gatovengador

19/01/2010 18:10:42

Ynrae llevaba meses esperando este momento, todo estaba dispuesto y entró al Templo de Lloth con paso firme para encontrarse con la Madre Matrona preparando un círculo ritual en el centro del mismo. En un extremo del templo un gigantesco elemental esperaba inmóvil, sujetando la insignia de la casa.

Observo de reojo el altar ungido por la sangre que ella misma había obtenido de un dragón y una ligera sonrisa se esbozó en su rostro mientras se mantenía firme detrás de Rhadra. Una finalizados los preparativos ambas observaron el círculo un instante tras lo cual la matrona le preguntó sobre el estado de la prisionera.

-Está en perfecto estado-, respondió la sacerdotisa de forma diligente. Se había encargado personalmente de eso, sanando todas sus heridas tras su captura al traerla de vuelta del abismo, y había dado ordenes de que nadie la tocase.

-Así será más divertido- añadió con una sonrisa. -¿Quiere que vaya ya a por ella?

Tras el asentimiento de la matrona se dirigió hacia el pasillo del templo del templo donde se encontró con el Gran Mago aguardando.

-Estate preparado- fue lo único que le dio tiempo a decir antes de que un guardia se les acercase diciendo que una visita reclamaba su presencia. No era momento para distracciones, pero tampoco quería tener moscones revoloteando alrededor mientras cumplía su objetivo, así que mando al Gran Mago al templo mientras se encargaba de su visita. Tras una conversación interesante volvió al templo para ver que Akhordia, Aunbryn y una de las novicias ya habían llegado. Tras supervisar a los a presentes bajó a por la prisionera.

Se la encontró sentada, meditando por lo que parecía, en absoluta calma. Ynrae volvió a sonreír, últimamente no lo hacía mucho, pero esperaba cambiar eso pronto.

-Se acerca el acto final- le dijo a través de los barrotes. La prisionera asintió y se levanto, irguiéndose con orgullo. La sacerdotisa ni siquiera intentó agarrarla, sabía que ella jugaría su papel.

-¿Te acuerdas de lo que te dije?- le preguntó mientras salía de la celda.

La mujer asintió una vez y ambas subieron al templo, donde el resto aguardaba. La guió hasta el centro del círculo ritual, hizo un gesto con la cabeza indicandole a Aunbryn que vigilase la puerta y espero.

Como bien sabía que haría, Rhadra le preguntó a la cautiva si tenía algo que decir antes de su final. Qué predecible eres, pensó la sacerdotisa.

La mujer, en el centro del círculo asintió y con signos increpó a la matrona y al resto de la casa de ser Elistritas. Nuevamente una sonrisa afloró en los labios de Ynrae.

-Me parece increíble que tengamos que ver tal testimonio en este templo- dijo la sacerdotisa alzando la voz, bajo la atenta mirada de Ym’Ulsveril, que aguardaba su turno. Para frustración de la sacerdotisa su acusación velada cayo en saco roto. La matrona sólo tenía ojos para la prisionera, e Ynrae suspiro por el dramatismo perdido. Así que mientras la prisionera era desnudada ella espero, y cuando Rhadra la arrastró al altar ella la acompañó. Atada de pies y manos como estaba, la prisionera no ofreció ninguna resistencia mientras que Ynrae apoyaba una mano en su vientre para que no se moviese. Vio como Rhadra se daba la vuelta hacia el altar, invocando la atención de la Reina Araña y dándole la espalda, su ultimo error.

Se giro hacia el Gran Mago que no le quitaba ojo de encima y le asintió. Las ordenes eran sencillas, sólo debía inmovilizar a Rhadra, pues ella era la única que podía ponerle dañarla, había invertido demasiado tiempo preparando el ritual y buscando los componentes. El arcano musitó una palabra de mando, y cuando esta acabó el mago tenía todas sus protecciones levantadas y la matrona estaba aplastada contra el suelo por una mano gigante.

La sacerdotisa desenvaino su espada con una sonrisa triunfal y miro al resto de los presentes que observaban la escena pasmados. Al no observar ningún reto en ninguno de ellos se giró hacia la inmovilizada matrona para percatarse que de alguna manera había conseguido entrar en santuario. Un gruñido de frustración salió de su garganta mientras el Gran Mago avanzaba.

-¡Sabes que no servirá de nada, tu vida acaba aquí, maldita inútil!- le gritó, mientras observaba como trataba de moverse bajo la forma de la mano.

Una serie de palabras y gestos del mago y las defensas de Rhadra cayeron, y la anclaron al plano material, pero que también hicieron caer el conjuro que le apresaba. El caos estalló. La sacerdotisa se abalanzó sobre Rhadra que trató de lanzar un nuevo santuario que fracasó por el ancla. Mientras que trataba de derribarla desató una tormenta de poder divino en el templo que debilitó su estructuro haciendo que los cimientos temblasen.

Ynrae presa de la rabia concentró su voluntad en un único conjuro que desató aniquilando inmediatamente a la matrona y a todos los que estaban alrededor. Tras unos instantes de silencio miró alrededor, encontrándose con la mirada de todos los presentes. Se volvió a girar hacia Rhadra y casi le escupió las siguientes palabras:

-No te creas que esto ha acabado para ti- y agarró el cuerpo inmóvil de la matrona y lo llevó hasta el altar, sustituyéndolo por el de la prisionera, muerta por el conjuro de la sacerdotisa. Ató el cuerpo empleando las ataduras de la difunta y tras comprobar la disposición del altar asintió.

Entonó una plegaria mientras gesticulaba que atrapaba algo al vuelo, que empujó al cuerpo de Rhadra. A pesar de su temor en ese momento el hechizo funcionó, y el cuerpo recobró la vida, y pudo disfrutar de la mirada de odio de la que fuese su matrona. Cogió la daga ritual que tenía preparada para la ocasión y fue cortando la ropa y la armadura del nuevo sacrificio.

-Espero que Lloth esté viendo lo que haces- dijo Rhadra con ira en la voz.

-Oh-, respondió la sacerdotisa, -realmente espero que así sea.

Una vez tuvo el cuerpo desnudo frente a ella clavo la punta de la daga sobre el esternón y sonrió al oír el gemido de dolor que escapo de la garganta de Rhadra.

A continuación Ynrae empleo la daga como una pluma y continuó el corte escribiendo una letanía a Lloth ofreciéndole el alma de su victima. Tan absorta estaba en este proceso que no vio al gigantesco elemental acercarse por su espalda hasta que fue demasiado tarde. El primer golpe del elemental sacudió el altar, y obtuvo como respuesta un conjuro de la sacerdotisa que le causo grietas en su superficie. El segundo golpe derribó el altar segundos antes de que la sacerdotisa lo deshiciese en pedazos con su segundo conjuro.

Cuando se calmó la sacerdotisa vio como el altar a la Reina Araña estaba volcado y mancillado. Un nuevo gruñido de rabia se formó en la garganta de Ynrae, acompañada por la risa histérica de Rhadra. Todos los preparativos que había hecho en el altar arruinados. El borde de la visión de la sacerdotisa se tornó rojo, agarró a su prisionera del pelo y tiro de ella hasta el centro del templo, al círculo que ella misma habría preparado. Irónico.

La medio lanzó contra el centro sin contemplaciones y se puso encima, apoyando la rodilla acorazada directamente en el cuello de la matrona y prosiguió con los cortes. Rhadra intento zafarse una vez más pero Ynrae estaba bien afianzada encima y no relajó su presa.

-No querras que se me vaya un corte -comentó mientras seguía con su tarea.

Para cuando terminó el tronco de la crow estaba cubierto con una letanía en sangre, que Ynrae inspeccionó con detenimiento. Finalmente se incorporó quedando de rodillas junto a su victima. Con la destrucción del altar ya no podía llevar acabó todo lo que pretendía, y la estructura del templo estaba dañada no sabía hasta que grado. Hora de acabar este espectaculo, pensó.

Sacó un frasco de ácido que procedió a ir vertiendo sobre las cortes a medida que recitaba lo que en ellos había escrito, ignorando los jadeos que venían de su pergamino improvisando. Cuando acabó la letanía volvió a coger la daga ritual y la alzo.

-¡Lloth, acepta este sacrificio, para que una nueva era empiece en esta casa, y que con ella aumente tu gloria y el temor de tus enemigos! –exclamo la sacerdotisa.

Y con fuerza y precisión la daga bajó hasta clavarse en el pecho de Rhadra. Con un giro de muñeca y un crujido arrancó el corazón del cuerpo, de forma que la difunta matrona viese como daba dos latidos antes de morir.

-Alabada...sea... Lloth...- fueron las últimas palabras que salieron de la boca de Rhadra.

Alabada sea, pensó la sacerdotisa mientras se dirigía a la estatua de Lloth con el caliente corazón en la mano, y lo arrojó por el agujero al abismo que había frente a ella. Luego se giró hacia los supervivientes, para notar a su espalda como un chorro de fuego emergía del abismo.

Instintivamente la sacerdotisa se puso de rodillas, y mirando al suelo, mientras una figura tomaba forma en el centro de la sala, cuando el ser se acabó de formarse, la sacerdotisa la reconoció como una de las Doncellas de Lloth, un Yocloth, un demonio sin forma definida con ojos y tentáculos emanando de él, que actuaba como la voz de Lloth para mostrar su satisfacción... o ejecutar sus castigos.

Cerril

24/01/2010 23:51:07

La reunión trascurrió algo mas tensa de lo que había planeado la drow, sobre todo ante la sorprendente revelación.

Pero había aceptado el trabajo con dos condiciones, una... el pago no se sabría hasta la finalización del trabajo, y la segunda y mas importante... la firma de la artesana aparecería en el mismo.

Sabia que era capaz, y lo mas importante, sabía que podía sacar tajada de la cuarta casa...

gatovengador

27/01/2010 12:33:21

La Matrona observó durante un instante al drow con túnica negra y dorada que había frente a él, arrodillado y mirando al suelo. Detrás de este aguardaba uno de sus capitanes con su cimitarra desenfundada, sin moverse un ápice.

La matrona dio la espalda ambos y ascendió hacia la estatua de Lloth.

-¿Así que crees ser digno de llevar los colores de mi casa? -le preguntó esta.

El jaluk no levantó la vista.

-Me señora, siento el que mi vestimenta haya podido confundirse con la de sus guardias.

La drow esbozó una sonrisa en sus labios perfectos. Se giró hacia él y le miro nuevamente.

-Él -señaló a Aunbryn- es uno de mis capitanes.

Luego volvió a darse la vuelta, observando la efigie de la Reina Araña.

-Por esta afrenta podría quitarte la vida, pero serías un pobre sacrificio a Lloth.

"Capitán -añadió-, arrancalé la ropa y cortale la mano, y sacalo de aquí.

Escuchó el movimiento de la armadura del capitan de las espadas sortilegas y con satisfacción oyó como se rasgaba la ropa y escuchaba el caracteristico sonido de un filo atravesando carne y hueso.

Se giró nuevamente para ver como el jaluk se había desmayado e indicó a dos guardias que le sacasen de la casa. Luego se acercó a su capitán.

-Señora, ¿se me permite hablar? -preguntó él. La matrona asintió.

"Parecía arcano -prosiguió el espada sortilega-, ¿no habría sido mejor castigo el cortarle la lengua?

La matrona negó.

-No, quiero que se sepa lo que hizo, y las consecuencias de ello -dijo con una sonrisa.

-¿Y se quedará con el recuerdo para su colección? -preguntó el drow mirando la mano.

- Por supuesto -contestó extendiendo la mano. El capitán le tendió la mano y ella la guardo en un bote con un liquido parduzco.

gatovengador

16/02/2010 00:28:06

La matrona levitó gracilmente por el tubo hasta la última planta. Los acontecimientos recientes hacían que todo se hubiese vuelto mucho más interesante, y no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa, cosa que ultimamente hacía con mucha frecuencia. Se recriminó a si misma por ella, pues sabía el precio de la autoindulgencia.

Una vez en la última planta se posó con suavidad y observó a los trabajadores y esclavos que se afanaban en las obras de reestructuración de la casa, realizada con la intención de dar una mayor preoponderancia a Lloth en la casa. Ahora mismo gozaban de su pleno favor, y no debían de descuidar ese aspecto, pues era muy consciente de lo volatil que podía ser.

Llegó a la sala del trono y ocupó este. Fue a coger el libro que estaba leyendo pero lo dejó finalmente a un lado. No se sentía con animo de estar a la espera, aunque no le quedaba más remedio. La Reina Araña les había guiado al centro de algo, algo grande, aunque todavía no tenía ni idea de su magnitud, e iba a ser complicado averiguarlo directamente. Había dado ordenes precisas a sus capitanes, lo que le dejaba esperar... y esos es algo a lo que no estaba muy acostumbrada.

gatovengador

23/02/2010 01:04:58

Las obras habían finalizado, y el nuevo altar estaba en su sitio, en el centro de la casa. Aun tenía que hablar con la artesana del precio, pero sin duda era la maravilla que esperaba.

Ahora había trasladado el trono al templo, pues era donde debía estar. Las decisiones de la casa se tomarían delante de Lloth, y para su mayor gloria.

Ahora sólo le ocupaban dos cosas la mente... con quién estrenar el altar, y qué implicaba exactamente lo que el archimago le había informado sobre la insignia que bailaba ahora entre sus dedos.

Al menos para la primera tenía un candidato perfecto.

Cerril

23/02/2010 22:55:42

//Siento la tardanza.

El altar se erguía majestuoso frente a los presentes, mientras la artesana ultimaba los últimos toques y ponía su firma en una de las patas delanteras...

La imponente estructura se componía de ocho hermosas patas de araña, sobre las que descansaba una plataforma octogonal.

Sobre ella se erguía una estructura que asemejaba con todo lujo de detalles el vientre de una gigantesca araña, que se fundía con la estructura de la plataforma.

Finalmente sobre el vientre, coronando el altar, se erigía la efigie de una hermosa drow, que parecía emerger del vientre de la araña.

Su postura, con los brazos abiertos, como demandando algo.

Su rostro hermoso, pero de duras facciones, estaba mirando directamente al lugar donde debía colocarse el sacrificado.

Todo el conjunto estaba creado en la mas pura adamantita, que brillaba mortecina bajo la luz de los fuegos fatuos...

Una verdadera obra maestra.

gatovengador

08/04/2010 21:48:38

El varón estaba arrodillado frente a la Madre Matrona, que se erguía con soberbia frente a él, con el látigo de serpientes siseantes a escasos centimetros de su cara.

- ¿Quién gobierna esta casa, jaluk? -preguntó con voz autoritaria la hembra.

- Vos, mi señora -respondió el varón intentando ocultar como le temblaba la voz.

- Y si es así ¿por qué se desobeden mis ordenes directas? -inquirió la matrona sin apartar la vista del pobre drow.

Este dio una explicación intentando desviar la atención de la matrona que la dejo pensativa.

-Nadie en esta casa hace nada si no es mi voluntad ¿has aprendido la lección? -dijo pasados unos momentos.

El varón asintió sin levantar la mirada de los pies de la hembra que estaba enfrente suyo.

-Yo creo que no -y con una sonrisa cruel en la cara golpeó con el látigo dejando que las serpientes mordieran al desgraciado en la cara. -La letra con sangre entra.

La hembra se agachó y cogió de la barbilla al varón, dejando que la sangre se deslizase por sus dedos.

-Esta vez he sido muy mágnanima, no lo olvides -dijo antes de soltarle empujandole hacia atrás. -La próxima vez que alguien desobedezca una orden mía será inmediatamente sacrificado a Lloth por la ofensa.

gatovengador

29/12/2010 15:48:02

Tres hembras entraron en el templo, tres sacerdotisas imbuidas por el poder de Lloth. El templo era sencillo, poco recargado, y hermoso por ello en un sentido que los templos de otras casas de mayor poder no llegaban a alcanzar con toda su opulencia.

En el templo sólo aguardaban tres figuras, dos en el centro, delante del altar, y la tercera se mantenía en un segundo plano. Fue está la que sorprendió a la hembra que avanzaba en primer lugar. Las otras dos era evidente que iban a estar presentes, pero la tercera no encajaba ahí. Los pelos de la nuca se le erizarón.

Se dirigió a las dos hembras del centro de la sala y les hizo una reverencia con la cabeza en señal de respeto, mientras que su hija, detrás de ella, se arrodillaba sumisa.

-Vendui, matrona- la saludo con una sonrisa una de las dos mujeres, de apariencia menos severa que su compañera, y menos demacrada-. Hacía tiempo que te esperaba.

La hembra asintió.

-Dirigir una casa como la mía ocupa demasiado tiempo, matrona -se disculpó con voz queda. No tenía muy claro a cuál de las dos hembras temer más.

-Aaah, sí, tu casa...-repuso su interlocutora. -Precisamente de eso queriamos hablar. Se oyen rumores, inquietantes.

La hembra torció el gesto, y miró a aquella que se mantenía en alejada del grupo. Ésta seguía la conversación con una una expresión totalmente neutra. Ya ajustarían cuentas cuando acabase esto.

-No hay que hacer caso de las habladurías, no son más que eso- contestó en un tono más defensivo del que le gustaría.

-Son signos de debilidad -hablo la otra drow, de aspecto ajado, con voz tajante y deje de superioridad. La matrona tembló lo justo antes de recuperar la compostura.

-Pero no te preocupes -volvió a hablar la otra. -Nos aseguraremos de que tu casa te sobreviva.

La hembra abrió la boca en gesto de sopresa al oir un golpe sordo su espalda. Se giró y vio el cadaver de su hija, degollado. Detrás de ella, la Suma Sacerdotisa que las había escoltado la observaba sin emoción alguna asomandose en el rostro, con una afilada daga en la mano.

-¿Cómo osais? - chilló presa del pánico. Empezó a invocar el poder de su diosa para desatarlo sobre los presentes, pero al acabar la plegaria, para su horror, no ocurrió nada. Y entonces la mujer que se había mantenido en segundo plano avanzó.

-Has perdido el favor de la diosa, no eres nada- la dijo con voz rabiosa. Entonó un cantico mientras señalaba a la aterrorizada hembra y un rayo de energía oscura surgió de su mano, desintegrando a la mujer.

Se hizo el silencio en la sala hasta que la mujer de la sonrisa, que no había perdido en ningun momento, lo rompió.

-Creo que tenemos tiempo para un té, ¿no creeis, queridas?