Cerril

04/09/2012 00:01:41

I

La oscuridad se cernía sobre la gran caverna de apenas dos kilómetros de longitud que albergaba la gran ciudad drow de Ust Natha. Lo que no era impedimento para el ajetreo vespertino precedente al comienzo de la subasta de esclavos.

Esa tarde los ilitas habían traído carne fresca, elfos de la superficie, jóvenes insensatos que habían decidido adentrarse en la supraoscuridad en busca de aventuras. Por desgracia para ellos no encontraron la muerte, sino un grupo de esclavistas ilitas que no tardaron en hacerse con la posesión de sus mentes.

El gentío comenzaba a arremolinarse en torno al mercado de subastas, con el interés puesto en tan especial mercancía. Y lentamente los pocos huecos que quedaban en la explanada habilitada a los compradores se llenaban.

El ilita movió sus tentáculos hacia uno de sus esclavos, un duergar, que hacía las veces de interprete, ningún esclavista ilita era lo suficientemente estúpido como para intentar una intrusión mental en un drow, todos sabían como se las gastaban las sacerdotisas de Ust Natha.

Las pujas se sucedían una tras otra, las gemas y el oro cambiaban de manos a gran velocidad, y pronto todos los esclavos fueron subastados. Al caer la última llama del Kyorl, el reloj que marca el tiempo en la ciudad oscura, ya todos los esclavos estaban vendidos. Y el grupo de ilitas se disponía a abandonar la ciudad. Cuando una figura en la explanada atrajo la atención de los desolladores mentales.

Una drow de brillante melena plateada, peinada con un sinfín de trenzas, que le cruzaban desde la frente hasta la coronilla. Vestía una brillante armadura completa, en apariencia tosca, aunque cualquier observador drow habría descubierto con facilidad los emblemas de cierta casa de renombre en la ciudad.

A un costado pendía de su cinturón una espada larga, de las que se pueden adquirir con facilidad en la ciudad, aunque una mirada mas atenta descubría lo elaborado de aquel arma. La cruz asemejaba con extremado detalle una viuda negra con sus ocho patas abiertas de tal forma que completaban la cruz y equilibraban el arma a la perfección. Sin duda un arma a medida.

Al otro costado podía verse con facilidad una daga que asemejaba una araña, la daga de los sacrificios.

Un último detalle delataba a la mujer y eran los colores que portaba en su armadura, blanco y púrpura. Lo que la identificaba a la perfección como una integrante de la casa Despana. Y con toda probabilidad una sacerdotisa.

Los ilitas apresuraron su marcha al sentirse observados por aquella mujer que continuaba ahí parada con los brazos cruzados y con la mirada puesta en el grupo.

Pasaron varios minutos de tensión hasta que uno de los desolladores mentales inició su camino hacía la pared occidental de la caverna. De haber tenido labios la criatura habría respirada aliviada al ver como la mujer permanecía quieta en el mismo lugar sin moverse. Aun así el séquito no aflojo el paso y de vez en cuando echaba efímeras miradas a su espalda. La mujer ya había desaparecido...

Al llegar a la salida occidental de Ust Natha, los ilitas pararon de golpe al toparse con un lagarto de las cavernas, la montura típica de los drows, uno de ellos reprimió un chillido al echar la vista sobre aquella criatura y encontrarse a aquella mujer, que con gesto altivo les miraba desde su cabalgadura.

- Parece que los Belin'Yas están abriendo demasiado las manos con la escoria como vosotros – la mirada de la mujer se tornó furibunda.

- Esta vez dejaré pasar el desliz, pero la próxima vez que a los cabezas lechosas se os ocurra la idea de traer elfos a mi casa, yo misma me encargaré de daros caza como la escoria ilita que sois, ¿ha quedado claro?

Los ilitas se miraron entre ellos, sabedores de las consecuencias de contradecir a una posible sacerdotisa, y esta mujer a todas luces, parecía serlo. El sirviente duergar comenzó a hablar...

- Mi señora nosotros... - el duergar no terminó la frase cuando la espada larga se hundió poderosa hasta la empuñadura, de su boca comenzó a manar sangre mientras el aterrorizado enano era consciente de su muerte inminente. Con medio giro de muñeca la mujer liberó el arma del cuerpo y con un potente mandoble hendió la cabeza de la criatura.

- Me he mostrado benévola con vuestro esclavo, porque no tiene la culpa de la profanación que hoy se ha hecho de nuestra tierra. Ahora largo de aquí y no regreséis.

Los ilitas salieron a la carrera algunos tropezando con el cuero sin vida del enano decapitado, mientras la mujer aprovechaba para darles golpecitos al pasar con la hoja roma de la espada.

Cuando hubo desaparecido el último de ellos, envainó y espoleó a su cabalgadura. Había dado una lección a esos lechosos, pero no había podido sacrificarlos como le habría gustado, los Belin'Yas protegían a los comerciantes, para su desgracia la novicia había perdido su primera batalla...

Cerril

05/02/2013 00:14:11

II

Al fin, la ansiada redención. Mis pecados se han purgado y la todopoderosa Lloth me ha perdonado.

Ahora las tornas se han vuelto y la que una vez fue sierva es ama y el ama sierva.

No está mal para una novicia de la madre tenebrosa...