moreral

27/03/2006 23:28:04

Gard caminaba lentamente y con premeditación hacia el paso de Zundbridge. Una pequeña avanzadilla de hombres, guardias de Aguas Profundas, vigilaban el camino plagado de bandidos y otras bestias peligrosas. Una voz fuerte y potente gritó un sonoro "¡Alto!", ante el cual el mercenario se detuvo.
-¿Qué asuntos le llevan a utilizar este camino?
Un guardia, el que le había detenido.
-Mis motivos en la ciudad de los esplendores son solo mío, querido guardia. Pero tomar este camino es precisamente debido a mis asuntos en Aguas Profundas.
-Está bien, tenga cuidado. El camino está lleno de bandidos y otros males, si tiene cualquier problema acuda a nosotros.
Dos guardias, uno en cada lado de la entrada del paso.
-Muchas gracias señor guardia, no sé que haría sin ustedes.
El guardia continuó parloteando mientras Gard esgrimía una excusa y se volvía hacia la fuente, después de beber un poco de agua pudo descubrir un guardia más, semioculto entre la torre y la tienda. Se fijó en un punto lejano y concentró su mente mientras agarraba fuertemente un marcador mágico, ya tenía un punto de regreso. Tras despedirse del guardia amablemente continuó su camino, en el otro extremo del paso esperaban dos guardias más. Un total de seis, dos más de los que él necesitaba... eso era lo de menos.

Activó el objeto mágico, en unos segundos estaba de regreso a bastantes metros del paso en el lugar que había observado desde la fuente. Sonrío y se encaminó hacia el campamento bandido. Engañarlos había sido muy sencillo: el primer paso había sido matar de un solo golpe a uno de los asaltantes y que el superviviente lo llevase hasta el jefe; el segundo paso había sido hacerse pasar por mago, un par de trucos, unas convocaciones y unas promesas... un laboratorio con riquezas. La avaricia de los bandidos fue sencillamente estúpida.

Cuando llegó al campamento estaba todo dispuesto, 14 bandidos disfrazados de harapientos con las armas ocultas bajo la ropa. Se pusieron en marcha. El jefe de los bandidos iba en primera fila, por su calidad de jefe e 'inteligencia', Gard le había asignado la primera posición para hablar con los guardias ya que "A mi me han escuchado hablar y podrían reconocer mi voz", habían tragado.

Al poco llegaron al paso, la voz del mismo guardia sonó "¡Alto!", el jefe de los bandidos comenzó a balbucear y finalmente la guardia dejó pasarlos. Llevaban unos pasos sobre la amdera cuando Gard gritó "Son bandidos, llevan armas bajo la ropa. Me llevan prisionero"; si hubiesen mantenido la compostura quizás habrían salido bien parados, pero se alzó el clamor de "Traición" y todos desenfundaron sus armas. Miró la confontación divertido, 4 guardias encarando a 14 bandidos, quienes estaban perdiendo eran los bandidos. Lanzó dos conjuros de protección, invisibilidad mejorada y premonición, ya había 4 cadáveres en el suelo y ninguno vestía de uniforme así que se lanzó a la lucha. Avanzó invisible hasta situarse al costado de uno de los soldados, cuando éste alzó el brazo para dar una estocada mortal un frío le recorrió el cuerpo, sus costillas habían dejado paso a una gran hoja que le estaba produciendo un dolor terrible cuando la volvieron a retirar. El siguiente guardia se giró bruscamente al escuchar el grito de agonía de su compañero; tuvo tiempo de pestañear al ver como una hoja descendía en diagonal hacia su cuello, en el último momento se movió y el impacto dió en su clavícula, ese brazo estaba inservible, sólo consiguió retrasar unos segundos su muerte ya que la hoja volvió a descender sobre su cuello seccionándolo brutalmente. Iban dos. Gard se las tuvo que ver con algún bandido que prefería encarar al 'traidor', prefería los guardias, al menos duraban más. El tercer guardia ya estaba herido y fatigado, apenas se enteró de la muerte cuando ésta lo besó. Finalmente quedaban sólo Gard y un guardia, se engarzaron en un combate despiadado repleto de buena técnica, algo más que golpes brutos sobre escudos; paradójicamente, la perdición del adversario era su ayuda, dos guardias llegaban corriendo por el puente, su boca empezaba a formar las palabras dedicadas a increpar a Gard pero la falta de concentración causó que dichas palabras nunca saliesen de la boca. E iban cuatro.

El primero de los que llegaba corriendo se encontró de pronto con una sombra que se agazapó en el suelo justo a su lado, trató frenar su carrera pero una de las piernas sólo parecía pisar aire... y así era, seccionada a la altura del tobillo, haber llevado unas botas de cuero en lugar de su habitual malla había sido muy mala idea. El último fue patético, corriendo detrás de su compañero se encontró con un charco ed sangre y un pie que lo desequilibró, el mercenario sólo tuvo que colocar su acero y el propio cuerpo por inercia se empaló en él.

Una vez rematado el guardia sin pié empezó lentamente a producir a todos los guardias heridas con diversas armas de los bandidos devolviéndolas a su sitio al término. Registró todos los cuerpos en busca de algo de valor, dejó todo revuelto tal como lo dejarían unos bandidos... él sabía hacerlo de sobra. Entró en la tienda y realizó la misma operación, encontró 5.000 monedas, una buena dote para un puesto alejado.

Al salir observó el panorama, sin duda, quien viese aquello sabría que había pasado... sobre todo si recordaban que hacía un par de semanas habían sido asesinados dos bandidos a mano de los guardias ¿Venganza o puro saqueo? Estaba seguro que eso despistaría a cualquiera.