sannla

24/11/2009 21:33:40

Tras el toque de queda impuesto en Ambar, la ciudad amaneció en un radiante y nuevo día. Leda mandó ensillar a Tormenta y dedicó un buen rato, como cada mañana, a que el animal y ella se diesen un largo paseo.
Aquél día decidió aventurarse un poco más allá de lo acostumbrado, camino a su añorada Baldur. Los picos quedaban cercanos pero no se amedrentó con recuerdos y espoleó a Tomenta: arre!
La visión de aquello la cogió completamente de impreviso: cadáveres de orcos cubrían el camino entre las colinas de ascenso a los picos nevados.
¿¿Pero..qué?? -Leda no salía de su asombro mientras sorteaba a los chamanes y guerreros orcos caídos. Fue contándolos despacio hasta sumar una veintena de cadáveres.
Tengo que avisar de ésto a lady Jeanna-se dijo para sí.
Y tras asegurarse de que ninguno de aquellos seres estaba con vida, regresó rauda camino a Arion.

Cormarion

25/11/2009 07:44:16

La paladín había regresado de Puerto Calim con algunas nuevas y había sido escoltada por un ¡genio del desierto! hasta llegar a las cercanía de Tezhyr.

Al llegar a la extensión de tierra que hay frente a las murallas del Nido del Fénix se encontró con dama Leda junto a su montura. ¡Qué alegría hallarla allí! Pero la dama le dijo con gravedad que debía ver algo por sus propios ojos.


-Orcos, cadáveres de orcos, he venido enseguida a avisaros lady Jeanna -dijo Leda.


La joven miraba a Jeanna con respeto como si la paladín fuera su madre. Habían compartido confidencias en el norte sobre Laura, el caballero Nesharay y los orcos, y también habían combatido juntos en Puerta de Baldur. Os enseñaré a usar el escudo, se había ofrecido Jeanna el mismo día en que la dama pidió a la paladín que oficiase la ceremonia de su matrimonio.


-¿Cadáveres de orcos? ¿Dónde? -preguntó Jeanna sin descabalgar de Furia.
-Os lo mostraré -dijo la dama.
-Tened cuidado en el camino dama Leda -dijo Jeanna cogiendo las riendas de Tormenta-. No debéis aventuraros sola en vuestros paseos. Mostradme el lugar.


Cabalgaron al galope hacia el norte, hacia los Picos de la Nubes se figuró la paladín, y efectivamente al llegar a los pies de las montañas hallaron numerosos cadáveres de orcos. La paladín desmontó y se aprestó el escudo y desenvainó a Isis.


-Manteneros alerta dama Leda y guardad una distancia segura -indicó Jeanna.


La paladín recorrió el campo de batalla. Habría más de una veintena de cuerpos y unos seis parecían ser chamanes. La mayoría de los cadáveres orcos parecían haber caído abatidos por arqueros.

Jeanna examinó el lugar, demasiados rastros, quizás algunos parecían provenir de los Picos de las Nubes con toda seguridad. Usó su aptitud divina para detectar el mal pero no sintió que hubiera algún corazón corrupto emboscado en el área. Las astas de las flechas eran reconocibles. ¡Cuantas veces aquellas saetas se habían clavado en sus carnes o en su escudo!

Algo no encajaba en toda aquella carnicería pero tampoco pudo entender muy bien en su momento el por qué de los numerosos orcos que se habían aparentemente inmolado en las cumbres de los Picos en nombre de Gruumsh.


-¿Visteis o escuchasteis algo cuando llegasteis? -preguntó Jeanna a la dama.
-Unos bandidos se hallaban en el lugar, nada más, y tuve que defenderme de ellos -respondió la dama.
-¿Bandidos? Esos bandidos no serían más que carroñeros, buitres y cuervos atraídos al campo de batalla y que se dedican a profanar los cuerpos de los caídos -la paladín negó con la cabeza lentamente-. No creo que esto sea cosa de bandidos. Han tenido que ser los propios orcos que asaltaron Puerta de Baldur. ¿Por qué? Será mejor regresar cuanto antes. Debemos estar preparados y avisar a los aliados.






//Si es preciso que se mueva a donde corresponda.

Cormarion

13/12/2009 13:11:28

[i:40a7dde005]Partió nuevamente, esta vez, con destino en Ámbar. Informaría al aspirante a caballero Leobald sobre los hechos relacionados con la muerte del Padre Vasile y le prepararía para conseguir la prueba que necesitarían ante el consejo de Suldanesselar. Una cabeza de orco.

Al llegar a Ámbar encontró al caballero en las afueras de la posada las Velas Hinchadas donde se hospedaba y allí para gran alegría la Tríada dispuso que se hallase un antiguo conocido de Vado de la Daga, el cartógrafo y miembro del reconocido cuerpo de batidores, Paskinel.

Abrazó al elfo con efusividad pero enseguida recordó que era un elfo más y sintió pesar en su corazón. Ella siempre había admirado a los elfos y ahora se veía afectada por sentimientos racistas que le habían sido ajenos.

La paladín puso al corriente a Paskinel sobre la muerte de Vasile en tierras élficas. Él elfo mismamente se había auto-exiliado debido a hechos ocurridos en el bosque y por mantener diferencias con el resto y la actuación de la reina. Jeanna informó al elfo sobre los días de Puerta de Baldur, el asedio orco y el fin de la ciudad. Le comunicó que al día siguiente iría junto con el paladín a por la prueba que necesitaba el consejo de Suldanesselar para mantener la alianza.

Aquella misma noche, Paskinel se ofreció para realizar una exploración del terreno junto a Jeanna. Llegaron a los pies de los Picos de las Nubes y Jeanna observó una escena ya conocida. Numerosos cuerpos de orcos muertos se hallaban diseminados en aquellas tierras. Casi todos muertos por saetas. Como en la anterior vez, Jeanna tomó una de las flechas y la comparó con las de aquellos orcos que asaltaron Puerta de Baldur.

Desenvainó a Isis y Paskinel puso una flecha en el arco. Iniciaron el ascenso a los Picos. No hizo falta llegar muy lejos para que un gran orco de piel grisáceo los sorprendiera. Paskinel rápidamente se puso fuera de la vista y Jeanna reclamó la atención del orco.


-¡Alto ahí! -conminó Jeanna.




Era la primera vez que se las veía cara a cara nuevamente con uno de estos grandes orcos. Su piel era grisácea, y aunque su tamaño era grande tenía una apariencia más humanoide que los feos y achaparrados orcos habituales. Llevaba un símbolo formado por una espada teñida de sangre. Jeanna alzó la espada y con una presión de los muslos dispuso al corcel para la carga. La paladín se detuvo. Quizás pudiera capturarlo o conseguir valiosa información antes de dar muerte al orco. No se precipitaría. No parecía ser como el chamán dorado ni llevaba los rombos en la frente.


-¿Alto? -dijo el orco en perfecto común-. Yo no soy el que allana las tierras que no me pertenecen.
-Dime... orco -dijo Jeanna-. ¿Eres uno de los orcos seguidores de Gruumsh? -alzó la espada señalándolo.
-Claro, y que orco no lo es -respondió el orco-. Pero antes de que cometas una locura te aviso que deben de haber unos ocho orcos apuntándote... y créeme, acertarán.


La paladín alzó el escudo para cubrirse mejor. Dio un rápido vistazo a su alrededor con su excelente vista y pudo distinguir a uno de los orcos, al sur, disponiéndose tras unos setos y alzando el arco en su dirección. "¿Dónde fue Paskinel?" pensó Jeanna y prefirió no intentar buscar con la mirada a su amigo para no delatarlo. Era mejor que pensase el orco que estaba sola.


-Ese escudo no te protegerá de todas las flechas -bravuconeó el orco.
-¿Eres uno de los orcos de Baldur? -preguntó Jeanna para dar tiempo a Paskinel a que estudiase la situación allí donde estuviera.
-Así que ahora los denominan orcos de Baldur. Curioso -dijo el orco.
-Los que descendisteis de los Picos y arrasasteis Baldur -acusó Jeanna. La paladín frunció el ceño. "En pos del Ojo" pensó.
-¿Descender de los Picos? yo jamás vi Baldur -dijo el orco y se echó a reír-. Y ahora dime que hacéis tú y tu acompañante aquí.


La paladín sorprendida de que el orco supiera de la presencia de Paskinel decidió guardar silencio. A lo mejor sólo era un farol del orco. Posiblemente les vieran ascender la ladera pero ahora no supiesen donde estaba el batidor. "Necesito una prueba de que son una amenaza... una cabeza" pensó Jeanna y apretó con firmeza la empuñadura de Isis.


-¿A qué se debe tanto silencio? -preguntó el orco.
-¿Así que no combatiste en Baldur? -dijo Jeanna tratando de sonsacar al orco-. ¿Qué sabes de esos orcos que si lo hicieron?, ¿dónde se hallan?
-Bueno, antes de nada, aclaremos posturas -dijo el orco seguro de controlar la situación-. Entráis en nuestro territorio interrogando. Eso no es muy... inteligente -señaló a Jeanna con su bastón-. curioso que te lo diga un orco pensarás -rió.
-Ya -soltó Jeanna manejando a Furia con los muslos. En el este sonaron tambores.
-Vaya. Mis hermanos se acercan -dijo el orco y miró al cielo.
-Son los tambores que oí en Baldur, día tras días -dijo Jeanna.
-Son tambores... los de Baldur quedaron en Baldur -dijo el orco y rió.
-¿Y los que hay por los caminos?, ¿esos orcos son de los vuestros?, ¿ahora os matáis? -inquirió Jeanna-. ¿No son vuestras las flechas?
-Pudiera ser -respondió el orco.
-Parece que no te lamentas por ellos -dijo Jeanna.
-Jamás lo comprenderías. Bueno, he de irme, os dejo con mis hermanos -dijo el orco y golpeó el suelo dos veces con el bastón y desapareció de la vista.


Jeanna espoleó al caballo para evitar ser un blanco fácil para las flechas que estaban por llegar. Y así fue pues muchas flechas cayeron donde estaba hacía un instante, otras impactaron en el escudo y alguna la alcanzó atravesando la armadura. Paskinel apareció de su escondite y se dirigieron hacia los pies de la montaña. Debían salir de allí para informar de la posición de los orcos.

Un par de chamanes se interpusieron en el descenso mientras que los arqueros les asaetaban sin tregua. Jeanna no podía más que recurrir a su escudo divino y aguantar en combate cuerpo a cuerpo, teniendo a los orcos al alcance de la espada, y esperar a que las flechas de Paskinel fuesen certeras en la melé.

Un chamán orco cayó y antes de que tocara el suelo, en rápido movimiento, la paladín le cortó la cabeza que rodó por el suelo separada del tronco. Sin bajar de la montura recogió la cabeza y vio como dos grandes orcos perseguían a Paskinel montaña abajo, y espoleó a Furia tras ellos. LLegaron al camino y aunque el elfo parecía incansable, finalmente los orcos le dieron alcance y lo derribaron. Jeanna impotente vio como caía el batidor y cargó contra el orco. Dio muerte a la bestia pero era tarde. Paskinel yacía muerto. [/i:40a7dde005]

Rugrim

22/12/2009 11:21:47

Rugrim y Furin se encontraban en el nuevo puente de piedra del río Esmel ultimando los detalles para iniciar el envío de caravanas a Arion cuando divisaron la sombra de un enorme dragón en la orilla del río.

Al instante, los enanos se prepararon para la batalla, pero un examen más detenido les hizo darse cuenta de que el dragón era cobrizo. Éste les advirtió de que los orcos les estaban espiando y de que había un gran número de estas infames criaturas más al norte.

Los enanos partieron sin demora al norte. Al llegar a las faldas vieron un espactaculo tipico de los orcos: se estaban matando entre ellos. Cuando parecía que uno de los bandos derrotaba al otro, la pareja de enanos cargó, dando muerte a los supervivientes.

En su afan por luchar se vieron emboscados por varios arqueros orcos y un chaman dejandolos malheridos. Cuando despertaron se encontraron con un grupo de guerreros de Athkatla los cuales les dijeron que gracias a su ayuda habían podido recuperar esa posición frente al ejercito de orcos.

También les dijeron que esos orcos grises no eran de la zona y estaban masacrando a todas las tribus de los picos.

Prometiendo la ayuda del clan de Arhum Karak en caso de necesidad, los enanos volvieron al Sur.