Vampire_mina

12/06/2012 22:53:21

Un pasado no muy lejano.

-¿Conocerá mi secreto?- Se preguntaba el arcano muerto viviente mientras analizaba su derrota.

El elfo se había acercado al Mythal en mitad del último conjuro del experimento. Portaba una bandurria y una espada. Sin apenas recursos, el liche había quedado reducido a polvo mediante un golpe de aquella espada, contenía tanto poder que el recuerdo de su golpe aún resonaba en su interior. Su alma se resistía a ser arrastrada a la gema, necesitaba saber más, ver que hacía ese extraño allí. -Sí, era sólo una canción, como la que puedo escuchar ahora. Es tan bella.- Expresó el liche en voz alta antes de caer presa del hechizo. La música penetraba, resonante, hasta el interior de su ser, traspasando los límites físicos y llegando al lugar donde guardaba su alma.

Transportado por el hechizo a tiempos mejores. Vio al niño jugando con sus compañeros el día que aprendió a lanzar su primer conjuro. Revivió su primer beso, su primer escarceo amoroso y la felicidad de aquellos tiempos lejanos. Era como volver a estar en comunidad, era como haber recuperado la capacidad para sumirse en el trance que conectaba todas las vidas élficas y todos los recuerdos, soñar lo vivido, rememorar lo perdido, evocar el pasado y aprender de los errores. La sensación de volver al trance se volvió embriagadora y no pudo más que dejarse llevar por las emociones y los recuerdos.
Pero no todo había sido fácil en aquella época, revivió la muerte de su amor, Tashara, Todo había sucedido cuando ella se interno en las Tunland convencida que nadie podía hacerle frente, su fin era uno, atacar y saquear toda la magia que encontrase de la Gran Casa de la Hechiceria, un templo dedicado a Azuth. Superado por la habilidad de Tashara el alto clérigo de Azuth llamó al propio dios en su ayuda, abrazando a la arcana. Tashara se consumió en el abrazo de Azuth mientras sus objetos mágicos y contingencias ardían en violentas explosiones mágicas que arrasaron el templo. La magia liberada en la catástrofe mandó a Mallin lejos de su amor.
Durante años había vagado hasta que dio con el Mythal, años le había costado conocer su nombre, Myth Rhyn; recordó orgulloso el día que había conseguido afectar al Mythal de la ciudad y ejercer un control absoluto sobre las criaturas muertas de la ciudad, excepto a los Elfos.. Este sitio no estaría mal después de todo podría dedicarse a estudiar y a amasar magia, Quizás algún día recuperaría a Tashara de algún modo.

-¿Cómo era aquello posible?- Se preguntaba el muerto viviente cuando podía recuperar algo de consciencia. Mallin había muerto, había dejado de existir dentro de la comunión de los elfos, era imposible que sus sensaciones fueran reales, lo sabía. ¿un ilusionista como el preso en una gran ilusión? aquello le dio fuerzas debía haber una forma de salir. En aquellos momentos de lucidez escuchaba la canción, el foco de su prisión y aunque era delicioso saborear la comunión y los momentos felices de su antigua vida, su voluntad era más fuerte. Ya no era un niño, inocente e indefenso, ya no era un joven, que no deja de cometer errores, él era Mallin,el liche, poderoso señor del bosque y no dejaría que una canción le privara de lo que más deseaba. Aunque perdiese a Tashara nuevamente. Cada vez que reunía suficiente consciencia de si mismo, luchaba por librarse del hechizo, era un mago poderoso y no tardó en hacer estos momentos de lucidez más frecuentes. Con cada intento se hacía más fuerte, con cada paso hacia la consciencia su determinación se doblaba. Finalmente se despojó de todo vínculo con su pasado, despertó del ensueño mágico y cuando las gemas que tenía por ojos se fijaron en el mundo real, contempló con sobrecogimiento la espada en el suelo. No había rastros de su atacante.

Los no muertos conciben el tiempo de forma distinta a las razas mortales, el paso de años no es más que un parpadeo a sus ojos y el sueño había sido gratificante, no solo eso, conforme sus sentidos dejaban el letargo al que habían sido sometidos Mallin se dio cuenta de una verdad maravillosa, aquel conjuro que lo había sumido en un trance encantado. La mejor ilusión que había presenciado en lo que llevaba de Vida y Muerte.

Cogió la espada y en su mente se formó un nombre “Starym ,La Espada Lunar”, un arma mágica de increíble poder forjada en tiempos de leyenda, con un cometido muy concreto que llevaría a Mallin a trascender su propia naturaleza muerta viviente vinculada a un Mythal para alcanzar cotas de poder inconmensurables. La promesa de poder y conocimientos infinitos llevaron a Mallin a aceptar la oferta de la espada para cumplir su cometido y juntos empezaron a trabajar para conseguir que el Mythal nuevamente respondiera a sus demandas. Durante mucho tiempo estuvo estudiando la influencia de la espada en el Mythal y como los recuerdos del arma inteligente se formaban en su mente. Starym le mostraba el camino y Mallin lo recorría con gusto.

El presente.

Los días transcurrían como horas en la mente de Mallin, absorto en sus planes de poder. La espada le hablaba de nuevo, le transmitía la sensación de peligro, debía ocultarse y observar. La amenaza no era más que un grupo de elfos y humanos, combatían contra los guardianes del lugar, eliminándolos de forma efectiva mientras avanzaban hasta aproximarse al Mythal, pero no estaban solos, habían traído a un ser muy poderoso con ellos, algo oculto en la forma de aquella bestia peluda. El enfrentamiento entre la bestia y los intrusos acabó de una forma muy extraña, uno de los humanos había entrado en las inmediaciones del Mythal, había demostrado una gran fe y en respuesta uno de los dioses de los hombres había mandado una barrera de luz y poder en su ayuda, el Mythal estaba rodeado de aquella energía. Observó durante días, esperando un cambio, pero nada pasaba, el único momento en el que la barrera dejó de ser tan molesta había sido al dejar entrar a la bestia. Todo iba mal y Mallin necesitaba estar al tanto de lo que sucedía antes de que fuera demasiado tarde.

Al llegar a la superficie el aire se le antojó extraño, parecía cargado, espeso y denso, se resistía a moverse a su alrededor, el bosque parecía marchito. Había sucumbido a la magia que le había afectado a él. La Espada Lunar le decía que ese sería su momento, que alcanzaría la gloria que tanto buscaba. Debía asesinar a Ellesime y capturar su alma para conseguir poder.

Haciendo gala de todos sus recursos, Mallin llegó hasta la cámara de la Reina, y ahí la vio recostada en su cama, acompañada por una cantidad desmesurada de asistentes. En su mente apareció la imagen de Tashara. -¡Se parecen tanto!- Pensó Mallin mientras observaba a Ellesime. La Reina había caído presa del hechizo, por eso el bosque estaba dormido, y los elfos solo se limitaban a mantenerla con vida mientras ella vagaba muy lejos, en el mundo idealizado de su mente. Titubeó un momento al recordar que debía matarla, mas las ordenes de la espada eran más fuertes y debía seguir adelante.

Eligió a Gilraen, el asistente personal de la Reina, por su capacidad para entrar y salir de la sala sin ser cuestionado, vio como le dedicaba miradas a la bella durmiente y supo que estaba enamorado. Los celos casi le hicieron perder los papeles, pero el influjo de la espada le hizo proseguir con el plan -Siempre es más fácil utilizar a los necios.-. Suplantaría al enamorado y estudiaría sus gestos, su forma de hablar y expresarse y los detalles de su personalidad. La resistencia que opuso fue mínima y la suplantación completa, las ilusiones eran su fuerte.

Ahora sólo tendría que encontrar a un sucesor, alguien dispuesto a participar en un ritual mágico. La espada tendría su pago, la muerte de Ellesime, y Mallin obtendría su cuerpo, una reina para él. Pero algo falló, La Espada Lunar no había sido capaz de absorber el alma de la Reina y ahora residía en el cuerpo de esa joven, Danae, la nueva Reina.

Ellesime, en un último esfuerzo había conseguido eludir su destino gracias a esa pequeña elfa y su disposición para el sacrificio, la antítesis de todo lo que conocía Mallin. Furioso con su fracaso Mallin apenas podía contener su fachada, Pero esa furia no venía de él, si no que de la propia espada, entonces lo comprendió por un instante, la espada le estaba utilizando.

-Es joven, frágil y confía en ti, aún no está todo perdido.- Susurró la espada suavemente en la mente del muerto viviente.
-¿Si es frágil por qué no acabamos con ella ahora?- Respondió Mallin enfadado.
-Todo a su tiempo, ahora lo más importante es extirpar el conjuro del Mythal y disponer de su poder.- Contestó la espada con voz seductora.

Los elfos no tardaron en aceptar la ayuda de Gilraen. En unos días el liche había conseguido movilizar a toda la arboleda para que prepararan el ritual, los elfos habían conseguido ayuda del exterior, más humanos e incluso un enano. -Inaudito.- Carraspeó Mallin, aunque nadie pareció escucharle. Permanecía cerca para observar como accedían al Mythal, cuando todo terminase se encargaría de destruir aquella vía de acceso.

La barrera seguía allí, pero como paso con la bestia, el humano que mantenía activa aquella abominación le dejó pasar, confiado de que todos los presentes estaban de su parte. El ritual empezó y aunque Mallin había memorizado todas las palabras y preparado todas las etapas del ritual, la espada tomó la iniciativa, impeliendo a Mallin a recitar las palabras. Pero algo no estaba bien, las fuerzas reunidas no eran suficientes, aunque había calculado lo contrario, deberían ser suficientes. Tuvo que forzar un poco más de lo esperado el círculo mágico, canalizando las fuerzas de los agentes del bien, y tuvo que aguantar, oleada tras oleada, la embestida de aquella fuerza espiritual pura. La Espada Lunar lo encomió a soportar estoico el dolor y a concentrarse en la meta, alcanzar el poder y restablecer el Mythal. Con renovadas fuerzas canalizó todo el poder del que disponía, aunque su cuerpo se quemara por la energía vital de los miembros del círculo, no sería la primera vez que su cuerpo físico era sometido a horribles daños. Una vez más el ritual no daba resultado, la energía era desviada a otro lugar, algo interfería en el Mythal, Mallin dejó que parte de su mente siguiera el camino que tomaba esa energía y solo consiguió ver oscuridad y bajo el manto de oscuridad un vacío absoluto.

Aquella porción de su consciencia viajó al pasado, navegando entre sus recuerdos. Tres humanos se habían acercado al Mythal hace tiempo, luchando contra los muertos vivientes que custodiaban la entrada al complejo. Los humanos habían derrotado a sus secuaces, pero Mallin había conseguido conocer sus tácticas y estaba dispuesto a luchar con ellos y derrotarlos, para después reanimarlos como sus guardianes más poderosos. Pero cuando se cernía sobre ellos, listo para asestar su golpe fatal, su líder consiguió detectarlo y a un gesto suyo, unas criaturas de sombra aparecieron a su alrededor, esgrimiendo una magia muy poderosa, una magia desconocida, lograron apresarlo y destruirlo, nunca supo como había terminado aquella incursión a sus dominios. Justo cuando recordaba el nombre de la mujer, Helenna, una voz le devolvió al presente y por alguna extraña razón casi perdió la concentración.

-¿Necesitáis ayuda?- Dijo la arcana.

Mallin dudó, los recuerdos lo paralizaban y confundían, aquello no era humano. La espada volvió a traerlo al presente. Necesitamos toda la ayuda posible.-

Antes de que pudiera reaccionar la arcana ya había ocupado su lugar en el círculo, estaba aportando mucha energía, un poder abrumador, con el que finalmente se pudo completar el ritual. El Mythal había sido restaurado.

Los agentes de la oscuridad invadieron todo, al ser derrotados solo quedaron preguntas sin responder.

agus

14/06/2012 23:58:17

La elfa se despertó con el corazón acelerado. Había vuelto a soñar con lo que había pasado hacia unos días, pero el final no era tan esperanzador.

La pesadilla había empezado allí, en la cueva. Entraba acompañada de Amamir, Edelgar y su inseparable Juna. Todo era igual a como sucedió realmente.

En cuanto se adentraron un poco su ropa cambió a un vestido color blanco, sencillo. Los tres elfos se sorprendieron pero continuaron. Llegaron a una sala en la que se veía el bosque completamente verde, más vivo que nunca y allí estaba ella, Ellesime de niña, jugando y correteando feliz.

Aquellas imágenes se repitieron durante toda la cueva, en el sueño y en la realidad. Era la vida de la Reina… pudieron ver como crecía, se enamoraba, como la nombraron Reina, el ritual que le hicieron al proclamarla…
De vez en cuando Danae oía una voz que la guiaba, la misma que lo había hecho la primera vez, susurros que le traía el viento. Incluso, uno de los que acompañaba a la Reina en una de las ilusiones se salió para hablar con la druida.

Ya estaban llegando al final, faltaba poco, lo podían deducir por el cambio brusco en aquellas visiones, cuán degradada estaba Ellesime, su actitud perdida… Y más que nunca, Danae debía estar segura de lo que iba a hacer, se lo repetía la voz, le retumbaba en la cabeza. Los nervios le corroían el estomago, no paraba de darle vueltas la idea de todo aquello que querría hacer y que ya no podría. Pero estaba claro que era por una buena razón. Eso la tranquilizaba por momentos.

Al final los tres compañeros y la pantera llegaron a una sala, una gran sala donde los esperaba unos elfos vestidos de guardias con ropas antiguas. El primero era el mismo que había hablado con Danae durante todo el camino, el que le había susurrado con el viento.

Tardó un rato en dejarlos pasar… al principio, no estaba seguro de si Danae estaba preparada, y luego… se fijó en Amamir y Edelgar. Mencionó algo de que ellos también debían hacer un sacrificio. Esto puso muy nerviosa a la elfa, ella no quería que muriese nadie más ya que debía quedar gente en el bosque que cuidase de él, que se encargase que después de aquello todo siguiese su camino.

Al cabo de un momento los hizo pasar, parecía que ya todo estaba en orden, todo preparado. Y allí estaban, un grupo de elfos, todos vestidos igual rodeando a una cansada Ellesime.

Danae se acercó a ella. Le había preparado una corona de flores. Le cogió de la mano, la besó y habló con ella. Le pidió disculpas por todo lo que había sucedido, por todo lo que se había generado. Le intentó hacer entender que todo el bosque la amaba y que nadie había querido llegar a esa situación. Ellesime, que parecía estar soñando de repente cogió la mano de la druida y la miró a los ojos. Sus lágrimas brotaron y un gesto de esperanza y tristeza se reflejó en sus ojos…

Todo esto fue real, sucedió. Pero en el sueño de Danae la imagen se distorsionaba y en lugar de convertirse la Reina Ellesime en una hermosa flor, lo hacía en un hombre, con mirada malvada y facciones duras. En la pesadilla, la cogía de la mano y se reía a carcajadas, sin parar. Entonces todo alrededor se volvía negro y Danae podía ver como a velocidades increíbles el bosque y sus habitantes se marchitaban.

La angustia en el pecho la hizo despertarse.

Ahora, estirada en la cama de la Reina, cerraba los ojos para poder descansar….