Jack_Botas

23/10/2011 17:01:49

*Anochecía en Arion. Las obras de reconstrucción de la muralla sur avanzaban con lentitud bajo la luz de las antorchas, pero avanzaban. Sir Leobald observaba el progreso de los hombres desde el castillo sobre el portalón de entrada a la ciudadela. Los braceros prometidos por la reina se retrasaban y las obras no avanzaban al ritmo adecuado. Los enanos tampoco habían enviado un maestro cantero, es de suponer que los problemas con los drows habían retrasado el asunto del cantero. Leobald pensaba en todas estas cosas cuando un guardia joven se acercó apresuradamente hacia él.*

-¡Señor, la puerta de las mazmorras, debe venir, ha pasado algo! -su rostro reflejaba inquietud y cierto temor.

*Ambos se apresuraron hasta los pasadizos interiores donde le esperaban los guardias de ronda a esa hora. La puerta nunca quedaba a solas, nunca desde que él recordaba, tales eran las órdenes heredadas de otros Fénix antes que él. El origen de cadena se perdía en tiempo, en los comienzos de la orden. La razón permanecía olvidada.*

-Señor -los guardias se cuadraron- la puerta, señor, hemos visto luminiscencias azuladas por el quicio del umbral. Acaba de terminar. Algo pasa.
-Se parecía a la luz que quemó a los ogros en el Dedo de Piedra- dijo uno de los guardias sin poder apartar al mirada de la vieja puerta.
-Bien, retiraos y avisad a los magos- ordenó el Fénix-, que vengan cuanto antes. Yo velaré la puerta el resto de la noche.

*Leobald se acercó al dintel de la puerta sellada y recurrió a los dones del Quebrado para examinarla minuciosamente. Las manos del caballero se dirigieron a la puerta y las oraciones rebelaron algo a lo lejos, casi fuera del límite de la plegaria. No había mal alguno tras la puerta, pero una sensación inquietante recorrió la nuca del paladín, magia poderosa se intuía apenas, a lo lejos, tan lejos que habría pasado por alto de tener una mesura de esta era. Pronto el tenue rastro desapareció como si nunca hubiera pasado nada.
El Fénix iluminó el área con otra oración y examino la puerta. Viejos signos casi borrados por el paso del tiempo aparecieron bajo el polvo de los años. Reconoció un grupo de estrellas que recordaban al viejo signo de Mystra, para descifrar los demás necesitaría ayuda. Esperaba que Militraldor llegara pronto.

El caballero se arrodilló y rezó la oraciones de la vigilia a Ilmater, dispuesto a pasar la noche en vela, por si el extraño suceso volvía a repetirse. No fue así.*

Jack_Botas

30/10/2011 12:05:02

*Días después, Leobald repasaba las notas que el mago le había hecho llegar. Las averiguaciones de Milithraldor habían sacado a la luz hechos inquietantes respecto a los signos de la puerta. El joven aprendiz de Dúzdin pronto superaría al maestro de continuar así, era sagaz y sensato, y no se podía negar que sabía exprimir los tomos de la vieja biblioteca de la Torre. Marcas de mago, esas eran sus conclusiones preliminares, y no de unos magos cualquiera: archimagos de la época de Netheril, cuando la magia no se medía en los cánones actuales, la época del “Auténtico poder” según algunas crónicas. Estaba claro que un profundo y poderoso secreto dormía bajo la ciudadela.*

Mercury

30/10/2011 14:19:15

Milithraldor caminaba con sigilo e invisible por los pasillos del castillo. Tenía permiso para estar allí y tenía permiso para investigar la puerta, pero hacer las cosas sin ser detectado siempre era mas emocionante. Había preparado un buen número de conjuros para ser lanzados sin hacer ningún ruido y en cuanto llegó a la puerta se limitó a pasar al otro lado usando un hechizo de traslación. Ningún guardia se enteró de nada.
El otro lado estaba oscuro, la única luz se colaba por las pocas rendijas desde el pasillo del castillo. El mago se encontraba en otro pasillo, aunque de distinta apariencia. Nadie había pisado aquel lugar en mucho mucho tiempo y se encontraba lleno de polvo, telarañas y musgo. El pasillo avanzaba varios metros siguiendo una curva y bajando ligeramente. Pegado al lado exterior para tener mas visión avanzó en silencio hasta que encontró dos huecos a los lados del pasillo. En cada hueco se encontraba una estatua de acero recubierta de polvo. Las estatuas llevaban mucho tiempo ahí, el musgo había crecido sobre ellas. Milithraldor las examinó de cerca y contuvo la respiración al darse cuenta de que no eran estatuas, sino golems. Se separó de ellos con cuidado para no activarlos, pero al momento sacudió la cabeza. Si al entrar en el pasillo o al tocarlos no habían cobrado vida tampoco pasaría nada por seguir allí. Conjuró detectar magia sobre ellos y confirmó sus sospechas de que llevaban allí una eternidad, la magia que emitian era casi inexistente.
Continuó hasta el pasillo hasta que se encontró otra cosa curiosa, una especie de sombra en el suelo a pocos metros. Parecía como si alguien hubiera sido quemado en ese lugar. Alargó la mano para tocar la sombra, pero algo solido se lo impedía. Parecía como si hubiera un muro invisible entre él y la sombra del suelo. Volvió a lanzar un conjuro de detectar magia y para su sorpresa no detectó nada. Era innegable que había algún efecto mágico en aquel lugar, algo que le impedía pasar, pero sin embardo no detectaba nada. Cogió una pequeña piedra del suelo y la lanzó al otro lado esperando que la barrera se lo impidiera, pero la piedra aterrizó mas allá de la sombra sin ningún problema.

- Esto si que empieza a ser muy raro.

Pensó en pasar la barrera de la misma forma en la que había pasado la puerta, con un conjuro de traslación, pero no tuvo el efecto deseado, en vez de aparecer al otro lado apareció justo delante de la barrera invisible sin poder atravesarla. Probó a enviar a una criatura convocada, un elemental de agua, pero en cuanto el elemental tocó la barrera simplemente volvió a su plano como si el conjuro hubiera terminado.

- Volveré a la biblioteca para investigar sobre todo esto, hay algo aquí que no encaja. Además será mejor que avise a Leobald.

Milithraldor retrocedió por el pasillo y atravesó la puerta de la misma forma que había hecho antes. Había mucho que investigar.

mancebo

04/11/2011 01:15:55

*El Barón de Arion estaba poniendo al día a Sir Tomas Miller, el cual había regresado tras pasar una larga temporada en el exilio.*

- Y eso es, a grandes rasgos, todo lo que acontece hoy por hoy en el ducado-

*En un momento de la conversación todo el castillo empezó a temblar bajo sus pies, tras lo cual un guardia entró correidno en la sala*

- Señor, rápido, algo ocurre en los pasadizos inferiores

*Los dos caballeros se encaminaron hacia allí con sus armas en ristre por lo que pudieran encontrar. Tras cruzar varios pasadizos dieron con lo que quedaba de una puerta de hierro, la cual estaba empotrada con el muro mas proximo a esta, y varios cuerpos de soldados esparcidos por el suelo. Al dirigirse al pasillo que cerraba esa puerta se toparon con 2 figuras, uno que podria ser un arcano, vestido con ropas oscuras, y otra, la cual tenia un escudo de sobra conocido por los caballeros, pues se trataba del emblema del Fenix solo que este tenía el color negro como deferencia.*

-¡¡No los toques!!- es lo que le gritó la otra figura al fenix negro, y de inmediato crearon una nube de oscuridad que inundo todo el pasillo haciendo imposible para los caballeros ver lo que estos hacian

-¡¡Atras, que no pasen!!- era el principal cometido de los paladines que, reanudaron su busqueda en cuanto se evaporo el conjuro

*Esparcieron polvo de aparicion por si estos estuvieran escondidos pero solo vieron los cadaveres de sus hermanos y mucho polvo. Avanzando por el pasillo dieron con dos masas de metal fundido, las que bien podrian ser 2 golems de metal que adornaban la estancia. Continuaron por el pasillo y se encontraron una sombra en el suelo, como si alguien hubiera sido quemado allí. Antes de llegar a la sombra del suelo se toparon con una especie de barrera o muro que les impedia el paso*

-Como cruzarían el muro??- eran las preguntas que asaltaban la cabeza del Barón Leobald

*Al otro lado de la barrera eran visibles multitud de huellas y, al final del pasillo, donde este hacia una curva, una luz se reflejaba en la pared, presumiblemente proveniente del túnel, mas adelante. Tras unos instantes, la luz se apagó*

*Los caballeros buscaron sin exito posibles aberturas en la pared o botones que accionaran algun mecanismo que abriera el muro, pero no dieron con nada. Fuera como fuera, esas figuras habian huido atravesando el muro. Resignados, ambos volvieron sobre sus pasos y redoblaron la seguridad de los pasadizos a la espera de poder investigar mejor los ultimos hechos acontecidos*

mancebo

10/11/2011 23:05:01

Al día siguiente del incidente de la puerta, Tomas se dirigió a la Torre de Magia en busca del Maestro Duzdin, o de su aprendiz Milithraldor, del que tanto y bien le habia hablado Leobald

-(necesitamos agilizar este tema cuanto antes, debemos trata de atravesar esa puerta o cerrarla del todo, estar expuestos de esa manera nos condiciona sobremanera). Tomas quiso contar de primera mano lo ocurrido y con todo lujo de detalles para buscar, sino ya una solucion, al menos una idea de quien pudieran ser aquellas personas y como habrían podido atravesar "el muro".

-Saludos!. Tomas se dirigió al guardia de la Torre. - Avisad al maestro o a Milithraldor, tenemos temas que tratar-

Jack_Botas

26/06/2012 20:55:23

*Lord Leobald tomaba nota del diezmo de grano en medio de una montaña de pergaminos, tantos que la mesa de roble de la sala de audiencias apenas se veía. No estaba mal, después de todo las cosas habían seguido su curso sin él, los campesinos habían sembrado y recogido una modesta cantidad de grano. La despensa de Arion no estaba carente del todo, como creía el caballero. Reunió los legajos de los albaranes y se dispuso a devolverlos a su estante.
Cuando colocaba la última resma de legajos en su sitio, un tubo de pergaminos de cuero calló al suelo. El fénix lo recogió extrañado y examinó su contenido. Reconoció la mano de Milithraldor al momento. Eran los informes del aprendiz sobre el asunto de las mazmorras. Un asunto que había quedado dormido, peligrosamente dormido. El caballero se preguntó donde estarían Duzdin y el joven mago. Suspiró y se guardó el tubo de pergaminos con el firme propósito de ahondar en una historia que no estaba seguro de querer conocer en realidad; demasiado vieja, demasiado oscura. «Temple en la Vigilia; el Leal me ayude a no descuidar mi deber…» se repitió mentalmente las palabras del código. El recuerdo de lady Jeanna lo asaltó de pronto sin motivo, comprendió ella lo habría hecho lo mismo.*