Cormarion

14/09/2009 03:55:22

[i:21a114455a][...tiempo después del juicio en Arion...]


Trebor el cabrero y Daniella habían regresado a sus tierras, en Tethyr, donde lo único que quedaba de su hogar eran los restos calcinados de la antigua granja y las cabras que habían sido cuidadas por los vecinos en su ausencia.

Se había hecho justicia y habían cobrado una indemnización, lo justo como para empezar de nuevo, pues los bandidos no tenían mucho con que pagarles.

Gracias al esfuerzo del resto de granjeros de la comunidad construyeron una nueva granja entre todos, tal y como habían hecho siempre. Eran gentes amables que se preocupaban los unos de los otros en los malos tiempos y compartían lo poco que tenían para tirar adelante.

Los bandidos les habían estado robando el ganado, les habían extorsionado para que les dejasen en paz con promesas de que no volverían... pero siempre lo hacían.

Ahora se mostraban más avezados y no se conformaban con exigir oro, comida y ganado, pretendían comprarles sus tierras a un coste ínfimo y que trabajasen para ellos. La ley del más fuerte se imponía y el gobierno de Tethyr no atendía las peticiones de ayuda de aquellos colonos que habían iniciado sus vidas en las agrestes tierras de Mourativi Teshu Mir ("las antiguas ruinas del reino") que lindaban con el reino de Calimsham.

Aquellas tierras siempre habían sido origen de disputas entre ambos reinos y marcaban la frontera entre ambos al norte de las montañas de la Marcha, y al oeste del bosque de Mir.

Los colonos tras un acalorado debate decidieron enviar a unos cuantos de los suyos al norte a pedir ayuda, entre ellos a Trebor, ya que solos no podrían enfrentarse a aquél que se hacía llamar el señor de aquellas tierras, y llegaron al ducado de Arion. Lo que antes era una villa llena de vida ahora era un lugar triste donde gente asustada apenas se atrevía a salir de sus casas.

Los granjeros preguntaron en la taberna por los caballeros y les dijeron que andaban tras el causante de aquel mal que se creía relacionado con los orcos del norte. Dejaron la petición de ayuda en caso de que algún caballero quedase libre.

Regresaban apesadumbrados de vuelta a Tethyr cuando decidieron hacer un alto y compartieron campamento con una caravana de mercaderes procedente de Beregost hacia Memmon, y al compartir sus tribulaciones les hablaron acerca de una compañía mercenaria.[/i:21a114455a]


[quote:21a114455a="El Maestro de la cofradía"]Saludos aventurero

¿Quieres vivir aventuras y ganarte la vida con ello? Las Garras de Tarasca, la cofradia mercenaria, te esta esperando, aqui podras cumplir las misiones que lleguen a la Union, tendras un lugar donde aprender y crecer, no temas, hay misiones de todos los niveles y poco a poco podras ir a mas, ¿El requisito para unirte? Cualquiera que pueda cumplir las misiones es bienvenido

Unete a la cofradia, Lucha por "Las Garras de Tarasca" y cumple tus sueños por ello

Te esperamos en el campamento del lago Esmel[/quote:21a114455a]

[i:21a114455a]La delegación, emulando historias oídas de otras tierras, se dirigieron al lago Esmel en busca de "magníficos" mercenarios que pudieran plantarles cara a esos cuatreros.

Tras exponer su problema al Maestro de la Cofradía acordaron el pago por la ayuda. Reuniría a un buen grupo y acudirían a expulsar a esos bandidos y dispuso el trabajo en el tablón esperando a que se les uniese las valientes espadas de turno.[/i:21a114455a]

[quote:21a114455a="El Maestro de la Cofradía"]Asalto a las granjas

Los repetidos ataques llevados a cabo bajo el manto de la noche en una serie de granjas han llevado a los granjeros a reunir el dinero para pagar una recompensa a aquel que elimine a los asaltantes.

Recompensa : 100.000 Monedas de oro (El pago es con monedas de cobre, plata y oro)

Cliente : Granjeros de Thezyr

Estado : Pendiente

Para mas detalles preguntar al Maestro de cofradia[/quote:21a114455a]



//Iniciando otro hilo para quienes se vean involucrados.

Cormarion

14/09/2009 05:07:31

[i:fd520f145c][b:fd520f145c][color=violet:fd520f145c][size=18:fd520f145c]1. Cobrando el peaje


L[/b:fd520f145c][/size:fd520f145c][/color:fd520f145c]os forajidos habían tomado aquellas tierras que había reclamado su Señor. Se habían dedicado a hacer la vida imposible a los granjeros y ahora envalentonados salían al camino reclamando el pago por pasar por aquella vía.

Dos parejas se encontraron en las cercanías del puente al que acechaban los forajidos. La primera. un hombre y una mujer que iban vestidos con pieles y blandían sus enormes espadones, la otra pareja venía desde el norte, uno alegre como si tirase de una cuerda invisible a su acompañante que mantenía, a pesar de todo, una expresión de enfado más que considerable contra su "amigo".

El libidinoso tipo que empuñaba el bastón parecía divertirse bastante a costa de la mujer que torcía el gesto y declinaba las invitaciones del hombre.

Tan distraídos estaban que no vieron como el puente era tomado y el cabecilla de los forajidos se les presentó reclamando el pago. Le miraron confundidos y se burlaron de él en sus narices. Como no le tomaron en serio, hizo un gesto y llamó a uno de los suyos y le susurró que les diera un buen susto. El clérigo del grupo lo echó a suertes, conjuró esperando inmovilizar al hombre que empuñaba el espadón y que parecía el más peligroso, pero falló y recibió una reprimenda y una patada en el trasero por parte del cabecilla.

El tipo del bastón se distrajo con las risas del momento y su "acompañante" (que parecía otro más de la banda de asaltantes) se liberó de su yugo y le atacó. El tipo se zafó con fortuna, lo derribó con su bastón y luego lo alzó en alto para dejarlo caer sobre la nuca del caído. Ya no se levantó más ni se movió del sitio. En el extremo del bastón quedaron enganchados algunos pelos sanguinolentos del hombre como prueba del fuerte impacto.

El jefe del grupo había recibido órdenes de su Señor de atemorizar a las gentes de la zona y hacer que le respetasen aunque fuese a la fuerza que es un lenguaje universal que todo el mundo entiende. El cabecilla, muy enfadado por el fracaso del clérigo y las miradas divertidas del grupo, llamó a la pequeña de la banda y le encomendó la misma tarea.


-Dales un buen susto -dijo el líder.


La chica conjuró y desapareció de la vista, acudió un murciélago en su ayuda que se lanzó a los ojos de los bárbaros, mientras seguía lanzándose protecciones. Llegado el momento, y viéndolos juntos usó su truco favorito... la enganchosa red arácnida, esperando atraparlos a todos de golpe como moscas, mientras el resto de la banda caía sobre ellos.

Los asaltados iban a vender cara su vida aunque el bárbaro del espadón se llevó la peor parte ya que el líder fue a por él. No fue una lucha justa. ¿Qué se podía esperar de aquellos forajidos? A pesar de todo, el tipo del bastón y la bárbara dieron buena cuenta de ellos y la joven arcana decidió poner pies en polvorosa pero una mano conjurada la atrapó y atontó.


-¡Soltadme! -gritaba la bandida-. ¡Dejadme ir y ayudaré a vuestro amigo!


No le hicieron mucho caso y la bárbara intentó detener la hemorragia de su amigo pero el corte que había sufrido en el cráneo tenía muy mala pinta. Al expirar el conjuro que la apresaba dudó si huir pero debía mostrarse valiente para orgullo de su Señor... o de todas formas su ira le alcanzaría allí donde huyese.

Se acercó al grupo y ofreció su ayuda con la promesa de que la dejarían ir. Untó un potingue que guardaba como un tesoro y lo aplicó en la herida del hombre y se le cerró a ojos vista. Recuperó la consciencia pero andaba muy desorientado, y dejaba ver a todos la cuenca vacía que antes ocultaba bajo un parche que perdió durante la refriega.


-¿Por qué te codeabas con esos bandidos de poca monta? -preguntó el tipo del bastón que parecía ser también un usuario del Arte.
-¿De poca monta? -dijo la bandida. Frunció el ceño ante la ofensa-. ¿No sabíais quienes somos?
-¿Acaso lo dijisteis? No, no sé quienes so... -respondió el tipo y la bandida le interrumpió.
-¡Somos los dueños de estas tierras! -dijo. "Bueno de nuestro señor", pensó y alzó el dedo índice para enfatizar la afirmación.
-¿Dueños, eh? Pero desde luego ninguno de tus acompañantes lo era... -dijo el tipo.
-¡Pues deberíais conocernos! -insistió la bandida haciéndose la valiente.


El bárbaro desde el suelo veía a su alrededor los cuerpos sin vida de los bandidos y apenas daba crédito. Realizó una gran inspiración y con gran esfuerzo se puso en pie tambaleante apoyándose en el espadón. La bárbara dejó que se levantase sólo. Si le hubiese ayudado seguramente hubiese herido el orgullo del hombre más que la herida recibida.


-Ya no hay nada que conocer muchacha -dijo con suficiencia la bárbara señalando con su espadón a los cuerpos de los bandidos con un gesto amplio y dejando ver que podía manejarlo fácilmente con una mano.
-¿Y sois muchos más? -inquirió el tipo.
-Sí -dijo la bandida. Para sus adentros renegaba de la gentuza con la que se había afiliado.
-Eso es un problema, ¿sabes? Detesto a los de tu calaña -amenazó el tipo-. Siempre incordiando y entorpeciendo el camino.
-¿Y? -dijo la bandida haciendo acopio de todo su valor. No se iba a dejar amilanar por aquel tipo que la superaba en el Arte claramente. Había utilizado un conjuro que estaba más allá de su conocimiento.
-¿Y? ¿Quién es vuestro jefe? -preguntó el tipo.
-Estas tierras pertenecen al nuevo Señor -explicó la bandida arcana-. Ahora son suyas ya que los granjeros las van a vender...
-¿Sobornáis a los granjeros de Tethyr para que se vayan de su hogar? -preguntó el tipo que hacía más preguntas que un paladín mientras los bárbaros se mantenían al margen.
-¿Sobornar? Hhmpf... -se mordió la lengua-. Bueno, ¿me puedo ir ya? Tengo que informar de esto, ¿sabéis?
-Es un buen mensaje el que tienes que dar. Todos tus acompañantes muertos y tú viva de suerte -dijo el tipo burlándose de la muchacha.
-Sí, el Señor se va a enfadar mucho -dijo la arcana.
-Será mejor dejarla vivir, o no llegará a tiempo el mensaje -dijo el tipo al bárbaro, así por las buenas, como si la bandida no estuviese presente o fuese tonta o sorda.
-Te debo la vida... -dijo el bárbaro sencillamente a la arcana. Al menos, éste parecía tener principios o algo de honor-. Así que estamos en paz.
-Nos volveremos a ver. Tenedlo por seguro. Ahí os quedáis... -la bandida arcana soltó la bravuconada y caminó al norte... arrastrando los pies en alguna dirección. Se llevó las manos a una herida que le sangraba aún en el vientre y a la que había tenido que ignorar por aparentar ser fuerte.


La arcana tenía que llegar a los pies de su Señor, debía vivir hasta entonces, y contarle que los viajeros no se someten a su voluntad. Todos se someterían bajo su mandato. Él, que sería el nuevo y poderoso Señor de aquellas tierras al que nadie excepto unos pobres granjeros atraían.[/i:fd520f145c]

Rugrim

14/09/2009 11:34:56

El enano estaba asqueado, los ladrones calishitas le habían robado todos sus ahorros y no podía hacer nada para recuperarlos. No sólo porque había dado su palabra, sino porque hacerlo le rebajaría al mismo nivel que ellos y eso no lo toleraría.

Tenía que buscar otra forma de volver a tener algo de oro, y entonces vio los anuncios de las Garras de Tarrasca. Un vez recuperado lo suficiente como para andar hasta el campamento de la compañía mercenaria, Rugrim salió de la mina y se dirigió hasta allí. Conociendo todos los acuerdos y premisas, firmó, siendo así un nuevo integrante de la cofradía.

La primera misión a la que le echó un ojo fue la solicitud de ayuda de unos granjeros en Tethyr, una banda de bandidos estaban atemorizando y martirizando a los pueblerinos. Sin pensarlo dos veces, el enano partió hacia las tierras del Sur, con un tosco mapa de como llegar al pueblo que le facilitó la compañía.

Ya en tierras de Tethyr, empezó a oir rumores de bandidos que actúaban en nombre de un Gran Señor y que cobraban un impuesto por pasar por sus tierras. Tendría que encontrar rápido a los granjeros para que le dijeran todo lo que supieran y empezar a buscar a ese autoproclamado "Señor de esas tierras".

Rugrim

14/09/2009 11:35:25

//Se publico dos veces el mismo mensaje.

radabar

14/09/2009 13:02:51

Cuando terminó de recuperarse del desagradable encuentro en las arenas del desierto, ahora en Arion, decidió ponerse en camino hacia el sur. No soportaba por mucho tiempo la desidia y el miedo reflejado a todas horas en todos los ojos que se topaba dentro del ducado.
Cuando llegó a la región de Téthyr, lo que de lejos podría parecer el tronco de un roble talado, al acercarse, el mago distinguió a un enano, hacha y pavés en manos, mirando hacia un poste de indicaciones.
Charlando un poco, el enano le enseñó el anuncio de la compañía de mercenarios ubicada en el lago Esmel y el mago le contó los sucesos de su encontronazo con los bandidos cuando se había topado con la parejas de bárbaros.
Comenzaron a andar por las tierras, cada uno pensando en lo suyo, con pocas palabras más que las justas...
-Pero la recompensa será para la organización -dijo el enano-.
-No hay ninguna duda -prosiguió el hombre- No persigo el oro de esos granjeros.
Llegaron a las mediaciones de una granja, pero la quietud parecía reinar el ambiente, por lo menos, nada de bandidos ese amanecer. Sus pasos recorrieron el resto del camino hasta las arenas, pero ni rastro.
Ni la corazonada del enano, ni la del humano, llegaron a buen puerto. Salvo que, a fin de cuentas, ese enano logró hacer un buen negocio y el humano realizar un encargo, ir a la ciudad del desierto, recuperar su montura, y salir de ella, no escupiendo a cada paso que daba, por falta de saliva.