Jetro

07/06/2005 16:23:38

Apareció por una esquina corriendo lo más rápido que sus cortas piernas permitían, cuando llegó a un callejón se encaramó a una pared con unas piedras especialmente sueltas para la ocasión. Permaneció agazapado en el tejado de la casa, afinando el oido y esperando escuchar a sus perseguidores. Tras unos segundos de espera unos pasos y el tintineo de unas armaduras llegó hasta el callejón.
- ¡Por las pelotas de un ogro malabarista! Se ha escapado ese bribón! No te preocupes Mard, lo cogeremos la próxima vez ¿que clase de ladrón estúpido intenta robar a un guardia?
- En cuanto vea a ese maldito mediano le arrancaré la cabeza de un mandoble.
Ambos guardias se fueron por donde habían llegado. Jetro suspiró aliviado, sabía que tenía mala fama pero no tanta como para que le echasen la culpa de cualquier robo cometido en Calimport. Comenzó a reir incontrolablemente hasta que por un descuido casi cae del tejado, sólo eso pudo detener la risa. Al menos, hacerse una fama era sencillo, ahora ya tendría libertad para actuar, en el Khanduq y en la ciudad lo conocían y en el Khanduq sabía que jamás tendría problemas, es más, cualquier pícaro estaría dispuesto a ayudarlo a lo que hiciese falta con tal de compartir algo de su botín.
Espero un buen rato para asegurarse de su completa soledad y bajó del tejado. La noche era oscura y su habilidad para evadirse en la sombras le ayudaría a llegar sin ningún problema al palacio de Pook en dónde obtendría un buen precio por lo robado. Poco a poco sus planes se iban definiendo en su cabeza... aquello era perfecto.

Jetro

11/06/2005 22:15:54

Se sumergió en la piscina de su escondite eventual, había sido un día duro pero había dado sus frutos, algo de dinero y algún objeto que otro pasada a engrosar su lista de éxitos, aunque conseguir sobrevivir un día más en una tierra en dónde era odiado era todo un reto.
Volvió a salir a la superficie con una sonrisa dibujada en su cara, había aprendido mucho desde que había abandonado su seguro escondrijo en Khanduq y había explorado la ciudad y sus alrededores. Cada callejuela, cada sombra, cada guardia y su recorrido estaba apuntado en un lugar de su mente, preparado para salir a la luz en cuanto hiciese falta; pero no sólo esas informaciones estaban en sus manos, ser un fuera de ley le había servido para tener que esconderse, pero también para ganarse la confianza de otros fuera de ley e incluso forjar amistades y alianzas de lo más complicado e increible.
Salió de la piscina y empezó a fumar de su pipa, el humo se elevaba lentamente y las gotas de agua golpeaban el suelo sin cesar. Sin duda era hora de cambiar unas cuantas cosas.