Masha

13/10/2009 22:29:39

El sol comenzaba a asomar por el Este, semioculto por nubes de un pesado gris plomizo, cuando la clériga de Tymora, Lyanna Florargentea, salió de su tienda de campaña y se dirigió a un punto central de lo que quedaba del Ducado de Arión.

La escena era, como poco, desoladora. Apenas había gente, algunos guardias, una niña, un perro... No más de una docena de habitantes. La gran mayoría de las edificaciones estaban destruídas y sus ruinas se amontonaban por doquier, como aberrantes esqueletos de piedra gastada por el tiempo. Cerca de la fortaleza de la Órden del Fénix había un campamento con algunas hogueras y sacos de provisiones, pero eso era la mayor expresión de vida y movimiento del lugar.

Lyanna apoyó la espalda en lo que quedaba de un muro de piedra, desenrrolló su bandera de Tymora, la clavó en la tierra húmeda y se resignó a esperar. Tarde o temprano Lady Jeanna pasaría por allí y, según la monje Lilian le había dicho, era a ella a quien debía pedir permiso para [color=yellow:e4568bcb9f]poder cumplir su deseo de construir una posada con capilla dedicada a Tymora, la Dama de la Fortuna. [/color:e4568bcb9f]

Al fin, pasada media hora, apareció la paladín. Venía corriendo, sucia, sudorosa y vestida con un peto de trabajo. Al ver a la semielfa portando un estandarte de Tymora, detuvo su avance y la miró jadeando.

[...]

-¿Tymora? ¿Por fin la Dama nos sonríe en el hogar de la Tríada?
-Así es. Soy Lyanna Florargentea. Sierva de Nuestra Dama Sonriente... Creo que nos vimos en Puerta de Baldur antes de que la ciudad cayera. - La semielfa aceptó la mano que Jeanna le tendía y la estrechó con fuerza, intentando disimular su inquietud. -Os buscaba.
-Lo siento, ahora mismo no caigo.
-No os preocupeis, había mucha gente... Pero una vez os vi llorar y me dio mucha pena, por eso me acordé de vos.
-Sintamos lástima por los que cayeron en Baldur... o aquí. - La paladín alzó la mirada y extendió el brazo derecho para abarcar todo Arion con un solo gesto.- O en el monasterio... [color=yellow:e4568bcb9f]La lucha no ha acabado. Necesitamos a Tymora de nuestra parte.[/color:e4568bcb9f]

-Yo...yo haré lo que pueda para traer su sonrisa hasta las sombras. Vereis... -Lyanna cogió aire y miró a Jeanna directamente. -Quería hablar con vos para reconstruir el Ducado. Siempre he querido construir una posada, para los aventureros, las personas buenas... para que puedan refugiarse y descansar bien antes de seguir y... aprovisionarse y... rezarle a Tymora. Pondría...pondría los precios muy bajos.
-Hm...Las tabernas a veces traen problemas. Delincuencia, borrachos... - rumió la paladín mirando con cierta desconfianza a la joven semielfa.
-No... no es bueno generalizar. -Replicó Lyanna algo turbada. -Yo sólo quiero que la gente pueda refugiarse fuera del hogar en el abrazo de Tymora. Y eso es algo que Arion ahora bien necesita.
-Imagino que debereis hablar con los caballeros de aquí... Pero por fortuna...como diría Tymora... aquí teneis a uno ante vos. [color=yellow:e4568bcb9f]Un caballero del Fénix. [/color:e4568bcb9f]

Lo bueno de una gran sombra es que una gran luz ha de proyectarla.

[...]

-La niebla nos arrebató a muchos. La niebla de Baldur y los orcos... Pero todo volverá a ser como antes. La Tríada...proveerá. -Aseguró Jeanna mientras tomaba asiento en lo que quedaba de la semiderruida posada. -Entiendo que cada uno quiera ayudar en lo que pueda... Aunque reconozco que de primeras pensé que erais una avispada mercader... creo que vuestra intención es buena. Me gustaría contar con esa posada, y esa capilla de Tymora que decís; no desmerecería a la Tríada.
Lyanna apenas pudo contener la emoción que la recorrió al comprender que la paladín le estaba dando su consentimiento.

-Entonces...¿Entonces os parece bien? - Preguntó ansiosa.
-Este es un buen lugar para vivir. Las tierras son fértiles y las gentes buenas y honradas. Son esforzados campesinos... y algunos se unieron a la milicia con el deseo de ser algún día caballeros del Fénix; que somos quienes cuidamos de este lugar. Aquí... no pedimos ciudadanías ni impuestos. [color=yellow:e4568bcb9f] Lo único que pedimos es que Arion forme parte de vuestro corazón. [/color:e4568bcb9f] Y... que de verdad querais compartir vuestra dicha con los demás. La gente se cuida unos a otros. Es una noble causa la vuestra.
-Yo...yo sólo quiero enseñar que Tymora nos sonríe igual a todos, sin juzgarnos, sin importar... - Comenzó a murmurar la semielfa mientras se daba un nervioso tirón de la oreja derecha, algo puntiaguda. -Quiero que la gente sea feliz.

[...]

-Esta taberna está por reparar. Le faltan suministros. No hay mercader aquí: vos misma, Lyanna, podríais encargaros de esas ventas o de conseguir proveedores de fiar. Intercederé con el tabernero y su familia, me llevo bien con ellos y por lo que he oído planean traspasar la taberna... o venderla. Después de todo lo ocurrido se plantean regresar a Athkatla.
-Oh..entonces... yo podría comprársela...o...administrarla... o...lo que prefieran...
-Deberás hablarlo con ellos. -Acabó Jeanna mientras se giraba hacia el tabernero. -Will, aquí hay alguien que quiere hablar contigo...



Cormarion

20/10/2009 17:15:54

Jeanna caminaba con el martillo y la pequeña hacha al cinto vestida con ropas de trabajo entre los refugiados de Puerta de Baldur.

No más de doce aldeanos del ducado eran los supervivientes oriundos del ducado tras los desastres que habían presenciado aquellas murallas levantadas por los ingenieros gnomos junto a la orden Vigilante.

Habían sido engullidos por la niebla junto a algunas edificaciones, enseres, animales y plantas. Luego llegaron los dragones desde el sur trayendo fuego y ácido. Y por último el ejercito de no muertos asaltante comandado por un clérigo de Orcus, todo había sido un juego, había dicho dama Jenara, donde cada uno movería ficha y otros serían espectadores. Esa lívida espectadora no era más que polvo ahora merced al poder divino.

Los druidas del circulo druídico se aprestarían para que las cosechas creciesen fuertes, sanas y abundantes, así como la llegada de provisiones y telas. El pueblo elfo de Wéldazh había también dispuesto medidas en un inicio de alianza con la orden del Fénix.

Ella misma al igual que muchos voluntarios se dedicaban a la recogida de escombros de la muralla sur, la tala de árboles controlada, y las reparaciones necesarias en las casas y granjas para que volviesen a ser funcionales al completo.

Recientemente había solicitado la búsqueda del ganado perdido en los alrededores y nombrado al kobold Ratirk, un miembro de las Garras de la Tarasca, como pastor, al que dio permiso para que su gato le acompañase.

Se había dirigido a las minas del clan Arhum Kharak con la intención de solicitar materiales, brazos fuertes y buenos maestros en la talla de piedra, y fue acogida como si fuese algo más que una mera aliada. Los talleres de artesanías se repondrían y pronto las forjas y yunques enanos volverían a tener trabajo. Al fin y al cabo, maese Fifur había levantado el gremio del Yunque Dorado en Puerta de Baldur.


-¡Por Torm! La tríada proveerá -se dijo mientras iba al campamento de leñadores-. Rescataremos a los nuestros de las garras de esos cara-porcinas y este lugar será mejor que antes -crispó el rostro y apretó un puño-. Parece que algunos refugiados adoptarán el ducado como hogar y no irán a ese hogar que dice buscar Earar. Éste es un buen hogar -suspiró-. Aún he de hablar con gnomos y con las gentes de esa ciudad al norte de aquí.

Cormarion

28/10/2009 18:21:59

La paladín no llevaba su armadura pero aún así aquellos que se acercaban a ella veían sus temores disipados pues traía palabras de ánimo y esperanza a los refugiados de Puerta de Baldur. Aquí, en la tierra en que se valora la búsqueda del saber y los valores de los dioses benignos bajo la protección de la Tríada.

Ese día no llovía. A Jeanna le gustaba caminar bajo la purificadora lluvia que le recordaba su niñez en los Valles cuando andaba sola imaginándose como sería la madre a la que nunca conoció pues murió durante su parto como le había contado su padre, Faethor.

Una sembiana acudió a Arion en busca de barón, duque, o reina que gobernase Arion. Sólo encontró a una mujer que descansaba tras desbrozar varios troncos recién talados por ella misma. Su presencia la sacó de su ensimismamiento. La mujer traía una oferta con ella y hablaron a solas, una frente a la otra en la vacía sala del viejo monasterio.


-En un mes las obras de reconstrucción podrían estar finalizadas si vuestro orgullo os lo permite -dijo la joven sembiana-. Decidme a cuánto asciende el total de las obras.
-¿A quién representáis maestra? -dijo Jeanna suspicaz-. ¿A qué se debe ese generoso donativo?
-A mí misma. Es un negocio -dijo la joven maestra-. Reuniré el oro y pagaréis una anualidad, un diezmo, una parte de los beneficios producidos en el ducado.
-Así que solo traéis oro a Arion -dijo Jeanna.
-Estas gentes pasan hambre y penurias -dijo la joven.
-Eso es lo que creéis, la orden aún cuenta con aliados y amigos -dijo Jeanna-. Entre todos saldremos adelante.
-Ya me contaréis. Traedme la cifra -dijo la joven.
-Aquí la orden administra estas tierras que fueron cedidas en su día. Os daré la respuesta después de tratarlo en nuestro Consejo -acabó Jeanna.


No pensaba hipotecar las vidas futuras de las gentes de Arion por un mercadeo de cifras y beneficios. ¿Quién podía poner precio a las vidas de sus gentes? ¿Qué sería lo próximo que pediría la sembiana? ¿Una casa para veranear? ¿Un puesto destacado en la ciudad? ¿Era en realidad orgullo lo que sentía? ¿Cómo poder creer en la oferta de alguien que ni siquiera era capaz de reconocer que estuvo durante el ataque de los dragones? Una vez la sembiana le dijo que estaba prevenida contra paladines.

La paladín necesitaba hablar con el Padre Vasile cuanto antes.

Masha

15/11/2009 13:16:14

Tras varios días en el Ducado de Bérrion e incluso tras susfrir en sus murallas el asedio al que éste se vio sometido, Lyanna Florargentea regresó al Ducado de Arion montada en su hermosa yegua del desierto, Fortuna. En cierto modo le había cogido mucho cariño a aquel lugar y ya comenzaba a verlo como su hogar, por lo que volver a él era sinónimo de descanso, alegría y tranquilidad.

Si bien era cierto que, por el momento, todo presentaba un aspecto algo deprimente en los ojos de la gente comenzaba a verse [color=yellow:265da4335d] la esperanza de una nueva vida [/color:265da4335d] . Y..¡Oh Tymora! Qué dichosa se sentía de poder compartir todo aquello.

En cuanto volvió a instalarse en su cuartucho de la posada salió como todas las mañanas para visitar las granjas que quedaban en los alrededores del Ducado. En todas pedía lo mismo: la leche y alimento que les sobrara para poder repartirlos entre los refugiados. Lo que más le preocupaba eran algunos bebés que habían quedado huérfanos poco después de llegar a Arion con sus madres: no eran pocas las enfermedades que se cebaban con las pobres gentes a la par que las armas de acero plegado. Lo que los campesinos podían darle era bien poco, pero ella siempre se esforzaba en recompensarles con creces. Si tenían hijas jóvenes, les regalaba vestidos; si niños, les daba pequeñas clases para enseñarles a leer; ancianos, contaba historias para aliviar los dolores y amarguras de su vejez; embarazadas, oraciones que aliviaran los males del parto... Al fin y al cabo, [color=yellow:265da4335d] ¿quién no necesitaba un poco de buena suerte en aquellos días aciagos? [/color:265da4335d]

Después de todo esto Lyanna acabó agotada. En toda la visita apenas si había conseguido dos tomates más bien pochos y una jarra de leche. Dividió el preciado líquido en cuatro cuencos y los repartió por las tiendas en las que las ancianas cuidaban a los huérfanos. También les dio, como siempre, paños limpios para que tuvieran algo de lo que chupar. Cuando quiso darse cuenta el sol ya estaba alto en el cielo y algunas gotitas de sudor perlaban su frente. Se limpió las manos en el vestido de ligera tela amarilla y elevó una oración a su Señora: [color=yellow:265da4335d] "Que tu sonrisa ilumine el día de hoy, mi Dama, así como lo hace el oro del sol en los cielos". [/color:265da4335d]

Tras esto volvió a la posada y redactó una nota algo apresurada para un calishita: Doyle, el hombre que dijo iba a abastecer su posada y quizás ayudarle con las reformas.

[color=yellow:265da4335d] [i:265da4335d]Estimado señor Doyle:
No hay día en que no espere la gracia de vuestra visita entre las paredes de mi humilde posada. Son cada vez más urgentes las reparaciones y el negocio debe comenzar a funcionar cuanto antes. No es mi deseo mostrarme impaciente, mas el tiempo es oro, como bien sabreis, y yo tengo una buena bolsa esperandoos.

Atentamente: Lyanna Florargentea, sierva de Nuestra Dama Sonriente. [/i:265da4335d] [/color:265da4335d]

Al acabar, la semielfa le entregó la nota sellada a un joven de los que le ayudaban a cuidar a los refugiados: su misión sería esperar cerca del camino a que pasara alguna caravana de mercaderes que se dirigiera al Sur y pudiera entregar la misiva al afamado "Señor de los Licores".

Al fin Lyanna cayó rendida en la cama y quedó dormida. Cuando abrió los ojos se sentía débil y mareada y por la ventana sin cortinas de su habitación entraba la luz del atardecer. Al parecer, había dormido muchas horas. Esa sesnación la ponía de mal humor, pero, a pesar de todo, se adecentó y salió de nuevo a la calle; esta vez para dirigirse a la imponente sede del la Órden del Fénix. Esperaba encontrar allí a [color=yellow:265da4335d] Lady Jeanna [/color:265da4335d] o, al menos, poder dejarle un recado. Había visto tras su llegada de Berrion que la reconstrucción del Ducado no iba todo lo bien que debería, por lo que había decidido decirle a la paladina que tanto respeto le infundía que todo su oro, hasta la última moneda, estaba a disposición del Ducado y que cualquier negocio que necesitaran tratar podía recaer en ella:[color=yellow:265da4335d] sólo tenían que decirlo, y la sonrisa de Tymora sería para ellos. [/color:265da4335d]

Khaladze

20/11/2009 18:26:10

A lomos de un corcel, la figura embutida en ropajes marrones y portando un yelmo dorado llega hasta las inmediaciones de Arion.

Al ver al guardia apostado haciendo vigilancia, se dirige hacia él.

Tras presentarse como la Dama de la Luna, añade..

- Me gustaria ver a quien esté al mando. He recorrido un largo camino para tal fin.

Cormarion

20/11/2009 23:59:33

La paladín se había enfundado de nuevo en su armadura y dejado la ropa de trabajo a un lado. Había hablado con Duzdin acerca de las pesquisas sobre los desaparecidos en la niebla. Debían de estar prestos y en solitario ascendió las cumbres de los Picos Nublados. Ni rastro de los orcos hasta cierto punto en el camino, en el que un edificio y un pequeño barco ardían en llamas. Emboscada y bajo una lluvia de flechas tuvo que retirarse comprobando que ningún orco la seguía.

En una de sus visitas Earar, el último duque de Puerta de Baldur, le informó que también los restos del Puño Llameante estarían listos llegado el momento. Jeanna había sufrido una visión sobre un suceso que parecía tener lugar en el Plano de Fuga al igual que otros. Proyección Astral le dijeron a Jeanna por mediación de un nigromante.

Había conocido a dos hijos de la tierra, a Kawa y Dawa, buenas gentes que ofrecieron su ayuda al ducado. Jeanna ha visto a Kawa trayendo en parihuelas, ayudado por su montura salvaje, algo de caza.

Otro hombre venido de lejos se había aventurado en las nuevas cloacas de la ciudadela donde se decía que se escuchaban extraños ruidos que provocaban el recelo en los refugiados, y sin que nadie se lo pidiese se aventuró y fue justamente recompensado por la paladín.

Nuevas desde Calimport le traía Lilian, su amiga más que una mera aliada. Pronto los enanos llegarían desde su mina con los materiales solicitados y con sus maestres artesanos al frente. También los druidas de Weldazh acudirían le dijeron y pronto la presente cosecha sería abundante.

Muchas eran las preocupaciones que atormentaban a la paladín. Se había comprometido a ser la mentora de sir Leobald, nuevo aspirante a caballero de la orden. Problemas a la vista. Problemas como en otros tiempos que le parecían lejanos ahora... Vado de la Daga... Calimport... ¡Por Torm que volvería a hacerse justicia en la ciudadela del Fénix!

Por el momento había enviado al escudero a Ambar para que se prestase como ayuda a la guardia de la ciudad en los extraños casos de asesinato que estaban teniendo lugar. Tenía una cita con una conocida de Puerta de Baldur en aquella ciudad. Ella también acudiría allí aunque se lamentaba de que la dama hubiese preferido quedarse junto al resto de refugiados en el ducado donde hubiese sido de mucha ayuda.

Algo la reconfortaba entre toda aquella miseria. El espíritu de camaradería surgido entre los refugiados y los que acudían desde lejos a ayudar desinteresadamente. Nobles que leían cuentos a pequeños infantes, campesinos que enseñaban a acaudalados mercaderes como hacer un buen guiso con lo que disponían, damas burguesas que aprendían a coser y remendar, gentes con oficio que se las ingeniaban para ayudar en las reparaciones. Un sinfín de buenas intenciones y sin embargo un día marcharían. El ducado no podía sostener a tanta gente indefinidamente. No, si su voluntad era la de marchar y no establecerse allí. Aún quedaban tierras libres donde construirse una casa, cultivar una pequeña parcela y disponer de unos cuantos animales de granja.

Gentes como Lyanna, o su acompañante del que la habían informado estar interesado por la nueva guardia del ducado, o como los Hijos de la Tierra... La mujer tenía la responsabilidad de administrar y gobernar aquel ducado velando por sus gentes y se entregaría a esa tarea en cuerpo y alma.


-Mi Fe es mi Fuerza -dijo mientras caminaba entre la gente-. Encontraré ese Ojo de Gruumsh y aunque haga falta se lo arrebataré de las manos al chamán orco.

Cormarion

21/11/2009 05:04:26

[i:fe3b7e606d]El representante de los granjeros del ducado agradeció efusivamente al caballero Rick y a la pequeña Rosi por devolver gran parte del ganado extraviado.

Se habían dirigido hacia al norte siguiendo las indicaciones de Tim, el pequeño de los dos hijos de la pareja, William y Melibeth. Siguieron la pista y encontraron a varios animales en el camino hasta que en un gran claro divisaron a un grupo de dragones, unos de rojas escamas y otros de negras, que jugueteaban con las vacas, bueyes y caballos, aterrándolos, zampándose a otros por pura diversión, sin apetito alguno.

La pequeña mediana conjuró protecciones mágicas sobre el caballero y éste le dijo que se pusiera tras de él, lejos de la lucha, y así fue hasta que un dragón derribó a la montura de Rosi dando muerte al animal que cayó sobre su jinete dejándola inconsciente.

Rick se batió duramente y temió por su vida pero no podía dejar a la pequeña a merced de esas bestias sanguinarias y malvadas. Una a una fueron cayendo abatidas bajo sus certeros golpes sufriendo serias heridas en el lance.

Después de que el último dragón sucumbiese bajo su filo se ocupó de Rosi, y ayudados por un perro, fueron guiados de nuevo hasta el ducado no sin encontrar antes en el camino de regreso nuevos peligros a la par que conducían al ganado.

La gente exclamaba vítores a los héroes cuando vieron a la pareja llegar a la ciudadela entre todo aquel ganado y fueron invitados a la siguiente fiesta de la Cosecha.


-¡Haremos un festín! -decía la pequeña Rosi contenta con su nueva montura.
-Toma pequeño Tim y para tí también Michelle, mirad, os traigo escamas de dragón -dijo Rick a los hijos de los ganaderos-. Brillan mucho, ¿verdad? Tal y como os prometí -los ojos de los niños se llenaron de emoción y se abrazaron a las rodillas del caballero.
-¿Sois uno de los caballeros de lady Jeanna? -preguntó Michelle sonrojándose ante el varón.
-No, pero también me gusta realizar buenas acciones -respondió Rick con una mentira piadosa que la chica creyó a pies juntillas. Nada le dijo del cobro recibido.
-¡Ohhh! Gracias por traer el ganado a Arion, ahora todo va ir bien, sí, como dice lady Jeanna -dijo Michelle-. Estas escamas nos traerán mucha suerte.
-Te podrás hacer un bonito colgante si le pones un lazo -dijo Rosi sonriendo.


Algo se conmovió en Rick y pensó que nunca olvidaría la cara de alegría de aquellos dos niños. [/i:fe3b7e606d]

Khaladze

23/11/2009 22:22:30

Uno de los guardias atiende a la figura ataviada con ropajes marrones, yelmo y pañuelo alrededor del cuello sobre el que era visible un colgante con una media luna.

Dice llamarse la Dama de la Luna y le hace entrega de varios sacos, dos de ellos contenian raciones de comida, 50 raciones en total, en sal para su conservacion; otra saca contenia carne de camello,conservada en su propia grasa, 30 filetes en total. Así mismo un pequeño saco conteníaa 20 semillas de algodon.

Los guardias llevan la saca al almacen para su custodia e informar a quien corresponda.

//la comida y semillas quedaron en las rocas que hay en la entrada al palacio :P

Cormarion

24/11/2009 08:55:30

-¡Esperad! -dijo la paladín a la figura antes de que subiese en su montura. Su tono había sido suave pero lleno de autoridad.


La mujer que la exhortaba llevaba puesta una armadura completa con un fénix grabado en el peto y una negra capa que la identificaba como maestre de la orden de los caballeros del lugar. La paladín se detuvo a unos pasos de la mujer, alzó una mano, miró a los guardias y éstos se detuvieron en el lugar en el que estaban y se pusieron en posición de firmes.


-¿A quién debo agradecer esta desinteresada muestra de solidaridad? -preguntó la maestre. Mientras esperaba la respuesta, cruzó las manos a sus espaldas, y luego miró a la figura de ropajes marrones.

Khaladze

24/11/2009 11:57:47

Al oir esas palabras se giró para ver a su interlocutor.

[i:4a977b4e80]- El quien no es importante. Solo alguien que conoce la situación que se vive aqui.. refugiados de Baldur,elfos que combatieron alli, la escasez en estas tierras,..alguien hasta quien han llegado los rumores de que esperais a druidas para la bendición de la cosecha y que podía abasteceros con algunos alimentos mientras se demora vuestra espera. Alguien con una motivación personal para llevar a cabo esta tarea.

-Pero si quieres un nombre, como se le mencionó a uno de tus hombres, ese es la Dama de la Luna.
¿Conoce esa fábula?¿La Dama y la Luna? Quizas un día se la cuente, pero me temo que no será hoy. Ahora, si no tiene más preguntas, mi tarea aquí ha concluido.[/i:4a977b4e80]

*se queda observando a la figura mientras acaricia las crines del caballo*

Cormarion

26/11/2009 16:39:02

-Gracias, Dama de la Luna, por estas raciones de comida que habéis traído -dijo Jeanna-. Es cierto que me gustaría saber más sobre vos pero respetaré vuestra privacidad. Ha sido un gesto de lo más generoso y altruista el vuestro. Espero volver a veros y que tengáis más tiempo para contarme esa historia. ¡Que la tríada os bendiga!

Masha

27/01/2010 14:46:36

Lyanna desmontó tambaleante de su caballo. Los frecuentes viajes que hacía de Arion a Ambar y viceversa acababan con sus fuerzas. Además, en ambos sitios siempre había cosas que hacer.

Al templo de Ambar llegaban aventureros en busca de curación, y a todos Lyanna los subía a la habitación que le había sido designada y los curaba con paciencia mientras escuchaba sus historias. Después rezaba, hablaba con los acólitos, estudiaba los libros que había en el templo o simplemente curioseaba por sus rincones. Fuera de sus obligaciones había decidido comenzar a investigar entre los jóvenes de la región por si hubiera alguno ansioso de aventuras y falto de fondos o ánimo. Tenía una idea en mente, pero por ahora debía esperar.

En Arion la cantinela era la de siempre. Ahí también había quien necesitaba curación, compañia, ayuda... Más de una vez se había visto obligada a hacer de niñera o a cuidar ancianos. Si bien esas tareas no eran las que se imaginaba realizando como clériga de Tymora, tampoco la desagradaban: al fin y al cabo hacía sonreír a la gente.

Finalmente logró sacar fuerzas de flaquezas y desensillar al animal. Respiró hondo, se arregló la coleta desastrada y puso rumbo a su pobre posada.




Cormarion

27/01/2010 15:29:06

[i:5412bfdc49]-Hola, holita, joven damisela -dijo el hombre. Vestía ropas disonantes en aquel lugar, excesivamente llamativas, casi se podría decir que su atuendo estaba fuera de lugar, otros dirían que eran estrafalarias y propias de una ciudad norteña como Aguasprofundas. Tonos violáceos y púrpuras conjuntados en una prenda recargada de encajes y filigranas en hilo de oro mientras que una llamativa capa amarilla descansaba sobre la silla. Tomó la copa y la apuró. Se limpió las comisuras de los labios delicadamente con una servilleta y se levantó de la silla para dirigirse hacia Lyanna. Le tomó la mano y la besó sin apenas rozar la piel.

>>¡Qué suerte que nos encontremos esta vez! No sabéis bien la de veces que he pasado por la posada y siempre me decían que estabais fuera atendiendo otros quehaceres. Estoy a vuestra disposición. Aún conservo las notas, el esbozo de su proyecto me refiero, si es que no se lo ha replanteado. Espero que no. Se puede sacar partido al lugar con unas pocas modificaciones, sin que sea excesivamente costoso, dividiendo las grandes habitaciones en otras más pequeñas, incluso... -sonrió estrechando la mirada- quedaría sitio para esa pequeña capilla dedicada a la dama de la Fortuna. Sin duda espero que nos sonría a ambos y que todos consigamos nuestras pretensiones. ¿Ya le ofrecí mi lista de licores de los que dispongo actualmente?

Pero, sentémonos, por favor y tratemos el asunto con calma, ¡qué modales los míos! -rió-. Debe estar cansada por el viaje. ¡Moza! ¡Por favor! -se giró y llamó la atención de una de las camareras. Bethany era su nombre, una chica joven con hoyuelos en sus arreboladas mejillas que cuando sonreía la hacían mucho más bonita y que lucía una media melena de cabellos del color de la paja recogida en una sencilla coleta-. ¡Sirve algo a la jefa! ¡Celebremos que por fin ha llegado! [/i:5412bfdc49]

Masha

27/01/2010 21:23:27

Lyanna ya lo había decidido: necesitaba la ayuda de aquel hombre. No le hacía ilusión atarse así a alguien, pero si no lo hacía, iba a ser totalmente incapaz de tirar de la posada ella sola sin ningún apoyo detrás. Le gustara más o menos Doyle, y se fiara lo que se fiara de él, no tenía más remedio que arriesgarse a una "alianza" y rezarle a la diosa de la fortuna por no salir mal parada de aquella aventura.

- Como veis, el Ducado poco a poco vuelve a ponerse en pie. Necesito tener la posada abierta pronto, y sois el único con el que puedo contar para... acelerar el proceso. Espero que lleguemos a entendernos.

La sacerdotisa recogió la copa de vino especiado que la camarera le ofrecía y olisqueó su contenido un momento antes de llevarsela a los labios. Olía fuerte a manzana y un poco a clavo, justo como le gustaba. Asintió satisfecha y dio un buen trago.

Pero la posada debe quedar libre de cargo. Durante nuestra última conversación creí entender que deseabais tener cierto poder sobre ella, a cambio de vuestra ayuda, pero eso es algo que no puedo ofreceros. Espero que, aún así, mis ofertas no sean poco generosas.

Cormarion

30/01/2010 07:25:11

[i:4b6851004c]El joven elfo se las vio y se las deseó para conseguir llegar a salvo a Ámbar. Mientras dormía en una cabaña abandonada del camino unos bandidos enormes le asaltaron y tuvo que poner tierra de por medio dejándolos atrás en el puente sobre el Esmel. Cuando ya veía los muros de la ciudad abrió unos ojos como platos al distinguir a dos ogrillones con pinta de pocos amigos.


-¡Bendito seas Padre Roble! ¡Que no me oigan! -dijo y se bebió el líquido ambarino del vial volviéndose invisible.


Consiguió escabullirse entre ellos y llegó a la ciudad y allí fue al lugar que conocía como Casa de Reunión por que siempre había gente allí. Dio voces de alarma pero nadie le atendió. Sólo una pareja le escuchó pero debían tener sus propios problemas. Aquellas sencillas gentes del pueblo no eran dadas a la lucha. Ni siquiera la guardia había bajado de la muralla aunque se mantenían alerta con una flecha dispuesta en los arcos. Los dos ogrillones, feos, corpulentos y bien armados no parecían ser una amenaza para el pueblo... de momento.

Tomó un plato de sopa de pescado bien caliente, sanó sus heridas y rezó las plegarias a Silvanus. Manwe había ido a buscar a la pequeña Suzette y no quería imaginar si la medianilla salía al camino a recoger flores o a jugar con su lobita. Decidido, aunque con el miedo metido en el cuerpo, ideó un plan en el que usaría algunas distracciones.


-Oscuridad mágica, sí -dijo a la mujer cuando el hombre del sombrero emplumado marchó a ver al herbolario-, y quizás pueda hacer crecer las plantas bajo sus pies y enredarlos.


No estaba muy convencido pero quizás el susto fuera suficiente para que se alejasen de la ciudad. Rogaría a Madre para que le concediese un Protector. Convocaría la fuerza de la tierra.

Pidió a la mujer que alertará a los guardias de la muralla en caso de que el plan fallase mientras él... ¿corría como le enseñó la pizpireta Isi?- Manwe te pesa el culo -recordó. Llegado el momento protegió a la mujer con los dones otorgados por el Padre Roble y fue una dura lucha.

No se asustaron los ogrillones como pretendía y con sus enormes manguales derribaron y partieron en dos al Protector convocado. Manwe no se amedrantó. Él no era un guerrero pero uno de ellos se había percatado de la presencia de la humana y salió tras ella. El joven druida convocó la oscuridad mágica en la que ambos podrían ver. Llamó al relámpago y les alcanzó haciéndoles enfurecer aún más. Trató de enmarañarlos para ganar tiempo pero tal era su fuerza que rompían las plantas sin esfuerzo. Derribó a uno en combate cuerpo a cuerpo y el otro fue astuto y corrió tras la mujer. Casi no lo contaba después del primer ataque así que paró unos segundos para curar sus heridas con el poder que reservaba para su acompañante. Con las fuerzas justas no se creía capaz de derribar a esa mole solo así que solicitó a Madre su poder imbuido en la varita y llamó a otro Protector. Luego rápidamente sacó otra de su funda del cinto y paralizó a la criatura. Un golpe y cayó.

Hubiera preferido que se alejasen del lugar para no volver más a las cercanías del pueblo. Curó las heridas de la mujer, una lugareña que vivía con su padre, un guardia o así de la villa, y que le contó algo acerca de los recientes problemas que habían tenido con el resultado de que se quedó sin trabajo por que su jefe era reclamado por la justicia.

El joven elfo le contó por qué había venido a la ciudad. Venía a buscar a la pequeña Suzette y a comprar simientes para la ciudad de los caballeros, Arion, por que allí las cosechas y las plantas habían sido arrancadas por una extraña niebla que también se había tragado a los animales y a la gente.


-No quedaron ni las raíces -dijo el elfo a la mujer-. Pero es tierra fértil y hay agua abundante. Sólo hará falta semillas y algo de trabajo. Bendeciremos la cosecha para que crezca fuerte y abundante.


La mujer se llamaba Nork y le pareció que era buena gente, que se preocupaba por los demás más que por sí misma, quizás en realidad solo por unos pocos, y prefería vivir entre cuatro paredes con una silla atrancando la puerta a vivir en una rama. Eso denotaba una mala experiencia. No parecía fiarse de todos sus vecinos.


-Alguno se merece una piedra... -se le escapó a Nork-... bueno una piedrecita. Vivir en un pueblo tiene eso, que de entre todos los habitantes puedes encontrar una persona buena de verdad, o dos.


Nork le había llevado hasta los campos labrados al norte de la ciudad. Manwe creyó haberlos visto ya cuando iba a visitar a Suzette. Quizás allí les vendiesen las simientes. Compraría alguna carreta y un par de bueyes para llevar los sacos y los aperos de labranza. Incluso enseñaría a Nork donde estaba esa ciudad de los caballeros con el pájaro en el peto y le contó acerca del anciano que entró en el bosque y ya no salió. Hablaron sobre la dificultad de tomar decisiones para un pueblo, ya sea entre varios o uno solo. Don Phedro le dijo que se llamaba el que reinaba en Ámbar. Manwe le contó las noticias que traía Manzanaroja al bosque sobre los exploradores orcos y los hombres que guardaban el paso. Los pueblos deberían estar alertas pero eso ya es otra historia. Ahora debía conseguir las semillas para los refugiados de Puerta de Baldur, preguntaría a Suzette si querría ir con él a vivir al linde del bosque, y ayudaría a Ëdêlgär con los hongos y los bichos si podía.


-Siempre voy con prisas -dijo Manwe-. Y también yo me veo envuelto en líos, pero de toda experiencia se aprende, hasta de las malas, y una vez aprendida la lección te has de atrever a tener nuevas. Puedes aprender hasta de las hormigas.[/i:4b6851004c]