REO-Auron

19/07/2005 19:38:00

[i:091dd5b3c5]El Khanduq. Dominio de rateros, bribones y gente de la peor calaña. Y no por casualidad. Aquí se concentran la mayor parte de gremios y cofradías de ladrones de Puerto Calim, un lugar donde la guardia de la ciudad no tiene poder alguno y donde ningún ciudadano de bien se atrevería a entrar.

No muy lejos de allí, una figura se deslizaba a gran velocidad a través de los riscos desérticos cercanos a la ciudad. El sol empezaba a declinar en el horizonte y la oscuridad comenzaba a extender sus dominios.
Los tonos oscuros eran predominantes en su indumentaria. Su exótico atuendo estaba formado por una cota de malla ligera que se abría sugerentemente desde debajo del cuello hasta el abdomen, revelando ampliamente cual era el sexo de la figura. Llevaba unos ceñidos pantalones cuyas costuras estaban abiertas en el costado externo de los muslos, y finalizaban en unas botas largas metálicas que no hacían un solo sonido al caminar, al igual que la cota de malla. Llevaba el brazo izquierdo totalmente cubierto como si de un guerrero acorazado se tratara, destacando la hombrera con cuchillas de ese lado. El brazo derecho era otra historia. Lo llevaba completamente al descubierto, y tan solo el mitón de cuero de la mano rompía ese orden. Del cinturón colgaban un par de pequeñas bolsas, y a ambos lados de la cintura descansaban dos fundas con sus curvadas armas dentro. De la parte trasera del cinturón colgaba un faldón. Una capucha completaba el cuadro. Y la piel de ébano de la figura contribuía a darle una apariencia casi espectral.

Desde su escondite en los riscos vio como se alzaba la noche. La hora de trabajar.
Se echó un manto alrededor que la cubrió por completo y comenzó a descender en dirección a la ciudad, pero no en línea recta, sino desviándose hacia un lado de los muros. Se aseguró de que nadie la hubiese visto, aunque era innecesario. Un observador atento no habría podido verla hasta no darse de narices contra ella.
Cuando llegó al lugar que buscaba, sacó una insignia de una de las bolsas, la insignia de la casa Despana de Rilauven, el único vínculo con su anterior “yo” que le quedaba. El objeto había perdido su poder mucho tiempo atrás y a veces se preguntaba por qué seguía conservándolo. Volvió a guardarlo y estudió con la mirada el muro agrietado que tenía delante. Con agilidad felina, trepó de grieta en grieta hasta alzarse a lo alto del muro. Vio con satisfacción que había elegido correctamente la zona, pues bajo ella se alzaban las casuchas del Khanduq. Sin pensarlo dos veces, saltó al tejado más cercano y de ahí dos tejados más lejos, haciendo el mismo ruido que hace una pluma al caer. Observó la taberna al otro lado de la calle. Saltó al callejón sin que nadie se percatase de su presencia y se introdujo en el establecimiento.

Como toda buena taberna del Khanduq, era un tugurio de mala muerte. A un lado, un grupo de bribones jugaban a las cartas. La recién llegada necesitó solo esa breve mirada para darse cuenta de que algunos de los bribones llevaban cartas escondidas. En el otro lado de la taberna, un par de borrachos discutían en voz alta sobre quien de los dos había matado más dragones en su vida. Un tercer borracho dormitaba plácidamente con la cabeza hundida en el plato que tenía delante.
La mujer embozada se dirigió directamente a la barra. Se apoyó en ella y esperó a que el dueño reparara en su presencia. El hombre, rechoncho y de aspecto sucio y desaliñado, se acercó a la nueva clienta.

-¿Qué va a ser? –preguntó el hombre.

Como respuesta, la mujer alzó la cabeza, permitiendo al hombre ver algo mejor las facciones de su cara.
El hombre no sabía si sorprenderse más por el color de la piel de la mujer o por los dos ojos carmesíes carentes de brillo y vida que le miraban fijamente.

-¡Leyla! ¿Cuándo has vuelto a la ciudad? –dijo el hombre en voz baja.

Ella hizo un movimiento con la cabeza, señalándole la puerta del almacén.

-Oh, sí. Por supuesto. Sígueme. –dijo el dueño del local dirigiéndose al almacén.

Entraron ambos, y cerró la puerta con llave, dejándola en la cerradura. La mujer se retiró la capucha, dejando a la vista sus oscuras facciones y su melena color platino recogida en una coleta. El tabernero reanudó la conversación, eligiendo con cuidado sus palabras.

-¿Qué te trae de vuelta a Calim? Ha pasado mucho tiempo desde tu última visita y ahora la seguridad es mayor. –dijo el hombre.
-Tuve algunos problemas bajo tierra. Ahora estoy solo de paso. Negocios. –contestó ella. -Y necesito que me hagas un favor.
-¿Y en qué puede ayudarte a ti este humilde tabernero? –replicó suavemente el hombre.

El hombre estaba algo nervioso. En el pasado, la mujer había habitado un tiempo en Puerto Calim, y había ido en ocasiones a su taberna en busca de información. La mujer nunca le había perjudicado en ninguna forma, pero siempre se alteraba ante sus visitas. Un drow es un drow.

-Necesito contactar con una cofradía del Khanduq. Tengo más trabajo entre manos, y no puedo quedarme, sin contar con la actual seguridad del resto de barrios de la ciudad. Y quiero que seas tu quien haga de ojos y oídos para mi. –explicó la mujer.
-¿Cualquier cofradía, o buscas una en particular? –inquirió el tabernero.
-El Loto Negro. –dijo ella secamente.

El hombre notó un nudo en la garganta. La mujer advirtió el cambio en la cara del hombrecillo.

-Serás recompensado adecuadamente. Tan solo tienes que prestar atención a los clientes. En una taberna se oyen muchas cosas. Cuando sospeches que alguien es miembro del Loto Negro, desliza suavemente mi ofrecimiento para contactar. –propuso ella.
-Un segundo. No quiero meterme en problemas con ninguna cofradía. ¿Para qué quieres contactar con ellos? –dijo tembloroso el hombre.
-No temas. Sólo quiero concertar una reunión entre sus jefes y el mío. –añadió la asesina. -No corres peligro alguno… mientras seas discreto. Y el oro que recibirás compensará ampliamente las molestias.
-¿Acaso tengo otra alternativa? –pensó el tabernero.

Por la expresión del hombre, ella adivinó en que pensaba, y le arrojó un pequeño saco a los pies para ayudarle a decidirse rápido.

-Ahí tienes un adelanto. Cuando vuelva dentro de unas cuantas dekhanas tendrás el resto ¿Tenemos un acuerdo? –preguntó ella mientras se colocaba la capucha y se giraba para dirigirse a la puerta
-¿Y si para entonces no he encontrado a nadie? –preguntó el hombre.

Leyla ya le estaba dando la espalda mientras abría la puerta con la llave, pero giró la cabeza para contestar a la última pregunta. Le miró con ojos inquisitivos.

-Estoy segura de que eso no será un problema. Quizá ya conozcas a alguien. –añadió sarcásticamente.

Terminó de girar la llave y salió del almacén y después de la taberna, volviendo a perderse entre las sombras de la noche. El tabernero se quedó dentro del pequeño cuarto pensando en la mujer. En realidad le caía bien y la consideraba algo parecido a una amiga. Todo lo amiga que puede ser alguien que te despedazaría si le dieses la más mínima razón para ello.
Luego abrió el saco y vio el oro. Su cometido ya no le parecía tan peligroso.[/i:091dd5b3c5]

VL

24/07/2005 02:52:12

Yaron iba borracho, para variar. Torpemente abrió la puerta de la taberna y el calor del establecimiento por poco le hace desmayarse en el umbral. En aquel momento un enano estaba propinando un puñetazo a otro al parecer porque le habia quitado un collar. El enano trastabilló y cayó a los pies del clérigo, que pese a su embriaguez, propinó al caido una patada en los dientes que salieron disparados por todo el local.

-Hazte otro con sus dientes -dijo con sorna el clérigo-

Los parroquianos vieron la entrada del clérigo y agacharon la cabeza sobre sus jarras haciendo ver que no habian visto nada del incidente. Se acercó al tabernero que aguardaba nervioso en la barra al cyrista con una jarra de la mejor cerveza sembiana.

-Hola señor Trent, es un placer tenerle aquí de nuevo... esto... tenga -el posadero mirando al suelo entregó la jarra al clérigo-
-No puedo decir lo mismo por mi parte -dijo el clérigo en tono severo-
-Verá señor... en su ausencia, alguien pregunto por vos...

El clérigo se giró bruscamente y agarró al tabernero por la pechera de su andrajosa camisa

-Quién? -dijo Trent lanzando una mirada furtiva a toda la estancia- Vamos a otro lugar... hay demasiados ojos curiosos aqui.

El pobre tabernero temblaba de pies a cabeza mientras abría la puerta de la bodega

-Verá señor Trent, vino una drow... Leyla mi señor... antigua conocida de esta casa y del barrio...
-Drow? que busca? -dijo foribundo el clérigo llevandose una mano a la perilla para atusarsela-
-Les busca a "ustedes" señor Trent... no sé si me entiende...
-¡Claro que te entiendo memo! -gritó el clérigo- Has hecho bien en decirmelo tabernero, y como recompensa, me llevaré la recaudación, ya sabes por la proteccion que ofrecemos en tu establecimiento...
-Ep ehhh esto...-tartamudeaba el posadero- si claro mi señor, es todo suyo, tome tome... pero por favor no me mate, soy un buen empleado -dijo el tabernero juntando las manos a modo de súplica-
-Jejeje no lo haré estúpido (de momento...) -pensó para sus adentros el cyrista mientras se llevaba la jarra de cerveza a la boca-

Yaron abandonó la taberna cabizbajo meditando que podría querer aquella drow de la Cofradía. Había que estar alerta, sabía de sobras cuan traicionero puede ser un drow.

-(Así que nos busca una drow... que querrá?, creo que los más indicados para esta labor serán los hermanos... si ellos serán los más adecuados para entenderse con gente de esa ralea... pero primero informaré al Consejo para que me den el visto bueno para la entrevista...

REO-Auron

24/07/2005 17:47:56

[i:99d2a3d7e3]-Estúpido elfo desconfiado – gruñó la asesina.

Su acompañante asintió en silencio.

-Pero de momento esto nos servirá. Ahora es cuestión de tiempo – dijo más confiada.
-¿A qué te refieres? Ese maldito darthiir no nos ayudará. Solo conseguiremos que revele nuestras intenciones. Deberíamos haberlo matado – protestó el drow.
-Muerto no nos sería útil. En principio solo pensé en interrogarle, pero fue una suerte que ese tipo estuviese familiarizado con los bajos fondos – razonó ella.
-Ese es el problema. ¡Los avisará! – dijo él exaltado.
-Calma, mi impulsivo amigo. Eso es exactamente lo que queremos – dijo sosegadamente.

El varón adquirió una expresión de desconcierto. Cuando la mujer le vio, prosiguió con su explicación.

-Tienes razón en que no nos ayudará. Esa cofradía inspira bastante respeto entre los que la conocen. La reacción de mi contacto en Puerto Calim fue similar cuando mencioné el nombre del Loto Negro. Tampoco creo que vaya a ayudarnos… al menos de la manera en que ellos piensan que podrían ayudarnos –afirmó satisfecha. –Están entre dos fuegos, pero para un habitante de Puerto Calim es más palpable el peligro de esa cofradía. Es obvio que preferirán poner bajo aviso al Loto Negro sin avisarnos a nosotros. ¿Y cual es nuestro objetivo? Contactar con el Loto Negro.

Su compañero empezaba a entender.

-Quieres llamar su atención, ¿no es así? – inquirió él.
-Precisamente. No creo que pasen por alto que unos drows están buscándolos. Y si nuestro amigo elfo también decide ponerles bajo aviso, será imposible que no reaccionen ante una información que llega por dos vías diferentes – aseguró.
-¿Y qué ganamos de esta forma? Avanzaríamos más rápido investigando en la ciudad, como sugirió el elfo – propuso el varón.
-Ganamos varias cosas. Por un lado nos evitamos el problema de la guardia de la ciudad. No sabemos cuando tiempo podría llevarnos averiguar lo que queremos. Además, no podemos perder el tiempo en la ciudad, tenemos más cosas que hacer.
Por otro lado, para cuando se produzca el encuentro, nos será más propicio que sea en un lugar neutral. Si buscamos en la ciudad, estamos en su terreno.
Y por último, recuerda que queremos contactar solamente. Esto no es un asesinato en el que la víctima no debe enterarse hasta que no es demasiado tarde. Solo queremos hablar – explicó la asesina.
-¿Y el otro tipo? Ese mago… ¿qué sitio tiene en nuestros planes? – preguntó él.
-Una molestia. Su aparición fue casual. Mátalo si es eso lo que te preocupa. – dijo ella secamente.
-¿Y el mensaje de ese Laeril? – recordó. –No tenemos ninguna razón para hacer lo que nos pidió.
-Muy al contrario. Tu tienes mejores relaciones en Menzoberranzan, al menos mejores que las mías – se detuvo un segundo sonriendo. –Dale el mensaje al archimago Oblodra, e intenta sonsacar a cambio quien es la mujercita del elfo. Por lo que dice el mensaje, él debería saberlo.
-¿Qué tienes pensado para ella? – dijo él mientras acariciaba su kama pensando en alguna cruel diversión.
-¿Recuerdas nuestra conversación de hace unos días? Como dije, estamos solos, y es estúpido confiar en nadie más. Ese elfo está enamorado, y no hay mayor debilidad. Podríamos utilizar a su mujercita para controlarle en el futuro… - propuso ella sin mostrar sentimiento alguno.
-Buena idea. Pero ahora tú tampoco estás sola. ¿No es una debilidad el que trabajemos juntos? – señaló él inteligentemente, sabiendo que tocaba un punto flaco en la guardia de la asesina.
-Cariño –dijo ella sin inmutarse mientras pasaba su mano por la mejilla del varón. –De mi solo puedes esperar una muerte rápida si, voluntaria o involuntariamente, llegas a convertirte en un obstáculo.

Ella dio media vuelta y comenzó a andar. Él esperaba esa respuesta, pues el sentimiento era mutuo.

-Informaré al jefe. Tu reúnete con el archimago Oblodra – dijo la mujer sin siquiera volverse a mirarle.

El hombre no contestó, y se limitó a seguir su camino. La voz de la mujer le detuvo de nuevo. Se giró, aunque no pudo ver donde estaba ya.

-Sé que no te gusta contactar con seres de la superficie, Dunel. Pero tranquilo. Cuando todo haya salido como deseamos, podrás desquitarte. Al fin y al cabo, aunque nuestra intención desde el principio haya sido que nos traicionen, no quita que esas pequeñas indiscreciones merezcan un castigo… - pronunció la enigmática voz.

El asesino sonrió y siguió su camino.[/i:99d2a3d7e3]

VL

29/07/2005 22:04:29

[i:885c1531a4]Yaron llegó a la pequeña capilla dedicada a Cyric de la Cofradia y se postró en el suelo rezando al Señor de las Mentiras por más de una hora. Necesitaba un par de conjuros para hablar con sus emisarios. Tras rezar ejecutó los conjuros y aguardó en la oscuridad de la cripta a su llegada. Tardaron poco, y el clérigo decidió recibirlos con un conjuro que iluminó la habitación con un tenue color púrpura, mientras de las cuencas de los ojos del símbolo de Cyric brotaban unas llamas rojas que daban un aspecto aterrador a la pequeña cripta.

-Saludos hermanos Jaelre...-dijo el clérigo que se incorporó del suelo mientras miraba las dos delgadas siluetas que entraban a la estancia-
-Vendui -dijeron al unísono-
-Tengo que pediros un favor estimados amigos, la Cofradía ha recibido información, al parecer una drow está buscándonos, Leyla...
-Leyla? Dejame pensar... No la conozco, nuestras visitas a la Infraoscuridad han sido pocas querido Yaron, lo que puedo asegurarte es que no pertenece a nuestra familia -dijo el macho drow mientras la hembra asentía con un gesto leve con la cabeza a las palabras de su hermano-
-Bien, seréis vosotros quienes contactareis con ellos, seguro que os entendeis mejor que yo... si estuviese nuestra Maestra de Asesinos sería ella la encargada de ir a verlos, a buen seguro que ella la conoce...
-Está bien -susurró la drow, mientras se abrochaba un par de botones de su túnica al ver que distraía la atención del clérigo que la miraba con ojos libinidosos- Iremos.
-Bien, agradezco profundamente, en nombre del Loto Negro vuestra cooperación, seréis recompesados.
-A nuestra familia le complacen los tratos con tu gente clérigo, te lo debemos.
-Esta bien, pero antes debo averiguar quien es esa drow, no nos precipitemos -dijo el clérigo mientras se iba al fondo de la sala y destapaba un espejo cubierto con una tela de seda púrpura- debo hablar con alguien -el clérigo comenzó a musitar una lenta letanía sacrílega de forma ininterrumpida mientras poco a poco aceleraba el ritmo de la misma-

De repente, la superficie del espejo empezó a dibujar una neblina y poco a poco, la imagen borrosa que se dibujaba en ella tomo consistencia. Un elfo oscuro miraba al trío que permanecía en silencio en la cripta de Cyric. Una media sonrisa se dibujaba en su rostro. El drow, que llevaba un enorme sombrero lleno de plumas se quitó el mismo y dejó ver su calva mientras inclinaba el mentón a modo de saludo. Con el único ojo visible que tenía, pues en el otro llevaba un parche, guiñó a sus interlocutores y dijo a Yaron:

-Vaya cuanto tiempo... que puedo hacer por ti? -los hermanos drow se miraron el uno al otro y a la par se dijeron a sí mismos que aquel era el drow más peculiar que jamás habían tenido la ocasión de contemplar-



//Bueno, en una ocasión Yaron se encontró con Jarlaxle, y estuvieron roleando un tiempo, si Azlin que lleva el tema de Bregan no le parece bien que lo diga y lo arreglo, venga que esto se pone interesante xD. Un saludo[/i:885c1531a4]