TrolloLOL

06/05/2010 12:04:20

[color=red:8f9517da32][size=18:8f9517da32]LA COLECCIONISTA[/size:8f9517da32][/color:8f9517da32]
(Dichas e infortunios de la Muy Virtuosa Marath Beaugeste de Sainte-Solange)

[color=red:8f9517da32]Nombre: [/color:8f9517da32]Mhäriel Sùrinen (En la actualidad conocida como Marath Beaugeste de Sainte-Solange. Gusta cambiar de nombre como de amante: con asiduidad)
[color=red:8f9517da32]Raza:[/color:8f9517da32] Elfo (Solar)
[color=red:8f9517da32]Edad:[/color:8f9517da32]285 (Si confiamos en su palabra)
[color=red:8f9517da32]Lugar de Nacimiento: [/color:8f9517da32]Eterniôn, en el seno de una casa nobiliar de rancio abolengo.
[color=red:8f9517da32]Alineamiento:[/color:8f9517da32] Caótico Neutral.
[color=red:8f9517da32]Deidad (es):[/color:8f9517da32] Mantiene una relación amor-odio con Corellon Larethian y los tradicionales dioses élficos del panteón Seldarine excepto Erevan Ilesere. Bien avenida con Tymora, Oghma y Waukeen.

[color=red:8f9517da32]DESCRIPCIÓN [/color:8f9517da32]
Altiva y enjuta, la rectilínea figura de esta sofisticada elfa solar posee un indudable atractivo mundano acentúado por sus sobrios y masculinos atuendos. Aunque adolece de la indefinición de edad propia de los de su raza, sus gestos firmes y autoritarios denotan experiencia en la vida. La voz grave, los movimientos elegantes y calculados y los penetrantes ojos de fríos matices ocultan no obstante un carácter enérgico y prepotente. Parece estar evaluando constantemente a su interlocutor en busca del negocio más substancioso. Ha hecho de la palabra justa y el golpe certero su filosofía de vida.
Austera y frívola, deslumbrante y patética, cínica y sentimental, egoísta y magnánima, culta y grosera, Marath oscila entre la gravedad y la ligereza del ser.
Pero hasta la Leona de Argluna pierde de vez en cuando los papeles....

TrolloLOL

06/05/2010 12:07:03

[color=red:0ccba42489]PRIMER MOVIMIENTO: BAGATELA [/color:0ccba42489]




Ahora, avivadas de nuevo las voces tras el ceremonioso silencio, todo volvía al orden, al desorden acostumbrado. Por la puerta cruzada salieron los criados y, un magnífico ejemplar de galgo, entristecido por la exclusión de la que había sido objeto, entró, meneando el rabo. Las damas de compañía, siempre de confianza, se levantaron lentamente, y el oscilante retroceso de sus túnicas dejó poco a poco a descubierto las desnudeces de los tobillos que se reflejaban en el fondo lechoso de las baldosas. En aquel pequeño cosmos en movimiento, tan sólo el sol permanecía estable en su lugar, acostumbrado a que todo girase en torno suyo.

Mhäriel Sùrinen dió por terminada la sesión cuando alcanzó la aristocrática y huesuda mano hacia una bandeja de plata y tomó una copa de fino cristal a medio llenar con un denso líquido carmesí. Vino de Arabel, sin duda de sabor mucho más intenso que la hidromiel. El galgo resopló en su regazo, fiel y aburrido, y Mhäriel le prodigó caricias como jamás lo hizo con alguno de sus familiares.

-Dentro de unos días habré finalizado el nuevo encargo, Lady Mhäriel- Quién así hablaba no era otro que el célebre pintor Nevio della Malva. Pese a su aspecto estridente, a un notable sobrepeso, y a su predilección por los jóvenes efebos, se había ganado la simpatía de la elfa gracias a su ingenio afilado y juguetón- Vuestro padre quedó realmente satisfecho con el retrato oficial.

-Oh, bueno, sí,vuestras propias palabras lo confirman: oficial. Sin duda no deseaba regresar a Eterniôn sin una muestra de vuestro verdadero talento, mi querido Nevio.

Nevio della Malva había sido bendecido y castigado al mismo tiempo con el don de reconocer y emocionarse ante la belleza absoluta y trascendental, y, en términos objetivos, esa criatura dorada y majestuosa que se dignaba a hablar con él, le dolía como un recordatorio de lo que nunca llegaría a ser. Mhäriel se desembarazó del galgo elegantemente y avanzó hacia Nevio con un movimiento cadencioso. Observó con frialdad el lienzo en que sus rasgos quedarían plasmados. El trazo abocetado era el vehículo perfecto para reflejar la naturaleza geométrica de sus facciones. Pero no era eso lo que importaba, muchos otros artistas lo habían intentado. Aquel cuadro era en realidad un grito de libertad, un desafío a las normas y a la tradición. La joven asintió levemente, satisfecha.

-Soberbio...

-Mañana, si vuestras obligaciones y deberes no os lo impiden, me gustaría continuar,Mi Señora- Cubrió el lienzo con un paño y comenzó a guardar escrupulosamente sus materiales de dibujo.

-Me temo que eso va a resultar imposible, mi querido amigo- Mhäriel se ocultó tras un biombo ornamentado con motivos vegetales y comenzó a desnudarse, librándose por fín de la provocativa extravagancia con la que se había cubierto. Los restos del delito fueron depositados sobre una silla: una amplia blusa de seda blanca y unas calzas de cuero negro, un atuendo masculino y humano- Nobleza obliga- El biombo devolvió a una digna representante de la Casa Sùrinen en Argluna, ataviada con la sencilla pero elegante túnica que durante tiempos inmemoriales los había identificado- Padre ha reclamado mi presencia en el Tribunal.

-Son buenas noticias sin lugar a dudas, vuestro padre ha sabido introduciros sutilmente en el devenir político...
Y así era, Eldarion Sùrinen había sido durante quinientos años un sobrio y noble gobernante para sus súbditos, entregado cumplidor de la tradición élfica y devoto siervo de Corellon Larethian. Más se hacia necesario un relevo, y veía en su hija menor la inteligencia, energía y tolerancia de espíritu que no había visto en el resto de su progenie. Probablemente, no supo o no quiso ver en ella otras cosas. Aquella misión diplomática en la Corte de Argluna supondría una buena toma de contacto para que la joven asumiera sus posteriores funciones preservando el buen nombre de los Sùrinen.
-...Una lástima que su hija prefiera los bailes,los jardines y las alcobas de esta fascinante y abierta ciudad antes que las Cámaras del Tribunal- concluyó maliciosamente el pintor.

Mhäriel sonrió de medio lado,como si los músculos y la piel le doliesen al hacerlo. No obstante, disfrutaba de aquellas pequeñas intrigas sentimentales tanto como él.
-Devolvedle las ropas a Paul. Y decidle que esta noche nos citaremos donde siempre.

TrolloLOL

07/05/2010 13:34:42

[color=red:1735cd2b64]SEGUNDO MOVIMIENTO: INTERMEZZO [/color:1735cd2b64]



-Era un perfecto imbécil...

Justine de Marais sale de su trance, tomando entre sus manos expertas la cabeza de cabellos rojizos que plácidamente reposa en sus breves senos, depositándola sobre los mullidos almohadones adamascados de vivos colores. Obtiene por toda respuesta un sordo gruñido y un lánguido manotazo.
Se pone en pie, alta, esplendorosa, eternamente joven y etérea, no quisiera despertarlo, no se le dan bien las despedidas. Comienza a vestirse, cierra los ojos satisfecha al sentir la suave caricia de la seda sobre su piel, practica una perfecta lazada con la corbata del blusón blanco y, de repente, las dudas la asaltan. Cada vez con más frecuencia. Cosas de la edad, supone.

Toma asiento frente a él y lo observa, apoyando la barbilla afilada sobre las manos, en un gesto analítico y seductor. Ni siquiera sabe su nombre. Eso no es de extrañar, la gente pone nombre a las cosas cuando se encariña con ellas, piensa. Por eso Mhäriel Sùrinen renunció al suyo, y por eso cada día adopta uno diferente.
El muchacho es particularmente hermoso, pero, desde luego, para alguien cuyo trabajo consiste en acumular y poner precio a la belleza, eso no tiene demasiada importancia. Cada vez son más jóvenes. Justine tiene una extraña moralidad, les arrebata la pureza y los traiciona como parte de un proceso educativo. Para que sepan lo que duele ser abandonado, para que abran los ojos a la vida cuanto antes y dejen a un lado los inútiles idealismos. Lamentablemente, muchas veces no lo consigue, sobre todo porque suele dejar bajo la almohada un puñado de monedas lo suficientemente valioso como para que esos muchachos puedan vivir holgadamente durante varios meses. Ni siquiera se acuerdan de ella.

Calimport está llena de gente como esa alma perdida, cachorros abandonados a su suerte, ingenuos rateros y truhanes que desaparecen un buen día sin dejar rastro y por los que nadie llora su ausencia. Allí estaba él, en ese tugurio de mala muerte tratando de engañar a los parroquianos embriagados no sólo en alcohol sino en la sobrecargada atmósfera de exóticas substancias con un simple juego de trileros. Y allí estaba ella también, escarbando en la basura una vez más, fascinada como una niña caprichosa con la libertad bohemia del ambiente, distante y altiva como un observador fantasmal que ni siquiera tiene nombre. El resto de la historia había seguido su cauce natural, una vulgar escena de seducción en la que, después de todo, cazador y presa no estaban tan claros.

Justine se reflejaba en el rostro de sus amantes, ya fueran ocasionales o fijos. ¿La convertía esto en mejor persona? Definitivamente, no.

Se pone nuevamente en pie y recoge sus calzas de cuero negro, desperdigadas en el suelo de cerámica estrellada. El mejor atuendo para una maldita parrilla al rojo vivo como Calimport, piensa. Se lía un cigarrillo con las aromáticas hierbas de Weldzah que siempre lleva en una cajita de plata y vuelve a tomar asiento, como si las dudas decidieran por su postura. Sus ojos fríos y calculadores indican que está procesando información como una auténtica máquina. Regresa al Norte después de cerrar el trato. Es posible que se detenga en Atkhatla a visitar a un viejo conocido. Ya tiene ganas de ponerse en marcha, odia el calor.

Aparta un sudoroso mechón de la frente del joven con un maternal gesto que la sorprende con la guardia baja.

-Era un perfecto imbécil...-repite para sus adentros con rictus cínico mientras se lleva el cigarrillo a sus finos labios.

TrolloLOL

09/05/2010 14:24:39

[color=red:4535fefa6f]TERCER MOVIMIENTO: TOCCATA Y FUGA.[/color:4535fefa6f]



Las pinceladas con las que Nevio della Malva atrapaba las carnaciones de Mhäriel eran cortas y precisas. Los trazos se entrelazaban en una delicada sinfonía de colores y texturas tejiendo sobre el esqueleto de carboncillo venas y piel impresionistas. Animado por el genio del artista, al vigesimotercer día, el retrato comenzó a hablar.

Mhäriel Sùrinen había tenido ya tiempo para forjarse una nueva identidad. Esperaba en una mesa al fondo de una posada cualquiera de Argluna, vestida como un hombre, liándose un cigarrillo tras otro mientras dirigía de cuando en cuando furtivas miradas hacia la entrada. Si estaba nerviosa, se cuidaba celosamente de disimularlo, fingiendo aires de gran señora, como bien había aprendido para controlar sus temores. La soberbia era un efectivo mecanismo de protección. Contaba apenas con Cientocinco años.

Nevio della Malva era el mejor maestro de ceremonias con el que se pudiera contar pues proyectaba todas las miserias de su vida íntima en un frívolo y encantador espectáculo de masas. De él se decía que era capaz de modelar la más exquisita figura de Sune en un trozo de excremento. Igualmente cayó Mhäriel Sùrinen en sus manos, princesa solar de un mundo brumoso como el Ensueño. Trazó para ella desde el mismo momento en que la vió una de las tantas vidas que él jamás podría vivir. Y sí, esto también fue llamado alguna vez amor a primera vista.
La pureza élfica de su sangre, la belleza ultraterrena de su rostro, eran las más deliciosas materias primas con las que crear una exótica y sofisticada parodia de mujer mundana. Se puede decir que la manipuló, pero también que ella se dejó manipular. Lentamente, la introdujo en su telaraña de amistades, poetas, músicos, actores, mercaderes de emociones, vividores y espíritus hipersensibles. Artistas, en definitiva. Mhäriel se olvidó de la grave hermosura de su Eterniôn natal, se olvidó del Tribunal de la Estrella, se olvidó de su prometido Amrod Sùrinen e incluso se olvidó de su anodino y pulcro nombre.

Hasta los corazones más fríos, aquellos que son estrangulados por el intelecto y se entregan sin remordimiento alguno a las pasiones físicas con la deportividad de un atleta, han conocido alguna vez la insoportable comezón del amor. Y es un picor tan arraigado en las entrañas que no se puede aliviar sin riesgo a morir.
En contra de lo que pudiéramos pensar, llegó intacta a Paul Valdemont, empujada por su maestro y creador. Paul Valdemont era un joven bardo humano, de potentes y vuluptuosas facciones y nariz imperial, esbelto y espigado como un felino. Cursaba sus estudios de arte en la prestigiosa Focuclán y a veces decíase nacido en Luskan y otras en Noyvern, tomando partido del contubernio entre ciudades según soplaran los vientos o la ideología del interlocutor. Sin duda en el campo artístico en el que destacaba era en el de la teoría y provocación, pues en el resto resultaba más bien mediocre. Una vez salido de nuestra historia, llegó a convertirse en un competente instructor de piano para señoritas, pero nunca ofreció recital alguno.
El Cenáculo de artistas que Nevio della Malva había dispuesto en el jardín trasero de su mansión se iba estrechando según pasaban las noches y las horas y, finalmente, siempre quedaban a solas Mhäriel y Paul, conversando sobre lo humano, lo divino y lo élfico mientras los cuerpos lanzaban señales inequívocas de la pulsión erótica que subyace bajo cualquier acto social. El verbo hecho gracia, como solía repetir irónicamente el mago reconvertido en druida Eliel Mellen.

Mhäriel y Paul, cubiertos únicamente por sendas amplias camisolas de democrático lino, al igual que todos cuantos se congregaban allí, ya fueran nobles o labriegos, se tomaron de la mano,y, saltando desde el Puente de la Luna, fueron recogidos amorosamente por el maternal cauce del río Rauvin. En el preciso instante del beso, la Guardia Sortílega pulsó las teclas de la Urdimbre y las aguas se alzaron en líquida partitura sobre las cabezas enlazadas . El pulso acelerado del corazón halló eco en las explosiones multicolores que los Ilusionistas pintaban en el firmamento. La Fiesta Fluvial de Estival sería la última para Mhäriel antes de que regresara a Eterniôn, el pequeño paraíso ajeno a los hombres.

¡Y cada mañana, recogeré una rosa sobre la almohada!
Y la doncella élfica lo besaba, mientras perlas de agua caían sobre sus mejillas doradas, y reía, y también lloraba. No dejó nota alguna a su padre, Eldarion de la Casa Súrinen, que regresó a su reino con ganas de irse a Arvandor y no volver. Ella había nacido para ser libre, incluso del amor, pero eso era algo que aún no sabía ¿Quién no ha tenido Cientocinco años?

El viaje a ninguna parte comenzó en una posada cualquiera de Argluna, y su primera etapa concluyó en otra posada anónima de Aguas Profundas. Mesalia Valdemont lo supo cuando aquella mañana nadie recogió rosa alguna de la almohada. El bardo se había cansado de cuidar de una sola flor y se hizo jardinero de un vergel.
Pero hasta quién esto escribe, al fín y al cabo, directora de las desventuras de Marath, puede afirmar que Paul llegó a amarla apasionadamente al menos durante un año y cuatro meses. Ella contaba con Cientocinco años, él, con veinte.