pastoretpastor

07/03/2008 15:09:08

Tras un estudio de la lógica instintiva de muchos tipos de animales, el arcano llegó a la conclusión de que los insectos eran los menos agraciados mental y físicamente: su pequeño cerebro, su movimiento por instintos básicos, su cuerpo fraccionado en dos partes y su modularidad física; demostraban y denotaban su sencillez.

El ensayo-error hacía tiempo que había empezado, nada mejor que el palacio de la magia, cercano a la antigua vivienda familiar y siempre Yuba, con algún arcano o interesado vagando, el veneno no tendría el tiempo necesario para su actuación total, antes pasaría alguien cerca...

Poco a poco destapó la vasija, sus ojos miraban firmemente el agujero negro por el que saldría la criatura objetivo de su estudio. Sabía que no necesitaba sortilegio ni foco alguno para practicar un truco tan elemental, pero debía mantener su mente en un vacío pero constante bombeo que provocara lo que pensaba que iba a ocurrir. Yuba, siempre al lado, estaría atento de las posibles heridas inflingidas, por lo que la preocupación del arcano sólo estaba focalizada en la realización de su estudio.

Salió, sus dos pinzas delanteras empezaban a emerger de la oscuridad del objeto, seguidamente sus patas delanteras, el insecto, movido por su instinto, salió cauteloso de su oscuro encierro, encarándose hacia el arcano poco a poco, sus ocho patas pisaron el suelo de palacio y su brillante y afilado aguijón apuntaba con desafío al observador.

Tras prestar su concentración a los primeros movimientos en la luz, el arcano puso toda su énfasis y energía hacia el insecto, que, poco a poco, se empezó a mover nervioso de un lado a otro, el arcano no desfallecía, caían las gotas de sudor al suelo, Yuba observaba nervioso, el escorpión se detuvo: su instinto ya no le guiaba.

Tras conseguir durante unos segundos que el objetivo se mantuviera en la posición requerida por el arcano, Yuba tapó con un trapo de cuero al escorpión y lo volvió a meter en la pequeña vasija.

El estudio había concluido, sus pequeñas marcas esféricas en las manos del arcano denotaban que no era la primera vez que lo intentaba, pero esta vez había sido la primera vez que conseguía su objetivo. Su estudio no había hecho nada más que empezar...

pastoretpastor

11/03/2008 17:15:55

El estudio seguía su curso, tras alguna instrucción del gnomo, ahora podría conseguir confundir al animal.

La manipulación mental, aunque eficaz, contaba con los complejos parámetros que obligaban al arcano a penetrar en la mente del insecto, pero el gnomo le había indicado el camino a seguir para la fácil manipulación externa, la confusión para un ser de mente endeble era solamente cuestión de formalizar sus miedos.

Tras muchos intentos sin abrir el tapón del pequeño recipiente, vivienda de dicha criatura, llegaba el momento de conseguir el mismo efecto con el insecto a la luz del día.

Cual sería la mejor situación? Estaba claro, aunque sabía que había probabilidades de fallo, un estudio intenso del animal en su hábitat declararía la mejor opción y haría decantar al arcano por la variable menos estable pero que más le motivaba. Al fin y al cabo el estudio de resultados no sería el mismo si inflábamos las variables que acaban decantando la situación a un lado o a otro.

Abrió el tapón, arrodillado frente a la pequeña vasija, observó otra vez como el animal salía a contemplar la luz que tanto ansiaba y se preparaba para la batalla con su cancerbero.

El arcano se concentró, ya había visto suficientes veces lo que quería mostrar, sólo que esta vez tendría que ser de mucho mayor tamaño al habitual. Entre el arácnido y el arcano, se empezó a formar de la nada una criatura de un tamaño similar al humano, su cuerpo era también quitinoso, pero posaba amenazante ante el pequeño ser que volvía a ver la luz. Su comida preferida, un saltamontes, movía sus alas y mostraba como la sierra de sus patas empezaba a rasgar el aire hacia la criatura de lo que solía ser el depredador.

Instantáneamente, el arácnido, hizo un amago de escabullirse, pero la visión ocupaba todo su campo de visión, sus instintos ya no le servían de nada, la sierra de la extremidad de lo que un día fue su comida llegaba al contacto, sus patas se empezaron a contorsionar, su cuerpo formaba como una pequeña pelota de quitina.

La visión desapareció, había resultado, pero el objeto de su estudio yacía en el suelo, la vida ya se había ido, su cuerpo, inerte, ya no poseía ese calor que desprenden los vivos. El arcano marchó a la novena a celebrarlo con una buena botella de vino calishita.

pastoretpastor

12/03/2008 12:24:33

Tras una buena celebración, el alcohol en sangre ya se había rebajado hasta niveles estables. Otra vez en la esfera del gran Kaatos (engorroso se sentía de tener que desperdiciar parte de su esencia para entrar en ella) recapacitaba. Volcó el contenido del pequeño recipiente y observó el aún tierno cadáver.

Separó la parte superior, el cerebro, caparazón y patas, salieron poco a poco, separando todo el cuerpo y dejando a observar lo que un día fue un organismo vivo, separados quedaban pues el abdomen y aparato digestivo de la parte superior. Pasó Kaatos por atrás (el arcano se puso nervioso, siempre paseando y vendiendo baratijas, ¿ese comportamiento se deberá al aburrimiento en la no-vida?), el arcano empezó a examinar otra vez la anatomía del animal. Hizo incisiones, el recorrido de las cuales mostraba al arcano la bolsa de veneno, el mecanismo por el cual el animal podía realizar tan engorroso acto para los humanos.

Tras horas de estudio, pensó otra vez en las probabilidades de éxito de un nuevo estudio. El cuerpo ya separado... llamó a Yuba, quizá supiera controlar la situación ante el fracaso.

Sin estudio previo sobre la situación presente (pero a sabiendas de muchos de los factores que podían pasar), volvió a unir las dos partes del cuerpo, el propio fluido interno se aprovechaba como juntura aprovechando su viscosidad, inquirió a Yuba que se apartase y estudió la situación. Sabía que, pese a que lo provó una vez mediante un pergamino, no sería lo mismo mediante el procesamiento y manejo del proceso en sus manos.

Se concentró, puso toda su atención en el manejo de la urdimbre, el arte fluía otra vez en sus manos, el arcano se arrodilló como siempre y una espiral de energía de un color rojo oscuro mezclado con tonalidades negras surgió alrededor del escorpión. Tras canalizar toda su energía, el arcano se puso en pie demolido por el duro esfuerzo, miró a Yuba y asintió sin decir nada.

En unos segundos, el arácnido se alzó muy poco a poco, parecía como si fuera a tardar unos minutos en incorporarse. Renqueante, moviéndose a bandazos, el escorpión se dirigió a nosotros con las partes de su cuerpo casi separadas y moviéndose de una forma que daba más pena que otra cosa. Yuba, en un alarde de inocencia y raciocionio, chafó al animal con el talón de su bota.

Los dos buenos amigos se marcharon otra vez hacia otro lugar donde poder hablar de sus progresos. Sin duda, su estudio le estaba mostrando el poder del arte...

pastoretpastor

15/12/2008 10:11:46

[i:e2db7cc901]En el mismo lugar, tiempo ha...
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En la drúdaca familiar las horas se hacen largas, inmensamente largas. Los primos mayores consiguen la hegemonía en las calles cercanas, los menores intentan seguirles el paso hacía algún callejón oscuro en el que más pronto o más tarde encontrarán redención. Los pocos que pensaban en el futuro estábamos esclavizados a intentar mantener nuestro puesto como escriba novicio.

Hojas y hojas, nunca acababan. La regla de medir hendía las manos débiles cuan vengadora sagrada, tinta y papel, tintero y papiro, cuero y sangre, no acababa nunca y no era por ningunear a su padre, pero era fácil caer en la tentación: las otras academias de escribas tenían un precio más barato por la mano de obra esclava y los tratados que copiábamos eran simple y llanamente aburridas difamaciones de lo que cuando era más niño estaba acostumbrado a transcribir.

Mojó en el tintero, su pluma describió fielmente con una caligrafía excelente las palabras que ya sabía de memoria. Volvió a repetir la operación, y otra, y otra, hasta el final de los días pensaba que sería así. El ruido externo era sólo la tortura a la concentración, ya había manchado el papel, ya llegó la regla de dos mesas atrás impulsada por un énfasis sólo descrito como perder dos monedas de cobre por culpa de tu inepto hijo.

Y se hizo la noche, único refugio y subterfugio para su vida en la ciudad. Entre los sabanes cercanos a la drúdaca familiar llegaba hasta el minarete-bar; entre aprendices de mago disfrutaba de la compañía del poder real. La perspicacia de los allí presentes siempre le asombró: espectáculos obscenos traídos por horribles fantasmagorias le aterraban al mismo tiempo que le sobreexcitaban, las largas noches en vela testigo de charlas entre magos noveles sobre las teorías explicadas por sus maestros, secretos desvelados, cotilleos varios... eso era lo que más deseaba: que llegara la noche.

Pero aquella noche el joven mozo estaba extasiado por la fusta del dueño del lugar de reunión. Entre sollozos y órdenes imperiosas marchó escaleras abajo con el objetivo de buscar a los noveles arcanos y expertos parroquianos. Las horas pasaron y, ante la incomodidad de tener menos monedas de cobre que vasos alrededor suyo de licor del desierto, se despidió fugazmente del tabernero, el cual no tardó en apuntar rápidamente la nueva cuenta pendiente que tendría...

La calle marcaba con el olor a especias extrañas que en otro momento pasarían a ser simples componentes el paso de sus chanclas de esparto. Caminó y caminó y, en la calle sólo el silencio le acompañaba. Un recodo, dos, tres, contó hasta quince y aún quedaban tres quintas partes de su camino de vuelta. Cuando pronunció mentalmente y metódico el número dieciséis y ante él surgió el conocido callejón dieciséis del camino más corto del minarete-bar hasta la drúdaca familiar.

Muchos yacían en el suelo: algunos los reconoció, otros para él eran desconocidos, entre los conocidos algunos eran los parroquianos, otros eran guardias de la zona, otros eran simples mendigos y, en mitad de todo, una figura ataviada con ropajes oscuros acarició a la bella y sanguinolenta criatura que tenía al frente suyo.

Dos pases de manos y desapareció, no sin antes señalar al experimentado escriba. Cuando se daba cuenta, sus piernas hendían el aire separándolo de aquella horrenda escena, pero siempre hay que considerar que el subconsciente lleva al lugar más seguro... para alguien que sabe trepar y no era el caso. Se paralizó de terror, pues frente a él tenía una alta y lisa pared. Giró sobre sus talones, llegó babeando los restos de sangre junto a los líquidos que se almacenan en la boca de un infame perro de presa aumentado de tamaño.

Los dos se miraron a los ojos, el escriba supuso que era el fin, vació su mente y pensó en lo que en su vida sucedió hasta el momento: sólo recordó el tintero y la regla de medir. Se podía oir como el gran perro se acercaba a pasos agigantados, su mente estaba en otro lugar esperando a recibir el dolor físico, recordó el minarete-bar y las caras de los noveles arcanos sin vida, sus ojos se iluminaron, sus manos recordaron lo que tantas veces había transcrito y practicado en secreto, las palabras surgieron en el oscuro idioma de la magia...

Su mente se despejó, a su lado tenía al gran perro aturdido, el experto escriba y ahora novel arcano, sacó su cuchillo y con tranquilidad, analizó el animal: primera esfera... su brutalidad era la némesis de su punto débil, atontado como estaba, sus músculos experimentaron como el metal los separaba sin encontrar hueso, la túnica del ahora novel arcano se manchó de sangre, el perro cayó en un quejido lastímero.

A partir de ese día, en las proximidades de su drúdaca familiar y el minarete-bar, le llamaron a escondidas el encantador de perros. Pero todos sabían que aquel joven lo único que provocó fue que en vez de sesenta, fueran veinte los que aquella noche no despertaron.

pastoretpastor

15/12/2008 10:31:08

En el mismo lugar, hace unas cuantas lunas...

Atrae y repele, la roca la convierte en arena, propaga la vida así como la destruye.

La última investigación se está empezando a llevar a cabo y ya empiezo a sentir atracción hacia ello. Los cambios en el clima son algo posible y no hay mejor lugar para empezar a buscar que ese.

La magia siempre ha fluido por su raza, los elementos siempre han fluido por sus diferentes sub-razas y aquí vemos representados los dos elementos más importantes.

El fuego es desechable, no me serviría de nada. Así pues, el camino está cercano al siguiente lugar al que debo dirigirme.

*Sale de su despacho y empieza a caminar por la barriada de la Magia, superando drúdacas a un buen ritmo, ritmo que se ve acrecentado por los lugares de acceso restringido que sólo los nobles utilizan, sigue con sus cavilaciones mientras observa a los esclavos trabajar en las sucesivas reconstrucciones*

Sin duda sigue habiendo un poder activo. Calimshan nos guste o no es grande por ellos y ellos lo son más aún por nosotros.

No dudaré, ni por un momento pasará por mi cabeza la posibilidad de estar metiéndome en un embrollo.

*Baja a las puertas que separan los barrios, cambia de sabán y corre una ligera brisa que acomoda mentalmente al arcano*

Los elementos, nunca los he dominado demasiado, son conjuros que hasta el momento siempre me parecieron poco útiles. Seguiré, me parece que debo replanteármelo, debo replanteárselo. Las historias lo cuentan, debe ser verdad, debe convertirse en realidad.

Hay rituales que captan esencias, los libros lo dicen. Los dos gruesos tomos, los estudié contínuamente pero las referencias eran vagas e incluso insalubres para alguien que necesita llegar al fondo de la cuestión como yo...

*Siguió caminando entre barriadas hasta casi perderse, los grandes minaretes en restauración guiaban sus pasos, mantenían como las estrellas los puntos cardinales, los palacetes se sucedían mientras intercambiaba saludos con los otros nobles que se cruzaban en su camino. Llegó a dos antiguas construcciones bastante removidas por la reciente guerra, observó a las alturas y pudo ver los contornos de los palacetes, sus altos minaretes y su estructura imperial daban a entender su antigüedad*

Es seguro el camino que debo tomar.

*Llamó a la puerta del edificio de un color blancuzco con tintes azulados, dejando otro de lado*

Aquí es.

pastoretpastor

21/05/2009 18:35:39



Tres trovadores mezclaban el sonido de una percusión, un raro instrumento gnomo parecido a un laud gigante y un violín adelantándose en el trío como el mayor interpretador de los tres.

Asestó a dar con el arco a un joven que se atrevía a molestarles apoyado en su ebriedad sin que se notara variación alguna en el ritmo. Varios hombres fornidos trataron de defender al aludido, pero los bardos no se inmutaron siquiera.

Bien protegida tenían su espalda pues a la altura de las rodillas un buen grupo de medianos les salió al encuentro sin hacer más que guiñarles los ojos con las dagas prestas a pinchar sus partes más viriles y sensibles.

En posición privilegiada muchos ojos observaban desde un mismo lugar sin cambiar de posición lo más mínimo. Con la capa bien atusada el conjunto de ojos se movió para dejar caer la capa y entre sus muchos bolsillos un cigarrillo de tantos ingredientes como se compone el cuerpo humano se transportó a su boca por su mano.

Una fina llama salió de su dedo índice y el cigarrillo ardió creando una densa humareda.

- Vaya, no huele a pelo quemado?! -profirió un demente cuatrero que bebía una mesa más allá.
-El rector ha aprendido a atinar! -rió mientras se aventuraba a decir el compañero y cómplice del primer cuatrero, más conocido como "Cuatrero el segundo".

Las cuerdas del violín hacían vibrar al público mientras los demás músicos se esforzaban por ser oídos entre el barullo: sin duda ese instrumento poseía una marca mágica.

Y no se hizo de esperar, pues el público entero enmudeció cuando susurró una dulce música en dracónico el mejor músico que había visto (exceptuando aquel de Vado que le hizo caerse de espaldas).

Sin más, una fila de hombres hechizados depositó todo el cobre que tenía. Todos se alzaron a la vez y tomaron sus vasos que apuraron de un trago para dirigirse al destino cruel del que a partir de ahora sería el más novedoso ladrón entre los bardos que no dejan de lado la música cuando descubren la magia.

Cuando llegó su turno se abrió la capa cual exhibicionista y empezaron a oírse mientras fumaba varios violines con una resonancia cuasi perfecta. Asombrado, el maestro de la canción observó al que para él era un desconocido arcano. El sonido salía, ¿de donde? ¡no podía ser!.
-Joven, sabes bien que el talento no se paga con oro. Lo tienes, sabes ganar, pero no sabes como aprovechar tus victorias.
-¿Qué estás haciendo arcano? ¡Deja tu magia en otro lugar! ¡No para mi! -dijo impertérrito el joven maestro.

Tiró su cigarrillo y observaron los bardos que estaban bajo el efecto de una ilusión, pues cayó un puñado de bonitos diamantes en el pasado ahora carbonizados.
-Muchas personas buscan pero pocas encuentran, sin embargo, hoy no se repetirá como siempre debe el ciclo. Aténgase a la ley de la improbabilidad del maestro Mugh para estos casos -rompió la conexión del joven con su conjuro tras un veloz pase de manos y parecieron despertar todos de su letargo. Alrededor pudieron observar los hombres ahora libres como su reciente pasado era desconocido para ellos.

Mientras salía por la puerta limpiando sus uñas con las cuerdas del arco del violín los muchos puñetazos clamaban por la gran gresca que ofrecía una bolsa con el dinero y pertenencias de los bandidos, parroquianos y bastardos más osados en manos del músico.

(Tendré que volver a transmutar la realidad de mi alrededor para tener un día de paz!) - Jejejeje! -se carcajeó de camino a otro lugar mientras se oía la percusión mal sincronizada de los saqueadores de instrumentos con su nuevo botín.

//Hablando de rol de bar se me ocurrió hacer un relato sin transcendencia... xD

pastoretpastor

09/06/2009 10:58:52



Y sus muñecas mostraron la carne que había bajo ellas...

Deseó que así no sucediera, pero así fue.

Un viaje en barco les dejaba sin la despedida que parece que añoraran, ¿lo merecía? no era un tema de discusión, un acuerdo entre cuerpo y mente no se debe rebatir... se teleportó esperando no volver a verlos...

Un largo viaje para meditar, la brisa marina trajo los recuerdos del pasado al que ahora se agarraba: no hay implicación sin acción. La frase de su viejo amigo resonaba en su cráneo amplificándose por cada vez que chocaba intentando salir. Polvo y cenizas, sangre y fuego, no llegó a pensar en otra opción, no tras leer el beso de la traición, el frío y emotivo beso de la muerte. La ineptitud tenía un precio muy caro.

Demasiado preparado estaba para demostrar su ira, demasiado poco para su defensa. Los dioses le mostraron cual es el resultado de la pasividad, más no era su última lección, también aprendió de ellos sobre su precipitación. Los inmortales clavaron en su alma una oportunidad llamada "la justa medida": [color=red:a82a109a3c]y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira; y sabrán quien soy yo, cuando haga mi venganza en ellos.[/color:a82a109a3c]

En ese lugar el tiempo fue lo de menos, aunque fuera pasaran los días el momento llegó igualmente: metió la llave, la giró sobre su gozne y se libró de la presa que por su voluntad mantenía. Un nuevo amanecer no, lo que tenía ante sí era el atardecer, un reloj de arena al que no volvería a dar la vuelta, el principio del fin.

//Menudo desfase! :roll: