ArkasLynvail

20/09/2010 19:43:24





[i:c91e1106d8]El ocaso, en el distrito de las criptas nacen los cánticos desde hace tiempo ya a estas horas. Las viejas puertas de la catedral se abren de par en par para dejarmos paso a mi y a mi compañero Senekt junto a Úlfer, clérigo de Kélemvor. Úlfer sale con paso ceremonioso y taciturno envuelto en una suave luz blanca mientras nosotros le seguimos de cerca. No avanzamos mucho cuando toca realizar la primera acción de nuestra tarea, tres zombies se aproximan a nosotros lentamente; resultaría casi cómico su forma de avanzar si no fuese la oscura energía que les da vida. El padre Úlfer asiente y me adelanto a él. Amo esta sensación, cuando la energía de Kélemvor recorre mi cuerpo y se desata contra los que deberían estar en el descanso eterno, una columna de luz y fuego desciende del suelo; siento su calor, su luz ilumina la plaza oscura y los tres muertos vivientes se deshacen en cenizas que lleva el viento. Sin duda he mejorado, los tres de una sola oración, el señor de los muertos estará orgulloso de mi.

Las criptas comunales tampoco son un gran desafío para Senekt y para mi, aún somos novicios pero ya nos falta menos para ascender a clérigos, la resposabilidad de acompañar a Úlfer a limpiar esta zona nos ensalza ante nuestro dios.

Y ya estamos otra vez fuera, en esta ocasión es posible que el clérigo no necesite realizar muchas oraciones, estoy repleto de energía y Senekt parece que también. Como siempre que llegamos a este lugar, vemos al fondo la casa espectral, cuando la vi por primera vez sentí una oleada inmensa de terror que sólo pudo reprimir la mano firme del sacerdote que me acompañana, ahora sólo me inspira respeto por el enorme poder que exhala y dolor por todo el sufrimiento que le provoca a mi señor... pronto será el día en que esa tierra sea nuevamente sagrada.

Es hora de bajar. Las escaleras son angostas y si no fuese por la luz del maestro no acertaríamos ni a ver nuestros pies. Son treinta escalones ni uno más ni uno menos los que se descienden para llegar a la cripta burguesa. El recibidor es amplio y Senekt avanza de primero, oigo sus oraciones y los muertos vivientes caen deshechos, sé que será un gran sacerdote. Se gira hacia nosotros con una sonrisa de satisfacción en la boca... ¿qué ocurre? Úlfer está quieto. La sonrisa de satisfacción de Senekt se transforma en un grito de dolor cuando veo asomarse por su vientre una espada que desprende fuego, un nomuerto tan alto como él ha aparecido de la nada. Senekt cae hacia mi pero antes de llegar a mis brazos una oración de Úlfer ha sanado la herida que sería mortal. Siento frío, mucho frío y ganas de gritar. La oscuridad ha desaparecido, la luz de Úlfer nos muestra decenas de muertos vivientes que se aproxima hacia nosotros. Las oraciones de Úlfer apenas dañan a nuestros enemigos. Un grito de "¡Cuidado!" sale de su boca cuando tres espadas surgidas del vacío lo atraviesan. Cierro los ojos y los abro, no puede ser real. Ante mis ojos, Senekt grita de dolor, varios seres están sobre sus piernas mientras le arrancan a dentalladas la carne. Grito. Grito. Grito. Salgo corriendo escaleras arriba. Atrás suenan los gorgoteos de mi padre y mi compañero al intentar hablar, el desgarre de su carne al separarse y el crujido de sus huesos al romperse. Trastabillando y murmurando las plegarias de protección que conozco salgo de la cripta. La catedral. Debo llegar. Un dolor lacerante atraviesa mi pierna derecha. Sigo corriendo. Un murmullo nace de la oscuridad que me rodea. Sigo corriendo. Corro. Quiero correr pero las piernas no me obedecen. Quiero mirar atrás pero no gira mi cabeza. A unos metros de mi están las puertas de la catedral, sólo 5 segundos habrían bastado para que las atravesase. Siento dolor. Me caigo al suelo. Siento como manos putrefactas se deshacen al abrir mi carne. Sólo quiero gritar, pero no puedo. Mis ojos siguen abiertos mientras puedo ver como se cierran las puertas de la catedral de Kélemvor. Juez de los condenados mi alma se aproxima a ti.[/i:c91e1106d8]