas del oasis y se sumergió desapareciendo de la vista.



//Correspondiente al 14-09-09.

Cormarion

25/09/2009 23:54:11





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


l hombre y el mediano que habían intentado congelar la superficie del oasis sin éxito anduvieron por los suburbios y el Paseo de las Caravanas dirigiéndose al puerto. Encontraron los restos de un barco que había sido quemado y estaba varado en la playa, escorado sobre estribor, y ni cortos ni perezosos subieron a cubierta encontrando los cuerpos de sajuaguines y ogrillones.


-¿Se habían matado entre ellos? -se preguntaron.


En lo que quedaba de mástil aún se conservaba la bandera de los piratas del Cráneo Pelado, una calavera blanca sobre campo rojo y el mediano consiguió hacerse con ella. Revolvieron los restos del barco y en la cabina encontraron el hueco que debía haber servido para guardar algo importante según creían. El hueco tenía las dimensiones en las que cabría un pequeño cofre pero ahora estaba vacío. Alguien ha robado en el barco, pensaba Rago.


-La madera es buena. Seguro que aún la podemos aprovechar para... -decía Yon cuando fue interrumpido por el impacto de una gran ola que hizo zozobrar el cascarón.


Luego, otra ola y luego otra. Salieron de cabina dejando atrás los cuerpos del ogro y el ogrillón (y una pelotita que iba rodando de aquí para allá) y salieron a cubierta aferrándose a las jarcias que no habían ardido. Miraron al mar y a las nubes que parecían formar la cara de una mujer con expresión de gran enfado. El mediano escuchó un burbujeo y agitarse extrañamente las aguas cercanas al casco cuando al asomarse sobre la borda ayudado por un saltito vio las verdes y listadas caras escamosas de los hombres-pez, los sajuaguines, que trepaban rápido hacia cubierta.

Rago empuñó su pequeño arco y avisó a Yon del ataque. Se vieron cercados y superados en número y resistieron como pudieron. Las olas seguían con sus envites contra el dañado casco y el mar penetraba en sus entrañas arrastrando su contenido y las planchas de madera hacia el interior del mar en su retorno. Los dos ciudadanos calishitas sobrevivieron al ataque pero la furia del mar les obligó a saltar del barco justo cuando una gran ola con forma de mano gigantesca se desplomaba sobre los restos llevándose a las profundidades del muelle el navío.


-Preguntemos a los marineros de por aquí a ver si conocían el barco, ¿vale? -dijo Rago.
-¿Para qué? -preguntó Yon.


Recorrieron la playa y se detuvieron ante el primer barco que vieron. Uno con pinta de ser bastante viejo y con una tripulación de lo más sospechosa.


-Hola, hola -saludó alegre Rago.
-¿Otra visita? -dijo Morlak con el pelo pegado a la cara por la lluvia y la ropa empapada- ¿Qué os trae por aquí?
-Señó, yo soy el que sabe donde hacen piernas nuevas -dijo Rago-. Pero no sé qué barco era ese que se ha hundido -sacó la bandera y se la enseñó al pirata de la pata de palo.
-Esos eran los piratas del Cráneo Pelado. Su capitán se llamaba Trolok. Un tipo feo como pocos -respondió Morlak a desgana.
-Alguien le ha robado el cofre a ese Trolok... -se le escapó al mediano y se llevó la mano a la boca.
-Sí, claro... -dijo Morlak. muchas visitas, sí, y se pasó la mano por la barba de seis días.



//Correspondiente al 14-09-09.

Cormarion

26/09/2009 10:24:39





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


ajo la lluvia el hombre había acorralado a la mujer, mantenía su mano izquierda apoyada contra la pared de una de las casas de los muelles mientras que con la derecha jugueteba con las gotas de lluvia que se deslizaban por la suave piel de la muchacha, cuando un gran número de gentes cruzaron el distrito llamando su atención. La maestra del Arte le reconoció y le pidió que se uniese a la comitiva. Las pocas veces que había bajado a las alcantarillas de la ciudad en compañía de la maestra eran dignas de ser recordadas. Aún deberían bajar para esclarecer algunos asuntos y comprendió que la maestra más que interesada en conocer el alcance de los daños de la lluvia querría, como él, saber si él camino era accesible aún o estaría inundado.

El guardia de los muelles les advirtió del peligro de quedarse atrapados ya que el agua había subido en las cloacas. Ataron las cuerdas a la verja de la entrada y luego cada uno ocupó un lugar en la fila atándose a si mismo. Se internaron y comprobaron que el agua ocupaba gran parte del volumen de las alcantarillas. La pequeña mediana Aizha Lanzapiedras tenía que caminar de puntillas, sobre piedras y basuras, ya que el agua le llegaba hasta la naricilla.

El agua les impedía moverse con libertad y retrasaba su avance. Las galerías no estaban vacías y tuvieron que prestar atención a lo que se movía bajo aquellas aguas que se filtraban desde la superficie por la continua lluvia. Las paredes rezumaban agua en numerosos puntos, algunos conductos habían reventado por la presión del agua contenida e infinidad de goteras y pequeñas cascadas caían sobre sus cabezas desde el techo y la maestra del Arte echó mano de un amuleto, ¿sería supersticiosa?

Los daños causados por la continua lluvia eran graves. Viktor guardaba silencio y se mantenía cerca de la maestra manteniendo a los cambiaformas felinos a raya. No se fiaba. Sentía como se le erizaban los pelos de la nuca.


-Yo quiero ver si las puertas están cerradas a los otros niveles. Preferiría que estuvieran abiertas -dijo Yon.
-Creo que estamos comprobando quién está más loco... veremos a ver -dijo un tal James Dubrow.
-Lo peor que puede pasar es que los cimientos de la ciudad se resientan y cedan bajo su peso -dijo el reputado bardo.
-Es lo que me temo -dijo Isabella.
-Pensaba que a los gatos no les gustaba el agua -comentó con humor Viktor consiguiendo animar al grupo con el chascarrillo.


Llegaron a un punto en que la mediana tuvo que nadar al cubrirle por completo el agua mientras que el resto continuaban amarrados a la cuerda. En aquel distribuidor una gran boca de lobo parecía haber sido esculpida en la piedra. Bulbaiff llegó en ese momento y se unió al grupo. Mejor contar con el "socio".


-¿Estarán vivos ahí abajo los seres que lo habiten? -preguntó Yon. Viktor se preguntaba si había sido un comentario casual.
-Pero, ¿qué hay aquí?, ¿una especie de comunidad de bichos raros mutantes? -preguntó James.
-Con este agua no se puede combatir bien -se quejaba Rotix.
-Voy a asomarme ahí -declaró firme Isabella y Viktor la siguió a través de la boca de lobo.


La maestra del Arte quedó decepcionada y Viktor le susurró algo al oído. Tenían temas pendientes y debían comprobar otros corredores así que regresaron con el resto.


-¿Qué esperáis encontrar aquí abajo? -preguntó James.
-Ver la situación... -contestó Isabella.
-Algún sitio sin agua supongo, ver la extensión de los daños... -añadió Viktor.
-Lo que sea, yo os sigo -dijo James.


Avanzaban ahora hacia los oscuros corredores a través de puertas secretas y de pronto escucharon truenos al este del camino. Se detuvieron atentos y oyeron como el estruendo se dirigía hacia el norte.


-¿Qué es eso? -preguntó Aizha.
-Genial, eso es que se nos cae todo encima -dijo James.
-Cuidado... -dijo Isabella.


El grupo continuó por aquellos corredores siguiendo a los truenos hasta una sala en la que varios hombres rodeaban algo parecido a un altar. Sobre el altar se hallaba el cuerpo sin vida de un hombre sacrificado por el rayo. Tras estudiar los restos se concretó que el improvisado altar estaba dedicado a Talos. Todos los sectarios menos uno murieron y fue llevado a los calabozos de palacio.

La victima del sacrificio flotaba ahora en las alcantarillas...



//Correspondiente al 16-09-09.

Cormarion

26/09/2009 12:22:51





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]




Karla contaba a su prometido lo poco que había averiguado a través del elemental convocado ante el apetecible calor de la chimenea.



[...en la barra de la Novena Campana...]

-¡Oiiiigaaaa! -gritó el mediano dando saltitos delante de la barra.
-¿Qué pasa? ¿a qué viene tanto jaleo? -peguntó el tabernero y cogió un garrote de debajo del mostrador.
-Me preguntaba si tienen a un tal señor Trolok hospedado aquí -dijo el mediano risueño.
-¿Hospedado? -repitió el tabernero.
-sí, ¿ein?, ¿le suena? -insistió el mediano.
-¿De qué hablas pequeño? ¿Trolok? No me suena ese nombre para nada -respondió el tabernero.
¿No?, poss joer -se quejó el mediano.
-¿Debería sonarme? -preguntó el tabernero.
-No sé -respondió el mediano encogiéndose de hombros. Algunos sucesos estaban ocurriendo en la ciudad y sentía que se perdía algo.
-Tanto jaleo para eso... -dijo el tabernero y continuó secando las copas.
-¿Quién es ese Trolok? Quizás yo le haya visto -dijo una pequeña mediana de bonita sonrisa que estaba en la barra.
-Si lo supiera... -respondió Rago-. ¡Ji, ji, ji! Trolok, ¿has oído ese nombre?
-Pues quizás si que me suene. He oído su nombre -respondió Aizha-. ¿Quién es?
-Entre medianos hay que ayudarse. Cuéntame, ¿ein? -dijo con una sonrisa Rago.
-Cerca de aquí... -empezó a decir Aizha.
-¿Me enseñas dónde? -interrumpió Rago.
-¡Jooo! Pero si no me has dicho quien es -Aizha hizo pucheros.
-¡Ji, ji!, es que no lo sé -dijo sincero Rago.
-Entonces, ¿por qué lo buscas? -preguntó Aizha.
-Por que quiero saber si robó una cosa y para ver si consigo que pare de llover -respondió Rago.
-¿Es un ladrón? -Aizha revisó sus cosas-, espero que no me robase.
-¿Lo has visto? -preguntó Rago.
-Como es un ladrón eso quiere decir que es difícil verlo, ¿no? -negó la mediana.
-Poss no sé -dijo el mediano.


Finalmente Rago reconoció a la pequeña Aizha y descubrió el infortunio de la mediana. El corazón de Rago se apenó por el destino de Aizha y frunció el ceño aunque la pequeña no lo parecía llevar mal después de todo. Rago recordó de labios de quién había oído el nombre de Trolok y los dos medianos se dirigieron al muelle del Paseo de las Caravanas.



//Correspondiente al 17-09-09.

Cormarion

26/09/2009 12:31:04





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]

[...en el distrito de los muelles...]


a comitiva oficial se había aproximado ante el Delfín Valiente y reclamaban ver al capitán Nasker Drent. Todos lucían los uniformes y sus semblantes eran serios. Ya no era una simple visita casual, ahora emplearían la ley de su parte, para corroborar sus sospechas.


-¿Qué ocurre? -preguntó alarmado Murray Cornwell, el anciano que era dueño del Delfín Valiente.
-¡Capitán del distrito de los muelles! -se presentó el tipo que lideraba la comitiva e hizo un leve gesto de saludo al viejo-. Vamos a proceder a un registro de los barcos amarrados en este sector de los muelles.
-¿Con qué motivo o con qué pretexto si se puede saber? -preguntó el capitán Nasker Drent bajando del torreón de popa.
-¿Cuál es la mercancía que declara llevar? -preguntó el capitán de los muelles con tono firme pero sin ser hostil.
-¿Tiene una orden? -preguntó Nasker y miró a Murray, el patrón.
-¿Orden de la máxima autoridad de los muelles? -dijo el capitán.
-Supongo -dijo Nasker.
-Yo soy la máxima autoridad de los muelles... caballero. Yo expendo los permisos -explicó el capitán.
-¿Y no tienen ya el listado con la carga? -se quejó Nasker. El avezado capitán murmuró entre dientes.
-Será rápido y cuidadoso. No dañarán su mercancía. No tiene nada que temer -dijo el capitán e hizo la señal a sus hombres para que subieran a bordo.


El capitán Nasker se apartó de la pasarela para dejar pasar a la guardia. Frunció el ceño ultrajado por el registro. Los marineros ante el alboroto subieron a cubierta dejando la entrada a la bodega abierta. Si el capitán Nasker se lo ordenaba arrojarían a los guardias por la borda.


-Teniente -dijo el capitán de los muelles a una mujer vestida oficiosamente con las ropas de la guardia arcana-, organice a los hombres. Colaboren y no les robaremos demasiado de su tiempo -asintió educado a Nasker.
-¿Acaso no les vale la palabra del patrón? -dijo Nasker enfadado y señaló a Murray.
-¿Es que tiene algo que ocultar? -sonrió el capitán de los muelles bajo el yelmo.
-Aquí no se oculta nada -Nasker arrojó el diario de a bordo al suelo indignado a los pies del capitán de los muelles.
-Meras precauciones. No será ni el primero ni el último registro al que le sometan, capitán. No entiendo tanta indignación -replicó el capitán de los muelles.
-Ya, siempre lo mismo -dijo Nasker-. Hagan lo que tengan que hacer.
-Como he dicho no les robaremos demasiado de su tiempo -repitió el capitán de los muelles.



La mujer había ordenado a los guardias que buscasen cualquier objeto semejante a un bastón, y cada recoveco de la bodega y los camarotes fueron registrados a conciencia. La teniente realizó unos pases mágicos y paseó por todo el barco, manteniendo la concentración, en busca de algún foco mágico. Revisaron hasta debajo de las camas y la teniente trató de localizar compartimentos secretos pero todo parecía estar en orden.


-Por cierto, creo que no respondió a mi pregunta sobre el cargamento. ¿Qué transportan? -preguntó el capitán de la guardia de los muelles.
-Szeñor... -interrumpió un viejo de piel muy morena, con bigotes y barba, que también vestía de uniforme. Señaló las banderas del Delfín Valiente y luego las armas-. Eszte barco no transzporta mercancía...
-¿Qué pasa? ¿Que ahora no podemos defendernos de los piratas de las Nelanthers o qué? -replicó Nasker.
-No he dicho eszo... -respondió el viejo guardia.
-Responda, por favor, capitán -pidió el capitán de la guardia de los muelles-. Es importante para que esto no resulte más engorroso aún.
-Este es el Delfín Valiente que pertenece a Murray Cornwell. Llevamos mercancías varias de aquí para allí -dijo Nasker-. Llevamos un cargamento de licores y otras cosas. Pieles, sedas, perfumes. Hacíamos escala entre Baldur y Lantan.



El capitán de la guardia poco convencido de las palabras de Nasker hizo una seña al viejo guardia para que hablase con el tal Murray. La teniente y los guardias regresaron a cubierta con cara de chasco. Si comparaban el registro de mercancías todo concordaba con la carga transportada y ni rastro del bastón. La mujer cuchicheó al oído del capitán de la guardia.


-¿De dónde vienen y a dónde se dirigen? -preguntó el capitán de la guardia.
-Venimos de Nemesser, desde Baldur y vamos a Lantan -dijo resignado Nasker.
-Es una lástima que este temporal les tenga aquí amarrados -dijo el capitán de la guardia.
-Sí, estamos perdiendo dinero. A los marineros se les ha de pagar igualmente -dijo Nasker.
-Bueno -el capitán de la guardia miró a los marineros de cubierta-. Soy un hombre comprensivo, y entiendo que este registro supone un fastidio añadido. Dígale a sus hombres que esta noche están invitados en la Novena a un par de toneles de buen ron. cortesía del capitán de los muelles. Es lo menos que puedo hacer.
-Iremos y brindaremos por su salud -celebró Nasker.


La mujer seguía bisbiseando al oído del capitán de la guardia. Todas sus sospechas parecían recaer en el Delfín Valiente pero el registro no había dado sus frutos. Se tenían que dar por vencidos.


-Si es que tienen que ser ellos -susurró la mujer-, Rodrik me dijo que era el único barco que venía de ahí.


El patrón del Delfín Valiente, Murray Cornwell cruzó la cubierta apoyándose en un viejo bastón y se dirigió al capitán de la guardia.


-¿Acabaron ya? -preguntó Murray.
-Todo en orden -dijo la teniente.
-Disculpen las molestias -el capitán de la guardia le entregó los diarios y registros al patrón.
-Pues claro que está todo en orden. ¡Por los trece mares! -dijo Murray.
-Patrón, espero que el temporal no les tenga mucho más tiempo aquí -deseó el capitán de la guardia-. Buenas noches.


Entonces el viejo guardia y la teniente se fijaron en el bastón del anciano patrón. La mujer ya lo había visto antes en otra visita pero el viejo guardia no.


-¿Lo vende? -dijo el viejo guardia con alma de mercachifle-. ¿El basztón? Me dedico al comercio. Szoy el szeñor Abd.
-Vaya, es la segunda vez que me lo piden -dijo Murray.
-Compro todo aquello que yo crea que puede valer una fortuna -explicó Abd- Y esze basztón vale una fortuna lo sabe -dijo y extendió la mano en la que apareció una bolsa de oro.
-¿No será coleccionista? -preguntó Murray recordando la anterior visita-. Si usted lo dice... -miró al bastón y dejó a Abd con la mano en el aire.
-Tome, por las molesztiasz. Repártalo entre la tripulación -Abd dejó una considerable cantidad sobre uno de los barriles de cubierta haciendo sonar la bolsa y tratando de captar alguna mirada codiciosa entre los marineros.

>>Szi uszted o alguno de szusz hombresz averigua algo szobre lo que buszcamos hágamelo szaber. Pago bien por la información.

-¿Y qué buscan si se puede saber? -preguntó Nasker que cogió la bolsa a una señal del patrón.
-La szeñorita igual le explica mejor. Yo szolo szoy un "mandao" -dijo el viejo guardia y sonrió.
-Un bastón que fue tomado de un sitio... donde su barco fue avistado... -explicó la teniente llena de dudas.
-¿Alguna descripción? Así es un poco difícil, sabe, y es una buena cantidad la que dio -dijo Nasker.
-Tiene probablemente símbolos marinos, o de la reina zorra -dijo la teniente.
-¿Umberlee? -dijo Nasker-. Bueno, si oímos algo se lo diremos a alguno de ustedes.


La comitiva oficial regresaba al distrito de los muelles. Habían esperado encontrar un báculo con motivos marinos en el Delfín Valiente y volvían con las manos vacías bajo la lluvia.


-Está claro que ahí no está -susurró esta vez la teniente.
-Parecía no saber nada -susurró el capitán de la guardia.
-Habría que ver si el patrón tiene alguna casa en la ciudad -susurró la teniente.



//Correspondiente al 17-09-09.

Cormarion

30/09/2009 02:53:22

[...próximamente en Las mareas de Umberlee...]






Cormarion

30/09/2009 11:57:29





[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


[quote:8a2cbbd2a9="SM-Cormarion"]Finalmente Rago reconoció a la pequeña Aizha y descubrió el infortunio de la mediana. El corazón de Rago se apenó por el destino de Aizha y frunció el ceño aunque la pequeña no lo parecía llevar mal después de todo. Rago recordó de labios de quién había oído el nombre de Trolok y los dos medianos se dirigieron al muelle del Paseo de las Caravanas.[/quote:8a2cbbd2a9]




l plan es que yo lo distraigo y Aizha registra el barco -pensaba el pequeño Rago cuando llegó ante el barco de Morlak. No es que llegará solo desde los suburbios sino que su compañera se había vuelto invisible como convinieron y le seguía de cerca.


Los marineros movían las cajas y los barriles, a desgana bajo la continua lluvia, bajo la atenta mirada de Morlak que estaba recostado sobre la borda dejándose empapar. Eran de visitas y no le gustaba andar por aquella ciudad. Habían mejores puertos para hombres como él, con muchas tabernas, mujeres, apuestas y buenas peleas. Ahora estaba atrapado aquí en Calimport aunque si él quisiera podría hacer volar el cascarón sobre las embravecidas aguas.


-Hola señó -saludó el pequeño.
-¿Qué? ¿Tú tampoco traes ron hoy? -dijo aburrido el pirata girándose sobre la borda y apoyando la cabeza sobre la mano. Mientras tanto una sigilosa mediana subía de puntillas a bordo por la pasarela sin hacer crujir los tablones.
-sí que traigo, sí, ¡ji, ji, ji! -respondió Rago-, pero es aguardiente. Pruebe, pruebe -ofreció una botella al pirata.
-A ver pasa eso -Morlak tomó la botella, quitó el tapón de un mordisco y lo escupió al agua. Bebió y tosió.
-¿Qué tal en?
-Pega fuerte.
-Sí, ¡je, je, je! -rió Rago-. Oye quien me dijiste que era ese Trolok.


La mediana había conseguido meterse en la cabina y buscaba un baúl, un cofre o una caja y papeles donde figurase el nombre de Trolok.


-¿Trolok? Pues el capitán ogro de aquel barco. Él "era" Trolok.
-Usaba esta bandera, ¿no? -dijo Rago y le mostró la enseña de la calavera blanca sobre campo rojo. Estaba algo chamuscada pero era reconocible.
-Sí, esa bandera es suya, el Cráneo Pelado.
-Ahm, ¿sabes quién dejó el barco así en?, ¿le abordaron?
-Unos de la ciudad. Primero me hicieron preguntas -Morlak volvía a beber de la botella aquella cazalla de fuerte graduación.
-¿Síii? ¿los habías visto en?


Aizha tan solo encontraba papelajos desparramados sin orden, botellas vacías y nada que tuviera un valor aparente.


-Sí, venían preguntando por una caña de pescar del viejo.
-¿cuántos eran?
-Unos cuantos.
-¿Y como eran en? -preguntaba divertido el mediano.
-Un par de mujeres, el viejo, uno que estaba muy callado, y otro par más. Uno de ellos me dio unas cuantas botellas de vino. ¿Y a qué viene tanta pregunta? -inquirió esta vez Morlak.
-Poss,...
-Ese Trolok era un mal tipo. Se lo merecía por traficar con "carne". Yo en cambio libero a la gente.
-¿Esclavos en? ¡ji, ji, ji!
-Los capturaba en la mar y luego los vendía aquí, sí -bebió y exhaló el aliento. Juraría que si acercaba una lumbre podría prender los vapores.
-¿Sajuaguines?
-De todo. Era capaz de vender a los suyos si hacía falta. No me extrañaría.


La mediana volvió a desembarcar y se alejó lo suficiente para ocultarse tras unas rocas en la playa. Luego regresó junto a Rago como si tal cosa.


-Aro, aro. ¿Y qué ha sido de él?, ¿lo mataron esos tipos de la ciudad? -preguntó Rago y luego se percató de la presencia de Aizha-. ¡Uy! hola hola Aizha, ¡ji, ji, ji!
-Rago por fin te encuentro -dijo Aizha y esbozó otra sonrisa cómplice.
-Hubo una gran pelea -respondió Morlak. Miró a la mediana y se pasó la mano por la barba de ocho días ya-. Luego cuando salían los de la ciudad llegaron los truenos y los sajuaguines. Incendiaron el barco.
-Hola señor -saludó la mediana a Morlak.
-Mmm, entiendo -dijo Rago-. ¿Y qué ha sido de Trolok?, ¿está tieso?
-Bien tieso -dijo Morlak-. Lo vi con estos ojos cuando subí a inspeccionar -se llevó dos dedos a los ojos.
-¿Y qué pasaba? ¿lo mató alguna de las mujeres o ese viejo? -preguntó Rago.
-No sé -respondió el pirata. Fue a beber y cuando comprobó que estaba vacía la arrojó al mar.
-Mmm, una preguntita más -dijo Rago. Rió y sacó otra botella.
-No dijiste que tuvieses más pequeño -dijo Morlak y rió. Cogió la botella-. Le encontré muerto junto con otro ogrillón más y una pelotita que debía ser el resto de otro.
-¿Había entonces tres? -preguntó Rago.
-¡Buah! ¿Tres qué?, ¿cuerpos?, ¡toda la tripulación! -exclamó Morlak.
-Vaya, que sangría -dijo Aizha abriendo los ojos.
-Se los cargaron a todos, quienes fueran, sí, sí -dijo Rago-. ¿Oye viste bien a las mujeres y al anciano?
-Diría que sí -bostezó Morlak.
-¿Cómo eran? -inquirió una vez más el pequeñín.
-Una ya la había visto en la Novena -echó un trago-. Rubia, melena larga, guapa, guapa. La otra era más bien bajita y llevaba chaleco rojo, es la que subió con el viejo y uno de los callados.
-Aro, aro -dijo Rago centrándose en la explicación de Morlak.
-Pero, ¿cuántos eran? Dijiste que sólo eran tres -dijo el mediano.
-Los que subieron sí, aunque luego llegó uno más -explicó el pirata.
-¿Cómo era? -preguntó el mediano. Aizha callaba por que no sabía muy bien de que iba todo aquello y miraba a uno y a otro.
-Pasó rápido, de negro, brazos descubiertos -describió Morlak.
-Ajá -dijo Aizha como si hubiese caído en la cuenta de algo.
-Muchas cosas pides a Morlak -dijo el pirata.
-Lo que más me desconcierta es el viejo -dijo Rago mientras sacaba un puñado de hierba para pipa y veía con enojo como se deshacía con la lluvia.
-¡Bah! -agitó la mano en el aire Morlak-. Un tunante que había perdido su caña de pescar. Chocheaba un poco. Ahora recuerdo, era el padre de la rubia.
-¡Rago! ¡Sé quienes eran! -dijo Aizha dando saltitos.
-Una está clara... ¿Tú los viste? -preguntó Rago a Aizha.
-Sé a quién se refiere este caballero -dijo Aizha y le hizo un gesto para volver a la ciudad-. ¿Vamos? Hasta luego señor, muy amable.
-¡Que alguien me traiga ron! -dijo Morlak. Rió para sí. La mediana tenía modales además de moverse con mucho sigilo-. ¡Por caridad lo pido ya!
-Adiós Morlak, te traeré más licor. Mmm, ron.



//Correspondiente al 17-09-09.

Cormarion

30/09/2009 14:30:22




[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]



n su casa una atareada joven preparaba un canasto con el pescado más fresco que había podido encontrar ya que los pescadores no se echaban a la mar a faenar. El gremio de pescadores trataba de calmar la ira de Umberlee y desconocían el motivo de aquellas tormentas y su furia. Nunca antes se había visto algo así en aquellas costas donde parecía que Umberlee los tenía olvidados. A lo mejor era por eso se preguntaban los pescadores o a lo mejor la culpa los tenían los de siempre. La pequeña capilla que tenían en honor a la Reina Rabiosa estaba muy concurrida día y noche por hombres de mar y sus familiares. Cada día sin faenar era un día más en el que no tendrían nada que llevarse a la boca por que debían seguir pagando las tasas de amarre y los impuestos a la ciudad.

La joven recibió visita y quiso mostrar su última adquisición a la elfa. Tomó el canasto con los peces y fueron a la acondicionada habitación. Entraron y cuando Isabella se acercó con el pescado la pequeña criatura gruñó amenazante.


-¿Habla el común? -preguntó Althea.
-No lo creo -respondió Isabella. Dejó el canasto y se alejó unos pasos. El sajuaguín cogió el pescado del canasto-. Amiguito no te enfades.
-*ininteligible* -dijo el sajuaguín y comió tranquilo aunque se miraba los grilletes molesto.
-¿Por qué lo conservas aquí?, ¿como mascota? -preguntó Althea.
-Sí, es majo, ¿no crees? -respondió Isabella.
-Visto así, no parece tan desagradable -dijo Althea.






El sajuaguín levantó los brazos hacia ellas. En su mirada de pez brillaba inteligencia.


-¿Pue-des-en-ten-der-me? -preguntó Isabella al sajuaguín hablando lento.
-*barboteo* -dijo el sajuaguín y movió las cadenas.
-Ya... que no te gustan... mmm -se imaginó Isabella-. Pero te necesito amiguito... y afuera la gente no es sensata.
-Yo creo que tal vez nos comunicaríamos mejor con dibujos -sugirió Althea-. Pictografía o así.
-Ya... bueno... -dijo Isabella.


El sajuaguín cogió un pescado y se lo tiró a la elfa a ver si le hacía caso. La pilló desprevenida y le acertó. Luego mirándola movió las cadenas de nuevo.


-Parece que no le gusto -imaginó Althea. El sajuaguín gruñó y enseñó los puntiagudos dientes-. Pero nada de nada.


El sajuaguín cogió un pescado y lo miró. Lo movió en el aire haciéndolo ondear. Isabella siguió los sinuosos movimientos. Los peces nadan en el agua, parecía decir la criatura.


-Trata de hacernos entender algo -dijo Althea.
-¡Oh! -exclamó Isabella-. ¡Necesitas agua! Quizás necesite agua para nadar. Te voy a desatar pero no intentes escapar


Isabella conjuró varias protecciones por si acaso el sajuaguín se mostraba hostil y la criatura se alteró ante aquella exhibición. La maestra del Arte sacó una llave y se la mostró mientras que el sajuaguín se agitaba aún con el pescado en la mano.


-Isabella, tu prisionero tiene mal aspecto. Yo creo que si sigue aquí morirá -dijo Althea que había distinguido que la piel de la criatura parecía reseca y las escamas ya no relucían brillantes.
-Puede que le gusten los peces vivos, no muertos -dijo Isabella y le abrió los grilletes. El sajuaguín no dejaba de agitar el pescado como si nadase.
-Mira su piel. Está apagada y reseca -dijo Althea.
-Lo llevaré a la piscina -dijo Isabella.
-Parece viejo -dijo Althea.
-No lo se... -dijo Isabella. El sajuaguín era de menor tamaño a los vistos en los muelles hasta ahora y más escuálido. Parecía joven. La maestra del Arte había leído en algún lugar acerca de sajuaguines y había visto dibujos suyos. Los jovenes tenían la piel moteada y el vientre muy blanco como éste. Los mayores tenían listas y rayas-. Creo que es un niño -se mordió un labio.
-Pues no sé que utilidad puede tener -dijo Althea.
-Bueno, ven pequeño... vamos a darnos un baño -dijo Isabella al sajuaguín.
-Siempre puedes sacar reactivos de su cuerpo supongo -dijo Althea.
-No -dijo Isabella y tendió la mano al sajuaguín que le golpeó con el pescado en la mano y se lo dejó.


La pequeña criatura corrió por el corredor tratando de escapar y se detuvo en las ventanas. Desde allí podía ver el mar. Se aferró a los barrotes y trató de romperlos.


-¡Broarp, broarp! -barboteó lastimero el sajuaguín.
-Pobre... quiere volver al mar -dijo Isabella cuando lo alcanzó. Suspiró y lanzó uno de sus conjuros favoritos apresando a la criatura en una férrea presa-. Ya volverás.
-Déjale ir. Después de todo no es más que un animal y encima un infante, aunque feo -pidió Althea.


El sajuaguín atontado, inmovilizado, miraba al mar con ojos llenos de nostalgia.


-Ya... pero es un animal que llevará lo que hay que devolver si todo sale bien -dijo isabella-. Así que, ¡sshhh!
-¿Este granuja es el responsable de todo? -preguntó Althea asombrada.


Llegaron dos hombres a la casa y cuando vieron libre al sajuaguín uno de ellos le puso una soga para impedir que volviese a escapar.


-Buenas, pensábamos que había ladrones -dijo uno.
-No. Esta es mi casa -dijo Isabella-. Es un niño Rodrik -dijo al otro.
-Déjalo Rod, es pequeño -dijo Rick.
-Necesita agua marina -dijo Isabella.
-No podemos sacarlo de paseo sin correa -dijo Rodrik.
-¿Sacarlo de paseo?, ¿lo queréis soltar al mar? -preguntó Rick.
-Ya... ¿tú crees que en el agua no se nos escapará? -respondió Isabella-. ¿Y no ves que Calimport se inunda?
-Sí lo veo. Sólo os digo como está el pobrecito -aclaró Rick.
-Rick... a ver. Este sajuaguín es importante para acabar con la inundación -dijo Isabella.


En los ojos del sajuaguín Althea distinguía reflejado el sentimiento de tristeza y nostalgia. Rodrik pasó la cuerda a Isabella, y la criatura asustada al ver a aquellos dos hombres, echó a correr a refugiarse en la habitación pero sólo llegó a la antesala por la longitud de la cuerda.


-No te hagas daño con el animalito Isabella -dijo Rick.
-Por ero nos toca ser porteadores de agua marina -dijo Rodrik. El sajuaguín les gruñó a los hombres. No le gustaba lo que olía en ellos-. Compraremos unos barriles con agua de mar y le preparamos la piscina.
-Que porteen mucha -dijo Isabella. Entonces notó el tirón de la cuerda. El sajuaguín reclamaba su atención. Isabella se sentó junto a la criatura. Rodrik salió de la casa a encargar a los estibadores del puerto que llevasen el agua.
-Así que con esta criatura podemos solventar lo de las inundaciones -dijo Rick.
-Si logramos encontrar lo que las causa... él nos podrá guiar para devolverla -dijo Isabella.
-¿El qué hay que devolver? -preguntó Rick.
-Rick... es un bastón -respondió Isabella-. El bastón de Umberlee. Umberlee lo quiere de vuelta.


Al oír Umberlee el sajuaguín gimió, aullante, con una voz lastimera y gangosa.


-¿No existen conjuros de comprensión idiomática o algún objeto mágico que haga algo así? -preguntó Althea.
-Sí, lenguas -dijo Isabella. Observó el efecto producido en el sajuaguín y parpadeó.
-¿No tenemos pruebas de quién pudo robar ese bastón? -preguntó Rick.
-El punto es que no logramos dar con los culpables -explicó Isabella-. Aunque sospechamos de algunos, una tripulación humana de piratas.
-O sea, que lo más seguro es que ya se hayan largado en su barco -dijo Rick.
-¿No has visto la tormenta que hay ahí fuera? No han salido barcos -dijo Isabella.
-Yo no estaría tan seguro de que alguien no zarpara -dijo Rick.
-Sólo Deudermont -asintió Isabella- Y no lo veo saqueando ni haciendo de pirata.
-Pues se lo pudieron esconder en su barco -dijo Rick-. Más que eso, imagínate que se lo metieron los piratas.
-Pues podría ser eso -dijo Althea mirando atrás a los dos.
-Ya bueno... pero es aventurarse -dijo Isabella-. Aunque sabes, lo que sí es buena idea es ir a hablar con él y alertarlo de esto. Si es él quién está detras de esto quedará advertido... si no, no perdemos nada. Recuerdo que a a alguien oí de un ataque en alta mar...
-Pues no lo sé pero supongo que a lo mejor algún ataque habrá sufrido en todos los años que lleva, ¿no? -dijo Rick.
-¿A quién fue? -se preguntaba Isabella-. Oye es que sería una buena idea si alguien quisiese sabotear a Deudermont... colarle el bastón en el barco -divagó Isabella.
-Isa, piénsalo, si Deudermont fuera acusado por el robo los mares estarían limpios para que los piratas pudieran faenar a sus anchas -dijo Rick


Rodrik llegó de la Novena donde había contratado a los estibadores. Traerían suficiente agua como para llenar dos piscinas. Isabella dispuso que fuera la pequeña.


Althea se acercaba despacio al sajuaguín con palabras tranquilizadoras. La criatura la miraba curioso y la olisqueaba. La elfa intentó acariciar al sajuaguín. Acercó su mano muy despacio...


-Acusarlo del robo... esto no es Baldur... aquí nadie le acusará... el bastón hay que encontrarlo y devolverlo -dijo Isabella-. Aquí donde habéis visto que se acuse a la gente aún sin pruebas.
-Acusarlo no, pero lo que dice Rick podría tener sentido -dijo Althea-. Lo tiene en su barco y no lo sabe por ejemplo.
-Isa, ¿qué pasaría si se le encontrara el bastón en su barco? -preguntó Rick.
-Nada. Lo cogeríamos y lo devolveríamos -dijo Isabella.


...y el sajuaguín se apartó asustado y olisqueó de nuevo. Los otros divagaban acerca de piratas y Deudermont.


-No, no, no. No te asustes -dijo la elfa al sajuaguín con voz muy suave.


Althea abrió los brazos y le hizo señas para que se acercase con gestos amistosos. La elfa lo rodeó despacio con sus brazos. El sajuaguín tomó en sus fuertes brazos a la menuda elfa y echó a correr a su habitación. Isabella trató de de tirar de la cuerda pero cayó sobre sus posaderas. El sajuaguín depositó a la elfa en el suelo y se sentó junto a ella.


-¡Ouch! -se quejó Isabella.
-¿Te has lastimado Isabella? -preguntó la elfa.
-Ves Isa como no quería hacerle daño -dijo Rick.
-Bueno, y el niño pez, ¿es príncipe o algo? -preguntó Rodrik.


Isabella ató la soga al barrote y Althea le pidió permiso para pasar la noche en la habitación junto al sajuaguín haciéndole mimitos.




//Correspondiente al 18-09-09.

Cormarion

30/09/2009 15:16:41

[i:c4ad5bb63f]Habían robado y matado a muchos aprovechando el caos reinante en la ciudad. Un buen caldo de cultivo para los agentes de Bhelrós. El predicador había ido engrosando sus filas y aceptando los donativos de la gente más desamparada con promesas de destrucción para los opresores.

Habían sido descubiertos en las alcantarillas pero el Portador del Trueno no se preocupaba. Con cada nuevo sacrificio, inmolado en el ritual de la Llamada del Trueno, gozaba más del favor de "Él". Pronto llegaría la hora del ritual de la Furia para forzar más la situación.

Una nueva capilla se había erigido en la ciudad, ya no era un mero altar en las cloacas, y ahora también los rayos que invocaba el clérigo golpeaban los tejados de la ciudad junto a la furia de Umberlee.

¡Qué casualidades! Había llegado a la ciudad atraído por el desastre y... [/i:c4ad5bb63f]

MasojHunett

01/10/2009 13:02:47

[i:175ba270b7][u:175ba270b7]Decapitando pruebas.

La silueta hablaba en la penumbra de la estancia.Tan solo se apreciaba la parte maquillada de blanco de su rostro.

Las dos mujeres permanecían cerca del círculo que había dibujado bajo el altar. Mientras tanto, el ya conocido artista, cacheaba el cuerpo de lo que parecía ser un mendigo.
Una de las mujeres tras acercarse al altar giró sobre sí misma y se quedo señalando al payaso.

-Tu...tú eres la encarnación del mal....-Dijo Morena señalando al bufón con el dedo.

Acto seguido salió de la estancia y no volvió a aparecer.

Gianti no hizo gesto alguno,salvo decapitar a uno de los que vestían con ropas de mendigo.

Katrina y Arlequín,observaban los rastros de fuego que había en el suelo.Las quemaduras que había salían de un punto concreto,la manación de magia provocada por el rayo procedía del cuerpo que Giantí había decapitado.

¿Quá clase de "investigador" deteriora sus pruebas?.¿Qué clase de hombre decapita a un cadaver?

[color=red:175ba270b7]Alguien que esta mal de la cabeza...[/color:175ba270b7][/i:175ba270b7]

http://img338.imageshack.us/img338/2364/esopayaso.jpg

Cormarion

06/10/2009 20:43:22

[i:e909afb5b7]Algo se había conmovido en el interior de la menuda danzarina de espadas, acaso un repentino instinto maternal latente despertado por la compasión que sentía por el prisionero sajuaguín.

Un ser que reconocía como completamente consciente y no como un animal, que demostraba ser una criatura racional y además era un niño entre los de su especie. Un niño que enfermaba lejos del agua y cuyas brillantes escamas habían perdido su brillo. Quizás había sido la suplicante mirada del pequeño, quizás la sensibilidad del alma de la elfa.

Se había sentido muy impresionada por las circunstancias del pequeño, y era consciente del sufrimiento del ser, alejado de los suyos, atacado por la añoranza del mar que podía oler tan solo a unas calles de distancia desde su prisión.

En ella, su instinto maternal latente la había impulsado a hacerse cargo del bienestar de la criatura durante su cautiverio. Le proporcionaría su compañia y cariño, como si de un niño humano o elfo se tratase, pasaría con él el mayor tiempo posible, con el beneplácito de la anfitriona.

Y así pasó varios días junto a Pezqueñín, compartiendo juegos en la piscina que había sido llenada con agua de mar, dándole de comer, durmiendo en la misma estancia, e intentando comunicarse principalmente por pictografia para hacerle saber que pronto podría volver a su casa, cuando deje de llover en la ciudad, o al menos eso deseaba la menuda elfa.

Althea se comportaba a todas luces como una dulce niñera para Pezqueñín y el sajuaguín se mostraba pacífico y cómodo junto a ella. Sus barboteos ininteligibles se tornaron en arrullos que sonaban extraños en la voz de la criatura.

Con duro trabajo y un esfuerzo constante supo que añoraba la compañía de los suyos, quizás familia, quizás amigos. El sajuaguín le mostró la marca reciente de los grilletes que le pusieron tras su compra. Había más como él. Capturados por gentes que no eran como los humanos que había conocido o como la elfa amiga. Gentes grandes en un barco que lo alejaba de los suyos para llevarlo a una carpa en la que tuvo que luchar por su vida. Una carpa en la que fue separado de otro como él. Otro al que echaba mucho de menos y por el que emitía sonidos lastimeros.

La elfa había recordado que cuando se pronunciaba a Umberlee, la Reina Rabiosa ante el sajuaguín, aullaba de dolor. Probó de nuevo y Pezqueñín buscó entre los dibujos a ese otro pequeño sajuaguín. Quizás familia, quizás amigo.

Un pez en una mano y otro pez en la otra, un sajuaguín en casa de Isabella y otro sajuaguín, ¿dónde?[/i:e909afb5b7]



//Gracias Elethria. Nunca es tarde si la dicha es buena.

Cormarion

08/10/2009 00:58:50




[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]



obre las lluvias... pues hablan de Umberlee pero también se han visto sectarios de Talos -dijo la joven.


Varios grupos reunidos en la Arena celebraban que hubiese dejado de llover en la ciudad, repentinamente, distrito a distrito. Según los rumores, habían visto a un hombre con una capa de mil ojos conjurar en las calles haciendo que las nubes se abriesen para dejar paso a los rayos del sol.
La ciudad echaba de menos el clima habitual pero la alegría de las gentes sólo duró un día. Ni siquiera se habían secado los charcos cuando las nubes regresaron a la ciudad en rápido avance desde el interior del mar trayendo consigo de nuevo la tormenta y los rayos.

La joven dudaba. Creía que los sectarios de Talos las habían llamado de nuevo y recorrió la ciudad tratando de localizar algún punto donde, o bien, la intensidad de la tormenta fuese mayor, o bien, fuese menor o nula.

Mientras tanto, un hombre embutido en grises ropas de cuero totalmente empapadas echaba mano del cetro golpeando a los edificios con los zigzagueantes rayos. Oculto detrás de la afamada cofradía de artesanos fue descubierto por dos casuales peatones. Rápido como el rayo se esmeró en hacer desaparecer de la vista el cetro. Talos dispondría hoy de dos nuevos sacrificios o de dos nuevos adoradores, ya se vería.


-¿Qué hace, señor, bajo la lluvia? Estaría mejor a cubierto, ¿todo bien? -se interesó el gnomo.
-Mojados saludos. Lo cierto es que no. Busco una posada -dijo secamente Matt Rutger, clérigo de Talos-. Tengo la ropa empapada y me gustaría ponerme en secano.
-Hay una excelente en los muelles, venga, le acompañaremos -se ofreció el gnomo. El elfo que estaba a su lado asintió. Una extraña pareja sin duda.


Parecían un par de ingenuos y Matt ya hacía sus planes para los dos cuando al subir al segundo piso de la Novena, el gnomo mostró al empleado la insignia de guardia arcano de la ciudad y le permitió la entrada. Matt no llevaba monedas, y sin embargo pagó la habitación con un enorme pedrusco bien tallado, que le serviría para pasar unas cuantas noches confortablemente y con las mejores atenciones. El enorme diamante llamó la atención de la pareja.

Se sentaron frente a la chimenea que había sido encendida de nuevo al iniciarse la tormenta por los empleados de la Novena. ¿Quién hubiese dicho que con aquél cálido clima llegarían algún día a necesitarlas?


-Justo cuando pensaba que habían acabado las lluvias regresan las tormentas -dijo Matt y se frotó las manos frente al fuego.
-Es raro que llueva tanto aquí -dijo Ankor.
-Eso tengo entendido. Por eso vine hasta aquí desde Chult -dijo Matt.
-Y, dígame, ¿cómo ha llegado el rumor hasta ese lugar? -preguntó Ankor.
-Algún marinero supongo. Aquí y allí. Está en boca de todos. Es una noticia... intrigante para mí. Lluvia en Calimport -dijo Matt.
-Pero debe tener usted algún interés especial para tan largo viaje, ¿verdad? -dijo Ankor.
-Es extraña la lluvia sin duda, ¿no sabréis que ocurre? -preguntó Exxet.
-Allí donde haya destrucción me interesa -respondió Matt al primero-. Claro... es una muestra del poder de Bhelrós -respondió al segundo.
-Ese es el Talos del que nosotros hablamos -dijo Exxet. El gnomo poseía grandes conocimientos sin duda-. ¿Qué más sabéis de Bhelrós?
-Muchas cosas. Soy de su clero pero no es para oídos de cualquiera -dijo Matt. Acercó las manos al fuego y miró con regocijo al gnomo.
-Entiendo. Y, ¿Bhelrós quiere la destrucción de la ciudad?, ¿busca algo? -preguntó el gnomo.
-¿"Él"? No, que va... seguro que a "Él" le gustaría que en la ciudad hubiese un templo. Recojo donativos. A bien seguro que... -Matt dejó la frase inacabada.
-¿Creéis que si se hiciera un templo pararían las lluvias? -preguntó Exxet.
-Si la ciudad contase con uno... -respondió Matt- ...es posible. Dicen que la Plañidera de los Mares anda tras esto.
-Si yo hiciera un humilde donativo, ¿me contaríais más sobre Bhelrós? -propuso Exxet.
-Acepto donativos... no cuento historias -respondió serio el clérigo.
-Ten -dijo Exxet. Cogió una bolsa de oro de abultado peso e hizo tintinear las monedas. Era una suma importante. El gnomo sonrió con suficiencia y miró al humano.
-Aquí se están devanando los sesos intentando averiguar lo que ocurre... nosotros podríamos ser portadores de la información precisa para solucionar esto... -dijo Ankor. Mucha fe ponía en el humano el elfo-. Ambos ganaríamos algo, ¿no?
-Entonces sabéis más que yo. Llevo poco tiempo en la ciudad -dijo Matt.
-Bueno, ¿qué podéis contarnos a ciencia cierta? -preguntó el gnomo. Jugueteaba con una moneda en la mano.
-Lo dicho, de contar la ciudad con un templo de Bhelrós las cosas cambiarían a mejor. Pero decidme, ¿a qué se deben estas lluvias? -dijo Matt.
-Esa es la incógnita. Como clérigo de Bhelrós quizás lo sepas -dijo convencido Exxet.
-Y lo peor son los ataques de esos... ¿cómo les dicen? Sanguijelines -dijo el elfo.
-¿Elementales de agua? Casi me ahogan junto al oasis, ¿san-qué? -dijo Matt.
-¿Qué interés podría tener una deidad tal como Talos en esta pequeña ciudad? -preguntó Ankor. Matt abrió los ojos y pensó que debía ser algún tipo de chiste local considerar a Calimport como una "pequeña" ciudad.
-He tenido algún contratiempo en la ciudad -explicó Matt.
-Decidme -dijo Exxet e hizo un gesto al hombre para que se explicase.
-Pues lo que expongo... que no tiene seguidores en la ciudad -dijo Matt respondiendo al elfo-, y no se acuerdan de él pese a estar siempre con enemigos a sus puertas, ¿os parece poca cosa? Y en cuanto al contratiempo -explicó a Exxet-, pues que ya me gasté los donativos recibidos hasta ahora y no han servido para mucho.


Matt pensaba en los gastos de ropas y armas para sus sectarios y en el coste de la construcción del altar de las alcantarillas, ahora destruido.


-¿Y Bhelrós se contenta con donativos? -preguntó Exxet.
-Con creyentes -dijo Matt. Sus ojos brillaron inteligentes. Quizás el gnomo pudiese ser usado y valdría más vivo que muerto. Donde había una bolsa de oro tan generosa, habrían más. Quizás hasta le diese algún rango de importancia inventado al caso para mantenerlo contento. Matt sonrió-. Por eso un templo ayudaría. Es una "gran" ciudad -miró a Ankor- y podrían venir desde lejos hasta aquí.



//Correspondiente al 22-09-09.

Cormarion

10/10/2009 17:25:36




[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]



l donativo de medio millón del gnomo había sido más que generoso y Matt quiso corresponder a Exxet. A lo mejor podría volver a sacarle algo más adelante. La pareja le preguntaba acerca de la posible causa del horrible clima y las continuas tormentas que azotaban la ciudad y decidió contarles lo que otros le habían explicado. En su interior, el clérigo se reía, ante el curso de los acontecimientos.


-Parece que todos buscan un bastón, un báculo -pensó Matt y le costó trabajo mantener la compostura y no echarse a reír.


Informó a la pareja del grupito con el que se encontró no muy lejos de allí, en una ocasión, en los muelles y que uno de ellos, un viejo que chocheaba, decía haber perdido un bastón, al parecer valioso, que usaba como caña de pescar.


-Un bastón con motivos de la Plañidera al parecer -explicó Matt. Aunque no quería salir a la calle de nuevo ahora que estaba seco, cien mil monedas más para su causa, le acabaron por convencer. Salieron y Matt les guió hasta el soportal junto a los dormitorios públicos, el lugar en el que encontró al grupo que buscaban el bastón-. El tonto del viejo se ve que usaba ese bastón como caña de pescar y dijeron que ahora su pérdida podía haber traído una maldición sobre la ciudad.
-¿Qué motivos tenía? -preguntó Exxet.
-No sé. Dijeron que tenía cosas relacionadas con el mar o así -contestó Matt.
-Busquemos ese bastón pues -propuso Ankor.
-¿Otra vez? -dijo Matt. El clérigo de Talos perjuró por lo bajo ante la propuesta del elfo: Maldita sea, no pienso ir de nuevo a esos muelles... tengo cosas más importantes que hacer.


El elfo se mostraba receloso del humano. Algo no le encajaba. Cuando pasaron junto al viejo almacén abandonado de los muelles en su camino a la taberna se había fijado en que Matt volvía la mirada hacía la construcción. El gnomo de oído fino alcanzó a oír el comentario de Matt y decidió cambiar el estilo del juego de las preguntas. Conjuró algo sobre el hombre que atónito veía como se sentía extrañamente pesado como si le hubiesen colocado un lastre encima y que no le permitiría desplazarse mágicamente y luego cuando levantó la vista al gnomo sólo alcanzó a ver como una gran mano lo apresaba.


-Bueno, cuéntanos eso, lo que murmurabas -indicó el gnomo. El elfo se movió por la calle asegurándose de que estaban a solas y que no habían llamado la atención de nadie.
-Pues... dije... que no quería... volver a esos muelles... donde los piratas... -dijo Matt atontolinado.
-¿Y qué son esas mejores cosas que tienes que hacer? ¿Le tienes miedo a los piratas? -cuestionó Exxet.
-No sé... a ver... ¿ir de compras? ¿predicar? -dijo Matt diciendo la verdad. Gruñó-. ¿Así tratáis a todos en esta ciudad? ¡Malditos seáis! ¡Maldigo vuestros muertos más recientes!
-Ese objeto es importante -informó Ankor.
-Entendedlo. Es por el bien de todos -dijo el gnomo.
-¿Y qué hay de mi bien? -gritó como pudo Matt haciendo acopio de fuerzas de voluntad intentando despejar su nublada mente. El elfo se llevó el dedo índice sobre los labios.
-Su bien es el de todos. No le haré daño -continuó Exxet en un tono suave-. Este conjuro solo te retiene. Háblame de los piratas de los muelles. No vaciles.
-¿Qué pasa allí? Yo no fui quien dijo de ir allí a buscar. Creo que eso quedó bien claro -dijo Matt. Seguía apresado por el conjuro y no podía ir lejos. Les contaría esa parte a la pareja a ver si conseguía perderlos de vista en los muelles.
-Entonces, ¿por qué no quieres ir? -insistió el gnomo-. ¿Qué crees que pasa? Dinos lo que sabes.
-¿Era una trampa, verdad? -dijo el elfo-. Sólo para desviar información.
-Lo que creo que pasa... pues creo que alguien tiene ese... "bastón"... -dijo Matt escogiendo sus palabras para no verse atrapado en una mentira- ...y todo esto es por que no lo devuelve -rió.
-¿Y ese alguien quién es? -preguntó Exxet.
-Vosotros sabréis -dijo Matt desafiante.
-Seguro que lo sabes -dijo Exxet. Los conjuros expiraron y el clérigo quedó libre. Podía haber chasqueado los dedos e irse pero Matt ni se inmutó. Aún podía intentar algo más para gloria de "Él"-. No me hagas inmovilizarte otra vez. No te quiero dañar.
-Tranquilo Exxet -dijo el elfo que parecía más calmado y creía a Matt-. Creo que todos tenemos los mismos intereses.
-Pues vaya formas de tratar a un viajero que solo quiere ayudar -dijo Matt.
-Entendedlo -volvió a decir el gnomo-. Esta lluvia ha matado a muchos y es mi deber hacer que la lluvia cese, y a mi parecer, creo que sabes quien tiene el bastón.
-¿Queréis ayudar? -preguntó el clérigo de Talos eludiendo las palabras de Exxet y cambió de tema a su favor-. ¿Sea lo que sea?


Matt miró bien a la pareja, estudiándoles, evaluando hasta donde podrían llegar. Uno era un guardia de la ciudad y el otro parecía tener sus propias motivaciones para vivir en una ciudad de humanos. El gnomo y el elfo asintieron.


-Decidlo, quizás podamos ver si está en nuestras manos hacerlo -dijo Exxet-. Si podemos lo haremos.
-Y créeme que podemos -dijo seguro el elfo.
-Quizás alguien debe morir en el proceso -dejó caer el infame humano.
-¿Un sacrificio? -inquirió el gnomo. Ankor miró a Exxet inseguro ahora.
-Quizás eso satisfaga a Bhelrós y aleje la lluvia... o quizás no -dijo Matt.
-No -respondió tajante Exxet-. Hasta que no se recupere el bastón no pararán. Tú sabes donde se halla el bastón.
-Yo no sé de ningún bastón -dijo el humano y escupió al suelo-. ¡Lo juro por Bhelrós!
-¿Crees que en la cala de los piratas saben algo? -pregunto Exxet al humano después de mirar a Ankor.
-¿Es ese sacrificio lo que esperas que hagamos? ¿sacrificar a alguien en concreto? -preguntó Ankor.
-No temo a esos piratas... -Matt sacó una petaca y echó un trago que ardió garganta abajo proporcionando calidez a su cuerpo. Otra vez estaba calado hasta los huesos-. Los del Cráneo Pelado ya están muertos y su barco hundido -dijo y no respondió al elfo. Le tendría en cuenta en sus planes.
-No te pasará nada. Vamos -dijo Exxet.
-Bueno, veo que llevo buena compañía -dijo Matt. Sonrió y se dirigieron a los muelles secundarios.



//Correspondiente al 22-09-09.

Cormarion

10/10/2009 19:08:35




[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]



riel, ponte a cubierto -dijo el gnomo. Habían escuchado algo agitarse en las aguas del pozo de la playa.
-¿Qué hacéis aquí? -preguntó Uriel-. Las nubes regresaron a la ciudad desde la costa. Imaginé que por aquí encontraría información de su origen.


El gnomo se acercó con cautela al pozo, estrechó la mirada para ver en aquella oscuridad y algo le salpicó en la cara... ¿agua? Con un rugido, una columna de agua se elevó por los aires como un torbellino saliendo de la boca del pozo y pequeñas figuras acuosas caían del torrente sobre el grupo.


-¡Aléjate Exxet! -gritó Ankor.
-¡Esto es peligroso! -dijo Uriel-. ¡Esto no es normal!
-Aquí hay algo abajo... -el gnomo conjuró una tromba de proyectiles mágicos reduciendo a los pequeños elementales de agua en charcos.
-¿Por qué no te tiramos abajo? -dijo chistoso Matt-. Esto mismo ocurrió la última vez que estuve aquí.
-Mi pequeño podría entrar... -dijo Uriel posando su mano sobre su familiar-. Mis sentidos están conectados a los suyos, así que...


El pseudodragón descendió por el oscuro pozo llegando hasta el fondo. Allí no había nada más que agua ahora. Ahora preguntaban a Matt acerca del grupo con el que vino a la playa y de su visita a los piratas junto a los tablones que quedaban del barco de la "carne" en la playa.


-Qué se yo. Los que subieron acabaron con los ogrillones y con los sajuaguines que incendiaron el barco. Salieron a toda prisa de ahí -explicaba Matt-. A lo mejor se llevaron algo.
-Necesitamos capturar a uno para sacarle información... -dijo Uriel.
-Exxet, ¿no podrías detectar magia poderosa? -preguntó Ankor-. Quizá así podamos averiguar donde está ese objeto.
-Eso es algo sencillo para cualquier arcano pero si sigue en paradero desconocido será por algo -dijo Uriel.
-Uhm -el gnomo se concentró y recorrió con la mirada el lugar cercano-. No ha quedado ningún rastro si es que estuvo aquí.
-Puede que más de uno busque el objeto -dijo Uriel-. Lo que me preocupa a mi es quién ha provocado esta intensa lluvia -dijo Uriel-. Es un fastidio.
-Bhelrós ha provocado esto -informó Exxet a Uriel sin importarle que el clérigo de Talos le escuchase.
-No -negó Matt-. Yo lo sabría.
-¿Y Umberlee? -dijo ahora el gnomo.
-Pues habrá sido la Plañidera que se pasa el día llorando -dijo Matt.
-Si esta lluvia no es ordinaria... significa que es provocada, conjurada -dijo Uriel-, si es un conjuro, hay magia de por medio, urdimbre modificada... Tal vez podríamos seguir ese rastro.


Uriel, como tejedor de la Urdimbre, cerró sus ojos y se concentró, dejando que sus otros sentidos aumentasen. Las gotas de lluvia golpeaban su rostro elevado al cielo tratando de encontrar un hilo perdido de la urdimbre que le indicase el origen de la lluvia. Los hilos de la urdimbre subían y bajaban ondeantes mientras la trama brillaba radiante, tanto que le cegaba, y le dolía la sien. ¿Esa gota era producto de la magia? ¿y aquella otra? Parecía lluvia como cualquier otra, agua que caía desde las nubes arrastradas por los vientos desde lo más profundo del mar. Nubes que giran entorno a la ciudad.


-Parece que esto es inútil. Pero tenemos que pensar algo -dijo Uriel dándose por vencido.
-Quizás los piratas sepan decirnos algo de los sajuaguines -propuso Exxet.
-Aunque consiguieramos el bastón, ¿qué haríamos con él? -preguntó Uriel.


Los cuatro, Exxet, Ankor, uriel y Matt se acercaron a uno de los barcos. El gnomo y Uriel se apresuraban a subir por la pasarela a bordo cuando alguien con barba de una dekhana se interpuso en su camino.


-¡Alto ahí! -dijo Morlak. ¿Qué pasa? ¿Qué prisas son esas? Estos son mis dominios y nadie sube a bordo sin mi consentimiento.
-Queremos haceros unas preguntas -respondió Uriel. Levantó el bastón y apuntó al pirata, cuyo extremo brillaba de forma inquietante-. ¿No es divertido? La verdad es que sí tengo algo de prisa, ¿y sabes qué más? Creo que si colaboras por las buenas todos acabaremos pronto con esto y no pasará nada -dijo Uriel dejando entrever la amenaza. Sonrió con suficiencia-. ¿Qué te parece el trato?


Dos marineros que deambulaban por la playa se colocaron a espaldas de Uriel, y éste notó sus dagas en la espalda. Ankor desenvainó sus espadas y se mantuvo alerta. Matt aprovechó que se desentendían de él para marcharse de aquella playa. Tenía cosas que hacer en la ciudad.


-He recibido varias visitas últimamente, pero ellos tenían educación -dijo Morlak-, esa es la diferencia.
-Tus hombres morirán -dijo el elfo.
-Desde luego que lo harán -dijo Uriel-. ¿Quieres probar? Vamos, no pongas las cosas difíciles.
-¿Te crees rápido? Vuelve cuando tengas modales, jovenzuelo -dijo Morlak y se volvió para regresar a la cabina.


Se quedaron con caras de circunstancias y se miraban unos a otros.


-Uriel, déjame a mí -dijo Exxet.
-Tengo que mejorar esto de poner cara de malo -dijo Uriel más para si mismo que otra cosa.
-El método Exxet es mejor, ya verás -dijo Ankor.
-¡Cien mil monedas! -gritó el gnomo-. ¡Cien mil monedas por tus respuestas! -arrojó una bolsa a rebosar de oro al suelo. Ningún marinero les prestó atención por increíble que pareciese-. ¡Doscientas cincuenta mil!
-Conozco otro método mejor, ¿qué te juegas a que le hago salir? -dijo Uriel- ¡Demonios! Les debe salir el oro por las orejas a estos piratas.
-Todo tuyo. Estoy impaciente -dijo el gnomo. Recogió la bolsa y se cruzó de brazos.
-Es orgullo -aseveró Ankor.
-Tenemos nuestro orgullo -dijo uno de los marineros que custodiaba la pasarela ahora-. Habéis sido unos maleducados.
-Esclavo... -comenzó a decir Exxet.
-¿Esclavo? Ya soy libre, y no obedezco más que al capitán Morlak por mi propia voluntad. La marca de mi frente la llevo por que así recuerdo la deuda que tengo con él.
-¡Por todos los dioses! Sólo quiero unas respuestas. Respuestas que por cierto puede que ni él tenga. ¿Os traigo galletitas o qué?
-Ya lo dijo el capitán. Cuando demuestres modales... -dijo el marinero.
-¡Me dejó con la palabra en la boca después de hablarme de educación! -se quejó Uriel.
-¿No tenéis cosas que hacer en la ciudad? Todos vienen preguntando por bastones. Aquí no hay bastones. -contó el marinero. Ankor estudió el barco. Le pareció un navío precioso y que parecía rápido, prácticamente invencible en el mar si era gobernado por un buen capitán.
-¿Bastones? ¿Qué preguntan? -dijo Exxet.
-Acerca del bastón de un viejo y de dónde se encuentra ahora -contestó el marinero-. Si no lo sabía el propio viejo...
-Hace poco hundieron un barco más allá, ¿qué carga transportaba? -preguntó el gnomo.
-El barco de los Cráneo Pelado. Eran esclavistas. Vendían a todos los que abordaban -respondió el marinero-. Los que vinieron haciendo preguntas se encargaron de ellos. Se dirigieron a toda prisa hacia la ciudad -añadió.
-Toma, esto para ti por tu tiempo -Exxet ofreció una bolsa con oro.
-Te puedes ir con tu oro de regreso a la ciudad -dijo el marinero y se cruzó de brazos sobre la pasarela.



//Correspondiente al 22-09-09.

Cormarion

10/10/2009 22:03:09




[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]



egresaron a la ciudad con intención de seguir la pista del clérigo de Talos y siguiendo la corazonada de Ankor se dirigieron a los muelles a investigar el viejo edificio del almacén abandonado.

Abrieron las puertas veloces y entraron en tropel pillando por sorpresa a los sectarios. Varios empuñaron sus arcos, los magos conjuraron y otros echaron mano de sus cuchillos tratando de acabar con los indeseados intrusos. Las cimitarras de Ankor brillaron en furioso baile mientras que el gnomo y el humano disponían de la urdimbre para hacer caer a los magos en un duelo mágico.

Ankor rebuscó entre los cadáveres, que habían sido desposeídos de cualquier cosa de valor, pero Matt no estaba entre ellos.


-¿Qué iba a hacer aquí? -preguntó Uriel.
-Esperad... ¡Silencio! -dijo Ankor. Utilizó la empuñadura de la cimitarra para golpear en las paredes en busca de alguna pared falsa.


En el centro de la estancia, tan solo iluminada por la luz de cinco velas que formaban parte del intrincado dibujo del suelo, se hallaba un pequeño altar. Examinaron su superficie y hallaron pequeños grabados con una forma zigzagueante. El símbolo del rayo. Exxet les explicó que se podía asociar a Talos, Umberlee y a Auril pues uno de sus dominios era el del poder del rayo.


-Aquí iba a tener lugar el sacrificio -dijo Ankor. observó las pilas de cuerpos que habían sido arrojados sobre la paja-. Seguro. O ya ha tenido lugar.
-¿Qué sacrificio? ¿De qué habláis? -preguntó Uriel que no comprendía de que hablaban.
-¿Realizamos el sacrificio por el bastón? -preguntó serio Ankor.
-¡Por los @#$%&! -dijo el gnomo-. Aquí no se mata a nadie más que a Matt. Esto llegará a manos del consejero. ¿Serías capaz de traerte a un mendigo? -preguntó Exxet a Uriel.
-¿Qué? Yo no voy a sacrificar a ningún mendigo -dijo Uriel. Arrugó la nariz mostrando su disgusto-. Acabáis de cargaros a un montón de tipos. Podríais haber aprovechado.
-Yo iré -dijo Ankor sencillamente.
-Poned un cadáver sobre el altar o algo -dijo Uriel. Sobre el altar ya había un cuerpo-. Uno nuevo, quiero decir.
-Espera -el gnomo tocó el cuerpo sin vida del sacrificio a la espera de sentir algún signo de magia. Suspiró al no hallar el rastro-. Nada.
-Tal vez el bastón esté aún aquí -dijo Ankor. Revisó la oscura estancia, revolviendo entre la paja, subió al piso superior y sólo encontró cajas que acumulaban polvo. Hacía tiempo que este almacén no había sido utilizado como tal.
-Lo dudo -dijo Uriel. Mientras Exxet tiraba el cuerpo del sacrificio al suelo despejando el altar-. Lo ideal sería encontrar a ese Matt. Acordaos de lo que dijo. No creo que fuese una tontería... "puede que el que lo busca ya lo tenga". Apuesto a que él sabe dónde está.


El gnomo empuñó una pequeña daga en su mano izquierda y se hizo un corte en la palma de la diestra dejando caer la sangre sobre el altar. Se concentró esperando observar algún efecto pero nada ocurrió. Cerró el puño comprendiendo que no podrían usar el altar de algún modo.


-Hacer ahora un sacrificio sin el clérigo que invoque a su deidad no serviría para nada -dijo el gnomo. Uriel se despidió de ellos y les dejó en la penumbra.
-Cierto -asintió Ankor.
-Ese Matt quizás pertenezca a alguna secta -dijo Exxet-. Miremos en el edificio donde dijo haber hablado con el viejo que perdió el bastón.


Salieron del almacén y se dirigieron hacia el soportal donde les había conducido Matt. El guardia arcano abrió un pliegue de su túnica y apareció un pequeño familiar revoloteante de aguda voz. El pixie, curioso, y siguiendo las instrucciones se asomó por la ventana. Eran los dormitorios públicos y parecía que no había nadie en ese momento. Entraron y revisaron todas las habitaciones. En una de ellas hallaron el cuerpo sin vida de un hombre. Un cualquiera, que podría ser un mendigo, un mercader o un tabernero, que iba vestido con ropas humildes de algodón. Buscaron signos de violencia o sangre y hallaron restos sobre la madera del suelo como si hubiese sido marcada por un fuego. Exxet giró al cadáver con la pierna y descubrieron que lucía una fea quemadura en la espalda, una herida sin duda que era la causa de la muerte... con forma zigzagueante.


-Un rayo tal vez -sugirió Ankor.
-El clérigo se lo cargó -dijo Exxet. Sé de algunos conjuros de rayos que tienen los clérigos.
-¡Vale! ¿Los ponen en el altar y les caen rayos? ¿Para ese dios? -exclamó Ankor.


Entonces cayeron en la cuenta de que no habían examinado al cuerpo que estaba sobre el altar en el viejo almacén así que regresaron sobre sus pasos. Descubrieron en el cuerpo del sacrificado la misma marca. El resto de cuerpos apilados parece que eran los anteriores ocupantes, contrabandistas quizás o insurgentes que no se les habían unido.


-Estamos en buen camino -declaró Ankor- Exxet, a lo mejor el mendigo de fuera vio algo.



//Correspondiente al 22-09-09.

Cormarion

13/10/2009 12:33:06




[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]



unto a la puerta del almacén un hombre de harapientas ropas miraba hacia ningún punto concreto de los muelles, con los ojos idos, en blanco. Era un mendigo, uno de tantos en la ciudad de luces y sombras.

-¡Eh, chaval! -dijo Exxet-. Pareces hambriento. Toma una moneda, síguenos.


El mendigo tomó la moneda, pareció que su mente regresaba de algún lugar y miró la moneda, luego se la tragó, ¡glups!, ante la atónita mirada de la pareja. Entraron de nuevo al almacén acompañados del servil mendigo. Exxet colocó una moneda sobre el altar para atraer al mendigo y éste se dirigió hacia el altar. Ankor lo detuvo poniendo su mano sobre el pecho del hombre.


-¡Aah! -balbuceaba el mendigo. Una fina línea de baba le caía de la comisura de los labios-. ¿Dónde está "Él"?
-¿Él? -repitió Exxet.
-¿Quién? -preguntó Ankor.
-El tuerto... "Él" me habla y yo le escucho... -dijo el mendigo-. Tiene estrellas en el ojo vacío... hoy no está.
-¿Qué te dice? -preguntó Exxet.
-"Él" me dice... quema... y yo quemo... -contestó el mendigo con la mirada puesta en el altar y se quedó con los ojos idos ora vez.
-¿Y el bastón? -preguntó Ankor.
-¡JA, JA, JA! -tronó la voz del mendigo con eco en la estancia. Su voz era completamente distinta. Exxet actuó rápido y aferró al mendigo con una mano mágica.


El hombre creció ante ellos, poco a poco, y el loco no paraba de reír con la mirada en blanco. La mano aflojaba su presa incapaz de abarcar al hombre que ya casi llegaba hasta el techo del almacén. El mendigo continuó creciendo hasta doblar las vigas y cedieron rotas ante tanto esfuerzo cayendo sobre la pareja. En ese instante el hombre volvió a su tamaño normal y una de las vigas cayó sobre él reventándolo.


-Tengo una idea Ankor -dijo Exxet tras el susto.
-Soy todo oídos -dijo Ankor.
-Por lo visto el tuerto hablaba con los mendigos. A ver si puede hablar con los muertos -dijo Exxet. Acto seguido convocó a un espectro. Ankor empuñando aún las cimitarras dio unos pasos hacia atrás haciéndose a un lado y se apoyó en la pared.

>>Tuerto... ¿eres tú? -preguntó Exxet al cadáver del mendigo. El espectro flotaba en el aire silencioso y la temperatura del ambiente descendió. Apareció un humo que salía de los orificios del hombre, finas volutas que se elevaban desde la boca, nariz y oídos, elevándose y uniéndose hasta cobrar la forma de un espectro mayor que el convocado. Su rostro era el del mendigo.

-¡Aaaaahhh!, ¡aaaaahhh! -gimió el espectro del mendigo.
-¿Eres tú el tuerto? -preguntó Exxet.
-Yo... soy... su siervo... -pronunció con unos labios muertos el espectro en una lenta cadencia.
-Es el espectro del mendigo -susurró Ankor a espaldas del gnomo y envainó las cimitarras-. Dile que ya tuvo su sacrificio.
-Perfecto. Quiero saber que tiene que ver tu amo con el bastón mágico -dijo Exxet.
-"Él" me dice... quema... y yo quemo... -dijo el espectro con ululante voz.
-¿Tu amo quiere sacrificios? -preguntó Exxet. El espectro del mendigo empezó a lanzar bolas de fuego a su alrededor por toda la estancia iniciando varios fuegos pequeños-. Espectro, controlalo -ordenó el gnomo esperando someter al espíritu del mendigo.
-¡Va a prender fuego a todo! -gritó Ankor.
-¿Qué sabes de un bastón? -preguntó a voces el gnomo llamando la atención del fantasmal mendigo.
-¡Tuerto! Ya tuviste tu sacrificio... ahora dinos donde está el bastón -ordenó el elfo iracundo.
-¡JA, JA, JA, JA! -tronó ahora la voz del espíritu del mendigo. La voz distinta que habían oído antes y que estaba cargada de poder.
-Tuerto, ¿qué sabes del bastón? Tú lo tienes -Exxet se puso a la defensiva guardando las distancias.
-¡JA, JA, JA, JA! -volvió a reír el espíritu y brilló iluminando la sala con el fulgor del rayo.





-¡Danos el bastón! -insistió Exxet.
-Si paras todo esto tendrás tu capilla para tu deidad -dijo Ankor desde su posición.
-¿PREGUNTAS O DEMANDAS?, ¡JA, JA, JA! -resonó en el almacén.
-¡Has tenido suficiente sangre ya! -exclamó Ankor.
-¿Eres arcano? -inquirió Exxet.
-CUANDO TENGA MI CAPILLA... TENDRÉIS AL BÁCULO -el gnomo pareció sorprendido entonces, ¿con quién hablaban?- ...DEJARÉ QUE UMBERLEE DESTRUYA LA CIUDAD.
-Así que sabes que Umberlee es la causante de todo -dijo Exxet.
-¡JA, JA, JA! ¿NO LO SABÍAIS? -tronó de nuevo la voz.
-Hagamos un trato. Detén la lluvia y hablaré con las autoridades para tu capilla pero no podré ser creido si no tengo el Báculo.
-¡Es cierto, no miente! -dijo Ankor.
-Si tengo el Báculo podré ordenar que te hagan la capilla. Tengo autoridad para eso pero no me creerán si no tengo pruebas -repetía el gnomo tratando de persuadir a ¿quién?
-Y dinero si es necesario -susurró el elfo inclinándose sobre el gnomo.
-¿Qué opinas tuerto? -preguntó Exxet.
-¡ME DIVERTÍS TANTO! ¡JA, JA, JA, JA! -y de nuevo un fulgor iluminó la estancia haciendo que las sombras resultasen siniestras.
-¡Es un trato justo! -exclamaba el guerrero elfo.
-Tuerto, sé que quieres tu capilla... -el recuerdo de algún pasaje leído hace tiempo cruzó la mente del gnomo como el rayo. Uno de los rayos de Bhelrós, el que se presenta como un hombre tuerto, de anchos hombros, en armadura completa, y guantes negros de cuero. Un hombre cuya cuenca vacía dicen que está llena de estrellas arremolinadas y que mantiene cubierta por un parche oscuro- ...tuert... uhm... mejor dicho Bhelrós, si dejas que Umberlee destroce la ciudad saldrás perdiendo. No tendrás ni capilla no nada.
-¡Desmontarán todo esto si no hay pruebas! -dijo Ankor.
-Si ayudas a salvar la ciudad más que capillas tendrás una iglesia -dijo Exxet-. Todo Calimport te lo agradecerá.
-¡RECLAMO EL ALMA DE MI SIERVO AHORA! -el espectro del mendigo elevó el rostro hacia el techo y sus ojos brillaron llenos de fuego y cuando se extinguió la luz desapareció.
-Ve tras él, tráemelo de regreso -ordenó Exxet a su espíritu convocado y realizó un gran esfuerzo por mantener la concentración-. Tráeme a Bhelrós.
-No pueddddoooo -el espectro se había desvanecido siguiendo la pista del espíritu del mendigo y regresó-. Si voy... ya no volveré.
-Espectro, ¿tienes poder para traer a Bhelrós? -preguntó el gnomo. El espíritu negó-. Bien, lo has intentado, desaparece ahora -el gnomo se llevó las manos a la cabeza.
-Umberlee quiere destruir Calimport. Sólo un bastón se interpone en el destino de tantos. Hemos estado cerca -dijo Ankor.
-Bherlrós tiene el bastón y quiere su capilla pero supongo que no es tan tonto como para dejar que Calimport sea destruida. Así perdería también la oportunidad de tener su capilla -dijo Exxet.
-Si el consejo descubre esto... -pronunció Ankor.



//Correspondiente al 22-09-09.

Cormarion

09/04/2010 23:28:35




[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]



mbas figuras, el gnomo y el elfo, salieron del almacén donde se había cometido aquellas atrocidades. Dejaban atrás varios cuerpos sacrificados a Bhelrós. Vidas de calishitas, mendigos, prostitutas, y seguramente algún despistado embaucado por los sectarios.

La alarma llegó desde el embarcadero. Había revuelo en los muelles y se oía el tumulto de la lucha. El gnomo, como un guardia más de la ciudad, acudió al lugar y se hizo acompañar por el elfo que siempre se mantenía un paso atrás.

Escamosos seres asaltaban las pasarelas del muelle abriéndose paso entre la guardia que los repelía al mar. Las olas que se habían levantado furiosas golpeaban el muelle y a su paso dejaban elementales de agua que airados arremetían contra todo. El elfo fintaba y se colaba tras sus filas corriendo rápido por el muelle para acabar rápidamente con muchos. El gnomo usó sus artes mágicas para hacerlos caer en gran número ahuyentando a muchas de las criaturas.

No hubo destrozos graves en los navíos. Los marineros se asomaban a las bordas de los bajeles y agradecían a la guardia la rápida actuación. El gnomo y el elfo se quedaron en la pasarela más alejada de tierra, en silencio, mirando al mar.

El gnomo rezó a su deidad para que le ayudara en la búsqueda del báculo mientras que la orgullosa pose del elfo parecía un desplante a quien enviaba a los sajuaguines.


-Mi dios no se mete en estas cosas -dijo el gnomo a su compañero-. Parece que es solo cosas de dos, de Umberlee y de Bhelrós.
-Sólo Bhelrós puede ayudar... -dijo el elfo-. Umberlee quiere destruir.
-¡BHELRÓS! TU CIUDAD SERÁ DESTRUIDA SI NO DAS CON EL BÁCULO -gritó el gnomo clamando al cielo. Luego se rindió-. Ankor será mejor que dejemos esto por el momento, matemos a los sajauguines y vayamos a redactar el informe.
-¡SÍ! -gritó Ankor alzando el arma al cielo. Un rayo cayó amenazador cerca de él, haciéndolo caer de bruces, recordándole cuan pequeño era ante el poder del rayo.
-Limpiemos esto y vamos -dijo una vez más Exxet.
-Acabemos, mañana te buscaré e iremos a hablar con Isa -dijo Ankor mientras se incorporaba.
-O con Rodrik -añadió Exxet.




//Correspondiente al 22-09-09.

Cormarion

08/05/2010 18:41:25




[...anteriormente en las Mareas de Umberlee...]


odrik había llegado a la casa de Isabella en el distrito de los muelles. El pequeño sajuaguín comía con avidez los peces que se le ofrecían. Se mantenía tranquilo en el interior de la piscina que había sido preparada con agua de mar. Ahora su piel volvía a tener mejor color y se le veía más animado.


-Creo que se siente mejor desde que está aquí -dijo Isabella. Se mantenía sentada junto a la piscina arrojando peces.
-Eso parece -convino Rodrik-. ¿Quién es? No me llegaste a decir que papel juega en todo esto.
-Pues... si algún día logramos encontrar ese bastón... él nos guiará a donde devolverlo -dijo Isabella.


El sajuaguín alzó un pez en cada mano, mostrándoselos, haciendo gestos y tratando de decirles algo. Al final se dio por vencido y bajó la mirada y hundió los peces en el agua, con los hombros caídos.


-Mm.. peces vivos... con la situación actual es difícil conseguirlos -dijo Isabella creyendo que el sajuaguín quería peces vivos. Fuera, la flota imperial estaba inmovilizada en el puerto, ante la amenaza de las tormentas y la furia de Umberlee y por los barcos rebeldes de Memmon que se mantenían cerrando cualquier salida al mar.


El sajuaguín volvió a señalar a ambos con un pez a cada uno. Luego puso uno de los pescados en la mano de Isabella y el otro en la de Rodrik. Después tiró de la pierna de Rodrik que se dejó llevar a regañadientes junto a Isabella y el sajuaguín acercó la mano de Rodrik que sostenía el pescado al que sostenía ella.


-Rodrik, Isa -dijo el enorme recienllegado. El sajuaguín olisqueó, lo miró mal y gruñó-. Están atacando de nuevo. ¿Sabéis donde puedo encontrar a Abd?
-No, la verdad es que no lo he visto desde ayer -respondió Rodrik.
-Bien, lo buscaré en los muelles donde las señoritas -dijo el tipo. Se dirigió presto a la salida.
-Bien... ahora salgo para ver lo que pasa -dijo Rodrik.
-Espera Bulb... ¡oh! -empezó a decir Isabella. Entonces entendió lo que trataba de decirle el sajaguín. "Un pez y otro pez... son dos peces... un hombre y una mujer... son dos humanos... un sajuaguín y un... ¿aquí falta alguien, no?"-. ¡Quiere una compañera! -dijo Isabella aunque era difícil reconocer el sexo de la criatura- O compañero en su defecto.
-Que listo el pequeño -dijo Rodrik.


Isabella recordó que el tipo del circo de esclavos en los suburbios dijo que había vendido otro sajaguín. ¿Qué más se les había pasado por alto?



//Correspondiente al 27-09-09.