KHEYNAN

11/01/2013 13:29:56

La entrada de Wendalzh pocas veces había estado tan concurrida, desde hacia bastante tiempo. Lucien se acerco al bosque para entregarle a Edelgar el pergamino con el que nos recompenso el dragón de Zafiro, al llegar a la entrada del bosque vio a Edelgar hablando con otro druida. El joven paladín bajo de su caballo y aguardo a que terminaran de hablar para entregarle el pergamino, al poco apareció Barvader y mas tarde llego el semiorco Garras y sir Leobald.

Después de varias horas y tras conseguir entregarle el pergamino Lucien se disponía a irse de regreso a Darromar, cuando se escucho el lamento de una mujer, Barvader y el paladín parecían los únicos que lo habían oído y rápidamente se pusieron a buscar. El resto de personas al vernos buscar se unió a la búsqueda, tratando de hacerla hablar para facilitar la búsqueda. Al rato Lucien la encontró cerca del camino de entrada a la explanada de la arboleda donde se encontraba el grupo.
Al verla tendida se apresuro en ver lo que le ocurría, allí tendida ante el se encontraba una elfa muy hermosa con varias heridas por el cuerpo, la mujer se encontraba inconsciente. El paladín le vendo las heridas e impuso sus manos implorando a Helm para curarla, aun que las heridas estaban cerradas la joven seguía inconsciente, la cogió en brazos y la llevo con el grupo dejando a la joven a los pies del druida Edelgar. El druida parecía que estaba perdido en su mundo observando las plantas y no atendía a la llamada del paladín, este tras dejar acomodada en el suelo a la joven se coloco delante del druida, lo agarro por los hombros y lo giro para que viera a la elfa tendida en el suelo.
Al poco rato la elfa despertó desorientada y mostraba síntomas de haber perdido la memoria, tras explicarle donde se encontraba y lo que había ocurrido se acordó que la joven necesitaba reposo. Edelgar la acompaño al bosque y la llevo a su casa para que descansara, el resto del grupo se disperso menos Alith que acababa de llegar, sir Leobald y Lucien que decidieron buscar el rastro del atacante ahora que estaba fresco. Lucien los guió hasta donde encontró a la joven y desde allí Alith encontró un rastro que identifico que pertenecía a un satiro, los tres decidieron seguirlo.

El rastro les llevo a una de las partes mas antiguas del bosque de Wendalzh, Lucien se preguntaba si la zona no estaría prohibida para ellos y temía que así lo fuera, el bosque cada vez se volvía mas cerrado y antiguo hasta llegar a una zona en la que no pasaban los rayos del sol. con la llegada de la noche el aire se torno pesado y húmedo, Leobald conjuro Luz para poder observar mejor el entorno. Allí presenciaron algo extraño en los arboles, la corteza de estos parecía que tenían cara de elfos. Lucien se cambio la capucha y conjuro visión verdadera sobre el y ver lo invisible sobre Leobald mientras Alith decidía adelantarse para explorar.
Los dos caballeros permanecían alerta y en el mismo sitio donde los había dejado Alith para que este pudiera encontrarlos después, Alith regreso mas tarde y advirtió de que las raíces del árbol habían tratado de atraparlo.
Cuando se dieron cuenta las raíces de los árboles que los rodeaban habían cobrado vida, los tres se apresuraron a salir de allí. La huida de aquel lugar se tornaba complicada para los caballeros de pesada armadura, pero gracias a que siguieron a Alith lograron evitar las raices. A lo lejos se escucho un estruendo y una voz que venia de lo profundo del bosque, ¨Marchaos de aquí y no volvaís¨decía la voz. Los tres sorprendidos miraron atrás sin ver nada en la espesura, ´¿Eso lo ha dicho un árbol? pregunto el joven paladín¨. Una vez fuera los tres acordaron volver en compañía de Edelgar y el resto de Druidas.

magma

21/01/2013 21:45:35

Edelgar observó a la elfa que estaba tal y como había llegado al mundo. También se percató de cómo incomodaba a algunos y como gustaba a otros esa situación, por lo tanto aceptaron la capa que uno de los paladines ofreció a la joven elfa. Edelgar oía como le bombardeaban a preguntas y cómo la joven se abrumaba y se sentía mal al no saber qué contestar a muchas. No era el momento de agobiarla, así que decidió llevársela a su casa, lejos de los curiosos, mirones y de los ansiosos humanos, que sabedores de contar con poco tiempo en sus vidas querían solucionarlo todo de un plumazo.