Quaco

16/11/2010 18:46:10

[size=18:652824cead]I.

Las aguas del lago Esmel reflejan la luna, mientras una figura a caballo se acerca a una de sus orillas. En ella, un monolito se asienta cerca de....una armería???
Tras bajar del caballo, la figura se detiene junto al monumento, mirando de nuevo sorprendida a la construcción situada cerca de él. Tras un instante, sacude la cabeza y vuelve su atención de nuevo al monolito.

“No sé si sentirme ofendida..o divertida”.

Tras un momento, se aparta ligeramente y se queda contemplando la piedra de pie, en silencio.
Pasado un tiempo (un momento, quizás, para ella; varias horas para su montura, esperando impaciente cerca del monolito), una hoja sale de su vaina y refulge en la noche; un movimiento rápido (demasiado rápido para poder ser visto por la mayoría de los humanos) se dirige a la piedra, rindiendo honores; una breve frase en élfico saluda al monolito; la hoja vuelve a su vaina, la figura retrocede un par de pasos e inclina la cabeza durante unos momentos.
Pasados unos minutos, el sonido de unos cascos rompe el silencio de la noche. Cuando se desvanecen, nada vuelve a perturbar el silencio junto a las orillas del lago.

Quaco

17/11/2010 08:44:52

[size=18:df90fcd98a]II.

La puerta de “Las Velas Henchidas” se abrió suavemente. Varias cabezas se volvieron para ver una figura encapuchada, que tras permanecer un instante en el umbral dejo caer la capucha revelando el rostro de una elfa lunar. Ésta, tras una mirada a su alrededor, se encaminó hacia una camarera. Una pregunta y fue dirigida al lugar adecuado donde, tras una pequeña conversación y unas monedas cambiando de manos, la elfa se dirigió a una mesa situada junto a la pared, a esperar una cena caliente y una jarra de vino, y con una habitación reservada para esa noche.
Sentada en una silla con el respaldo junto a la pared, con una buena vista de la sala, observa a la gente mientras espera. La novedad de su llegada ya casi se ha desvanecido, aunque aun puede sorprender alguna mirada furtiva (no sabe si a ella, a la cota de malla que se puede ver una vez retirada la capa, o a la espada que descansa a su lado, lista para ser empuñada si fuera necesario).

La camarera vuelve con una jarra de Fulgor Saerlooniano. La elfa bebe un pequeño sorbo del verde y refulgente vino, a la espera de su cena, mientras echa un nuevo vistazo al local, en ningún modo vacío. La mayor parte de los clientes son parroquianos que vienen a relajarse tras una jornada de trabajo. Un bardo entona una balada en un lado de la posada, bastante alejado, por lo que no es posible escucharlo con claridad con el ruido reinante.
Se pierde en sus pensamientos, decidiendo cuáles serán sus próximos movimientos. El emplazamiento de esa armería le ha sorprendido. La última vez que se acercó a ese lugar era un paraje virgen, sin presencia humana, donde el monolito destacaba a la orilla del Esmel.

“una se aleja una breve temporada y su vuelta las cosas han cambiado bastante. Ni que hubiera estado fuera un par de siglos, simplemente han sido... ¿cuántos? ¿Siete, ocho años? “

Aún sigue sorprendida por la vida acelerada de los humanos cuando su cena aparece, e Indreth se centra en cosas más importantes.