heredeiro

17/07/2006 01:59:08

//Lo pongo aquí ya que habla de lo que está haciendo Seriand para quitar su cicatriz.

Después de una estúpida prueba para entrar en la torre se encontraba a escasos metros de la tan famosa biblioteca. Podía percibir el aura de muerte que manaba en aquella torre, sin duda alguna provenía del poderoso liche que tenía enfrente y de toda la magia que imbuía hasta la última telaraña de ese lugar.

Aquel era quien debería informarle de como acabar su maldición, un ser muerto en vida de temibles poderes... se le antojaba absurda aquella situación, ¿qué le pediría a cambio de la información que necesitaba? Tendría que negociar algo en concreto, quizás algún objeto de gran valor o algún pequeño favor, nada generalista o una deuda pendiente. Ya había sido esclavo y precisamente esto era para dejar de serlo por y para siempre.

Mientras se dirigía hacia Kaatos para entablar, si es que se le podría llamar así, conversación volvía a su mente la invocación del ejecutor de esclavos encerrado en el abismo. Sin duda había sido de poca ayuda, pero había acertado al realizar el ritual que lo había regresado a la no-vida, era un punto a su favor.

La conversación con el liche fue breve, atendió mientras le explicaba las normas que regía la biblioteca, observó los objetos que le ofrecían y por fin cambió de indumentaria. Había entrado como un presunto esclavo, saldría como una oscura sombra... y así fue como salió. La ira hervía en su sangre, no parecía haber nada que a Kaatos le pudiese interesar, y si aquello era así, aquello era malo. Se dirigió al distrito de las criptas, lugar en dónde había recogido los componentes principales de su invocación, pero ahora su objetivo era distinto: destrucción. Mientras se encaminaba hacia el conocido escondrijo de medianos asesinos iba murmurando palabras arcanas que lo rodeaban de un muro de energía invisible, el oxidado cerrojo de la puerta saltó de una patada.

En un brazo empuñaba un afilado estoque resplandeciente por la magía que recorría cada milímetro del acero y en el otro brazo pendía un pavés, detrás de él viajando entre las sombras más oscuras una enorme figura felina. Los combates comenzaron rápido y su final también fue presuroso, al cabo de unos minutos los medianos que habían tenido el poco juicio de enfrentarse al elfo yacían desangrados por el suelo o habían sufrido algún fin peor; si algún observador hubiese examinado los cuerpos se habría sorprendido al comprobar que en algunos de ellos faltaban algunas extremidades: dedos, ojos y orejas principalmente; si además ese observador hubiese conocido a todos los cadáveres se podría dar cuenta de que aquellos que habían sido amputados eran los más sobresalientes luchadores; y si alguien hubiese quedado con vida sólo habría escuchado una frase en voz alta al elfo asesino:
-Aprended a temer mi nombre, os encogereis de terror si la muerte negra va a por vosotros. Morir es lo mejor que os puede pasar.

heredeiro

30/07/2006 22:01:00

Ju'ei, como se hacía llamar ahora, dejó a Odiledin a las puertas del enclave de los Magos Rojos. El elfo amanerado era lo mejor que le podía haber pasado, un ex-esclavo, enamorado de otro hombre y marcado en la frente con un sello que lo degradaba; no había puesto ninguna objeción ni ninguna pregunta cuando le habían susurrado quienes se la podían quitar.
Ju'ei cuidaría de Odiledin mientras fuese útil, así rezaba el dogma de Set y él no pensaba incumplirlo... al menos por el momento.