Elderadan

14/09/2005 23:19:28

Con la respiración entrecortada y el hombro apretado a la pared, Cuthbert sostenía en su mano un viejo pergamino y un pequeñísimo bote de tinta que amenazaba con verter su contenido sobre las pocas líneas allí escritas.

Abrazado a la falta de luz de la Antípoda Oscura, esta no suponía ya un problema para su escritura, el mundo subterráneo había cambiado su color, sus formas, para dar paso a una embriagadora avalancha de sentidos y sombras, siluetas moviéndose, pequeños seres vivos apenas perceptibles retorciéndose. Qué hacía allí un bardo de la superficie, un Rivvil como la drow lo había llamado, no era tal el misterio que esta pregunta planteaba... huía, mas nadie le contó a Cuth que uno nunca puede huir de sí mismo.

Regulando su respiración, escribía los últimos párrafos que lo mantenían absorto en el pergamino. Una carta quizá, o una última esperanza a la que aferrarse cual metal candente te brinda su fuego, no ausente de sacrificios y sufrimiento. De súbito, a su espalda un movimiento, o mas precisamente 'en' su espalda, consiguió arrancarlo de la pluma y pergamino con un respingo. Tras de sí, tejidas por hilos escamosos de color carmesí, un par de alas se desplegaban a su antojo accionadas por los espasmos de su aun dolorida musculatura. Ahora ya conocía su linaje, aunque no siempre había sido así...


[i:6c25ad1a22]Habría sido aquella una mañana cualquiera de Puerto Calim si no fuera porque ahora ya es pasado y conozco los acontecimientos que acaecieron. Parte de sus consecuencias ocurrieron, no obstante la mayor parte de ellas aun están por venir. Un despertar con resaca y algunos vagos recuerdos de la noche anterior compartiendo cuentos y fuego en el oasis, no predecían lo que, quizá misteriosamente y aun por esclarecer, desataron aquellas historias. Mercaderes, ajetreo y unas arenas repletas de gente no eran nada fuera de lo habitual; sí lo fue el súbito silencio y los murmullos a los que dio paso.

Todavía con una cimitarra de escasa calidad en mis manos y preguntándome el por qué de la cara descompuesta de Bunus, yo, Cuthbert Allgood, me giré para ver un enorme corro de gente abierto alrededor de aquel pequeño reptil del desierto, un kobold. Dividido entre la mofa y una medio pose de combate, justo detuve mi mano al oír las palabras de la criatura: “Yo de ti no lo intentaría”, dijo; puede que fuese su sádica sonrisa, o quizás el mismo instinto de supervivencia, lo que me hizo mirar de reojo al puesto de guardia... hubiera sido la pregunta lógica, dónde estaba el guardia, no hizo falta respuesta.

Elegidos de Tiamat, guerras de dragones y nombres sin sentido se sucedieron en una conversación que desearía nunca haber escuchado. Dicen que algunos bardos y hechiceros eligen nacer ciegos, ahora sé sin duda alguna que yo hice esa elección. “Tienes dos días para decidirte, sangre de dragón” había dicho el puto kobold... ahh cuantas veces iba a maldecirlo con ese nombre en el futuro; en sus dos últimas palabras el fruto de mi elección se deshizo igual que nuestros huesos vuelven a la tierra, lo que me regalaron, un presente que auguraba cambios... ojala hubiese podido adivinarlo con antelación, pero el sentido común nunca fue compañero de viajes, y esta es una de las raras ocasiones en las que es echado de menos por un bardo.[/i:6c25ad1a22]


La infraoscuridad nunca fue de su agrado, pero en estos últimos tiempos se había visto forzado a seguir sus angostos túneles en más de una ocasión. Si algo sabía con certeza, es que donde había un duergar, siempre habría más. Así pues, con el cuerpo del enano oscuro echado al hombro y rezando por no encontrarse con alguna patrulla drow, Cuthbert trastabillaba por el pedregoso pasadizo que llevaba al lago. Medio agotado por el peso se apoyaba en cada recodo a tomar aire, siempre gélido y en ocasiones viciado por los vapores del subsuelo, parecía ahogar sus pulmones mas que aliviarlos. A cada paso que daba se preguntaba qué horribles actos llevaron a los elfos hasta este olvidado lugar. Muchas historias sobre héroes y villanos que se habían adentrado en esta suboscuridad se colaban en su mente cual ladrones robando su valor, todas ellas cargadas de epitafios sobre las lápidas de sus protagonistas.

Con una profunda espiración dejó caer el cuerpo del enano en el suelo, alzando la vista para admirar la excavación de roca viva que se abría ante él. Varias entradas se divisaban a lo largo de toda la extensión del lago subterráneo, algunas de ellas parcialmente sumergidas por sus aguas carentes de luz, negras, pobladas de cangrejos grises que no dudarían en probar pedazos de su carne.

Arrastró el cadáver un poco mas cerca de la orilla, y tras un sonido metálico realizó varios movimientos con su cimitarra hacia los cangrejos apostados en esta. Su reflejo en las ondulantes aguas mostraba lo oscuro de sí mismo, casi podría haberse jurado como el reflejo de su alma y la negrura que la atenazaba con sus garras... hubiese querido escapar, correr aun mas lejos, pero empezaba a comprender que no había salida a su persecución. Su tez, su figura, se tornaba ahora sombría siendo la espada el único reflejo de luz que en él perduraba... una luz que irónicamente le recordaba bien la razón de llegar a su mano...


Aun recuerdo la imponente figura del dorado Aureus ante el paladin Andriuth, sin duda imagen que muchos artistas hubiesen retratado en pinturas de hazañas... sin embargo sus palabras iban dirigidas al silencio de un don nadie, un narrador involucrado en su propio relato: “El fuego de la sangre del dragón es lo que hace que arda”, la espada llameante yacía al pie de sus poderosas garras... “pórtala orgulloso de tu linaje, te ayudara en lo que va a venir”. Una espada por un destino, cuando aprendería yo que este y la casualidad caminan juntos en su eterno vagar en busca de victimas. Aquel día aprendí las palabras que más tarde repetiría a Draconiax, el vástago de dragón, sobre la derrota de los elegidos... aquel día supe quien era él en realidad, un secreto tan lejano ahora como las arenas del desierto donde nací.


Amplificados por la resonancia de la cueva, los sonidos metálicos de una patrulla llegaron a sus oídos tal cual el hacha del verdugo se acerca inexorablemente hacía la cabeza de los condenados. Apresuradamente, Cuth terminó de arrastrar el cuerpo al agua y se agazapó en una esquina, no sin una última maldición entre dientes al ver que este tardaba en hundirse.

Doblando la esquina se atisbaban las primeras siluetas de la patrulla acercándose hasta la entrada de la gruta, y para muy pesar del bardo la armadura ligera del enano había creado una bolsa de aire y este no se hundía. Mas aun no había terminado de maldecir su suerte cuando los colmillos de Beshaba volvían a hundirse en su carne; no se trataba de duergars esta vez, sino que como ya se podría haber apreciado en sus armaduras de color negro pulido, eran drow. Con un ultimo juramento Cuth escapo por uno de los túneles inferiores hacia una zona cenagosa, inundada por aguas verdosas que seguramente ocultaban los peligros subyacentes que bajo ellas acechaban. Eligiendo su rumbo casi al azar y empapado de agua hasta la rodilla, se tapaba la nariz mientras avanzaba penosamente a través del cenagal.

Si Cuthbert hubiese sido un poco más cauto, y su memoria menos huidiza, habría reconocido el camino que estaba tomando, pues sus pies ya lo habían llevado a través de estas aguas no mucho tiempo atrás. De nuevo su suerte estaba echada. Algunos bardos cuentan historias de gente que pierde su memoria de forma permanente, y su pasado ya no más escribe su porvenir, quizá esta sea la razón por la que el futuro de Cuth aun no estaba escrito, quizá por ello su moneda aun este en el aire...

Continuara...

Elderadan

15/09/2005 02:00:11

[i:7dcfbdadd0]Paradójicamente a mi situación, recuerdo muy bien una de esas historias, aun hoy un dolor agudo recorre mi corazón cuando su nombre viene a mi mente, pues a ella pertenezco... Nenibel. Esta es sin duda la historia que más dolor causa en el corazón de este humano con sangre de dragón, pues vino a mi como un delicado susurro una noche llena de estrellas, y se la llevó una tormenta en un día sin sol. Aun aquí abajo, en esta oscuridad maldita, puedo decir que amé incondicionalmente; pero como todos los amores puros, este pronto se tornó imposible, y lo que nunca hubo empezado fue robado por los hados.

Entre poesías y sombras danzarinas a la luz de un fuego, conocí a una druida elfa arrebatándome el corazón de tal forma, que ni la luz de la mañana pudo hacerme olvidar ese encuentro. Su vida, un misterio incluso para ella, pues el ladrón de recuerdos se había llevado su pasado. Su voz melódica, los suaves contornos de su cuerpo, y aquella inocente mirada cautivaban la misma esencia de la belleza, preservada en su perfección incluso tras el devenir de los años... pronto aprendería que este mismo hecho sería mi maldición.

Siempre tuve un don desde la niñez, sus orígenes son un misterio incluso para aquellos que he dejado atrás en el pasado, tal vez las arenas que sepultan el antiguo impero de Nether y guardan los secretos de mi nacimiento, también oculten la razón por la que puedo ver lo que veo. Sin embargo, pese a este don, jamás pude ver más allá de los actos de los que me rodeaban, nunca pude ver su sufrimiento ni su pena, hasta que me vi reflejado en sus ojos... para algunas personas, los rostros, los ojos, las expresiones hablan claramente de quienes tienen delante, al igual que habla el cielo de sus tempestades... así vi yo mi perdición.

Tan cerca había estado de ella que mi corazón comenzó a hundirse ante la idea que se formaba en mi mente. A pesar de tener al menos cuatro veces mi edad, un humano la podría haber confundido con una joven pocos años menor, pues para su sangre élfica apenas alcanzaba su juventud, y su vida aun podría extenderse a lo largo de diez siglos más. Incluso con sangre dracónica corriendo por mis venas, apenas podría esperar vivir un tercio de este tiempo. Sus ojos hablaban claramente para mi, y yo había estado demasiado tiempo evitando lo inevitable... me decían que no podría soportar como el hombre al que amaba envejecía y moría; decían que no podrían ver como sus hijos malditos por la ardiente y mortal sangre humana, eran enterrados antes de su final... sus ojos, decían adiós.[/i:7dcfbdadd0]

Con los ojos empañados en lagrimas, Cuth desataba la rabia contenida mientras corría a través de las aguas ponzoñosas, movía sus piernas con furia, desplazando agua a su alrededor sin importarle quien pudiese oírlo, lanzaba golpes a la roca desgarrando esta con sus manos; y así llego al final de su trayecto, sangrando, sudando, embarrado y empapado encontró su destino, el mismo que le había hecho elegir este camino, por que la historia siempre se repite.

Ante él una figura pasaba la mirada de las alas a sus manos, casi sin inmutarse, descubierto, únicamente ataviado con ropas negras como el color de su piel. Sus ojos sostenían una mirada asesina y depravada que tan solo la mas grande maldad en los reinos podría contener. Malas lenguas cuentan que tan solo la misma presencia de los drow es capaz de hacer enloquecer la débil mente de un humano; Cuth, por su parte, se había cruzado con esta raza maligna tanto en la superficie como en las entrañas de la tierra, y nunca sitió algo parecido... pero el sonido que surgió de entre sus labios heló su sangre como si los mismos demonios de baator hubiesen pronunciado su sentencia de muerte...“L' ilharess ilhar orn tlu sae'uth ulu kyorl nindol”.

Elderadan

15/09/2005 10:56:59

//Bueno como ya se supone el hilo principal es el presente, y a lo largo de toda la historia lo utilizaré para contar el pasado de Cuth, primero lo vivido en el servidor para después ahondar más en sus raices y remontarme a su niñez y adolescencia.

Ahora mismo mi personaje (en el juego) esta en la infraoscuridad, y allí permanecerá hasta que acabe esta etapa del relato... casi casi se puede decir que salvo los recuerdos, el presente de la historia se va a ir escribiendo solo, o eso me gustaría, asi que las posibilidades de rol por parte de cualquiera que me encuentre son grandes.

Dicho esto, si algun jugador drow quiere rolear ese encuentro entre el drow de la historia y mi personaje, solo tenéis que decirlo y estaré encantado... la historia se desarrollara tal y como la roleemos, no hay nada prestablecido, asi que creemos historia.

Por lo demas soy nivel 21, tened en cuenta esto si queréis tener alguna posibilidad de captura, Cuth no se dejara apresar por un drow sin al menos un combate inicial... aunque si está bien roleada la captura quien sabe. Bueno nos vemos dentro, ocurra lo que ocurra la historia continuará, espero que os guste.

primo

15/09/2005 18:55:33

xddd me ha gustado ya lo creo esta de PM xiket //
a ver si voy pa alli y nos damos un paseillo por la infra para tener algo que contar juntos//

nos vemos dentro//

saludos


cuenta:primo
pj:cora lyonall(bardo epico)

Elderadan

17/09/2005 05:51:53

Manteniendo su sonrisa y con los últimos susurros de aquella estremecedora voz aun escapando entre sus dientes, el oscuro posó su mirada en la espada de Cuth. La empuñadura, que lucía limpia y lista para el combate apenas escasos minutos atrás, se veía ahora enfangada y en una situación ciertamente poco estratégica para el combate; el drow, conocedor de este hecho, amplió su sonrisa y entreabrió los labios una vez más...


[i:c45e69f333]No... no era la primera vez que unos labios oscuros se despegaban para verter su aliento sobre mi, y tampoco era la primera que sucedía en este lugar. Casi dos días llevaba recorriendo la infraoscuridad en pos del rastro de dos rivven que una causa perdida seguían. Nuestro último encuentro, en el Vado de la Daga, el rastro aun así había sido bastante claro a lo largo de todo el camino. Unas monedas al encargado de amarres y algunas decenas de cadáveres de trolls y gigantes condujeron mis pasos a la entrada de una cueva que se internaba en la sombra de las estribaciones.

Hubieran sido cualquier otro, allí mismo habría jurado su muerte y completado mi camino, pero no se trataba de unos don nadie, sino gente cuya desaparición pesaría sobre mi conciencia hasta acabar en la desazón de la locura. Así pues comienza el relato de mi primera insensatez al internarme en las fauces del destino más horrible conocido por este bardo... o quizá sea su desconocimiento lo que sobrecoge de temor mi alma..

Si alguna vez he mencionado que el destino y la casualidad buscan a sus presas, ahora diré que es el tiempo quien actúa como artífice para cumplir nuestro sino. Pues por dos veces me ha demostrado claramente que tan solo su transcurrir pone a cada uno de los sucesos de la historia de nuestras vidas en su justo lugar.

Realmente mis trabajos para Paskinel comenzaban a brillar por sí mismos, y mi experiencia como aprendiz de cartógrafo jugó un papel decisivo en el rastreo y la posterior huída. Mientras caminaba por la no-luz valiéndome como podía de mis otros sentidos, un pergamino, algunos signos táctiles premeditadamente abandonados en el camino, y el viejo tizón de una antorcha que solo un loco encendería en este lugar, me sirvieron de guía a través de miles de recodos y pasadizos repetitivos que sin duda hubiesen desembocado en mi inevitable perdición.

Durante día y medio proseguí siguiendo el rastro de cadáveres y fríos campamentos improvisados, perdiéndolos y retomándolos cada cierto tiempo, e irónicamente preguntándome qué locura impulsaría a dos seres de la superficie a viajar por tanto tiempo en este temible lugar de leyendas. No hallé respuesta a esta pregunta, mas solo podía hacer cábalas de qué o quién venían a buscar. Al fin, casi en el segundo día y a punto de desistir, el rastro se detuvo cerca de los túneles donde ahora me encuentro.

Allí, al igual que ahora, una sonrisa macabra me recibió dedicándome algunas palabras en común bastante cuidado, pero con un cierto deje que más adelante desvelaría su procedencia. Todavía me oprime un sentimiento de culpa por no haber llegado a tiempo, sin embargo este es un relato aun sin final.

Perdónenme por lo que hice ya que yo soy incapaz. Acorralado contra un entrante en la roca y viendo tan solo los blancos colmillos de mi apresador, respondía a su interrogatorio convencido de perder mi vida en aquel lugar. Mientras la encapuchada me increpaba entretenida en manosear sus armas, un grito de batalla y mi nombre pronunciado por aquel al que seguía me llevaron a la decisión que me permitió vivir... a costa de la vida de otro.

Zorro luchaba por su vida contra una hembra drow, y ni su apremio por ayuda ni repetir mi nombre jadeante en busca de apoyo me hicieron mover un músculo; antes de preguntároslo, diré que no, no estaba paralizado. En ese momento decidí, me anticipé quizá por primera vez en mi vida, y supe que si me movía estaba muerto... ahh que irónico es el destino, por una vez que encuentras la iluminación que tanto anhelas, y esta termina por pesar sobre tu alma y tu conciencia... segundos más tarde comprobé que estaba en lo cierto, pues dos movimientos certeros, los más rápidos que haya visto, noquearon a Zorro y sus pretensiones de victoria.

Como ya dije, tan solo queda de esta historia un relato inconcluso... su cuerpo robado de mi vista para quién sabe qué oscuros fines, y yo huyendo hacia la superficie con una deuda de vida recién adquirida.[/i:c45e69f333]


Lo que ocurrió a continuación probablemente fuese más sorprendente para el propio Cuth que para el oscuro ante él, aunque la dosis de dolor, sin duda, si la recibió este último en mayor cantidad. Nunca supo si lo que iba a pronunciar sería su condena de muerte o una broma acerca de su aspecto, pero tampoco le daría muchas vueltas en el futuro.

Su mano izquierda, con un pedazo de roca irregular aun apretado fuertemente, se desató como un látigo furioso a través del viciado aire lanzando la piedra como un arma letal hacia su enemigo. El impacto fue brutal, trozos de carne y hueso se desgajaron de su cabeza para estrellarse contra la pared como lo harían en una escena dantesca, el alarido del drow no dejo lugar a dudas sobre su resultado; así pues, sin pensárselo dos veces se adentró en el lodazal perseguido por el aullido de su enemigo mientras se desplomaba en el suelo.


Así por segunda vez volví a huir, pensando en el sol, en la superficie... y como no, también en los motivos que me llevaron a cometer mi segunda insensatez. Pero como ya digo, todo se decide por esos tres conspiradores que me persiguen sin remedio... la casualidad, el destino, el tiempo.

Andriu_ZGZ

17/09/2005 20:11:11

Vaya vaya, pues ahora entiendo por que no te veo el pelo ultimamente, jeje. Ahora que tengo tiempo de leer las historias,por lo menos ya estoy avisado, aunque siempre que me encuentro contigo tengo aventura asegurada.

Bueno ya sabes que siempre puedes contar con mi ayuda, aunque mi nivel me invita a tomar precacuciones.

Por lo demás, no creo que yo pueda narrar de la manera que tú lo haces, es estupenda *reverencia*, pero de la variedad se aprende.

_____________________________________________________________
Andriuth Northend, Paladín al servicio de Torm.

Elderadan

18/09/2005 00:24:39

Cuthbert corrió como una exhalación a través de la cueva del lago y los cangrejos aun a riesgo de ser capturado, medio ido y maldiciendo su fortuna al recordar qué lo había traído aquí por segunda vez. Mientras atravesaba la lugubrez de los túneles todo lo rápido que podía, la astuta araña de la casualidad igualmente se apresuraba en su tejer alrededor del bardo.

Varias galerías más adelante el ruido de sus botas ya había alertado a las patrullas duergar que incesantes buscaban a su compañero desaparecido. Esto sin embargo no lo supo hasta que un empentón lo lanzó volando contra la fría roca. Cuthbert se movió a un lado impulsándose con el pie izquierdo en la pared, recuperando el equilibrio justo para ver a varios enanos oscuros que se abalanzaban sobre él. La empuñadura de su espada, aun inútil en la vaina, se le resbaló de las manos casi consiguiendo que una de las hachas le cercenase el brazo; manos y pies ayudaron a Cuth a retroceder con un siseo mientras al fondo observaba como el brillo de la conjuración iluminaba el rostro oscurecido de un duergar. "Ahora si que la has jodido bien, Cuth" pensó mientras pateaba la cara de otro enano, que gritaba de dolor conforme el cartílago de su nariz se rompía ante el avance de la bota.

Cuth trastabilló con su otro pie cayendo de espaldas hacia las piedras. De repente, como un acto reflejo, sus alas se batieron con fuerza levantando una polvareda de piedra machacada e inmundicia sobre el resto de los enanos, permitiéndole caer sobre sus piernas. Sorprendido agarró intuitivamente una varita que colgaba del cinto y agitándola la lanzó sobre los enanos seguida de un fogonazo de fuego y luz que cubriría su huida por el laberinto de piedra.

A la vez que desandaba sus pasos hacia la gruta del lago, se preguntaba que nuevas calamidades le tendría reservadas la diosa del infortunio en su inagotable persecución. Sin embargo una vez más se encargarían los hados de demostrarle cuan ignorante era sobre las razones de su presencia en este lugar. El enano muerto parecía por fin haber alcanzado su destino al fondo del lago, y varias familias de moluscos se apresuraban por esconderse a sus pasos entre los restos de otros cangrejos machacados... una idea lo asalto súbitamente, no estaba solo.

Dos versos susurrados inspirando aire y un rápido movimiento de sus manos amplificaron los sonidos de la cueva dirigiendo la resonancia hasta sí mismo. Cangrejos agazapados, algunas burbujas de aire rezagadas del enano sumergido, y una palabra articulada en el idioma de la magia.....invis - el sortilegio se completó.

Cada fibra del cuerpo de Cuth se tensó al escuchar de nuevo una voz femenina entonando silabas claras en infracomún.

- ¿Vel'bol ph' dos xunin ghil, rivvil? (¿qué haces aquí, humano?) - esa voz... pese a la entonación premeditada Cuthbert casi pudo discernir algo familiar en ella.
- Muéstrate, oscuro - la curiosidad, siempre tan traicionera y habitual en Cuth, mantuvo al anillo plateado apartado de deslizarse en su dedo.

Solo silencio respondió a su demanda. Se agazapó junto a una roca intentando avistar sin éxito algo que delatase la presencia del oculto. A su vez, el conjuro de amplificación cesaba mientras a él llegaba el susurro de la cuerda de un arco tensandose. Sea lo que fuere, andaba muy cerca.

- O te sacaré yo... - musitó mientras juntaba las manos cerca de sus ojos y su boca, produciendo el aire un sonido melódico al circular a través de sus dedos.

El conjuro surtió efecto, y una onda luminosa solo perceptible por el bardo atravesó la gruta mostrando un arco iris de colores que dejaba tonalidades residuales sobre aquello que tocaba.

- Detente, rivvil - un siseo atrajo la atención de Cuth que haciendo caso omiso de la advertencia siguió el origen del sonido.

Parcialmente oculta tras una roca, una silueta femenina se dibujaba en la oscuridad. Aun no se había acercado cuando un horror convocado se situó justo a su lado, amenazante con su espada alzada y dos ojos iridiscentes llenando el vacio de la armadura animada.

- No creas que me asustan tus convocaciones de hechicero de tres al cuarto - habló Cuth dubitativo de su siguiente paso.

Sabia que el horror no era rival para él, pero desconocía qué acechaba tras esa silueta oscura y ya había agotado el cupo de estupideces por hoy. Para colmo la ultravisión concedida mágicamente a sus ojos cesaba y las sombras comenzaban a rodearlo dando paso a posibles cazadores. Tenía que actuar y rápido, así que echando mano a una bolsa de pergaminos convocatorios, leyó el primero esperando que fuese algo poderoso. Si... la tierra tembló a su alrededor mientras la tela de los planos se rasgaba para dar paso a la temible convocación, Cuth retrocedió adoptando una postura amenazante. Del portal surgió... una pequeña luz no mas grande que su puño.

- Hmmpf... ridículo - casi esperaba llevarse un flechazo en el culo por estúpido, cuando la mujer comenzó a reír.
- Cuth, mírate... sigues igual... hasta las mismas ropas - esto último pudo suponer que era más para sí misma.
- Tu... ¿me conoces? - esa voz resonaba en su mente queriendo recordar.

Aprovechando la confusión y desoyendo todas las advertencias que su escaso sentido común le enviaba, alzó su antorcha por encima de la cabeza y la oscuridad de los túneles conoció la luz. El fuego prendió rápidamente el paño aceitado haciendo retroceder las sombras que ocultaban a su interlocutor... hubiese esperado un millar de posibilidades diferentes, incluso lo imposible podría parecer plausible en su mente cargada de imaginación, pero jamás habría jurado ver a quien tenía delante.

Por un segundo creyó presenciar un reflejo oscuro de sí mismo, la esbelta figura frente a él, ataviada completamente de negro dejaba ver una piel pálida y tersa poco propia de las profundidades de la tierra; la visión mas sobrecogedora sin embargo eran sus alas, de un rojo profundo y moviéndose grácilmente a su espalda.

Tu... - ahora las llamas de la antorcha, que iluminaban un rostro parcialmente oculto por la capucha, no dejaban lugar a dudas sobre su identidad. Aun no había salido de su asombro cuando ella retrocedió con un siseo.

- Tienes suerte de que mi ama no este aquí - el odio embargaba sus palabras, se palpaba en cada silaba que pronunciaba -, o serias sacrificado a Lolth.

Solo la mención de la Reina Araña consiguió arrancar un gemido a Cuth, a la vez que un escalofrío recorría su espina dorsal. En que se había convertido... como había ocurrido esto.

- Mara... - pronunció su nombre con angustia bajando la antorcha y dejando que la sombra ocultase una lagrima que se formaba en sus ojos.
- ¡No me llames así! - escupió las palabras con desdén -. Mara esta muerta... yo soy Noalith.
- Pero... cómo, ¿cómo has llegado a esto?... Noalith - Repitió el nombre incrédulo. Cuth interiormente negaba la posibilidad de que algo así estuviese ocurriendo, simplemente no podía ser.

Mara-Noalith sonrió, una sonrisa asesina y despiadada capaz de provocar que cada fibra en el cuerpo de Cuth se tensase hasta el punto del dolor. No respondió.

- Mírate - señaló el reflejo de la semidragón en las oscuras aguas del lago, tal y como había hecho consigo mismo no hacía mucho -. Observa tu linaje y la maldición que compartimos, hay mucho en juego todavía, no dejes que la sombra te rodee.

Mara-Noalith se complacía ante su imagen en el lago, orgullosa del legado dracónico que ostentaba. Y por qué no, también Cuth empezaba a sentirse extrañamente atraído por las alas, por su sangre, su esencia.

- Mi ama me cuida ahora - volvió a posar su mirada sobre Cuth, arrogante, batiendo sus alas provocativamente.
- Solo los esclavos tienen amo... - el bardo volvió a menear la cabeza confundido.
- Soy una esclava, Cuth - parecía satisfecha de semejante aseveración -. Mi ama es una sacerdotisa, y yo he aprendido a adorar a Lolth.

Esto cogió por sorpresa a Cuthbert, que retrocedió otro paso casi cayendo al agua en el proceso. Mara- Noalith sonrió de nuevo y caminó rodeando a Cuth con movimientos felinos mientras no dejaba de mirarlo, acechante, aguardando hasta el momento preciso de abalanzarse sobre su presa.

- No veo cadenas, Mara - sin darse cuenta pronunció el nombre de esta, quien pareció no darle importancia ya.
- Las cadenas son para los que desean escapar - su tono se había suavizado, pasando de la ira a una voz que denotaba indiferencia, desprecio.

Inseguro, casi esperando una treta para bajar la guardia y atacar, Cuthbert escogió sus siguientes palabras con premeditación.

- Entonces no eres esclava, sino una vulgar sirvienta de la sombra - pronunció la frase llena de desdén -. Galrax vendrá por ti, devorará la carne de tu ama, y después te sodomizará a ti.
- ¡No le menciones! - tal y como había esperado el odio volvía a aflorar a su voz, retrocedió un paso hacía la oscuridad, Cuth habría jurado que sus ojos brillaban de ira -. No... menciones... su nombre - se llevo la mano al vientre en un espasmo.

Por un segundo en la expresión de Cuth se pudo atisbar preocupación. Dando un paso hacía ella rectificó casi al instante y volvió a retroceder.

- ¿Por qué? Tu eras luz Mara, ahora solo veo sombra - la antorcha pendía de su brazo inerte amenazando con quemar la ropa de Cuth, o peor, apargarse.
- Me vendieron Cuth, fui traicionada y vendida a los drow... - su voz se mezclaba entre desesperación y rabia.
- Pero... ¿Quién pudo hacer tal cosa? - dudaba obtener una respuesta. En el fondo de su mente tampoco podía asegurar que desease una, pero claro, esto Cuth no lo sabía... pues es el destino quien elige hacer las preguntas correctas.

Cuando Mara-Noalith pronunció su nombre en un susurro el shock casi hizo que se desplomase en el suelo. Sus piernas perdieron fuerza y tan solo una reacción en el último instante evitó que la antorcha cayese definitivamente de su mano. Demasiadas cosas fuera de lugar que optó por no ver ahora afluían a su consciencia como un torrente imparable.

- ¡Mientes! - fue lo primero que pudo articular, casi atragantado por sus palabras. No deseaba saber más, no quería saber más.
- Mi ama me lo confirmó - la semidragón apretaba los puños rabiosa -. Fui vendida para salvar su estaba cargado de odio y repugnancia.
- Los drow mienten, los oscuros siempre mienten - casi intentaba darse una explicación a sí mismo más que a ella.

Mara-Noalith negó levemente dando al bardo por imposible, mientras susurraba algo inaudible por Cuth. Reza un antiguo dicho la verdad os hará libres, fueron las primeras palabras que vinieron a la mente de Cuth, y dadas las circunstancias, no pudo ofrecer nada mejor. El tiempo apremiaba y los duergar pronto también lo harían, así que entre miradas desconfiadas a los alrededores tomó su decisión. El viaje a través de la infraoscuridad con una Mara convertida al mal se tornaba en una tarea imposible para él, y dudaba mucho que ella se pusiera de su parte.

- Hay luz al final de estos tuneles, Mara - la oferta carecía de todo sentido y conllevaba un peligro incluso mayor que apresarla, pero aun así tuvo que hacerla -. Vuelve conmigo a la superficie, vuelve a ser Mara de la luz...

Con una sonrisa, quizá la única sincera de toda la conversación, Mara-Noalith pronunció sus últimas palabras a Cuth desprovistas de toda esperanza.

- No hay nada para mi en la superficie - se produjo una pausa, casi parecía que la emoción la embargaría, Una Mara casi humana -. Y... dile a Zanat que quizá en otro tiempo y en otro mundo... en este ya no.

Cuthbert asintió. La respuesta era como la había esperado y su elección estaba hecha, ya no quedaba nada para él tampoco aquí.

- Ya veremos, Mara... - sentenció -. Si averiguo la verdad de lo que sucedió, si tu ama miente, entonces tu misma se lo dirás.

Con el vaho de estas frías palabras aun en el aire, la antorcha voló hacía las aguas del lago al tiempo que Cuthbert se desvanecía. Si encontraba a esa patrulla duergar ahora, quizá se llevaran otra sorpresa.



//Infinitas gracias a Mara-Noalith por su increible aportación a esta historía, ya puedo decir no solo que no me he ido de la infraoscuridad con las manos vacias, sino todo lo contrario, llenas de rol a rebosar.

Gracias otra vez.

Elderadan

18/09/2005 00:27:39

Gracias por el apoyo chicos. No creais que no he leído vuestras historias, asi que puestos a sacar los colores, no os vais a librar de mis alabanzas tampoco :P

Baronesa

20/09/2005 15:27:15

aysss muy bien muy bien ^^ fue un encuentro interesatne si señor :D

Elderadan

29/09/2005 01:21:39

Las sombras de los pasadizos se difuminaban hasta desaparecer a medida que la vista del bardo avanzaba implacable. Esta vez Cuth había decidido adoptar la cautela sobre la velocidad, le quedaba al menos un día de camino hasta la superficie y los acontecimientos recientes dictaban que por encima de todo primaba su supervivencia. Debía escapar a toda costa.

Durante lo que creyó cientos de intersecciones sus pies se detenían para dar paso a otros sentidos más valiosos; aguzando el oído y la vista en busca de enemigos, los rituales de las esquinas siempre se completaban con silencios y oscuridad. No hacía mucho, valiéndose de tan sencilla táctica muy poco frecuente en él, había salvado su vida curiosamente desatando la cadena de desafortunados sucesos que forzarían su entrada en esta lúgubre nocturnidad...


[i:6117de0ee1]Volviendo la vista al pasado algunos se preguntaran cómo empezó todo o qué me llevo a bajar aquí por segunda vez. A ello responderé diciendo que incluso la más sencilla de las empresas puede provocar un maremoto de acontecimientos como los vividos.

Una niña apresada por hombres lagarto y una incierta recompensa prometida por su padre con la boca pequeña, comenzaron una aventura que todavía hoy no ha llegado a su fin. Debo decir en mi defensa que la niña fue rescatada y ahora con su padre estará disfrutando de la vida una vez más.

Respecto a mí, el dulce atractivo de la magia y el misterio que guardaba una última puerta en los subterráneos de Aguas Profundas, desembocaron en la odisea de salvar mi vida gracias a, todo sea dicho, una gran inquietud y muchas ganas de meterme en problemas. Medio desangrado y demasiado débil como para curarme yo mismo, me vi envuelto en la ardua tarea de sobrevivir camino de vuelta a la superficie.

Si alguna vez tuve que aguzar mi ingenio y habilidades para la supervivencia, puedo asegurar que jamás me arrastré tanto como aquella noche. Nunca he oído de dioses que jueguen a los dados, mas durante el transcurso de esta historia casi pude ver claramente a Beshaba y Tymora sonrientes, aguardar con impaciencia el veredicto de las caras de este dado maldito, mientras esquina tras esquina realizaba el ritual de tentar a las hijas de la suerte.

Solo puedo hacerme una vaga idea de cómo sobreviví, ya que de esto aun yo mismo me sorprendo. Siempre he creído ser un tipo listo, autosuficiente, la magia es innata en mi y tampoco me apaño mal con una espada. Dicho esto, aquel día mi vida no dependió de ninguna de las dos. Armado con una amarga poción que casi vomito, pero me ocultó el tiempo suficiente para pasar inadvertido, una varita de convocación con una carga, una gran dosis de suerte y mi voluntad reducida a una antigua canción de curación, fueron las claves que me otorgaron la salvación. Siempre puedo añadir que un soldado agundino jugó un papel importante al impedir que me desangrase... pero más adelante veréis la ironía de tal afirmación.[/i:6117de0ee1]


Pasada la rabia de su anterior encuentro lo que menos necesitaba el bardo era dejar un rastro de cadáveres tras de sí. Esto lo sabía bien, así entre los peligros susurrados de la Antípoda Oscura, valiéndose del sigilo y varias pociones repletas de un viscoso liquido anaranjado, Cuth evitaba encontronazos inesperados oculto bajo la forma etérea que le conferían.

Aun con toda esta precaución, sabía bien del peligro latente en esta región de la suboscuridad. Los duergar eran una raza de enanos que tras siglos de vida en el tétrico inframundo, la misma negrura que lo envolvía también se había extendido hasta sus corazones, emponzoñándolos de esta sombra que parecía no tener fin pasadizo tras pasadizo. Cuantas veces más desearía no haber venido a este sitio, y sin embargo ahora tan solo podía concentrarse en esquivar a los deambulantes enanos oscuros que se afanaban en sus tareas... mineros, patrullas de guerreros, incluso pudo distinguir algunos portando extraños símbolos probablemente de antiguos dioses malignos... pero aquellos por los que realmente contenía su respiración, eran los ocultos, los mismos que lo habían asaltado y casi sesgan su vida sin remedio.

Tras varias horas de viaje al borde de la locura, comenzaba a darse cuenta de lo insensata que había sido su decisión de ocultarse allí, era toda una ironía que estos pensamientos cruzasen su mente justo cuando buscaba la salida, pero claro... solo somos capaces de arrepentirnos de nuestros actos cuando somos conscientes de sus consecuencias. Abrumado por sus propios problemas no se daba cuenta del error tan grave que cometía, un error que era cada vez mas patente en su maltrecho estómago, cansado de probar unas provisiones día a día más escasas.

Al fin sus pasos lo llevaron hasta el mismo puente que salvaba el abismo entre la luz y la oscuridad. Las enormes puertas de madera que guardaban el lugar se hallaban abiertas, al igual que lo habían estado cuando por primera vez las cruzó; tras ellas esperaba encontrar no menos peligros, pero sí un poco de paz. Cubrió la distancia que lo separaba de la otra orilla lo más rápido que pudo dejando atrás a los enanos malditos, y respirando hondo un aire que parecía por una vez algo menos viciado, se preparó para un descanso frío y escaso... pero un descanso al fin y al cabo.


[i:6117de0ee1]Culturas de todos los tiempos han colmado de cuentos las infancias de sus hijos, siempre con fines didácticos y la ternura propia de sus madres. Una de estas historias habla de la diosa élfica Sehanine Moonbow, que guarda los sueños de los elfos impidiendo que estos extiendan sus dominios hasta el reino de los vivos. Nunca fui aficionado a rezar a dios alguno, y la noche que volví medio muerto de las alcantarillas de Calim no era diferente al resto.

Desplomado sobre el sillón de la posada, ni fuerzas me quedaban para un prometido trago de vino, así que sin nada mejor que hacer me limite a dormir, y por supuesto... soñar. Nada poco habituales en mi últimamente eran los sueños recurrentes en los que volaba, surcaba el cielo con mis alas y sentía la esencia que embargaba mi sangre. Sueños que plagaban de presagios un incierto futuro. Esa noche sin embargo los sueños fueron violentos, la pura naturaleza humana era desgarrada de mi ser para no llenar el vacío que dejaba, las alas de las que tan naturalmente me valía se convertían en pesadas y torpes extremidades sin control... y luego estaba el dolor, ese dolor vivo y real que no conseguía arrancarme de mis pesadillas.

Cuando desperté en la linterna colgante todavía no había amanecido. Solo, aturdido y dolorido observaba una sala de taberna vacía a excepción de otro borracho recostado sobre una mesa, y digo otro porque yo mismo parecía uno. La situación fue casi cómica, la cabeza me daba tantas vueltas que estuve a punto de vomitar, y para colmo la espalda me dolía horrores. Cuando aquel tipo ciego de alcohol levantó la cabeza para mirarme pegó tal salto que cayó de espaldas al suelo... "¡Joder, un dragón!", los ojos ebrios amenazaban con salirse de sus cuencas.

"El típico comentario de un borracho" habría pensado cualquiera, bien pues yo me giré de súbito esperando al mismísimo Galrax allí presente para ajustar cuentas conmigo. Para mi sorpresa el contrapeso de las alas me hizo dar dos vueltas sobre mí mismo acabando estrellado en el suelo; si me quedaba alguna duda de lo que había ocurrido el sillón teñido en rojo sangre donde había dormido terminó de aclararla. Esa noche las pesadillas atravesaron el reino de los sueños consiguiendo alcanzar la realidad.

Si, lo que hice fue correr lejos de Aguas Profundas y las leyes de los hombres, me envolví como pude en una túnica y salí apresuradamente hacia las puertas de la ciudad. Allí en la parte exterior, el mismo destino en forma de guardia que me salvo de una muerte segura, se equilibró al darme el alto en las puertas con clara intención de interrogarme sobre lo sucedido... mas nunca llegó a hacerlo. Conforme me detenía la segunda traición de mis alas, o mis nervios supongo, se manifestó enviando la capa que las cubría a la cabeza del guardia.

Poco cabe decir ya sobre los eventos que ocurrieron a continuación... agresión mágica y física sobre la guardia agundina, desobediencia a la autoridad y la posterior fuga acabaron de añadir la guinda al pastel de mis problemas.

Cuanto estuve huyendo, no lo sabría decir con seguridad. El rumbo que seguía vosotros mismos lo conocéis si esta historia habéis leído, y mucho mejor que yo en esos momentos. Al fin la tenacidad de mis captores afilada por el precio a mi cabeza demostró superar con mucho mis habilidades de fuga, así me vi obligado a internarme en las marismas llamadas Páramos Eternos, y más tarde forzado a sumirme en la oscuridad.[/i:6117de0ee1]


La luz solar se filtraba por las cavernas al igual que se derrama el agua contenida en una cesta; Cuth lentamente avanzó siguiendo la piedra bañada por el sol, incrédulo de encontrar la salida y mucho menos de hacerlo con vida. Durante el tiempo que recorrió los túneles su mente había adquirido ese tinte oscuro y nebuloso que rodea a los malignos de historias narradas por bardos... quizá jamas supiera lo cerca que estuvo de sucumbir.

Con los ojos doloridos, cegado por la luz natural, dio un primer paso vacilante fuera del mundo subterráneo y extendió las palmas ensangrentadas de sus manos... por unos instantes pensó en despojarse de sus ropas. En vez de esto simplemente se desplomó.


Después de todo lo vivido y escrito en estas líneas, ya no puedo dudar que la historia se repite una y otra vez para hacernos ver que nuestras botas siempre van a encontrar las mismas rocas traicioneras en su penoso caminar. Motivos diferentes, sí los hubo, pero el sendero aún oscurecido en la penumbra de nuestra memoria y perdido en el tempestuoso mar del tiempo, siempre será esa malévola navaja que es la vida sobre cuya hoja nos balanceamos sin saberlo...

Elderadan

29/09/2005 01:37:26

Bueno, quería tener una historia detrás de un par de alas y un personaje épico conseguidos simultáneamente; este es el resultado. Aquí dejo rodando el comienzo de una aventura que espero prosiga en el futuro... aunque eso sí, más espaciada de ahora en adelante.

Especial lugar en mi agradecimiento a los Dungeon y Scout Masters que con sus historias y aventuras han enriquecido inmensamente las andanzas de ese bardo, el tiempo no las borrara de mi memoria. También a todos los que conmigo han compartido camino, llenando asi de rol nuestros encuentros. Gracias.

Dejando nombres aparte, tengo mucho y a muchos que agradecer, pues detras de todos y cada uno de los relatos escritos ha habido alguien que lo ha hecho posible... toda esta historia es vuestra, vosotros la habéis construido, solo me he limitado a ponerla seguida... y mucho más que no he narrado... todavía.

Y por supuesto no me olvido de los que han leido esta historia, pues para todos vosotros ha sido escrita. Espero haber podido añadir algo de entretenimiento y una pizquita de rol. Gracias por estar ahi.

Nos vemos dentro!

PD: He subsanado un pequeño error cometido en el primer relato al no incluir a alguien que estuvo allí... ahora ya estás también aquí ;)

Andriu_ZGZ

29/09/2005 21:40:56

Bueno, por fin he podido terminar de leer detenidamente tu historia, reservando un poco de mi tiempo para tal fin jeje.

Está estupenda, como siempre, *Se quita su sombrero plateado* la verdad es que en este foro eres de mis favoritos. A ver si vuelve Cuth, que hay que continuar la saga.

Solo te falta una cosa, ya que empezaste siendo bardo, una canción propia que caracterizase la aventura, algo así como la canción de "un perdido". Por la soledad de la infra claro, (vaya paja mental).

Un saludico :wink:


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Andriuth Northend, el palaca de Torm.

Los demás Northend vendrán mas tarde.