Bereghost

13/02/2005 04:23:16

Agosto, son casi las nueve de la noche, un atardecer plácido en los bosques de la capa, la brisa nocturna comienza a refrescar el sofoco de la tarde estival.
La luz se ha tornado de ese dulce color anaranjado, ígneo… el verde intenso de la vegetación que impera con salvaje candidez se funde en las llamas del ocaso solar…comienza a adormecerse la rebosante algarabía producida por los miles de seres que pueblan el bosque, que pertenecen a el… incluso los nerviosos martines parecen dejarse mecer por los aletargadores brazos de la noche.
Hay un joven sentado bajo un sauce junto al lago… un chico elfo de mirada seria que contrasta con su evidente niñez… como siempre que llega esta hora se siente melancólico, se deja llevar por la paz del bosque notándose morir un poco con él.
Viendo que se hace tarde decide volver, se levanta y camina perdido en sus pensamientos.
Al entrar al pueblo ve a Evhana con su hijito, como siempre va con el de la mano paseando, hablándole, le levanta en brazos y le canta esa melodía que al niño parece embrujar. El idioma élfico suena como la fina lluvia de primavera en labios de la bella y amorosa madre elfa…
El chico se queda embobado escuchando, una melodía tan infinitamente triste que le coloca el alma en ese estado… el mismo que los bosques le infunden al morirse cada noche, ella le sonríe y le saluda con su mano, besa amorosamente a su hijo, le mira con unos ojos tan cargados de cariño y devoción por su retoño que duelen.

-Los ojos de una madre….- piensa el muchacho cabizbajo mientras sigue caminando.

Su madre murió hace poco mas de 5 años, desde entonces vive con su padre y tres hermanos mayores. Bereghost siempre había estado unido a su madre, eran piezas de un mismo motor, ella siempre supo entenderle, era el eje en torno al que giraba el torbellino confuso de emociones de su existencia.
-Ahora no esta…- piensa. Desde que ella falta todo ha ido a peor, sus hermanos y padre no son malas personas pero son demasiado rudos, ni tan siquiera puede hablarles de sus inquietudes… se reirían, le dirían que deje de soñar. El que siempre había sido diferente se siente un extraño, un paria en su propia casa.


Sube la ladera preocupado por la hora y al llegar arriba ve algo… la melodía de puro amor de aquella madre resuena en su mente mientras se acerca al grupo de gente que vocifera, su padre y sus hermanos mayores están entre ellos.
-Que sucede?- dice asustado y de pronto lo ve, hay un muchacho joven, tiene las facciones de un elfo pero su piel es mas oscura, su rostro y cuerpo ensangrentados parecen estar rotos por mil sitios, su padre, sus hermanos están gritando y pegándole una paliza.
-Maldito seas apestoso!!!- gritan todos mientras lo escupen, lo apalean, lo arrastran…
-Ha llegado Bereghost, justo a tiempo- dice Filias, su hermano mas mayor riendo y agarrando al chico por la camisa.
-Hemos cazado un drow!!- dice otro de sus hermanos bajo la atenta mirada del padre.
Siguen pegándole y humillándole, el tiempo parece detenerse, Bereghost mira el espectáculo asqueado… deja de oír las voces, solo los dos ojos del chico permanecen clavados en su mente, como dos gritos, dos ventanas acusatorias que se abren a un abismo de miedo, siente como esos ojos gritan punzantes en su alma, golpean los muros de su pecho amenazando con resquebrajarlo con sus puños cargados de angustia. El resto del mundo desaparece, solo quedan esos dos ojos, le acusan, le piden ayuda a silenciosos gritos, dos puntos negros de oscuridad resonante de pavor.
Oye los aullidos de exaltación de el verdugo, un repugnante ser formado por un amasijo de brazos, ojos lujuriosos, bocas babeantes de éxtasis, los rostros de sus hermanos y padre están allí deformados de placer.
Los ojos… le miran, por un momento se clavan aun mas como alguien a punto de morir ahogado se aferraría con brazos agotados a una mano salvadora, y de pronto… nada… se apagan, casi puede sentir el alma que se escapa por esos dos pozos de terror. Se queda allí, sin darse cuenta ha caído de rodillas, se queda mirando el cadáver deformado, con la mirada perdida, se siente morir con el… escucha dentro de si esa melodía obsesionándole, oye a la primorosa madre cantándola para su hijo, quiere aferrarse a ella como si esta pudiera borrar el horror que tenía delante. La turba se va dispersando, sus hermanos se van sin apenas mirarlo, su padre se queda el último y se vuelve por fin con un gesto de desden hacia su hijo.
Permanece allí, pierde la noción del tiempo, con las rodillas en el suelo junto al cadáver se maldice mil veces por no haber hecho nada, agarra la mano del drow muerto velándolo mientras se aferra a la dulzura de una madre, de una joven elfa que con una mirada de amor a su hijo consiguió hacerle sentir que el mundo merece la pena… oye la melodía en su mente, las risas de sus hermanos en sus oídos hacen que sienta ganas de entrar y acabar con todos ellos, por fin solo la melodía prometiendo limpiar su alma de la sangre pútrida en que se siente bañada …. Esa misma noche decide que jamás volverá a pisar su casa…





Bereghost …. – El maestro le regaña con paciencia, el joven de mirada desafiante y triste mira sus manos enguantadas de terciopelo negro – Vamos deja de soñar despierto y sigue entrenando.
Comienza como el resto de sus compañeros en la orden su durísima rutina diaria de entrenamientos…