Cormarion

18/08/2009 11:41:41

El joven elfo, de plateada piel que vestía las ropas oficiosas de las ceremonias y en cuyo cinto portaba una dorada hoz, irrumpió en el claro aquella noche de luna, un prado verde rodeado de milenarios robles que habían visto pasar la vida de incontables elfos. La brisa traía la música de sus hojas cuando se rozaban unas contras otras elevando una canción que le embargaba.

La mágica belleza del lugar y el verdor esmeralda que le rodeaba habían conmovido al elfo lunar hacía tiempo y había decidido seguir los pasos de su padre. Había oído la llamada de la naturaleza. Él, que había nacido en la Isla Verde, en Siempreunidos, el Último Hogar.

Había atravesado escarpados montes, bosques de pinos negros, elevados acantilados desde los que se divisaban los vigilantes jinetes dragón, lugares recónditos en los que se difumina la frontera entre el bosque y los lugares sagrados, donde los caminos de enredaderas y frondosos árboles se extendían en un verdoso manto cubriendo la fértil tierra y que parecían imperturbables al paso del tiempo para llegar hasta allí.

Aquella noche había sido llamado ante el Círculo en la fecha señalada y con temor reverencial avanzaba ante los otros miembros druidas. En su interior sentía una pena infinita por que iba a ser la última vez que iba a participar en aquel mágico claro en la Canción de los Árboles, en la que se entonaba un cántico hechizadoramente repetitivo que atraía a las criaturas del bosque para que se reúnan y sean curadas. El Círculo se despedía de él y le habían otorgado el honor de iniciar el canto.

Con los primeros rayos del alba sería enviado a Evereska, donde pasaría algún tiempo estudiando las costumbres de los reinos ajenos al Pueblo y el idioma común pues muchos semielfos vivían allí. Su corazón le decía que no sería una estancia larga... porque las notas que traía la brisa le hablaban de una arboleda.

Cormarion

20/08/2009 19:10:40

Quedó en presencia de la Forestal y de una elfa joven, quizás un poco más que él, de piel plateada y grandes ojos azules con motas doradas, de rasgos hermosos pero de una belleza salvaje, que poco antes había visto con un búho al hombro, y de otro elfo también tan joven como él y al que tras presentarse como clérigo del Padre Roble le mostró dos tallas de madera en sus manos.

Eran de madera blanca, blanda y bien pulida, parecían calidas y suaves al tacto, casi aterciopeladas. En la mano derecha sostenía una de formas complicadas, llena de ángulos y rectas, sin ni una sola curva, mientras que en la izquierda sostenía una simple esfera.

Manwe observó las figuras, en silencio, y el joven elfo tendió las dos manos hacia delante, mostrandole bien las tallas. Se pasó ambas figuras a la izquierda y luego a la derecha, sin apartar la vista del hijo de la Isla Verde, y levantó un dedo de la mano libre. Cambió las figuras de mano de nuevo y las volvió a tender a Manwe aguardando.

El jóven clérigo pasaba la vista de las tallas al rostro del elfo que se mantenía inexpresivo. ¿Uno?, ¿quiso decir acaso que debía escoger una talla?, pensaba Manwe. Tímidamente Manwe llevó su mano derecha hacia la talla esférica y con el índice la tocó. El joven elfo que sostenía las tallas seguía sin hablar, esperando algo de él, y Manwe finalmente cogió la esfera y la sostuvo entre sus manos. El joven elfo llamado Ëdêlgär sonrió.

Cormarion

20/08/2009 20:01:31

[size=18:b57f673998][color=green:b57f673998][b:b57f673998]Bienvenido



A[/b:b57f673998][/color:b57f673998][/size:b57f673998] la luna siguiente Manwe habló con la joven elfa. Ella era una druida como le dijeron. Le enseñó la talla esférica que guardaba como un tesoro sin entender su significado.


-Esto me lo dió Ëdêlgär pero no sé para qué puede servir -dijo Manwe mostrando la talla.
-Quizás sólo sirviera para dártela, ¿no crees? ¿Tú que opinas para qué puede servir? -dijo Aredhel.
-Me ofreció dos tallas, yo... esta me gustó más. Es sencilla, no intrincada -respondió Manwe.


Se despidieron de Eara que se quedó haciendo guardia junto al camino. Manwe siguió a la druida hasta el interior de la arboleda. Subieron una pequeña elevación del terreno desde donde se podía contemplar un arroyo de aguas cristalinas y Aredhel se ofreció para escuchar las numerosas preguntas que tenía Manwe.


-Me he criado entre druidas pero no conozco los secretos -manifestó Manwe.
-¿Crees que deberías saberlos? -preguntó Aredhel.
-Debo aprenderlos por mí mismo... si los merezco -respondió Manwe y volvió a mirar la talla esférica.
-Hhmm, ¿y para qué los quieres?
-Quiero ayudar a Madre, cuidar de ella, de las plantas y de los animales. En la Isla Verde el bosque es eterno, aquí corre peligro y solo conozco unas plegarias -dijo sincero Manwe-. Ayer curé a un venado. Había sido atacado por unos trasgos.
-¿Se curó bien?
-Sí, volvió con el resto de la manada, y en sus ojos... creí ver a Madre agradeciéndomelo. Padre Roble siempre vigila por Madre. Yo quiero ser como él.
-Eres curioso, ¿sabes? -dijo Aredhel. Dejó escapar una risita y le hizo una reverencia-. Bienvenido.


Le volvieron a sacar los colores al joven clérigo y sus mejillas brillaron azules en contraste con su plateada piel.

Cormarion

21/08/2009 08:13:33

[size=18:6d1edffb7b][color=green:6d1edffb7b][b:6d1edffb7b]Un mundo de lobos y venados



L[/b:6d1edffb7b][/color:6d1edffb7b][/size:6d1edffb7b]uego le explicó a Aredhel las maravillas que había visto el día anterior junto a las Forestales. Un mar de arena dorada, altos y extraños árboles de dulces frutos, plantas con muchas espinas, serpientes, lugares con agua en aquel lugar aparentemente vacío llamado desierto, y humanos... varones con pelo en la cara y extrañas ropas. Desde la lejanía divisaron una ciudad junto a un brillante mar donde vivían más humanos con pelo en la cara y cuyas mujeres iban desnudas por la calle. También había aprendido por la guerrera de los puños que en el norte había ríos bajo la ciudad llamados cloacas.


-¡Oh, el mundo es tan grande! -dijo Manwe a Aredhel- Y me hablaron de ciudades.
-Son ciudades curiosas, extrañas... debes tener cuidado en ellas -advirtió Aredhel-. Sus gentes no son como el Pueblo.
-¿También ellos son de Madre?
-Sí, a pesar de ello son de Madre, y por eso debemos cuidar por ellos siempre y cuando no rompan el Equilibrio.
-Había hombres malos en el desierto. Hacen esclavos, quitan la libertad y te dan latigazos. Eso es malo, ¿no? Si nacemos libres, ¿por qué Madre lo permite?-cuestionó Manwe dudando después de haberle enseñado un puñado de arena que había guardado.
-¿Me lo preguntas? -dijo Aredhel.
-Sí..., aún no comprendo muy bien el Equilibrio. -dijo Manwe.
-Por que permitirlo es la libertad, somos libres de hacernos daño y de dañar a Madre -explicó Aredhel-. Por eso existimos los Druidas y la Senda.

>>Con el tiempo debes aprender que no existe ni el bien o el mal. Existen dos puntos de vista opuestos, y pérdidas y beneficios en cada uno de ellos. ¿Entiendes? Las ideas cambian, las Edades, los gobernantes, todo cambia... pero el Equilibrio no puede variar en ningún momento.

-Creo que no lo entiendo muy bien -dijo Manwe lleno de dudas.
-Soy un desastre explicando, lo siento -dijo Aredhel y se llevó la mano a la nuca.
-Soy yo, perdona, es todo tan... nuevo para mí. Oír estas palabras exceden mi entendimiento. A lo mejor con algún ejemplo lo entendería mejor. ¿O sea que si un esclavista me pide ayuda se la he de ofrecer?
-No, no, como elfo... debes hacer lo que tu conciencia dicte, y como druida, eso a ti no te... bueno, no es asunto tuyo. Aunque es un decir, al final acaba siéndolo. Lo que quiero decir es que para luchar por el bien y el mal, ya están los paladines y los villanos.
-Yo ayudaré al débil y al dolorido, por que el fuerte se vale por sí mismo.
-Bueno, es algo... a ver un ejemplo -dijo Aredhel y miró a los lados como si buscase una inspiración-. Un lobo caza a un venado. ¿Hay para ti bien y mal en la escena?


El jovén clérigo pensó en la escena pues él mismo la había contemplado y estudiado extrayendo sus conclusiones. Muchas veces hubiese querido ayudar al venado y ahuyentar al lobo, otras hubiese facilitado la caza al lobo en la crudeza del invierno.


-El venado es comida para el lobo, el lobo tiene hambre, es su naturaleza comerse al venado, no es bueno o malo -trató de razonar Manwe y dudó de su planteamiento-. ¿O si?... ¿no?
-No hay ni bien ni mal -negó Aredhel-. Intenta aplicar lo mismo a todo lo que te rodee.

>> El bien y el mal son conceptos muy abstractos. Todo son beneficios o daños. El lobo nos da pena porque tiene hambre y el venado nos da pena por que es comido. Para las crías del venado el lobo es un monstruo desalmado; para las crías del lobo el venado es un demonio por huir. ¿Entiendes?

Decir que un esclavista es malo es como decir que un ladrón es malo. Quizás el ladrón roba para alimentar a su familia o para enriquecerse.

-Claro, el lobo también tiene crías para alimentar... para ellos su madre es buena. No hay bien ni mal entonces. Hay... como dijiste dos puntos de vista. Los dos... son válidos para cada uno -dijo Manwe, poco a poco, hilvanando la explicación y asumiendo las enseñanzas.
-Sí, eso es -dijo Aredhel. Sonrió al ver que sus esfuerzos habían hecho comprender una verdad primordial al clérigo de Silvanus.
-Entonces, si todos actúan de acuerdo a sus sentimientos o instintos, todo será correcto y acertado -planteó Manwe-. ¿Como se puede desequilibrar?
-Los sentimientos e instintos pueden ser desfavorables para Madre -dijo Aredhel tras mirar unos segundos a Manwe y sacudir la cabeza.

>>Un arcano corrompido puede incendiar un bosque. Es el ejemplo más sencillo que se me ocurre... Lo que quiero hacerte comprender es que como elfo puedes tener tus pasiones, pero como druida deberás dejarlas atrás. Tendrás unas obligaciones y juramentos. Un bosque que proteger.


Horas antes, Ada, le había contado que era una iniciada de Shevarash, y que por Juramento no podría sonreír hasta haber acabado con los elfos oscuros y su reina. Era algo que Manwe no podía comprender, pero respetaba, y le había deseado no hacerla reír nunca, pues Ada era feliz así y mantener ese Juramento la elevaba a una comprensión mayor de su interior.


-¿No podré reír como Ada? -preguntó tímidamente Manwe y sus hombros cayeron flácidos mostrando su desilusión-. Ella no reirá nunca o Shevarash se enfadará con ella por romper su Juramento. Me gusta reír y demostrar mi felicidad y contento.
-No hay ningún Juramento druídico que lo prohíba... -dijo Aredhel tranquilizándole y luego abrió los ojos-. Creo.
-Los sentimientos son parte de nosotros, es lo que somos, si no los demostramos nos escondemos dentro nuestro... y morimos un poco... me parece -dijo Manwe acabando sus palabras con apenas un hilo de voz.
-No te falta razón -concedió Aredhel-. Espero no haberte liado demasiado -dijo y se rascó la cabeza con cara de circunstancias.
-Lobos y venados -dijo Manwe-. Me quedo con eso.
-Perfecto. Hablaré al Archidruida de ti... aunque ya le conoces -dijo Aredhel y sonrió pícara.


// ¡Qué de sorpresas aguardan al ingenuo Manwe! :wink:

Cormarion

06/10/2009 23:09:55

[size=18:fcb31c4887][color=green:fcb31c4887][b:fcb31c4887]Un chapuzón. Ciclos y Triadas.



E[/b:fcb31c4887][/color:fcb31c4887][/size:fcb31c4887]l joven elfo había encontrado el claro, donde conoció a Earar, y allí se acercó curioso al pequeño estanque, en el que sobre el rumor de la cascada había escuchado algo burbujeante, puede que fuese una rana. Al aproximarse a la orilla una mano emergió del agua apresándolo y entre carcajadas una bromista elfa lo lanzó al agua de cabeza por encima de ella.

Perdida la orientación bajo el agua Manwe nadaba hacia el fondo en vez de hacia arriba y la elfa preocupada al ver que no salía a la superficie se sumergió y fue en su busca. Lo cogió por la pierna y le indicó que la siguiera.

A pesar del peso extra y la dificultad de nadar con el cuero mojado nadó sin problemas siguiendo a la elfa de níveo cabello, que emergió tosiendo un poco por que asustada como estaba por la seguridad del elfo no cuidó de coger suficiente aire en su zambullida.

Manwe se dirigió a la orilla, mantuvo el cuerpo en el agua pero con los brazos sobre tierra y agitó la cabellera sacudiéndose como los perros. Aredhel se pasó las manos por la cara y sacudió la cabeza para sacar el agua de los oídos.


-¡Brrrr! -gruñó Manwe. Saltó fuera del agua y se sentó en la orilla.
-¿Es... tás bien? -preguntó Aredhel con la respiración aun agitada.
-¡Ja, ja, ja! -rió divertido el elfo-. Ya te la devolveré algún día.
-Qué susto Manwe -suspiró Aredhel. Dejó que su cuerpo flotase en el agua haciéndose el muerto unos segundos y burbujeando.
-No pasa nada -dijo Manwe y se pasó la mano por el cabello despejando el rostro-. Mírame, ahora estoy todo empapado. ¿Me enseñarás más cosas hoy del Equilibrio, Aredhel?
-La lección de hoy: ¡nunca te fíes de un druida! -dijo entre risas.
-Esa debe ser una lección importante sin duda... ¿pero lo dices en serio? -preguntó Manwe.
-¡No, no! -rió la druida-. Al contrario, un druida no debe faltar a su palabra. Y más aún si es un juramento, claro.
-Nunca, ¿nunca? -preguntó Manwe. Por respuesta recibió una pícara mirada y un silencioso movimiento de labios.
-Los votos son sagrados -dijo Aredehel unos segundos después tras suspirar y mostrarse más seria-. ¿Conoces algunos votos? Son muy intuitivos.
-Lo cierto es que no... solo soy un iniciado en la senda del Padre Roble -respondió Manwe-, y en el círculo de Siempreunidos no me dejaban participar en sus reuniones, sólo en las ceremonias.


Aredhel salió del agua, y de puntillas se acercó a su bolsa entre las hogueras, y extrajo una túnica que se embutió sobre la mojada piel, y luego se cubrió con su capa.


-¿Tú cuales crees que podrían ser esos votos? -preguntó Aredhel.
-Debo velar por la arboleda -dijo tomándoselo con calma mientras se unía a Aredhel junto a la hoguera-, por el pueblo, los animales y las plantas... y por cualquier criatura por rara que parezca pues alguna función ha de cumplir en los planes de Madre, a menos que me ataque. Madre debe tener planes para nosotros, ¿cierto?
-Hm... no son planes realmente -dijo Aredhel y asintió-. Verás... todo son Ciclos.

[...]

>>Cualquier criatura en principio debería morir. La muerte es parte imprescindible del Ciclo, sin ella no hay vida.

-Ahora entiendo mejor -asintió Manwe-. Ciclos -repitió para sí.
-Lo que debemos evitar son muertes prematuras, innecesarias o abusivas -explicó Aredhel.
-Por ejemplo... no debemos permitir que la larva muera si ese año ya han muerto demasiadas, pero si entra en los límites de lo normal... es necesario.

>>El ejemplo más sencillo son las poblaciones del bosque. Si hay demasiados conejos, comerán demasiada hierba y no dejarán alimentarse a los otros herbívoros, ¿comprendes?

-Y si hay muchos lobos lo mismo pues acabarían con los conejos -dijo Manwe asintiendo de nuevo captando el concepto-. ¿Qué solución debemos dar en ese caso? Me parece que cazarlos no estaría bien. Hay que intentar ser poco drásticos. ¿Se podrían trasladar a otro sitio?
-Con previsión y paciencia puede trasladarse a una manada a tierras con mejor caza y menos lobos -convino Aredhel y rió arrebujada en la capa.

[...]

-La reina Ellesime y su consejo -respondió Aredhel.
-Una reina... -repitió Manwe. Se rascó la cabeza todavía empapada-. Mmhh, ¿cuáles son las tradiciones del lugar? Soy recién llegado... debería presentar mis respetos, ¿no?
-Creo que están bastante ocupados como para fijarse en si lo haces o no -sonrió levemente Aredhel-. El Círculo Druídico no pertenece a Suldanesellar y no está sometido a las órdenes de la reina ni del consejo.
-Bueno, hay mucho que hacer aquí mientras -dijo Manwe. Se encogió de hombros-. O sea que... claro, la reina tiene obligaciones, un pueblo que defender y a lo mejor sus decisiones no son buenas para... los Ciclos esos.

[...y Aredhel le contó algo acerca de una celebración donde se cazaba a un venado blanco...]

-Esperemos que con el tiempo las cosas cambien, ¿hm? -dijo Aredhel.
-Son... Ciclos -dijo Manwe con la lección sabida. La druida asintió.
-Voy a enseñarte una tríada -dijo Aredhel-. Quiero que la aprendas bien, ¿sí?
-¿Triadas?, ¿son como mis oraciones a Padre Roble? -preguntó curioso Manwe.
-Hm... más o menos. Simplemente el saber druídico se aprende con más facilidad en grupos de tres -explicó Aredhel.
-Pues nos falta uno entonces... ¿dónde está? -dijo Manwe refiriéndose a Edelgar. Se llevó la mano al bolsillo y sacó la talla esférica.
-Tres conocimientos -dijo entre risas la elfa-. Tres conocimientos, tres conocimientos -alzo tres dedos en su mano.
-¡Ah, vaya!, pues pensé que debíamos ser tres para cantar, ¡je, je, je! -rió Manwe.
-La primera -alzó el índice-, tres claves del saber druídico...


Manwe se maravilló de la sabiduría que encerraban aquellas palabras que le había regalado la druida y del conocimiento que había extraído de ellas haciendo uso de su sentido común. Había arrancado una sonrisa de satisfacción y orgullo a la elfa de níveo cabello que le miraba intrigada. ¿Sería ella su maestra en la senda? Aún no conocía al Archidruida ni a otros miembros del Círculo además de Edelgar.


-Sí, bien. Lo has hecho muy bien hoy Manwe -felicitó Aredhel.
-¡Oh, qué bien! -dijo Manwe sintiendo en su pecho felicidad. No quería defraudar las esperanzas que parecían haber depositado en él, quien había llegado a la arboleda siguiendo la música de las hojas de los ancianos robles de Siempreunidos.