Dilvish

18/07/2005 22:00:01

Las espadas de la exploradora de la Casa Oblodra brillaban envueltas en llamas, mientras arrancaban trozos del cuerpo del último micónido en pie.

Después de varias misiones de patrulla, he aprendido a confiar en la habilidad de Saara como guía en los túneles de la infraoscuridad y en sus capacidad en el combate. Todavía hoy me sobresalto a veces cuando aparece de la nada a mi espalda y susurra .- "Vendui, Ilkar..."

Siempre me queda la duda de si me enteraré el día que decida que soy un obstáculo o cuando, Lloth no lo quiera, deje de ser útil a nuestra Casa.

El cuerpo del micónido se estrelló con un golpe sordo contra el suelo de la caverna. - "¿Conoces la superficie, Ilkar?.- preguntó mientras enfundaba sus armas.

- "No".- contesté. La mera idea de conocer ese lugar infernal lleno de enmigos y coronado por la esfera de fuego que quema los ojos me atraía del mismo modo que me infundía pavor. Saara me guió por la infraoscuridad atravesando con sigilo el territorio de muchos de nuestros enemigos.

- "Espera".- me dijo de repente. "A la izquierda esta la salida, te haré invisible, pero has de darte prisa pues el efecto es limitado".- me explicó. Yo asentí inclinando levemente la cabeza. Tenía que ser capaz de hacerlo. No en vano el Archimago Tayler me había tomado bajo su tutela junto al Maestro de Armas Derion.

Atravesé a la carrera los pasajes esquivándo enemigos por doquier. En una de las esquinas de los pasadizos un rothé apareció de improviso, obligándome a dar un salto y, con una pirueta, superarle por arriba. Al alcanzar la salida a la superficie, Saara me estaba esperando.

- "Bien hecho, varón".- me recibió, "Debe ser de noche, pues no veo luz alguna". No sabía en ese momento a que se refería, en Melee-Magthere había estudiado lo que era el día y la noche, pero nunca fui capaz de imaginármelo durante las clases. De repente alzó una mano en inequívoca señal de alto. Delante de nosotros se encontraba una tribo orca acompañada de varios ogros armados con garrotes...

No duraron mucho y al terminar, la única sangre que cubría nuestras armaduras era la sangre orca. - "Vamos".- me indicó Saara. Las horas de estudio clandestino en mis habitaciones de la Casa Oblodra habían dado su fruto y era capaz ya de lanzar conjuros mediante pergaminos y varitas. Saqué de mi mochila un pergamino y entoné en voz alta las palabras arcanas. Sentí el arte fluir a través de mi y mi estoque derecho estalló en llamas.- "Estoy preparado... te sigo".

Nunca había sentido tal sensación de desorientación. No tenía un techo sobre mi cabeza que sirviera de guia, ni en el que buscar posibles escondrijos o enemigos ocultos... pero es hermoso, mucho y mi odio hacia los darthirii creció hasta ser lo que todavía siento hoy. Quiero matarlos a todos, quiero que su recuerdo se borre de la faz de Toril, quiero que los humanos sufran por ser sus aliados, quiero que paguen por habernos quitado lo que por derecho nos corresponde.

En ese momento encontré el sentido de mi vida.