Artanis

02/07/2007 15:31:32

1 - 7 - 2007

IRONÍAS

... el que me traiga una escama de dragón será recompensado con un gran poder y conocimiento...


El viaje en barco tocaba a su fin. El calor era abrasador, y la luz solar muy intensa. Las ropas Vadaguenses no eran adecuadas para ese clima desértico y me daba la impresión de que iba a caer desmayado por una hipertermia. Junto a mí estaban mis compañeros los maestros Akon y Luntor, además del teniente Jame, Esther la vidente, y sus dos acompañantes, uno de los cuales era el marcado.

Sabiendo que Jame no duraría mucho en la ciudad debido a su descendencia, decidimos cubirlo bajo un manto de invisiblidad mágico para que pudiera volar con seguridad hacia nuestro destino: La torre del Protector. La torre se alzaba en Khanduq, cubil de todo tipo de calaña criminal, por lo que mantenía en todo momento un ojo a mi alrededor, y sobre todo, en mi bolsa, pues sospechaba que lo que ahí guardaba nos sería completamente imprescindible para nuestro propósito.

Entramos en la torre, dispuestos a llegar hasta el sótano más profundo de la misma para poder hablar con su dueño, y era evidente que nos estaba esperando. Todo tipo de tanar'ri y muertos vivientes guardaban la primera planta del edificio, pero por suerte los guerreros que nos acompañaron pudieron dar buena cuenta de ellos.

Tras acabar con los vigilantes de la primera planta, vino un hombre que decía hablar en nombre de Pook (si no recuerdo mal ese Pook era un líder cófrade del barrio criminal calishita) y nos exigía, si mi vieja memoria no me falla, pagar un impuesto. Le dijimos que sería mejor que nos dejara hacer lo que debíamos hacer, pero hizo caso omiso de nuestras advertencias, así que el Maestro Akon no tuvo más remedio que lanzarle un conjuro de "de la carne a la piedra".

Solventado ese problema, proseguimos en el descenso del macabro edificio. En el sótano, al igual que en la primera planta, todo tipo de demonios y no muertos trataban de impedir nuestro paso, pero nuestros guerreros dieron también buena cuenta de ellos, con el apoyo de mis compañeros del Cónclave. Poco pude hacer yo, mi mano amputada apenas me permitía lanzar conjuros. Sólo pude lanzar una Disyunción de Mordenkainen al marcado cuando una mano mágica trataba de aplastarle, ya que para ese conjuro basta con pronunciar las palabras adecuadas.

Finalmente llegamos al último habitáculo, liquidamos a los últimos guardianes, retiramos las últimas trampas... y allí estaba el Protector. Una momia de aspecto imponente y macabro, y visiblemente alterado por la intrusión de su... "hogar".

Entonces Luntor se adelantó a hablar con él. Sabía que poseía una gran elocuencia, y que sería capaz de convencer a un guerrero de que lo que sostiene en su mano es un trozo de rama en vez de una espada. Por desgracia sus ardides no funcionaron, y el Protector se enfureció sobremanera. Convocó a sus adláteres: dragones negros de aspecto imponente, slaads y tanar'ris que únicamente había visto en algún libro referente a los planos abismales.

A pesar de la destreza de los combatientes que me acompañaban no logramos abatir a los recién llegados secuaces de la momia, de modo que nos vimos obligados a batirnos en retirada... una retirada accidentada cuanto menos. Recuerdo caer inconsciente al menos dos veces, pero por suerte el Maestro Akon acudió en mi ayuda, devolviéndome a la consciencia.

Corrí, corrí tan rápido como mis viejas y heridas piernas me permitieron. Tropecé un par de veces debido a los daños que tenía en los músculos... pero finalmente logramos salir todos. Para ganar tiempo conjuré un muro de piedra lo suficientemente alto como para cubrir la puerta de la torre.

Pasaron unos minutos y logramos recuperar el aliento. Sanamos nuestras heridas con vendas, pociones y pergaminos mágicos, pero aún teníamos una profunda herida que curar. La herida de haber abandonado nuestra tarea y deber, de habernos batido en retirada y haber dejado al protector en su torre y, con él, la filactelia del Regente.

El Marcado paracía ansioso por volver allí abajo y combatir de nuevo al Protector. No estaba seguro si esas ansias eran debidas a su sentido moral del deber, a un efecto enajenador proveniente de la marca o simplemente era locura. Sea lo que fuere, esa "locura" nos contagió a todos y nos empujó a volver al encuentro del Protector.

Repetimos el mismo camino que antes, y llegamos a la sala final, donde aún estaba el Protector y sus secuaces. Ya quedaban pocos debido a la batalla que tuvo lugar anteriormente, y finalmente logramos abatirlos a todos... pero el protector se hallaba ahí de pie, desafiante. Recordé que tenía varios pergaminos de Hoja negra de la Calamidad, así que los cojí y conjuré las brechas entre planos que pude, intentando retener el máximo tiempo posible al Protector mientras los demás intentaban abatirlo.

Las brechas duraron poco tiempo, y el Protector no tardó en dirigir su insidioso toque hacia los demás. Este toque absorbía la energía vital de la víctima, pudriéndose éste y acercándose más a la muerte... pero fue entonces cuando el marcado reveló su propósito: El toque del Protector no lograba drenar su vida.

El protector cayó, convirtiéndose en un montón de vendas con una magia latente que lo reviviría de nuevo... pero no era nuestra intención matarlo... sería inútil. En lugar de eso le atraparíamos por toda la eternidad bajo el suelo de su propia torre... saqué el viejo tomo que guardaba en mi zurrón y el ritual comenzó.

"Cinco rubíes rodearán al cautivado, cargados mágicamente con el conjuro Armadura de mago. Un objeto mágico de gran poder se ofrecerá como fuente de poder para el ritual. Un conjuro de exorcismo se lanzará sobre el centro del circulo. Una Mano aplastante de Bigby quebrantará el artefacto mágico para liberar su poder en bruto a la vez que se recita la letanía. En ese preciso momento, los conjuros de Terremoto y De la carne a la piedra se ejecutarán sobre el objetivo."

El Marcado y los tres Maestros del Cónclave formábamos el círculo que ejecutaba el ritual de cautiverio que retendría al Protector por toda la eternidad. La letanía "Felin, yo te encierro por toda la eternidad" resonó por toda la sala, y el Maestro Akon lanzó los conjuros apropiados de manera simultánea, gracias a un conjuro de Detener el tiempo.

Para entonces las vendas ya se estaban entrelanzando, intentando dar forma de nuevo al Protector para devolverle a la vida... casi había vuelto de nuevo a la vida... pero entonces la tierra comenzó a temblar. Con cada sacudida de tierra la figura aún incompleta del Protegido era engullida por el suelo de su propia torre, comenzando por los pies, y termiando por la cabeza aún sin formar completamente. Sólo en el momento en que todas y cada una de las vendas fueron engullidas por la tierra suspiré... el Protector estaba atrapado y no volvería.

Momentos después... recorde las palabras del Siervo durante la Guerra de Vado...

"El que me traiga una escama de dragón será recompensado con un gran poder y conocimiento

Ese poder y conocimiento que el Siervo me concedió como recompensa por llevarle una escama de dragón fue el principio de su fin...

Irónico, ¿verdad?.

//Básicamente es lo visto por Andrik de un segmento de lo comentado en el post de Midwin. He preferido ponerlo aparte para no mancillar con mi prosa de mala calidad esa magistral historia :wink:

//(Editado para poner las citas en cursiva :P)

kosturero

02/07/2007 15:44:35

[quote:6efd429bfc="Artanis"]

//Básicamente es lo visto por Andrik de un segmento de lo comentado en el post de Midwin. He preferido ponerlo aparte para no mancillar con mi prosa de mala calidad esa magistral historia :wink:[/quote:6efd429bfc]


O_o uhm...¿gracias? XD estas tonto tio xD (desde el cariño eh :wink: )

el post lo puse para dar a conocer el final del pj a los qeu no estuvieron, y lo que paso en su interior a los que si lo visteis, podias haber puesto ahi tambien tu trozo leñes xD