REO-Auron

18/03/2006 17:02:11

William Moor era un joven fuerte y apuesto. Residente en la aldea de Colina de Giliam, solía ayudar a su padre con los cultivos y se entrenaba de vez en cuando con la guardia local. Acababa de cumplir 20 años, y era envidiado por sus amigos, dada su energía y optimismo habituales.

Esto no pasaba desapercibido para Miranda Dermsy. Miranda era una hermosa jovencita de 19 años, cuyos grandes ojos azules eran la perdición de todos los jóvenes de la aldea. Como no podía ser de otra manera, Will también bebía los vientos por ella. El enérgico porte y eterna y cálida sonrisa del joven tampoco le eran indiferentes a Miranda.

El inocente amor juvenil siempre acaba abriéndose paso. Se reunían a solas siempre que podían al terminar sus obligaciones, aunque no por mucho tiempo. Se hacían promesas de amor eterno, de lo que el futuro les aguardaba, de lo felices que serían.

Llegados a cierto punto en su idilio, decidieron escaparse una noche a una arboleda cercana a la aldea. Cuando sus familias dormían, los dos se las arreglaron para salir de casa sin despertar a nadie.
Mientras el guardia de la puerta roncaba, se escabulleron sin hacer ruido hacia el tranquilo bosquecillo.

Iban de la mano, correteando por los campos de cultivo como lo que eran, una pareja de tortolitos. Se adentraron en la pequeña arboleda, ambos sonrientes, besándose contínuamente.
Llegaron al claro que buscaban.

Embelesados como iban, un tropezón de Will con una raíz les hizo caer a ambos. Miranda cayó sobre él, sus rostros muy juntos. La sonrisa que le dedicó Will la hizo adivinar que el tropezón no fue accidental. Con una sonrisa pícara, Miranda le plantó un besazo en los labios. Los impulsos empezaban a adueñarse de ellos, sus manos recorrían mutuamente sus cuerpos.
Sentían una extrema felicidad. Aquello les parecía un sueño, el mundo un lugar maravilloso.

Pero el mundo no es un lugar feliz.

Will vio de repente como el rostro de su amada se contraía en una extraña mueca, a la vez que sentía un leve pinchazo en el abdomen. Todo se sucedió en un par de segundos. Will vio horrorizado como un hilillo de sangre brotaba de los labios de Miranda, mientras el pinchazo le producía un dolor lacerante, como si la vida se le escapase por esa pequeña herida, como si algo se la estuviera robando.

La cara de Miranda era de incredulidad, mientras una fuerza sobrehumana la alzaba y la ponía erguida. Will dejó de sentir el dolor, pero lo que vio le heló la sangre en las venas. Una cuchilla de malévolo aspecto brotaba del abdomen de Miranda, mientras la joven, que no sabía qué era el fuerte impacto que había sentido en la espalda segundos antes, lo entendió de repente al bajar la mirada hacia su abdomen.
Al darse cuenta, el dolor se hizo más patente, demasiado sorprendida antes para sentir nada. No solo dolor. Lo que sentía era desesperación, una negrura en su alma, el olvido la susurraba al oído.

Will, aún tirado en el suelo, no daba crédito a lo que estaba viendo. No supo qué le atemorizaba más, si la cara de su amada mientras se le escapaba la vitalidad o la oscura figura alada que había tras ella.
Will tenía la concepción típica de los ángeles: seres luminosos, de blancas alas y gentiles facciones. Lo que tenía frente a él era todo lo opuesto.

Antes de que pudiese examinar más a la figura, esta extrajo el sable del cuerpo de Miranda y la empujó a un lado. Miranda cayó de rodillas con la misma expresión de terror e incredulidad. Will soltó un grito cuando la diabólica aparición comenzó su brutal ofensiva contra la moribunda joven. La cimitarra golpeaba a velocidad de vértigo, despedazando el cuerpo de la mujer en una orgía de sangre. La sombra alada parecía disfrutar, emitía una risa malévola y ultraterrena que estremecía aún más al joven.

Will no sabía qué hacer, paralizado por el miedo. A un lado estaban los sangrientos restos del cuerpo de su amada, frente a él estaba el monstruo que había hecho eso, mirándole fijamente. El joven comprobó que no era un monstruo. Era una forma humanoide vestida con negra armadura y yelmo astado. Pero las alas pardas desplegadas no parecían formar parte de la coraza. A través del visor del yelmo, unos ojos rojos le miraban. La figura se quitó el yelmo y comenzó a desatar las correas que sujetaban las placas de la armadura. Extendió el brazo con la mano extendida hacia Will.

-Ven, mi amor. Para ti tengo reservados unos placeres que nunca has soñado con disfrutar y que nadie más en este mundo podría proporcionarte. Ven, mi amor. Te enseñaré los placeres del terror, el dolor y la carne...

La cara de Will cambió. La mujer, pues de una mujer se trataba, le sonreía con maldad, unos colmillos vislumbrándose a través de esa sonrisa. Era bella, exótica, y su susurrante voz le atraía. Will se levantó y tomó su mano...

A la mañana siguiente, grupos de aldeanos buscaban por la villa a los dos jóvenes que habían desaparecido. Sus familias no daban con ellos, y empezaba a prepararse una expedición para salir a buscarlos fuera de la aldea.

Andriu_ZGZ

18/03/2006 19:52:29

//Buen relato para el comienzo de una quest, si señor, me ha gustado :D

Un saludico :wink:

REO-Auron

23/03/2006 18:14:54

[i:3153823bdd]En las tabernas y posadas de varias ciudades se habla de hechos extraños en los caminos.

Rumores de comerciantes que hablan sobre bestias de otro mundo que atacan sus carruajes, mercenarios que charlan sobre grupos de diablillos surgidos de la nada o narraciones de algún aventurero que asegura haber derrotado poderosos diablos que aparecieron en mitad de la noche.
Pero todos coinciden en algo: ataques nocturnos.

Entre exageraciones y relatos sesgados puede haber un fondo de realidad...[/i:3153823bdd]

Dilvish

23/03/2006 18:43:23

[i:045d76f23d]Al llegar a Vado de la Daga, el Consejero Corwin se entera de los rumores que los viajeros han extendido por las posadas. Varios soldados de la Guarida se acercan a su mesa para preguntarle sobre la veracidad de las habladurías.

-"No son rumores amigos. Sin ir mas lejos a mi me atacaron cerca de Fuerte Liam, hace dos jornadas".- relató el guerrero, apurando de un trago su jarra de "La elección de Elmnister".

Con paso resuelto, Corwin se dirigió al castillo de la ciudad para hablar con Proust y con suerte, con la Consejera de Guerra Nica.

-"Primero hombres lagarto y ahora diablillos surgidos de la nada...".- pensó. "La ciudad será atacada. Debemos estar preparados."

Y sus manos, movidas por los hilos del subconsciente, apretaron con fuerza las empuñaduras de las cimitarras. [/i:045d76f23d]

-Celes-

23/03/2006 22:45:33

En la posada de Calimpost sin poder evitarlo escuche aquellos rumores que ocasionaron en mi un gran escalofrio que recorrio todo mi cuerpo... me aferré a mi vientre mientras pensaba que habian aparecido en mas lugares aquellos diablillos... y justo al caer la noche....

Levante levemente la mirada hacia los humanos que hablaban sobre el tema... Arth y yo fuimos atacados justo en la carretilla que esta en las afueras de calimport , salieron... de la nada...

Seguidamente me levanté y me dirigí hacia casa.. tenia que contarselo a Arth y buscar alguna explicasion.. pues con estas "pequeñas" cosas comienza un gran desastre