Axe_Blackshadow

12/08/2005 13:46:44

En una caverna, donde hace mucho tiempo hubo un cruento combate, una sombra se hizo más profunda, si es que eso es posible en un lugar donde no hay luz.

Dentro de esa sombra algo se movió, al principio con lentitud como si hubiera perdido la facultad de andar y la estuviera recuperando poco a poco. Pasados unos minutos la sombra se movía perfectamente y con mágica celeridad. Después de hacer unos movimientos para reactivar la circulación en sus miembros, abandonó la caverna en la que se encontraba por la salida situada al norte.

Se movía rápidamente, fundiendo su silueta con pilares, estalactitas y paredes para que su contorno no fuera fácilmente detectable en el espectro infrarrojo, hay costumbres que nunca se pierden después de haberlas usado durante siglos de vida en la infraoscuridad.
De repente se paró en seco, recordaba bien este lugar; se encontraba en un túnel no muy ancho que corría de norte a este. Como llamado por una voz que sólo él podía oír, empezó a mover una serie de rocas, tras unos instantes apareció aquello que buscaba: en el frío espectro infrarrojo se podía distinguir la silueta de un arma extremadamente afilada y ligeramente curvada; la recogió con reverencia y la guardó en una de las dos guardas que llevaba vacías a los costados.
Después siguió andando lentamente, buscando.
Poco después encontró otra hoja similar, esta irradiaba una tenue luz verde, la cogió con sumo cuidado y la introdujo en la otra guarda; después pronunció una frase de agradecimiento y empezó a caminar en una dirección concreta.

Muchos túneles se habían derrumbado desde la última vez que recorrió esos caminos y otros nuevos habían sido abiertos; pero el camino estaba claro en su mente aunque ahora diera unos cuantos rodeos.

Pasó completamente inadvertido cerca de un grupo de mineros swirneflis y no les prestó demasiada atención, no estaba de cacería.

Después de unos días recorriendo túneles y cavernas, ante él se abrió una impresionante caverna en la que se encontraba su objetivo: ante él se erguía, majestuosa, maravillosa y tremendamente peligrosa, Menzoberranzan.

Bajo el yelmo se dibujó en su cara una sonrisa cargada de maldad y murmuró en voz baja:

_ “He regresado como pedisteis, mi señor. No será fácil pero cumpliré con vuestros deseos y disfrutaré, ya lo creo que disfrutaré cumpliéndolos”

Después soltó una sonora carcajada que heló la sangre de los dos guardias que estaban cerca de él y se adentró en los suburbios de la ciudad, tenía que empezar a mover sus contactos de antes.

Los soldados no se atrevieron a darle el alto, algo les paralizó y uno de ellos, que portaba una insignia de una casa noble situada en el consejo regente pensó: “No era ese… no, imposible… estaba muerto, se encargaron los Faen… pero…”. Hizo un gesto como sacudiéndose la idea y prosiguió con su guardia.