Statico

31/10/2005 12:49:05

La noticia le calo profundamente, la curo y arropó. No dejaria que eso quedara así.

Marcho cuando ella dormia placidamente, colgando su espada del cinto, y llevandosela con el.
Llego al desierto, el viento habia borrado practicamente todo rastro o restos de lucha, pero no lo suficienteo, siguio unas huellas humanas hasta la entrada de uan cueva.

- Ahi estan... -penso.

Entro en la cueva con una calma sobrenatural, espada en mano, sin escudo, ni casco, no necesitaba mas que su ira acumulada para acabar con eso.
No tardaron en aparecer unos bandidos, gritando y dnado la alarma mientras se abalanzaban sobre el, se deshizo de ellos con unas simples pero certeras estocadas. La sangre le salpicaba la dorada armadua y manchaba su limpia oja, la sangre de unos bandidos que habian sobrepasado el limite de su consciencia.

Avanzó a estocadas, su heridas no le dolian, sus heridas no las notaba, sus heridas no cerraban.
Llegó al final de la cueva, allí le esperaba con una sonrisa el jefe de los bandidos, dos armas empuñaba y las agitaba mientras reia.

- Vaya vaya... ¿quien eres tu? ¿Otro que busca venganza? *niega ligeramente divertido* No encontraras venganza aqui.. encontraras la muerte!

Comenzo una batalla, con un final claro. Las estocadas del bandido no encontraban mas que el filo de su espada, nada hacia por atacar, solo defendia, mientras el bandido comenzaba a confiarse.

- Aqui se acaba tu vida infeliz. - Dijo lanzando una estocada mortal al pecho.

- Aqui se acaba la tuya... - Un ligero movimiento hacia su izquierda logro que el bandido le pusiera su espalda al frente, y descargando un poderoso mandoble sobre la columna, partiendola en dos mientras la sangre le salpicaba la cara. - ...infeliz.