Sh0No

01/03/2009 15:30:24

//Post de la quest "Extraña enfermedad": http://continentefaerun.neverun.com/modules.php?name=Forums&file=viewtopic&t=14632&start=0

Una extraña enfermedad azotaba Weldazh y por el momento no cabía duda de que todo era obra de Talona, la madre de todas las plagas. Todos los elfos del bosque estaban infectados, venas negras recorrían sus manos y sienes, las náuseas los azotaban e incluso algunos habían llegado a vomitar gusanos que se convertían en polvo al contacto con el aire, muchos habían caído ya víctimas de la enfermedad o devorados desde dentro por los gusanos...

El Archidruida Shono se volcaba sobre la mesa donde estaba realizando pruebas a lo que tenían, las marcas que le recorrían las sienes se habían acentuado tras entrar en contacto con el agua del estanque, su brazo derecho completamente negro después de que los gusanos lo mordieran en la mano tenía el mismo aspecto que los cuerpos de aquellos que habían caído muertos por la enfermedad, y lo que empezó siendo un escozor se estaba convirtiendo en una tortura constante. Estaba haciendo todo lo posible en su intento de librar al bosque de esa plaga.

Aun así, había algo en lo que no dejaba de pensar... Desde que había empezado todo esto había notado un vacío que se iba incrementando a cada minuto, sus purificaciones no parecían tener efecto, sus curas mayores quedaban a la altura de un simple conjuro de aprendiz, apenas podía escuchar al bosque cuando se abría a él... definitivamente era una sensación de abandono, de soledad...

Desde que había empezado a sentir la naturaleza tan cerca hacía tantos años ese sentimiento se había convertido en una parte de él que se había intensificado con el tiempo, algo con lo que le era difícil imaginar vivir sin ello pero que ahora sentía cada vez más lejos... Frustrado pensaba en todo lo acontecido, Talona, enemiga de sus dioses, estaba siendo implacable con el bosque en su ataque como si no encontrara oposición alguna, Madre los estaba dejando de lado... lo estaba dejando de lado.

Sh0No

03/03/2009 00:34:44

Su preocupación iba en aumento, proporcional a esa sensación de distanciamiento, de debilidad...

La cara de Aredhel cuando se lo contó hizo que esa posibilidad que subconscientemente había intentado rechazar saliera a la luz, no podía ser cierto, se negaba a que todo en lo que su vida se basaba se viniera abajo, se derrumbara arrastrándolo... debía ser una prueba como decía ella, o causa de la acentuada enfermedad como dijo Edelgar... pero eso no, no podía aceptarlo, que Madre lo hubiera dejado de lado...

Sh0No

14/03/2009 02:02:33

Los días pasaban y su mente se iba nublando a cada hora, se mantenía centrado en buscar una solución al mal que azotaba el bosque pero en cuanto su concentración flaqueaba se sumergía en un mar de penas, de sentimientos y de miedos... apenas recordaba nada de las horas en las que se perdía en esa neblina, su mente se iba igual que se había ido Madre, el bosque... dejándolo solo, abandonándolo y sintiéndolos tan lejos.

Se avergonzaba de lo que había sucedido, no se permitía mirar a la cara a ningún miembro del círculo, no se lo merecía. Cuando había algun problema con los enfermos o cuando la consejera fue atacada se hacía evidente su debilidad y su impotencia, ésto tiraba abajo las barreras que pudiesen quedar en su mente que se negaba a creer en lo que le había sucedido.

Un día se encontró en la zona norte del bosque, Aredhel estaba frente a él, seguramente lo había arrastrado hasta allí durante uno de esos momentos en que no era consciente de lo que ocurria.
Hizo caso y se sentó.

Sh0No

14/03/2009 02:05:04

Las palabras de Aredhel daban vueltas sobre su cabeza sin conseguir despejar aquella niebla que lo rodeaba, hasta que una frase se abrió paso hasta él apartando cualquier otra cosa que hubiese en su mente: "Dónde está aquel Shono que ella nombra en sus cartas? lo único que lamenta haber dejado atrás... ya sólo queda su sombra?"
Él alzó la vista y la miró fijamente, aquel mensaje sí había llegado y había atravesado el núcleo de sus miedos. Todo daba vueltas en su mente en ese momento, pensaba en todo lo que había perdido y lo que ello implicaba, pensaba en lo que había y no había hecho y lo que le conducía siempre a ello, siempre un mismo objetivo y una misma misión, pero sobretodo pensaba en el porqué, porqué había dejado de ser merecedor del trato de Madre. Ared dijo que ella estaba siempre esperando a sus hijos, llamándolos para que no se perdieran.

Entonces se dio cuenta, Madre no lo había abandonado ni dejado de lado, había sido él mismo quien se había separado del camino tanto que ya no oía siquiera su voz llamándole, era él quien había tirado por su cuenta y ahora no conseguía encontrar el camino de vuelta, y por último no era el bosque quien no le contestaba, sino sus oidos que se habían vuelto sordos a su susurro.
Si así habían sido las cosas no se iba a quedar ahí, ahora tenía un objetivo en el que debía centrarse y por primera vez en un tiempo su mente estaba despejada. Ahora debía volver a encontrar el camino, demostrarle a Madre que había vuelto y ganarse de nuevo su confianza, aunque sabía que no era ella quien había dejado de confiar.

No se enorgullecía de lo que había hecho pero ahora podría volver a mirarles a la cara, ahora sabía qué tenía que hacer y el primer paso lo daría con un silbido, un silbido que recorrió los alrededores hasta que apareció un oso pardo corriendo hacia él contento al fin, a él también podía mirarle a la cara ahora.

Sh0No

15/03/2009 12:24:09

Cuando aquella enfermedad abandonó el bosque el druida pudo al fin desaparecer entre los árboles que rodeaban la ciudadela y perderse entre la espesura de Weldazh. Necesitaba rodearse únicamente del bosque, intentar recuperar el contacto que había perdido y poder notar al menos la vida que lo rodeaba, como si pidiera perdón a Madre y suplicara que lo llevara de nuevo al principio del sendero.

Allí pasó poco más de una semana hasta que volvió a aparecer por la ciudadela, había pasado todos esos días sentado en el bosque empapándose de él y comiendo lo que le ofrecía y creía que había podido restablecer el contacto, mucho más débil de como lo sentía antes pero ya era un gran alivio. Ahora podría emprender de nuevo el camino que lo llevara hasta Madre.

Masha

16/03/2009 19:29:07

Aredhel había conseguido hacer que Shono reaccionara al fin. No estaba orgullosa del pequeño chantaje que había utilizado para ello pero... a situaciones desesperadas, medidas desesperadas. ¿No? Ahora eso ya no importaba, pues lo único que ocupaba su mente era que había prometido guiarle de nuevo por la Senda.

"De nuevo..." Era algo curioso. Él había sido su maestro, y en cierto modo seguiría siendolo hasta el fin de sus días. ¿Acaso ahora cambiaban las tornas? No, no podía ser. Debía tomarselo como algo temporal: una prueba para ambos finalizada la cual todo volvería a su lugar de origen. En el fondo sabía que esa teoría, esa visión del mundo, tenía una base que dejaba mucho que desear pero era mejor así. No podía permitirse ahora más dudas... En cierto modo se sentía responsable del que antes fuera Archidruida, en cierto modo, ahora, cuando le veía, debía reprimir el deseo de darle un abrazo y murmurar alguna palabra de consuelo aún cuando sabía que eso quedaría totalmente fuera de lugar...

La primera fase del trabajo de Aredhel ya estaba, por lo tanto, finalizada: Shono había vuelto a vislumbrar la Senda. El siguiente paso era que volviera a adentrarse en ella y esto fue en lo que Ared se empeñó en su siguiente encuentro. Los dos druidas, a instancia de Shono, se sentaron en el Claro, entre las rocas junto a las cuales aún quedaban restos de las hogueras de un ritual anterior. Ninguno deseaba andarse con preambulos: sus mentes eran lo suficientemente pragmáticas para considerar que bastante se había dicho ya sobre el problema en cuestión. Por lo tanto, se centraron directamente en la solución.

Una pequeña práctica de peticiones a Madre debía de ser suficiente para comprobar hasta qué punto había cumplido Shono su parte del "trato". No hay que olvidar que un druida no recibe sus poderes a cambio de la oración o la meditación, si no por actos, hechos tangibles, servicios a la naturaleza. Cuantos más y mayores sean estos servicios, más poderoso es un druida. Por ello lo primero que debían hacer era comprobar si Shono había hecho ya los suficientes méritos como para empezar.

Al principio intentaron algo sencillo, la tarea del elfo era dormir a Aredhel. Ambos sabían que no lo conseguirían, no por él si no porque pocos podrían dormir a la druida a estas alturas. Pero al menos así ella podría sopesar en su propia mente la fuerza de sus "conjuros". Cerró los ojos y concentró todo su ser en el punto de su mente donde esperaba la embestida del sueño. Esta no tardó en llegar y la primera fue realmente considerable. Más de lo que esperaba, a decir verdad. Se sonrió, orgullosa por el logro de su maestro, y le miró satisfecha. Aunque él no lo parecía tanto. Hizo un segundo intento... Todo igual, misma preparación, misma petición, mismo sacrificio, mismo objetivo... Pero esta vez algo falló. El ataque de Shono fue pequeño y cuando Ared abrió los ojos para ver qué había ocurrido descubrió una lagrimilla de sueño en su mejilla. No pudo evitar reír. No quería ser cruel, claro, pero había que admitir que era divertido caer dormido por el propio conjuro.

Pasada esta primera pequeña prueba, llegó el "segundo nivel". Un conjuro un poco más difícil: cubrir la piel con la corteza de un árbol. Antes de nada Shono necesitó descansar un poco y prepararse, serenar el espíritu y el cuerpo. A pesar de todo tenía buena práctica ya en prepararse para el contacto con Madre y no tardó en estar listo para la acción una vez más. Con una suave sonrisa comenzó a mover las manos, cintas, formas... bellos gestos semejantes a la danza de serpientes. Un suave murmurllo recorrió la tierra y la que quedaba entre los dos elfos se abultó hasta ceder y dejar salir dos pequeñas raices que se movían hacia arriba siguiendo las manos de Shono, que ahora parecía un buen encantador. Aredhel, embelesada por el efecto que su maestro había logrado, comenzó a imitarle hasta hacer brotar dos raíces exactamente iguales. Las cuatro plantas se entrelazaron y poco a poco fueron acercándose a las piernas de Shono hasta rodear sus tobillos y ascender prácticamente hasta la rodillas. Aquí Ared bajó las manos y le dejó hacer.

El esfuerzo que Shono hacía por controlar las raíces que deberían cubrir su cuerpo era evidente, no era taera fácil para un "principiante" y la desempeñó bastante bien auque no lograra hacerlas ascender más allá de sus hombros ni darle a la corteza la consistencia deseada. En un primer momento pareció abatido por su fracaso, además de agotado por el trabajo que tan pocos frutos había dado... por lo que Ared propuso otra táctica. Cogiendole de la mano le guió hasta el interior del bosque, allí donde costaba moverse entre los árboles y, sentándose ella en el linde esperó a que él se acomodara entre las gruesas raíces de uno de los titanes más escondidos. Esta vez todo fue mucho mejor. Shono no tardó en concentrarse y de las raíces de los árboles que le rodeaban surgió la corteza que le cubrió por entero con una magnífica capa de madera. La joven druida se sintió de nuevo sacudida por una oleada de orgullo y no pudo evitar aplaudir aún sabiendo que eso desconcentraría a su ahora aprendiz. Pero todo fue bien, ya no había nada que estropear.

Ahora, sólo un pequeño descanso y un buen té para celebrar lo logrado... Un paso más, un pequeño brote de esperanza. "Madre nunca abandona a sus hijos", pensó Ared mientras llenaba el cuenco de Shono con su brebaje de mímulo y añañuca. "Siempre había sentido que me había encontrado con él por algo especial, que Madre quería que sanara sus heridas... Pero nunca pensé que ahora, nunca pensé que así." Se sonrió una vez más y esperó a que su compañero acabara con la infusión antes de continuar la conversación.

No se podía desear un comienzo mejor.

Sh0No

14/05/2009 13:34:58

Tras aquellas sesiones de entrenamiento, aunque quizás sería más adecuado decir de recuperación, los avances empezaron a ser más claros para Shono y el camino a seguir más evidente, podía sentir cómo la unión con Madre se hacía más fuerte y estable y con ello volvía la esperanza en el futuro que había perdido.

Dedicaba muchísimo tiempo entregado al bosque, aunque lo importante no era el tiempo sino el empeño, la entrega y la fe que ponía en ello. Era una sensación que hacía demasiado tiempo que no sentía y la falta de ella le había llevado a su caída, ahora estaba realmente feliz de volver a sentir aquel abrazo. Pasaba horas fortaleciendo su mente para poder recibir los dones de Madre, se concentraba en ellos donde le era más fácil entrar en contacto con los elementos junto a los que iba a trabajar y se sorprendió al darse cuenta de que la fuerza de los dones que recibía era mayor de lo que lo había sido nunca, incluso en comparación con las mejores épocas de su "anterior vida".

El druida alzó los brazos en el lugar habitual cerca de la cascada, donde sólo con las minúsculas gotas de agua salpicada ya quedaba empapado. Permaneció así unos segundos para sentir y condensar la humedad en el aire, murmurando la petición a Madre y bajó los brazos con fuerza.

Trozos de hielo, la humedad del aire condensada, se formaron en el aire y cayeron con fuerza siguiendo su gesto. Shono sonreía.

Masha

23/05/2009 14:02:30

Tras una larga pausa, al fin los druidas Aredhel y Shono retomaban su aprendizaje. Cada uno con sus propios retos, volvían a encontrarse para recorrer su senda ante la atenta vigilancia del otro. Esta vez, como siempre, se retiraron al Claro del norte de Weldazh. El sol rozaba ya la tierra, sus rayos apenas se filtraban entre el tupido manto verde que cubría el bosque. El aire empezaba a impregnarse del aroma de la noche y los sonidos se volvían más misteriosos y fantásticos. Una nueva vida comenzaba a nacer en el seno de la foresta y los druidas se contagiaron de ella. Sin decir nada, corrieron entre los troncos de los árboles, las malezas, rocas, lobos y osos. Sortearon todos los obstáculos con habilidad, a cada paso sintiendose más cerca de su origen y Senda, hasta que al fin llegaron a los pies del roble sagrado.

Se acomodaron enter los menehires y, tras recobrar la respiración, comenzaron las lecciones. La primera muestra de Shono fue su nueva piel. El druida se acercó a una de las rocas y apoyó en ella las manos: Madre no tardó en concederle a su fina piel la misma protección que a las montañas. Una capa gris y dura se extendió de sus manos hasta los pies y, tras esta, otra más. Aredhel no pudo si no sorprenderse, a ella le había costado mucho ganarse aquella segunda capa de protección y el Archidruida "caído" ya la había logrado. Sonrió con orgullo y esperó la siguiente demostración.

Esta vez le tocó ser el objetivo, la presa. Sabía que Shono ahora no representaba una gran amenaza para ella, pero tras ver que ya era capaz de recibir el don de la piel pétrea mayor, no pudo si no sentirse inquieta. Intentó concentrarse para recibir con entereza fuera cual fuese el ataque. Shono se alejó cinco pasos y volvió a elevar una plegaria en druídico. Esta vez la tierra se abrió levemente y de ella comenzaron a surgir columnas de un vapor oscuro, rojizo. Aredhel aguantó los primeros golpes de éste y ya comenzó a hablar para felicitar al que había sido su maestro cuando... algo salió mal. La situación esacpó de su control y en pocos segundos el vapor la atrapó en piedra. Asustada, intentó removerse, pero ni siquiera podía respirar. Oía a Shono decir algo, pero era incapaz de distinguir sus palabras. Al fin, cuando ya comenzaba a marearse, la roca cedió y quedó libre. Se dobló hacia delante sin poder evitar toser y el druida se acercó, asustado, hasta ella. No sabía por donde cogerla, qué hacer, sólo pedía disculpas una y otra vez, asustado quizás por su propio poder. Aredhel sonrió intentando quitarle importancia y le felicitó una vez más por sus avances, pues, sin duda alguna, eran más que sobresalientes.

Ahora era el turno de la druida. Debía lograr de una vez fundirse con el elemento del agua sin que éste la dominara a ella. Más de una vez la había atrapado, a punto de ahogarla, pero era necesario correr el riesgo. Como siemper, dejó caer su túnica a la orilla del lago y cerró los ojos. Rozó el agua con las yemas de los dedos e intentó imaginar cómo se sentiría si toda ella fuera agua. Líquido en los ojos, la boca, la nariz, las orejas, los pulmones, el vientre, la piel. Dejó todo frluír, su mente y sus sentimientos. Antes de que pudiera darse cuenta, ya no estaba. Al abrir de nuevo los ojos se vió en las profundidades del lago. Pero esta vez estaba consciente, dominaba todo su cuerpo. Emergió, eufórica, en una columna de agua y miró al Archidruida. La sensación era indescriptible. En comparación con la celda que era para su cuerpo el elemento de la tierra, el agua la había liberado en cierta medida. Aunque había algo que no acababa de convencerla. Sí, estaba cómoda, pero no todo lo que podía estar. Respiró hondo y deshechó esas ideas de su cabeza. Se sonrió y dirigió una gran ola a Shono. Jugueteó un poco más, subiendo y bajando en las columnas de agua que creaba y, al fin, cansada, volvió a dejarse caer en el lago. Aquí recuperó su forma élfica, como si fuera un disfraz que hubiera dejado en el fondo de las aguas, y salió a la orilla. Su maestro la aguardaba sonriente pues, fuera como fuese, aun lo era.

"Pronto lo intentaré con el aire. Pero lo primero es el fuego. Pronto, sólo un poco más. Enhorabuena, Archidruida.

Sh0No

18/10/2009 20:21:24

Había pasado mucho tiempo desde que volviera a nacer para Madre y ya volvía a sentirse cercano a ella. Aún no había recuperado la totalidad de los favores concedidos o el poder de los mismos pero tampoco le importaba, volvía a ser él y volvía a sentirse arropado. En ocasiones pensaba que no era él quien cuidaba al bosque, sino el bosque quien cuidaba al elfo y de eso se trataba, la relación de un druida con los bosques no debe ser nunca unidireccional sino recíproca. Solo así ambos se vuelven realmente fuertes.

Por otro lado, llevaba tiempo pensando en la siguiente fase. Aquella que se manifestaría cuando volviera a estar realmente cercano a los elementos hasta el punto de unirse a ellos. Le intrigaba cómo sería. Quizás no tendría que volver a aprender a dominarlo, o dominarse mas bien dicho, quizás sería tan caótico como la primera vez, quizás despertaría poco a poco, quizás se manifestaría de repente y con fuerza como era consciente de que podía ser... solo podía seguir entrenando su control, podía causar mucho daño si se descontrolaba llegado el momento.

Sh0No

18/10/2009 20:48:26

Una noche el druida se encontraba de pie frente a la cascada donde solía entrenarse. En el agua metidos los pies y el extremo del bastón que aferraba, los ojos cerrados. Pensaba en el proyecto que llevaba preparando, el gran ritual que transformaría Weldazh en honor al Padre Roble, la Señora del Bosque y los elementos que conforman todo. Pensaba en cómo atrapar su elemento, el fuego, en una forma que mantuviera todo lo que significa, que fuera una representación del elemento en todos los aspectos. Pensaba en el fuego, fuerte, impetuoso, destrucción para un renacimiento, renovación, peligroso a veces y necesario otras, un elemento del espíritu...


Shono abrió los ojos lentamente y miró al agua en sus pies. Pequeñas ondas recorrían el manto de agua, estaban centradas en él y se intensificaban a cada segundo, sus pies empezaron a hervir agitando aún más el agua. Instintivamente, sin el mínimo rastro de miedo o alerta, el druida se miró la mano, el fuego la envolvía. En el rostro del druida se dibujó una sonrisa y cerró los ojos...

...la zona del bosque se iluminó cuando todo el cuerpo del elfo se convirtió en puro fuego.