Elenion

22/11/2007 15:02:56

Guerrero y hechicero, Baret lleva una vida nomada por los reinos en busca de problemas por los que ser contratado. Vivio hasta no hace muchos años en su alde natal en el desierto cerca de Calimport, alli fue instruido en el arte de la lucha y potenciada la esencia magia que en su interior nacia.

Elenion

29/11/2007 17:48:59

Expecializado en hacer pociones para incrementar sus sentidos, el brujo del desierto tiene un amplio conocimiento en alquimia, botanica y quimica.

Estos conocimientos han sido pasado de maestros a discipulo durante generaciones en la aldea de Hilmar en la profundida del gran desierto cercano a la Gran Calimport.

Tambien han son adiestrados en el arte de la guerra y en las armas cuerpo a cuerpo. Eso hace del brujo del Hilmar un luchador veloz ya que no suelen utilizar pesadas armaduras.

La filosofia de vida de estos hombre y mujeres es la de cazar, por ello se preparan toda su vida para esas ocasiones. Suelen ser contratados por otras personas para eleminar cualquier enemigo.

mourrin

02/10/2009 10:10:12

Antes de nada decir, que mis anteriores cuentas eran, Elenion y Drexler.

Ahora como no tengo las contraseñas he cogido estas.

BARET: IDA Y VUELTA AL INFIERNO

Fue conocido durante algún tiempo como un comerciante, vendedor de pócimas mágicas y obtuvo algo de fama.
Pero todo cambio una noche hace un año, cuando realizaba un nuevo viaje por el desierto cercano a la ciudad de Calimport.
Sus planes era visitar los numerosos pueblos que en el desierto se podían encontrar, pero se trunco por lo que esa noche aconteció.

El remordimiento de haber abandonado el camino de sus antepasados, torturaba al joven Baret desde hacia ya varios meses. Sus negocios iban cada vez mejor, pero utilizar sus facultades mágicas para ser un simple mercader hacia que se sintiera realmente mal.

Esa noche realizaba su entrenamiento como cada noche, con sus dos cimitarras mágicas que centelleaban en la noche como dos estrellas en la noche. Y mientras los realizaba su mente se escapaba en la instrucción que recibió en su infancia, cuando fue elegido para convertirse en cazador de bestias.

Su maestro el viejo Kulbar, fue realmente duro desde el principio, inculcando su disciplina a todos sus aprendices. En el arte de la magia y la lucha.

“El cazador de bestias no es un simple guerrero y tampoco un enclenque mago encerrado en su biblioteca. El cazador de bestias es un guerrero mágico, fuiste marcados con la marca de la bestia, esa marca ira creciendo según vosotros mismos crezcáis en fuerza y poder. Por ello el camino del cazador de bestias nunca tiene fin.”

Las palabras de Kulbar, resonaron en la cabeza de Baret como una explosión, que hizo que Baret soltara sus armas, las cuales cayeron a la arena del desierto.

“¿Como he podido olvidar quien soy?, ¿como he podido cegarme por el brillo de la riqueza?”

Dijo baret en un tono tembloroso y asustado.

Las lágrimas recorrieron su rostro, y cayeron en la fría arena del desierto.

“Debo volver a mi hogar, debo volver a ser yo mismo, debo volver a ser un cazador de bestias.”

Tras recoger sus posesiones más valiosas y guardar en una mochila, se marcho abandonando el resto de su cargamento en el desierto. Con un rumbo fijo.

Tras tres días recorriendo el desierto, sus pies pisaron nuevamente su hogar, tras 3 años desde su marcha.

El olor a madera quemada hizo que se detuviera a unos cientos de metros de lo que antes era su hogar. Ahora convertido en un infierno. Las llamas cubrían todo el lugar, numerosos cuerpos yacían carbonizados.

Los gritos de Baret no obtuvieron respuesta en su búsqueda de supervivientes. Sin darse por vencido, busco algún rastro de lo sucedido obteniendo sus frutos.

Las huellas de unas ruedas de carro, fueron la única pista que encontró. Convencido de que seria la opción correcta, comenzó a seguirlas por el desierto.

Tras una enloquecida carrera por el desierto, utilizando todos sus recursos para acelerar su paso. Los gritos de los prisioneros tras una loma le indico que por fin los había encontrado.

Continuara.

mourrin

06/10/2009 09:48:13

Los ojos de Baret se llenaron de lagrimas al contemplar a su pueblo sufrí, esclavos de unos extraños que jamás había visto antes.

Sin pensarlo cargado de odio y venganza, desplegó sus poderes y como un rayo en la noche descendió por la dona en dirección a los captores de su pueblo.

Los cuerpos de los enemigos volaban como hojas marchitas de otoño, pronto no quedo ninguno con el que descargar su rabia. Pero cuando se disponía a romper las cadenas de los carros para liberar a su gente, un devastador rayo de energía lo arrojo contra las arenas del desierto.

Baret intento recuperar las fuerzas mientras se levantaba, pero un gran mazo le golpeo en la espalda lanzándolo de nuevo por los aires. Antes de caer al suelo media docena de dardos se clavaron en su pecho.

Las heridas producidas por los dardos dejaron al pobre Baret inmóvil en el las frías arenas del desierto. El veneno produjo que su cuerpo tomara un colar azulado.

“Vaya, vaya… parece que estos sucios cerdos no estaban tan indefensos como creíamos.” Se hoyo una voz fuerte y áspera como la de un gigante.

“Sin duda, sabe luchar, pero no tiene nada que hacer contra nosotros tres, ji, jua,ji,ji”
Esta tenía la afilada tonalidad de una serpiente.

“Ya basta de cháchara, Ahora es imposible que lleguemos con nuestro cargamento a nuestro destino. Matad a los de menos valor.”
Dijo un tercera voz, profunda y tenebrosa.

Baret luchaba por levantarse, pero sus ojos llenos de rabia y angustia descubrían el sufrimiento por el que estaba pasando.

Tres figuras se materializaron de la nada, la primera un hombre o al menos tenia algo de hombre ya que mas parecía un orco, casi media dos metros y portaba un gran mazo de piedra negra. El segundo era delgado con facciones aguileñas y portaba en sus manos un par de dardos con los que jugueteaba pasándolos de mano en mano.

El tercero se materializo justo ante la cara de Baret, su rostro envejecido por los años era el de un hombre de largos cabellos grises adornados con joyas de diversos tipos.
Sus ojos parecían los de un lobo observando a su presa. Sus ropajes lo delataban como mago o hechicero.

“Serás mío a partir de este día, hasta que no me seas útil”, El mago extrajo de su bolsa de cintura un fino aro de plata, tras levantar la cabeza de Baret tirando de su cabello cerro el fino aro al cuello de este.

La mente de Baret tuvo la sensación de caer en un pozo oscuro y profundo. Cuando el aro plateado brillo con un fulgor rojizo.

Salferyr se incorporo tras colocar el artefacto en el cuello de Baret, con una inquietante sonrisa en su arrugada cara.
“Bien muchacho ahora te ordeno que me sirvas a partir de ahora y obedezcas cada una de mis ordenes, ¿me has entendido?”

De pronto el cuerpo de Baret quedo liberado de la parálisis, y se incorporo con dificultad. Miro al mago con una mirada perdida, ya carente de la rabia que no hacia mucho había transmitido.

“Si mi amo, así lo hare”, dijo Baret, pero en la profundidad del pozo oscuro y tenebroso donde su mente se había hundido, un profundo grito se escucho atronador y devastador.

Salferyr, se giro y miro a sus dos lacayos. “abrid todos los carros quiero a todo el mundo en fila, vamos rápido”. Dijo con una rotunda y firme voz.
Goltar y Pilvalir obedecieron las órdenes sin rechistar y pronto una larga fila se organizo frente al mago y a su nuevo sirviente.

Cincuenta en total entre hombre y mujeres, el mago fue pasando por delante de cada uno, mirando la mercancía como el que compra fruta en un mercado. Y señalando lo que le gustaba y lo que no.

“Ves lo que has conseguido con la masacre que has producido, ahora tu gente los pocos que quedan tendrá que sufrir las consecuencias. No puedo llevármelos a todos. Así que me obligas a deshacerme de los menos valiosos. Mata a al resto.”

Una orden que se repetiría una y otra vez a lo largo de lo que le quedara de vida. Las manos y extrajeron las terribles cimitarras de sus cintos. Los cuerpos fueron cayendo uno tras otro, pero no podía detenerse, no podía para su cuerpo. Solo en su mente se oía el llanto y la desesperación.

La masacre quedo enterrada por las arenas del desierto, y la caravana siguió su camino hasta el puerto de Calim. Donde los pocos supervivientes fueron encadenados en un barco junto a sus captores y Baret.


No volvió a verlos, el viaje duro varios meses y tras sucesivas paradas en distintos puertos fueron vendidos uno tras otro hasta que solo Baret quedo con sus captores.

mourrin

08/10/2009 09:59:58

Los meses pasaron y Baret fue obligado hacer todo tipo de trabajos. Contemplando desde la oscura consciencia sus actos. Su cuerpo fue convertido en el brazo ejecutor de ese maléfico trío.

Una noche en la lejanas tierras centrales, el grupo moraba en una taberna de la gran ciudad de Arabel. Habían llegado hacia un par de días y por lo que pudo escuchar el pobre Baret, estaban preparando alguna de sus maléficas conspiraciones. En los meses transcurridos había llegado ha conocer a los rufianes que lo mantenían preso. Especializados en crear el caos en las ciudades por donde pasaban y obteniendo el máximo beneficio con ello.

Baret fue enviado en busca de un hombre que debía entregarles información para su planes, por ello recorrió los tejados de la ciudad como una sombra, utilizando sus poderes mágicos innatos. Pronto llego al lugar acordado con el informador. Al cruzar la puerta del tercer piso encontró el cuerpo de un hombre abierto en canal y junto a el un encapuchado limpiaba su espada con la capa del pobre caído.

“Has cometido el peor error de tu vida”, dijo el extraño encapuchado antes de lanzarse como un león contra el perplejo Baret.
La lucha les llevo a la calle, el extraño había recibido varios corte profundos al igual que Baret que manchaba con su sangre la dura piedra de la calle.

“Si me dices quien te envía, te matare rapidamente, sino sufriran perro”, dijo el encapuchado. Pero el destello mágico que emitió el cuerpo de Baret mientras se lanzaba contra su enemigo, fue toda la respuesta que extrajo de el. El sorprendido asesino esquivo el torbellino de golpes que Baret le propino con una celeridad endiablada.


La espada brillo en la noche, junto con un grito de rabia. El asesino descargo un relámpago contra el cuello de Baret, pero el golpe encontró el aro mágico en vez la oscura piel. El aro partido callo al suelo y con el cuerpo incosciento de Baret.

Los recuerdos reprimidos durante tantos meses, golpearon la consciencia de Baret, intentando reconstruir a la persona que había sido antes de tantas atrocidades realizadas y sufridas. Pero una cicatriz quedo en su mente una cicatriz, de odio, maldad y rabia.

El asesino se sorprendió al ver que Baret volvía al ataque justo en el momento en que blandía su espada por encima de su cabeza, preparado para rematarlo. Un de las cimitarras que portaba Baret centelleo y las tripas del asesino cayeron al suelo acompañadas del cuerpo inerte de su dueño.

continuara...

mourrin

08/10/2009 17:10:16

La tortura le persiguió durante la vuelta a la taberna, las imágenes de lo que había hecho le venían a su mente como puñetazos. Intentando negar lo sucedido, negar lo realizado, negar en que se había convertido.

Baret recorrió las calles de Arabel, con lágrimas en los ojos; lagrimas que fueron secándose en su oscura piel, mientras recorría la ciudad en la cerrada noche.
Cuando sus pasos le llevaron a la fachada de la taberna casi sin darse cuenta ya no era el mismo hombre que había salido hacia ya horas, ni siquiera el mismo hombre que fue capturado hacia ya un año.

Escalón tras escalón, subió hacia el segundo piso donde su amo le esperaba. El aro pendía de su cuello de nuevo, gracias a un trozo de tela con el que había conseguido penderlo de su cuello nuevamente. Pero los efectos del maléfico artefacto ya no existían. Oculto la reparación con la capa que portaba.

Abrió la puerta y solo encontró en la habitación al mago, el resto seguramente se cansaron de esperar noticias de su siervo y se había ido a dormir. Pero el no, ese maldito bastardo era como un lobo que no abandona la caza hasta que obtiene a su presa. Sus ojos se fijaron en el herido cuerpo de Baret cuando este cruzo la puerta.

“Veo que has tenido problemas, espero que nada serio. No quiero perder una mercancía tan valiosas como tu.” Dijo con un tono burlón.

“Si mi señor, hubo problemas pero pude solventarlos. Traigo lo que me mando conseguir.”

Dijo Baret mientras se acercaba al siniestro mago, que le observaba con soberbia desde su mullido asiento. Baret le entrego un paquete envuelto.

La ansiedad que el mago reflejo al coger el paquete, era lo que Baret esperaba ya que conocía bien ese ser despreciable. Empezó a desembalar el paquete con rápida ferocidad, ferocidad que no le dejo ver que su esclavo se colocaba justo detrás de el y como estría una daga de su cinto.

La sangre mancho las paredes y apago el candil que daba luz a la habitación.
En la oscuridad se oía como la sangre seguía emanando del cuello del mago, un certero corte con la afilada daga había acabado con el. Pero antes de que espirara su último aliento pudo escuchar unas palabras.

“Quiero que sepas que te agradezco en lo que me has convertido, ahora veo las cosas mucho mas claras, espero que donde te voy a enviar tengas tu justo pago”

Con los primeros rayos de sol, los dos compinches volvieron a la habitación de su señor.
Lo encontraron sentado con su capucha echada sobre su cabeza y leyendo un libro a la luz de su candil.

“Sr. Salferyr, no seria mejor que abriera la ventana, ya es de día”, dijo el colosal Goltar. “Calla estupido, no molestes a nuestro señor con tu cháchara” respondió Pilvalir.

“Mi señor, ¿Baret no ha vuelto con el paquete?” dijo esta vez Pilvalir. Pero no obtuvo ninguna respuesta de su señor.

De repente el candil se apago y la puerta se cerró dando un gran portazo.
“Es hora de ajustar cuentas, amigos míos.” Dijo una siniestra voz que recordaba a la Baret.

Dos dardos volaron en la oscuridad, y dos figuras quedaron inmóviles. Cayeron en el suelo inertes, y asustados por su situación.

“No es un sensación muy agradable, ¿verdad?, claro que no, tan indefensos. Pero tranquilos no durara muchos. Pronto estaréis ardiendo en las llamas del los siete infiernos junto con el bastardo de vuestro señor.”

El descorchar de unas botellas, el verter de un líquido, el aceite en la cara, una chispa y el infierno se desata en la tierra.

La ventana de la habitación se abre de repente con un gran estruendo cuando Baret salta escapando del infierno que el mismo ha provocado.

En el aire sus movimientos son observados por los lugareños que miran espantados la dantesca escena. Mientras se precipita irremediablemente hacia el duro suelo, el cuerpo de Baret comienza a descomponerse al terminar el recitar mágico, hasta que desaparece por completo como arena llevada por el viento.


Las dunas del desierto de Calim son las únicas espectadoras de la vuelta de Baret a su hogar. Un destello, un trueno y un cuerpo rueda por la arena duna abajo.

Baret aun mareado por el precipitado viaje, siente el calor penetrante del desierto, nota de nuevo la arena en su lengua.

Pero es Baret lo que el viento de la Urdimbre ha devuelto al desierto o es alguien diferente.

Una sonrisa aparece en su rostro, mientras camina por el desierto contemplando como la antigua Calimport cada vez esta más cercana…