MasojHunett

24/10/2010 09:31:39

[i:6db3a37a0f]El Muzad era un lugar donde los más curiosos y menos cautos se adentraban para no volver. Restos de la antigua Calimport, con sus adoquines ahora desgastados todavía conservados y estructuras de diferentes materiales conformaban una pequeña "población" bajo el alcantarillado de la Joya del Desierto.

Lugar de convictos, prostitutas y adeptos de Shar, el Muzad era uno de esos lugares que no se pueden tomar a la ligera.

Hacía ya unas horas que Deivid se había separado del grupo de Mystritas y Abd se había visto forzado a seguirle oculto aprovechando las sombras naturales que otorgaba el lugar.

[color=blue:6db3a37a0f](Sin duda un lugar hostil para ir tan directos Deivid...)[/color:6db3a37a0f].- Pensó Abd mientras observaba detrás de una estalagmita como el arcano se presentaba y pedía información sobre la criatura que buscaban a uno de los miembros de la secta.

Evidentemente lo que parecía una colaboración no era más que una trampa y Deivid se adentró en el recinto de los Sharitas donde fue recibido de una manera poco sútil. Los diez guardias que estaban en el patio central y tras una orden del líder se avalanzaron sobre Deivid dandole un brutal paliza.

Abd permanecía oculto,observando desde detrás de un muro y se vio obligado a retirarse hacia los callejones más profundos de aquellos bajos fondos,buscando una alternativa para sacar a Deivid del lío.

Se alejo en silencio pensativo y la idea le vino a la cabeza al toparse una un prostituta desdentada que sin duda, no guardaba atractivo alguno para el arcano.

El arcano calishita hizo un pase de manos y apareció su bola de cristal.Pronunció la palabra de mando adecuada y al instante la prostituta quedó bajo la dominación del mago.

-¿Vesz a eszosz tiposz de la hoguera?.- Dijo haciendo un movimiento de cabeza mientras permanecía parapetado tras una esquina.

La prostituta con cara de boba asintió varias veces.

-Bien, quiero que atraigasz szu atención cuando yo te diga.¿Entendido?

Tras la orden de Abd, la prostituta llamo la atención de tres hombres que permanecían alrededor de una gran hoguera. Al instante todos se acecaron a la mujer y el sureño aprovecho para acercarse a un cuarto hombre que permanecía apoyado en la pared. Llevaba ropas de adepto.

En un rápido movimiento le cogió por la boca ahogando cualquier sonido que pudiera salir de esta, le levantó un poco la cabeza y con un rápido movimiento lo degolló tras dejar la garganta al descubierto.

-Buenasz nochesz.-Dijo Abd entre susurros.

Arrastró el cadaver hacia el interior de una casa que no parecía habitada y le quito las ropas al cadáver.

Ahora Abd era un miembro más y estaba dispuesto a infiltrarse en la secta de Shar para sacar a Deivid Tunait de ese lugar de locos creyentes.[/i:6db3a37a0f]

ArkasLynvail

25/10/2010 11:33:06

Terminó de enfundarse el guante y recapacitó sobretodo lo que tenía y le podía faltar, enumerando las fases del plan que tenía que trazar para llegar hasta allí.
Le habían llamado para una tarea muy diferente a la habitual, contratos comunes para el fin último, la muerte. Ahora era todo lo contrario, salvar una vida, o rescatarla.

Con un sencillo conjuro mágico, común en su oscura profesión hundió una daga en la cara interna de su antebrazo, que traspasó la carne sin causar herida alguna y se escondió bajo la piel en un escondite perfecto. Como segunda medida antes de partir musitó unas palabras mágicas sobre una gema desgastada, convirtiéndola en un sensor mágico que le enviaría señales mentales de su localización.

Y tras concluir, partió por las sombras de las callejuelas de los alrededores del Khanduq, se infiltró por una grieta de la muralla y continuó sorteando personas, que caminaban ajenas a su presencia, él siempre por las sombras.
Finalmente llegó a las cloacas, aquellos lugares incluso más abandonados que los barrios perimetrales, donde los que poseían las peores enfermedades se cobijaban.
Sin detenerse continuó descendiendo por el intrincado laberinto que eran las alcantarillas de Puerto Calim, hasta que una escalinata le llevó a su destino final.

Pensaba que la tarea no iba a ser sencilla, podía decirse que el lugar al que iba a infiltrarse estaba entre los tres o cuatro más peligrosos de Puerto Calim, claro que si no hubiera poseído un especial traje que arrebató hace muchos años no hubiera aceptado el trabajo.
Así fue como el asesino se infiltró en las oscuras y siniestras calles del Muzhad o Calimport Oscura, ataviado con un traje de Teniente Sharita que arrebató hace muchos años a un joven hechicero y preparado para lo que pudiera sobrevenirle, o al menos, eso creía.

No fue nada más llegar a la ciudad sombría cuando tuvo su primer y complicado encuentro, la patrulla de Sharitas examinaba un cadáver reciente que portaba sus mismas ropas. Con la mayor presteza que le fue posible intentó adaptarse a la marcha de sus "compañeros" y a su forma de patrullar, hasta llegar al cadáver y a la sacerdotisa que lo examinaba.

- ¿Nadie ha visto nada? - Dijo la sacerdotisa furiosa.
- Sí señora, tenemos a un testigo - Dijo uno de los inquisidores, agachando la cabeza al hablarla.
- ¡A qué esperáis pues! - Traédmelo.

Los guardias rápidamente trajeron a empujones a un hombre de mediana edad, de ropas anaranjadas, cabeza rapada y numerosos tatuajes por el cuerpo.

- ¿Qué has visto? - Dijo cortante la sacerdotisa.
- Vi....vi a dos personas hablando...una era el guardia. Entonces los perdí de vista y cuando crucé el callejón me encontré el cadáver, yo fui quien avisó a la guardia - Dijo visiblemente nervioso ante la inquisidora mirada de la sacerdotisa.

Then en ese momento pudo ver las heridas del cuerpo, heridas que había visto en multitud de ocasiones. Habían sido hechas con finos y punzantes cortes de un estoque, la cauterización de las heridas indicaba que habían sido hechas con un arma eléctrica.
Then evocó en su mente la imagen de Abd, del cual sabía que se encontraba en alguno de aquellos oscuros callejones. Se adelantó con la intención de hacerse pasar por el cargo que ostentaba.

- Señora, estas heridas han sido hechas con un estoque de daño eléctrico - Dijo mientras se agachaba y daba la vuelta al cadáver para que viera las heridas. La sacerdotisa asintió y empezó a dar órdenes.
- Traedme el cuerpo al templo, me ocuparé yo personalmente. Vamos no os demoréis - Dijo mientras se giraba ondeando la túnica y dirigía con presteza al templo Sharita.
quizás no lo ha contado todo - culminó con una amenazante frase. Los soldados para su alegría, le hicieron caso y lo guiaron también hasta el templo.

El templo era probablemente el único lugar que se mantenía intacto y bien cuidado de todo el Muzhad, al menos en su apariencia externa.
Sus largos muros de mármol negro relucían en la oscuridad del lugar únicamente iluminados por unos pilares en forma de garras que sostenían brillantes bolas púrpuras. La siniestra imagen, encerraba tanto peligro como belleza.
Las patrullas eran mucho más intensas de las que el propio asesino las recordaba y se pudo hacer a una idea del jaleo que habían montado los de la escuela de magia junto a los del templo de la Llama Imperiosa.

Las puertas del enorme templo se abrieron de par en par, dando paso a la patrulla encabezada por la sacerdotisa, en su interior la arquitectura de templo estaba igualmente mal iluminada por fuegos fatuos de colores púrpura sostenido por garras negras de ébano que se asemejaban a las garras de una sombra al traspasar una pared.
El grupo se acercó al centro del templo, donde había preparado una sala ritual, con un círculo de convocación y un par de braseros. Los inquisidores colocaron el cadáver en el centro del círculo y la sacerdotisa empezó una letanía en una oscura lengua que el asesino no conocía.
Tras terminar, el guardia asesinado se incorporó como un zombi.

Bien, ahora me dejarás ver lo último que viste en vida y con ello te dejaré marchar con nuestra señora- Tras decirlo, se acercó al zombi y posó la palma de su mano sobre la frente mortecina de éste.
Tras unos largos segundos de incómodo silencio la sacerdotisa abrió los ojos y le miró a Then directamente.

¿Quién iba con el guardia?
- Un...un...uno que suele ir al templo a menudo señora, como yo, tenía ropas de fiel - Dijo entrecortadamente.
Está disfrazado como uno de ellos.

Then entonces hizo lo propio, reafirmando las órdenes de la sacerdotisa, y metiendo prisa a sus "soldados".

Cuando la muchedumbre empezaba a entrar en el templo y los guardias y sacerdotisas parecían más distraídos en ello, aprovechó para dar un paseo por las estancias del templo.
Se coló en un par de aposentos vacíos, cuyo interior no le dijo nada que pudiera ayudar al paradero del maestro capturado, por lo que continuó su búsqueda, sigilosamente como la muerte, mientras los cánticos y palabras de la sacerdotisa se escuchaban por todo el templo.

Entonces se plantó delante de una puerta y lentamente giró el mango para abrirla, pero enseguida notó como el pestillo lo impedía.
Vigiló a su espalda y pegó la oreja en la puerta, fue entonces cuando pudo escuchar un murmullo. Sin querer dejar un lugar del que vigilar, sacó un frasco de polvo de hada que espolvoreó por todo su cuerpo, tras susurrar una palabra de mando empezó a notar como todo su cuerpo empezaba a sentirse más flácido y menos consistente, vio el pomo de la puerta alejarse cada vez más alto y finalmente el hechizo terminó, convirtiéndole en una masa de arcilla uniforme.
Se "filtró" bajo la rendija de la puerta y pudo observar entonces a una sacerdotisa que oraba en pleno éxtasis místico, de rodillas en el frío suelo y balanceándose levemente tras cada oración. La masa gelatinosa que ahora era Then avanzó hasta colocarse tras un biombo y volvió a adquirir su forma natural.
Echó un rápido vistazo a la estancia, revisándola detenidamente, en busca de algo que pudiera servirle. Sus ojos entonces se pararon en un libro de bitácora apoyado en la mesilla de noche.

Durante un par de minutos pensó la situación, la cama y la sacerdotisa tapaban cualquier camino fácil hasta la mesilla y el ansiado libro, sería arriesgado. Si fallaba y la sacerdotisa lo escuchaba tendría que matarla con rapidez y ésto provocaría que probablemente no pudiera volver a usar éste útil disfraz.
Tras el biombo cambió su capa Sharita por una que le conferiría una mayor habilidad en la ocultación, y para completarlo realizó un hechizo que le haría totalmente invisible.

Saliendo del biombo se acercó sigiloso como la muerte hasta la cama que estaba justo al lado de la sacerdotisa.
Subió al respaldo de madera de ésta y empezó a caminar de puntillas, como un trapecista a apenas 20 centímetros de la sacerdotisa que oraba en éxtasis. Sin hacer ningún ruido bajó hasta el otro lado de la cama y se acercó al atril que sujetaba el libro.
Aprovechando su invisibilidad cubrió el campo de visión de la sacerdotisa al libro con su capa invisible y con la mano libre lo cogió y guardó.
Tan sigiloso como había venido volvió hasta el biombo, donde se volvió a convertir en aquella masa gelatinosa y se filtró por el hueco de la puerta, sin que la sacerdotisa no pudiera imaginar qué había sucedido allí.

Varios minutos más tarde se encontraba en los exteriores del templo, leyendo con cuidado el libro, el cual al parecer era un libro de cuentas del templo por lo que no le fue de tan ayuda como había pensado en un principio. Aún así vio un dato curioso, al parecer un día antes habían salido del templo varias carretas con 24 cuerpos, y habían sido pagados por un precio extremadamente alto, pensó que algo raro había en esas cifras, sin embargo no podía detenerse en otras cosas de las que le habían encargado.
Así que continuó su búsqueda hasta dar con el lugar que buscaba.

La puerta de las celdas estaba sin vigilancia para su sorpresa, aunque no tardó en entender que dicha vigilancia se debía a lo intrincada de su cerradura. Tras un buen rato de su forcejeo, en el cual para su suerte nadie percató demasiado de él, logró abrir la puerta y bajar hasta las catacumbas que formaban aquel lugar de pesadilla.
La sala de torturas era un lugar lúgubre cuya ambientación eran los gritos agónicos de los pobres que habían acabado allí. Un par de carceleros daban vueltas revisando a los presos, aumentando su dolor o evitando que murieran.

El asesino se acercó a uno de ellos, con el paso altivo propio de su rango.

- Saludos. ¿Alguna novedad por aquí? - Dijo mientras echaba un vistazo a la sala, buscando a Deivid.
- No señor, ninguna novedad - Dijo el guardia, algo extrañado.
- ¿Estás al tanto de los problemas ahí fuera? - Dijo Then captando el tono e ideando una forma de sacarle información sin que se diera cuenta de toda la información que desconocía.
- Sí teniente.
- Sospecho que los motivos de que se hayan sucedido esos ataques fueran por alguno de los presos que han estado aquí. ¿Algún preso nuevo de relevancia?
- Bueno, el otro día hubo un curioso - Le reveló el guardia.
- Aha, ¿y de quién se trataba? - Comentó aparentando indiferencia.
- Al parecer era de arriba, un mago de la escuela de Magia de Calimport. Lo trató la sacerdotisa.- Dijo el guardia con un tono revelador.
- ¿Y quedó algo de él? Quería usarlo como cebo para capturar al intruso - Continuó Then con un tono medio jocoso, el guardia confirmó sus sospechas sobre la violencia de la sacerdotisa.
De él no queda nada más, habrán vendido su cuerpo como a los otros.
Y vigila bien esto puede ser clave, si lo haces bien quizás te lleve de patrulla a otro sitio, quizás más cerca de las sacerdotisas.

Tras los agradecimientos al iluso guardia subió en busca de la carreta de cadáveres, la cual no tardó en encontrar pues estaba junto a los calabozos, en ella pudo ver el cadáver que había sido antes interrogado por la sacerdotisa e imaginó el destino de Deivid.
La carreta estaba sin vigilancia y solo contaba con un cadáver por lo que Then imaginó que tardarían al menos unas horas o un día más en partir el siguiente cargamento, abrió la boca del cadáver y metió en ella la gema que había preparado previamente para su localización.
Tras cerciorarse salió del templo y se dispuso a patrullar los alrededores como uno más, pensando en su siguiente movimiento y en como encontrar el alma de Deivid entre las posesiones de una loca sacerdotisa Sharita.