Clico

26/10/2005 22:42:37

Comienzo mi largo viaje sin mucho que hacer por el camino, así que aunque estoy falto de costumbre en esta tarea, escribiré para rellenar mi tiempo.

Veo como se aleja mi maravillosa ciudad y mi única casa en busca de cumplir las órdenes directas dadas por mi maestro de armas y con la consecuente satisfacción de una hembra que así se lo ha exigido, me tengo que empezar hacer la idea que esa ya no será mi casa y solo mantenerme fijo el fin que me ha sido marcado.

Miro hacia adelante orgulloso de seguir siendo el elegido por mi maestro de armas para las tareas más importantes, como tantos años atrás, demostrando su confianza en mí una vez más. Una nueva oportunidad que jamás pensé que me llegaría, respirar el poder y sentir el puesto que él ahora domina en nuestra casa ofreciéndomelo en bandeja para extender nuestro domino, el simple hecho de pensarlo me inunda de satisfacción. Por fin podré estar bajo las órdenes directas de una hembra, se acabaron entrenamientos a nuevos soldados, las patrullas por los túneles sin fin.

Creo que el resto del viaje me ocupare de limpiar mis armas, quiero estar perfecto para ella. Mi nueva casa, mi única señora, que Lloth la proteja y me ayude a protegerla.



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Me habían hablado de Menzoberranzan pero nunca imagine tal grandeza y esplendor, observo a Narbondel que marca nuestros ciclos, simplemente grandioso.

Me bajo del transporte que hasta aquí ha dirigido mis pasos.

Debo de encontrarme en el mercado puesto que jamás vi tal movimiento, me acercaré algún mercader a ver si me puede guiar hacia donde esta mi destino final. Me indica los puntos más importantes sobre un mapa, que previo pago, él mismo me ha proporcionado y aunque mi rostro le cuesta mostrar emoción alguna, me maravilla la grandiosidad de la tercera casa, la casa Oblodra.

Camino en busca de mi destino.



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Regia estructura sin duda la que a partir de ahora guardará mi sueño. La cuarta casa, nada tiene que envidiar a la tercera desde luego, la miro sintiéndome pequeño ante su belleza.

Me observo a mi mismo viendo mi reflejo en la puerta pulida, parece que esta todo en orden. Coloco mi espada heredada de mi maestro, hace ya tantos años que ni lo recuerdo, para que no estorbe en mi presentación, el casco bajo mi brazo firme. Toco la puerta, que con el simple roce de mi mano en la fría piedra se abre ante mi, dos guardias se cuadran y a continuación me piden que les siga. Me adentro en la casa sin decir nada, observo los largos pasillos, se suceden uno tras otro haciéndose cada vez más enrevesados, bajo mi mirada ante la presencia de varias damas. Al final del pasillo que ahora recorro, abren una pesada puerta de piedra que me dirigen a la entrada de unos aposentos, me dicen que espere:

[list:6b7ac549f0]- Vendui señora, ya esta aquí. ¿Le hacemos pasar?
Debió de cabecear afirmativamente ya que no la escuche hablar y sin embargo me hicieron entrar.
Siento su poderosa mirada atravesándome, no la veo pero la siento y me habla.

[list:6b7ac549f0]- Me esperaba a alguien un poco más joven, veo las marcas del tiempo en tu cara
Hace una larga pausa ante la cual solo me mantengo callado respetuosamente y sin alzar la mirada.

[list:6b7ac549f0][i:6b7ac549f0]- Soy Nän Ferêh, suma sacerdotisa de los Tlabbar, aunque eso supongo que lo sabe.
- Si mi señora, así es.
- También supongo que sabe para que está aquí…
- Para servirla en todo que necesite, mi señora.
- Así es, pero te debes preguntar como una casa tan poderosa como la nuestra acude a una casa menor para obtener a alguien de la milicia, cuando tengo cientos donde elegir.
- Yo no me pregunto nada mi señora que no se me haya ordenado, nunca lo hago, aunque agradecería que una vez creada la cuestión me ayudara a entenderla.
- Rother’in, el maestro de armas de vuestra antigua casa y por el que según tengo entendido vos fuiste entrenado en juventud, por cuestiones que no vienen al caso, es un gran aliado y le conté en la máxima confidencialidad, como ahora haré contigo, mi actual situación con uno de mis varones. La Matriarca quiere que me deshaga de él porque para la casa sólo es un macho inútil sin ningún fin, solo es útil para mi. Aunque razón no falta no quiero deshacerme de él, así que quiero que sea entrenado, pero como vos mismo comprobareis necesito a alguien experimentado que sepa sacarle un provecho real y eso no lo encontraré entre ninguno de los míos.[/i:6b7ac549f0][/list:u:6b7ac549f0]
Se mantiene en silencio, se acerca a su mesa , pasa la mano sobre una piedra oscura pulida que al instante se ilumina por unos segundos. La puerta se abre:

[list:6b7ac549f0]- ¿Qué desea mi señora? – dice un soldado a mi espalda
- Decid a Närh' Oloth que quiero verle ahora – escucho como el soldado cierra la puerta y se aleja a paso ligero.
- Quiero que le conozca y rápidamente entenderá a que me refiero
Escucho pasos de nuevo, se abre la puerta y siento a alguien detrás de mí

[list:6b7ac549f0]- Vendui, mi señora
Le sigo con la mirada, sigiloso en sus movimientos se acerca a ella. Le quita la capucha mostrándome su rostro, acaricia su pelo blanco y liso que le cae en parte por la cara. Aunque es joven sus ojos fríos me dicen que no es inexperto en todo, vestido totalmente de negro y con una complexión extremadamente delgada, se queda en cuclillas a los pies de ella.

[list:6b7ac549f0]-[i:6b7ac549f0] Este es el varón del que te hablé. Supongo que ahora que le ves, sabrás a lo que me refiero
- Así es mi señora
- Dígame Orthae, ¿Creéis que podréis hacer algo con él?
- Seguro que si mi señora, aunque necesito averiguar sus cualidades, no parece demasiado preparado para recibir golpes ni llevar nada de peso, tengo que observarle.
- Bien, a partir de ahora su tiempo es tuyo y tus decisiones hacia él para mi serán bien dadas.
- Gracias mi señora por su confianza, espero no defraudarla.
- No le convendría Orthae.
- Närh' le debe trato de maestro y obediencia, esto vale su vida varón[/i:6b7ac549f0] - al escucharla cabecea afirmativamente y con un leve golpe de ella en su hombro, se pone de pie y silencioso se posiciona unos pasos detrás de mí.[i:6b7ac549f0]
- Espere fuera Närh' ahora saldrá su maestro
- Aluve’ mi señora -[/i:6b7ac549f0] casi no le escucho salir de la estancia.[i:6b7ac549f0]- Es indisciplinado Orthae, no os quiero engañar, pero necesito que sea útil para la casa. Controlar vuestra severidad ya que quiero que cada noche llegue sano por si lo necesito.
- No os preocupéis mi señora, no suelo maltratar a mis aprendices, muertos o lesionados me sirven de poco.
- Recordar que Närh' no es como todos –[/i:6b7ac549f0] siento como se ríe con cierta malicia – espero que sigáis pensando así dentro de un tiempo. Os hago entrega del sello que le vincula, Orthae, como Tlabbar, está gastado porque perteneció con anterioridad a su maestro Rother’in cuando estuvo entre los nuestros. Supuse que le agradaría que pasara a sus manos. – Y ahora podéis marchar.
- Gracias mi señora. Aluve’.
- Aluve’ Orthae y cuando tenga algo que contarme de Närh' búsqueme[/i:6b7ac549f0].[/list:u:6b7ac549f0]
Me dispongo a salir de la habitación, mi mirada solo recorre cada rincón del suelo de la habitación y me retiro sin darle la espalda, cierro la puerta tras de mi.

Nada más salir me encuentro con Närh' de pie encapuchado de nuevo. Saludo a la guardia que está en la puerta de los aposentos de nuestra señora. Comienzo a caminar tranquilo por el interminable pasillo callado, pensativo, dispuesto a conocer un poco mejor la estancia de las casa a la que ya pertenezco. Casi no le escucho caminar tras de mi, también se mantiene en silencio.

[list:6b7ac549f0][i:6b7ac549f0]- Bien Närh', contarme algo de vos.
- Pues aparte de que nacido aquí no sabría que más decir.
- ¿Por no poder o por no querer?
- Por no saber más bien, si fuera un poco más explicito [/i:6b7ac549f0]– contesta tras un corto silencio.
[i:6b7ac549f0]- Ummm, empecemos por algo poco personal, ¿qué tal te defiendes?
- Supongo que depende con quien me enfrente –[/i:6b7ac549f0] le escucho decirme a mi espalda distante y seco[/list:u:6b7ac549f0]
Creo un silencio el cual solo me permite escuchar nuestros pasos, calculo su distancia y la velocidad con la que anda, medio una vuelta y me dispongo a propinarle un puñetazo…

…lo esquiva alejándose rápido de la trayectoria.

[list:6b7ac549f0]- ¿Qué hace? – se pone en una posición de ataque
[i:6b7ac549f0]- Tranquilo, observo nada más
- ¿A eso le llama observar? –[/i:6b7ac549f0] dice con cierta ira
- Cállese muchacho – frunzo el ceño
[i:6b7ac549f0]- Pero…
- Cállese he dicho y ahora guíeme donde puedan proporcionarme armas[/i:6b7ac549f0]- Bien, sígame –
Cuando llegamos le pido al que allí está encargado que proporcione al muchacho un arco de cierta calidad, con un carcaj con flechas.

[list:6b7ac549f0]-[i:6b7ac549f0] Ahora márchese y descanse, agradecería que no saliera hoy. Mañana vendré a buscarle. No olvide el arco y las flechas.
- Aluve’ maestro[/i:6b7ac549f0][/list:u:6b7ac549f0]
Recoge las flechas y el arco, se aleja despacio desapareciendo entre las sombras.
Antes de retirarme a mis aposentos paso un tiempo haciéndome una idea de las dimensiones de la casa, necesito crearme un mapa mental, es la mejor estrategia de cualquier soldado. Otro nuevo entrenamiento, pensé que esto quedó atrás.



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Vista preliminar del muchacho a una semana de inicio

Observo al muchacho y no estoy acostumbrado a trabajar con drows como él, mi milicia siempre es pesada. Desde luego es indisciplinado como ya me aviso la señora, hace un par de días tuve que golpearle para que se mantuviera callado después de un sin fin de avisos dados, para evitar que enojara a una hembra. No parece que le guste que le impongan el respeto, más bien que se lo muestren.

Es demasiado delgado para cargarlo con una armadura y su agilidad de movimiento una virtud para desperdiciarla, así que le aconsejé el uso unas ropas algo más ligeras y que le proteja, parece que se las apaña bien en los tratos del mercado.

A parte de su agilidad observo una puntería excelente, ayer mismo una hembra Oblodra que paseaba por el mercado le apeteció jugar un rato con él, bajo otras circunstancias no lo hubiera permitido, pero creí que era una buena lección para que dominara su lengua y su ímpetu, así que le “aconsejé” que obedeciera lo que decía. Después de cumplir el capricho y saliendo airoso del aprieto, tuvo el sabor de la victoria dada ante el capricho de la dama y la lección de dejarlas hablar si son de otra casa ya que siempre pueden decir algo que un Tlabbar atento no debiera escuchar.



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Mis enseñanzas con el arco van a ser escasas y poco fructíferas declinándome siempre más por las armas cuerpo a cuerpo. Hace días que pienso en este tema para adaptarlo al muchacho, paso por la armería una y otra vez esperando que ella me hablen…necesitamos algo ligero y dañino…las observo y todas me parecen pesadas o demasiado pequeñas. Suerte que me cruce con un viejo conocido del mercado de mi ciudad y le pedí que me rebajara dos espadas hasta hacerlas bastante mas cortas y ligeras. Irá armado a dos manos, puedo crear milicia de apoyo, ese es su lugar.

[list:6b7ac549f0]-¿te encuentras cómodo?
- Si que me encuentro cómodo maestro
- Deberíamos salir a probar, recuerda, apoyo. Ataque solo cuando yo lo haya hecho antes
Afirma con la cabeza sin parar de mover las espadas cortas como para acostumbrarse a su peso. Partimos por los túneles más cercanos a la ciudad, entrenando con algunas criaturas de las profundidades, parecía que habíamos dado con situación dentro de la milicia. Ahora empezaba el verdadero entrenamiento.



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Casi un ciclo completo en este lugar y el entrenamiento va muy avanzado, Närh' cada vez tiene más claro su papel; su obediencia, criterio y modo de lucha han mejorado visiblemente.

Después de un percance con milicia de una casa ajena a la nuestra, decidimos tomarnos un descanso y algo de vino en El´lar D'Ssinssrigg, es la primera vez que paro por este lugar, Närh' se le veía más familiarizado. Pedimos algo de beber y mis ojos recorren los cuerpos semidesnudos de las hembras que están en el lugar, eso me recuerda el tiempo que hace que no estoy con una, deje en mi antigua ciudad a mis hembras que cuidaban de mí atraídas por la posición. Aquí no disfruto del mismo prestigio y eso me repercute éxito en ese nivel.

Creo que voy hablar con mi señora para informar de cómo avanza Närh' y aprovechar para comentar mi inquietud ante este tema, esperando poder ser escuchado por ella y no hacerla perder su valioso tiempo.



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mGoR

26/10/2005 22:43:24

En el momento en el que escribo hemos hecho una pausa para descansar, cerca de un asentamiento micónido, en donde un suelo lleno de musgos y líquenes empieza a mojar mis pertenencias: un saquillo y las ropas que llevo encima, nada de interés. El bajo techo nos hace caminar con cuidado, impidiendonos que podamos movernos libremente, incrementando la sensación de agarrotamiento en nuestras articulaciones.

Hoy D'ëhk, un joven noble que se dirige junto conmigo a Menzoberranzan, me ha escupido que se dispone a estudiar en la academia de arcanos Sorcere. Es un varón arrogante y estirado, más de lo normal. Lo más significativo del muchacho es que tiene una labia única, no cesa de encomendar ordenes a sus soldados hasta para cosas irrisorias.

Se ha mofado de mi aspecto anunciando al grupo, una y otra vez, que soy un harapiento y que serviré bien como esclavo junto a los goblinoides dentro de la nueva casa a quien me dispongo a prestar servicio. Preferí contener mis pensamientos respecto a su persona, es lo más sensato.




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Estoy cansado, llevo largo tiempo durmiendo no más de una hora escasa por muchas otras de caminar. El entorno me parece igual en todo su conjunto; piedra y más piedra sin detalles característicos, con escasas variaciones desde mis anteriores notas en todos los aspectos. No se si por esto o tal vez en un intento de hacer el viaje menos desesperante (he perdido la cuenta de los días), aprovecho estos momentos de falsa tranquilidad para refugiarme en misnotas,en medio de un socabón del túnel, cuando hemos parado a descansar. Es mi turno de guardia.

Ahora recuerdo, mientras busco recordar, lo que pasó con el arcano D'ëhk. Quizás lo único de estos días que merece una pequeña mención. El muchacho tuvo la mala suerte, que en medio de una pequeña refriega contra esas alimañas reptilianas, uno de ellos segase su vida dejando brotar abundantes chorros de sangre tras hundir una daga en su espalda... y demás parafernalia sucedida. Una pena, recuerdo como sufrió, aunque por suerte me encontraba cerca para que los humanoides no se llevasen su libro de conjuros.

El posible futuro mandatario fue la única baja del día y del camino hasta la fecha, supongo que en cierto modo es algo de agradecer.




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Hoy , que tras muchos días de silencio vuelvo a escribir, lo hago con un motivo en especial; he llegado a mi destino.

Aunque Menzoberranzan no es lo mismo, no es la ciudad de telas de araña, de igual modo es una urbe espléndida. Es curioso ver como el Narbondel se ilumina y extingue anunciando el inicio y el fin de un ciclo.

Me encamino hacia el mercado, al menos por su aspecto parece serlo ya que innumerables puestos se extienden ante mi, así como comerciantes y tratantes que andan de un lado a otro. Los hay de “casi” todas las razas, incluso rivvin, pero decido acercarme al que parece tener menos clientela. Juraria que es un nigromante por sus ropas, aunque no le pregunto, sino que me limito a darle un pequeño rubí que es cuanto tenía a cambio de una pequeña espada. Es de talla élfica, supongo que por eso me la ha dejado tan barata y parece mostrar en su empuñadura a una doncella cubierta de ramas y hojas.

Enfundo mi nuevo filo y camino hasta las puertas de lo que parece ser una de las primeras casas nobles de la ciudad. Apostados ante mi están un par de guardias a quienes pregunto si me hallo frente al pórtico de Faen Tlabbar, niegan con gesto austero y despectivo, me mandan en dirección Oeste. Me había equivocado, eran unos Oblodra.




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Ha pasado ya un mes bastante tranquilo en el que me he limitado a cumplir lo que mi señora requería, algo a lo que ya estoy acostumbrado desde tiempo antes de partir. No he averiguado nada y tampoco se me ha comunicado nada, a excepción de que permanezca en el recinto destinado para la milicia y de forma privada, que se ha solicitado a alguien para que se encargue de mi instrucción y entrenamiento.

¿Me hizo venir para eso?, supongo tendrá algún motivo, espero no defraudarles.

En estos instantes me encuentro en los cuarteles de la milicia, tumbado en una de las múltiples literas que están dispuestas para las filas de élite, no me encuentro más cómodo que podría estar. Algo preocupado por la situación, ya que hoy llegará ese varón del que me han hablado. Pienso en lo que diré cuando esta noc ** El texto aquí parece haber sido tachado, pero luego vuelve a retomarse ** cuando me encuentre con él. Supongo que nada más de lo necesario.




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Me encamino hacia la habitación de la sacerdotisa, cruzando grandes y pesadas puertas que me van abriendo paso hacia nuevos pasillos cargados de detalles y que a su vez son flanqueados por regias columnas. Soldados en pequeños grupos, que vigilan, es lo que veo a cada puerta y rincón hasta que llego al salón del trono.

No puedo más que quedar paralizado por el esplendor de la gran estancia y de la propia Madre Matrona que se encuentra al fondo presente, observo así a varios grupos de nobles, sacerdotisas y arcanos en su mayoría, que conversan entre sí. Es la primera vez que entro aquí, al menos de forma oficial, siendo una oportunidad única para un miembro de la milicia.

Extraño entre tanto lujo, con mis típicas ropas ajadas por el tiempo y el movimiento, me sentí en ese lugar. Retomé la marcha segundos después, flanqueando el recodo de un pasillo y perdiendo mi escolta en él. Estaba a escasos metros del dormitorio de mi señora.

Su voz, después de tanto tiempo, aun me suena fría. A veces atisbo una extraña mirada en ella, no podría describirla no me siento capaz, pero tampoco importa demasiado. Instantes después de que estos pensamientos lleguen a mi cabeza los difumino, después de todo, la he visto actuar.

Llamé y no tardó un instante la puerta en abrirse. Me esperaba.

[list:bf8f5f1f09]- ...Aquí de nuevo - la escucho decir al fondo de la habitación, en tono leve.
- Así es. Vendui, mi señora...
- ¿Deduces por qué te he hecho llamar, verdad?.
- No está en mi mano tomar decisiones, tampoco pensar porque se me ha hecho llamar. Simplemente cumplo dicha orden... mi señora.
- No seas estúpido varón, no me sirves de nada si no piensas, otra cosa es lo que debas o puedas llegar a decir de manera publica, espero que no vuelvas a darme negativas o intentarme ocultar nada, por mínimo que esto sea...

La verdad es que creí que había hecho una pausa, que había concluido en su dialogo, por eso continué hablando.

[list:bf8f5f1f09]- Bien, mi señora. Tendré sus palabras presentes... - respondí.
- ...¡Quién te ha dicho que hables! ¿te parece que haya terminado?. Que busque información a cerca de todo cuanto pueda ser buscado y te de cierta libertad de palabra, no quiere decir que sea continua. No hemos hablado en profundidad de ello... pero vuelve a tratarme así, en privado o especialmente en publico y te aseguro que querrás que te torture, porque el castigo que recibirás será mucho peor.
- ...Claro, mi señora.
- Y por ahora pasaré el detalle de que no hayas descubierto tu rostro.

Había olvidado por completo la capucha que cubría mi cabeza, decidí no darle más importancia, podría ser peor el remedio. Me quedé callado, cabizbajo.

[list:bf8f5f1f09]- Hoy llegará quien a partir de ahora será tu maestro, si le defraudas me defraurarás... Y ya sabes lo que eso implica, ¿verdad? - retomó ella la conversación.
- Verdad, mi señora.
- Bien, porque aun con cierto valor para mi y mis fines, no tienes ninguna utilidad actual en la casa que te acoge. Eso cambiará, y sino yo misma te sacrificaré.

No sabía qué pensar tras esas palabras. ¿Lo haría?... no lo sé. Me despedí y me retiré, aguardando a que el varón llegase.




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Ya pasado, puedo decir que todo se resolvió de forma tranquila. Estoy algo cansado, pero describiré la situación dada, al menos hasta que el sueño en esta noche acabe por obligarme a ceder.

Me hicieron llamar, tarea encomendada a un soldado, no mucho después de que yo mismo me retirase. Preparado ya desde hace tiempo, no tardé demasiado en llegar. Por lo visto, mi futuro maestro estaba allí hablando con mi señora... escuchaba sus voces antes incluso de abrir la puerta y tranquilamente me adentré en la estancia.

[list:bf8f5f1f09]- Vendui mi señora

Decidí acercarme observando impasible al varón que estaba allí. Llevaba el pelo recogido y, aunque parecía de complexión fuerte y robusta, las marcas del tiempo se notaban en él. Su voz sumamente respetuosa y tranquila y su cara marcando los años, lo delataban.

Junto a ella, mirando al varón, me quedo inmóvil por ahora. Ella se hizo con mi capucha, mirándome como si quisiera recordarme algo respecto a esto y pasó sus dedos por mi pelo retirándolo. Me puse de cuclillas a su lado, dejando que las manos colgasen con los codos sobre mis muslos. Me quedé en esta posición, cabizbajo, dejando que ella hablase y él, si así lo hizo, me estudiara.


[list:bf8f5f1f09]- Este es el varón del que te hablé. Supongo que ahora que le ves, sabrás a lo que me refiero.
- Así es mi señora.
- Dígame Orthae, ¿Creéis que podréis hacer algo con él?.
- Seguro que si mi señora, aunque necesito averiguar sus cualidades, no parece demasiado preparado para recibir golpes ni llevar nada de peso, tengo que observarle.
- Bien, a partir de ahora su tiempo es tuyo y tus decisiones hacia él para mi serán bien dadas.
- Gracias mi señora por su confianza, espero no defraudarla.
- No le convendría Orthae.
- Närh' le debe trato de maestro y obediencia, esto vale su vida varón – y sin más asentí con la cabeza afirmativamente. Luego sentí su estilizada mano golpeando ligeramente mi hombro y me puse de píe, ya sabía lo que ese gesto significaba, caminé hasta colocarme tras Orthae.
- Espere fuera Närh' ahora saldrá su maestro.
- Aluve’ mi señora

Y esperé fuera de píe, observado en un incomodo silencio por la guardia que vigilaba “casi” siempre las estancias de mi señora. Tardó mi maestro escasos minutos en salir y tras dedicarle él un saludo a esa misma "vigilante", comenzó a caminar por el pasillo, inmediatamente seguí sus pasos. Durante unos segundos estuvimos en silencio, pero como no podia ser de otro modo, él inició la conversación:

[list:bf8f5f1f09]- Bien Närh', contarme algo de vos.
- Pues aparte de que nacido aquí no sabría que más decir – mentí.
- ¿Por no poder o por no querer?.

Hice una leve pausa, ¿me estaba evaluando ya?. Sin duda.

[list:bf8f5f1f09]- Por no saber más bien, si fuera un poco más explicito...
- Ummm, empecemos por algo poco personal, ¿qué tal te defiendes?.
- ...Supongo que depende con quien me enfrente.

Se formó un silencio, él calló. Pensé que habría quedado o bien satisfecho o bien estaba cansado... Pero, de pronto, se dió la vuelta e intentó propinarme un puñetazo. Le esquivé, después de todo el sonido de su armadura delata sus movimientos a tiempo, antes siquiera de que los emprenda.

[list:bf8f5f1f09]- ¿Qué hace? - dije sorprendido.
- Tranquilo, observo nada más – respondió a su vez él, en tono serio.
- ¿A eso le llama observar? – dije, algo molesto.
- Cállese muchacho.
- Pero…
- Cállese he dicho y ahora guíeme donde puedan proporcionarme armas.
- Bien, sígame

Cuando llegamos Orthae le pidió al que al encargado que me proporcionase un arco largo, de calidad, y algunas flechas. Las cogí, y justo cuando pensaba que comenzaríamos a entrenar me mandó marchar.

[list:bf8f5f1f09]- Ahora márchese y descanse, agradecería que no saliera hoy. Mañana vendré a buscarle. No olvide el arco y las flechas.
- Aluve’ maestro

Supongo que esto es todo por hoy y me gustaría que así se quedase por ahora, he de levantarme dentro de escasas horas y parece que será un duro aprendizaje el que me espera. Mañana seguiré escribiendo lo sucedido.




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