Ulren20

12/12/2005 19:27:25

Antes de comenzar a leer, dejadlo si tenéis poco tiempo, estuvimos como 3 o 4 horas para escribirlo, osea que no es precísamente corta :D

Historia reciente de la família Vankasen

La vida de Ulren comenzó de la manera más extraordinaria que cualquier seguidor de Torm pudiera imaginar. Nació en Cormyr, era hijo de una noble casa de paladines y clérigos, y tenía a los padres más honrados y buenos de la faz de la tierra. Kilburn y Kalila, o almenos eso creía él. Le inculcaban los designios de Torm, y dedicaban su tiempo a protegerle y ayudar a los débiles. ¿Qué más podía pedir? Sí, aún su suerte no había acabado, cuando tenía 15 años nació su hermosísima hermana Valshera Vankasen, la bondad envolvían sus tierras, las cosechas eran cada año mejor, y la gente a su alrededor les respetaba.

Pero ya se sabe, nada es eterno, y la paz y tranquilidad tampoco. Al año de nacer Valshera las guerras del este que antaño no les influian comenzaron a reportarles problemas. La iglesia de Helm armó un ejército y algunos seguidores de Torm también se unieron a ese ejército. Su padre era uno de ellos, y partió hacia frontera dejándolos al cuidado de su madre para defender la ciudad y evitar posibles ataques a Cormyr. Las peores previsiones se cumplieron y no hubo manera de llegar a un acuerdo con los despreciables Zhentarim que se habían aliado con los magos rojos de Zhay, Cormyr estaba en guerra. Además de lo que pasaba en las fronteras del este, comenzaron a llegar rumores de barcos hundidos por criaturas voladoras, y poco después se cumplió el peor de los augurios, dragones oscuros estaban atacando a dichas embarcaciones. Al parecer un antiguo mal había despertado, el nombre de ese mal no tardarían en conocerse, su nombre era TermoKlar. Un dragón que había reunido a un grupo de su especie y comenzó a sembrar el caos.

En poco tiempo los dragones difundieron el miedo desde las selvas de Kulth hasta el espinazo del mundo. Así que los altos rangos de la iglesia de Torm decidieron que no se podía esperar más y mandaron un ejército en busca de TermoKlar... Kalila campeona de la orden fué elegida para comandar el ejército y poner paz. Reunió al mayor grupo de valerosos y valientes paladines que en mucho tiempo se recordaba en Cormyr, y partieron en busca de los dragones.

Ulren Vankasen se encontraba en aquel ejército, no iba por sus habilidades en el combate, era solo un joven de 16 años con buena vista, y una habilidad imnata para hallar trampas, y muy testarudo, ya que su madre no consiguió convencerlo para que se quedara en la ciudad. Mientras a Valshera la dejaron a ciudado de la orden hasta el regreso de Kalila.

La cosa parecía ir bien, la frontera aguantaba el ataque de los Zhentarim y el ejército que comandaba Kalila iba de cubil en cubil dando muerte a los dragones que encontraban, Kalila escribió una carta a Atheras arzobispo de la iglesia de Torm en Cormyr, pidiendo que su marido Kilburn y algunos hombres más tuvieran re-emplazo en la frontera y les fueran a ayudar en su cruzada contra los dragones, ya que las vidas que se perdían por la causa no eran pocas. La ayuda nunca llegó. Las cosas no tardaron en torcerse. TermoKlar se dió cuenta de la estrategia de la paladina, y les tendió una emboscada...
Era una noche fría, una extraña inquietud acompañaba a los cazadores, incluso las monturas parecían quererles advertir de algo, el silencio era total mientras avanzaban sin saberlo a lo que sería su último viaje. TermoKlar y sus tropas dracónicas se encontraban escondidas en "la colina del susurro", (se llamaban así porqué en noches con mucho viento, parecía que la colina pronunciara palabras) cuando al fin las tropas de Torm pasaron por las colinas, los dragones alzaron el vuelo y la emboscada comenzó. Fué una batalla de acero, fé y sangre, sobretodo mucha sangre. Lo que en principio parecía una matanza para los dragones se convirtió en una épica batalla gracias a la voluntad de aquellas nobles almas, muchos fueron los dragones y paladines que perecieron, tantos que al final solo Kalila, Ulren y TermoKlar quedaban con vida, Ulren estaba escondido entre las piedras acobardado y paralizado por la brutal batalla que estaba presenciando. Kalila y TermoKlar se encontraban cara a cara al fín. Kalila portaba su espadón, "Colmillo de la desesperación" e iba montando a Griffin, su leal montura, TermoKlar seguía con su pose arrogante que había mantenido en toda la batalla, seguro de sí mismo, seguro de su victoria.

Poco pudo hacer Kalila ante el poderío de TermoKlar, el combate fue breve, y acabó con la paladina agonizando en el suelo mientras el dragón apoyaba su pezuña en el pecho de la paladina.
-Tu tiempo se agota pequeña portadora de la esperanza.- Dijo el dragón con una voz que hubiera helado el corazón del volcán más feroz.
-Lo sé, pero no temo. Pues Torm está esperando mi llegada. En cambio deberías ser tú quien temieras, pues la família Vankasen acabará con tu existencia tarde o temprano.- Habló con tanta serenidad que por un momento el dragón temió de la moribunda paladina.
A TermoKlar no le gustaron esas palabras, se esperaba que rogara por su vida, no una amenaza. Se dispuso a acabar con la vida de la maltrecha paladina, pero una sorpresa más guardaba Kalila. Mientras el dragón bajaba la cabeza para deborarla, una plegaria lanzó Kalila a Torm, "Colmillo de la Desesperación" se iluminó y con fuerzas que Ulren no se puede explicar a dia de hoy, la paladina hundió el espadón hasta la empuñadura en el hombro del dragón. La vida de Kalila acabó después de eso. TermoKlar intentó quitarse el espadón. Pero cada vez que lo tocaba una especie de poder divino lo azotaba. A dia de hoy sigue llevando el espadón en el hombro, recordándole la promesa de venganza de Kalila.

Ulren casi no pudo contener el grito de desesperación al ver morir a su madre, pero eso le hubiera costado la vida. Lloró... lloró durante 2 dias escondido en las piedras, con temor de que TermoKlar pudiera encontrarlo... después de eso huyó a Cormyr y no se dejó vencer por la desesperación. Más que nunca pidió a Torm fuerzas para cumplir la promesa de su madre, y fué así como se convirtió en clérigo de Torm.

Kilburn, por su parte tuvo éxito en la misión de defender Cormyr y al año volvió junto a sus hijos. El mundo se le vino encima cuando se enteró de la muerte de su esposa a manos de TermoKlar, se prometió cuidar a sus hijos como una vez había hablado con su esposa por si algún dia faltara uno de los dos. Pero pudo más su ira y sus ansias de venganza.

El paladín se dirijió a hablar con Atheras y pidió que reunieran otro ejército para acabar con el dragón oscuro. Pero Atheras denegó la petición alegando que muchas bajas se había cobrado la defensa contra los hombres de este y la caza de los dragones, y que los efectivos que quedaban debían permanecer en las ciudades para proteger a los habitantes. Así concluyó aquella conversación.
Kilburn por su parte no iba a dejar que aquello acabara así, y menos cuando se enteró que su esposa mandó un mensaje a Atheras pidiendo refuerzos y la presencia de su marido, sintió que quizás si él hubiera estado allí, aún ella estaría viva. Y pese a la negación que recibió de Atheras, comenzó a reunir un grupo de guerreros, paladines, clérigos y cualquier persona que pudiera ayudarlo contra el enemigo que ahora tenía. A oídos de Atheras llegaron esas nuevas y reclamó la presencia de Kilburn.

-Kilburn.- Inició la conversación Atheras.- Me imagino que sabes porqué estás aquí, ¿verdad?
-Así es, pero digas lo que digas iré en busca de esa despreciable sierpe.- Replicó el paladín.
-Siento la perdida de tu mujer Kilburn, sabes que si hubiera podido lo hubiera evitado, pero no sirve de nada que ahora os maten a vosotros también.- Esas palabras produjeron una ira incontenible en la persona del paladín, y se acercó con la mano en la empuñadura a Atheras.- ¿Qué se supone que estás haciendo?.- pregunto autoritario el arzobispo.
Kilburn, empuñó su arma y cogió de cuello al hombre.- ¿Así que si hubieras podido evitar la muerte de mi esposa lo hubieras hecho?- Gritaba histérico. -¿Entonces porqué la dejaste morir cuando pidió refuerzos y mi presencia junto a ella?- Entonces hizo algo que jamás pensó que haría.... mató a una persona indefensa, mató en contra de la voluntad de Torm, y fué ahí cuando dejó de llamarse paladín.

Kilburn salió a toda prisa de Cormyr, sin despedirse si quiera de sus hijos. No contó nada a los compañeros que le habían jurado ayudarle a vengarse de TermoKlar y partieron en busca del dragón.

Pasaron meses sin éxito alguno en su búsqueda, hasta que una noche mientras todos dormían algo despertó a Kilburn. Abrió los ojos y caminó sin saber porqué unos minutos. Allí estaba, una persona que parecía ser un vagabundo.

-Hola Kilburn.- dijo aquel hombre.
-Buenas noches tengáis, decidme, ¿Quién soys y como sabéis mi nombre?.- Temía que fuera un enviado de Cormyr en busca suya.
-Mi nombre es Zordrak, y sé lo que andas buscando, yo puedo ayudarte, yo puedo ayudarte a acabar con TermoKlar.- Dijo el viejo.
-¿Como sabes qué busco? y, ¿porqué quieres ayudarme?.- Se mostraba receloso el paladín.
-Ese dragón, también acabó con mi familia, lo he seguido desde entonces, yo no soy un hombre de armas, y mi magia no puede hacer nada contra un dragón. Por eso supe tu nombre, soy un hechicero.- Prosiguió el hombre.- Si quieres acabar con ese dragón debes encontrar "La portadora de la condolencia". Este cristal te llevará hasta ella, contra más cerca estés más se iluminará. De tí depende Kilburn, de tí depende si quieres acabar con él o no.
El hechicero quedó con la mano extendida cogiendo un cristal ligéramente iluminado, Kilburn vaciló durante un momento pero finálmente lo cogió en sus manos. Acto seguido el hechicero se desvaneció antes sus propios ojos. Allí quedó él, sujetando aquella extraña piedra, perdido en sus pensamientos, preguntándose porqué llegaría tan extraña ayuda, pero el mero hecho de tener una esperanza le hizo recapacitar e ir en busca de "la portadora de la condolencia".

En las siguientes semanas de tan extraño encuentro, Kilburn guió a la expedición en secreto hacia "la portadora de la condolencia". El grupo se extrañaba, durante meses habían vagado sin rumbo y de repente parecían tener un rumbo fijo. Kilburn guiaba a la expedición gracias a aquel cristal, cada vez brillaba más, cada vez estaba más cerca de lo que con tanta ansia buscaba... y al final lo halló.
Estaba tirada, en unos matorrales del camino, como si de nada importante se tratara, allí encontró la "portadora de la condolencia" era un gran hacha muy bien trabajada, algo extraño sintió cuando Kilburn cogió el arma, pero la esperanza que gracias a esta arma podría vencer a TermoKlar pudo más que sus sentimientos de inquietud.
Ahora que ya tenía el arma, no entendía que podía hacer para encontrar al maligno dragón, tan solo pasaba los dias deambulando por las tierras "de blalbabla" esperando encontrarse de nuevo con el hechicero.

Algo extraño pasó en los dias siguientes de tomar el arma. Sentía como si esta intentara comunicarse con él, odio, furia, ira, dolor, todo eso transmitía el arma, no entendía que es lo que le estaba sucediendo... hasta que un dia la oyó.

-¿Así que finálmente me has encontrado?- Escuchó Kilburn una voz que retumbaba en su cabeza.
-¿Quién eres? ¿que me estás haciendo?- Preguntó el hombre asustado.
-Soy todo lo que deseas, soy quién te ayudará en tu venganza, mi nombre ya lo conoces, yo soy Zordrak.-
-¡Imposible! ¿como es posible que seas el hechicero? Él vino a verme hace unas semanas, es imposible que seas un arma, eso no tendría sentido.- Kilburn intentaba mantener la cordura mientras hablaba con un hacha.- Desde que cogí este arma, siento ira, ganas de matar, y sin embargo no puedo desprenderme de él.
-Eso es porqué es lo que tu quieres, sabes que sin mí no tienes ninguna posibilidad, pero juntos podremos dar paz a tu difunta esposa vengándola, destruyendo a TermoKlar como tu lo deseas... -Mientras iban hablando la voluntad del arma se iba apoderando del atormentado Kilburn, su voluntad se iba doblegando poco a poco.- Algo tendrás que hacer para que recupere el poder y ayudarte a acabar la empresa que empezaste, algo que ya hiciste una vez. Necesito almas de inocentes, las almas de aquellos que te acompañan.
-¡No! jamás haría algo así. Ellos me ayudaron de buena voluntad.- Kilburn intentaba librarse de la voluntad del arma.
-¿Y que más da? Ellos no podrán hacer nada contra el poderoso dragón, uno a uno caerán y su muerte no servirá de nada, ya que no podrás vencerlo. En cambio puedes darle un significado a su muerte, puedes hacer que esa muerte segura que les aguarda nos haga más poderosos y juntos acabar lo que empezaste.-

La voluntad del arma se había apoderado por completo de la mente de Kilburn, ahora solo tenía en mente como y cuando acabar con la vida de sus compañeros.
Fue una noche de oscuridad total, parecía que ni siquiera las estrellas ni la luna querían ver el acto tan atroz que iba a cometer el que antiguámente llamaban paladín de Torm. Uno a uno fué matando a sus compañeros, entre lágrimas les iba quitando la vida, pero la muerte no era lo peor que les aguardaba. Sus almas eran poseídas por el arma. Con la última de las vidas arrebatas pareció que el arma se dió por satisfecha, de repente empezó a brillar, pero su brillo era oscuro, como si toda la oscuridad de la noche se concentrara en el arma. El arma cayó de las manos del asustado ex-paladín, un humo negro comenzó a brotar del hacha, y una figura comenzó a formarse, una figura humanoide se creó delante de Kilburn. Sus ropas era incorpóreas, y tan solo se le podía ver lo que podríamos llamar la cara, un craneo esquelética.

-¡Ja ja ja!- reia la figura liberada por el engañado ex-paladín.- Así que finálmente me has sacado de esa "cárcel"- Dijo mientras miraba el hacha con cara de desprecio.- Tu estupidez solo se puede comparar con los necios actos que cometes. Ahora deberás morir.
-Pero, prometiste ayudarme. ¡No puedes matarme!- Vocieraba el asustado hombre.
-Vaya, veo que aún eres más necio de lo que imaginaba, no voy a ayudarte con nada. Yo no pertenezco a este plano, vengo de un lugar llamado Ravenloft. Los pobres ingenuos intentaron detenerme varias veces, si, eran entretenimientos divertidos. Pero la orden Helm, y Torm sabían que no podrían destruirme así que decidieron encerrarme. Esta hacha fue forjada para la legendarioa "Tormenta Manargenta", una de las siete hermanas y elegida de Mystra, su hermana "La Simbul" llamada por algunos la Reina-bruja la forjó con los antiguos escritos arcanos de Myt-Drannor. La elegida aceptó la empresa, sabía que una vez luchara conmigo quedaríamos encerrados juntos, luchando etérnamente dentro de esta condenada arma. Me sorprendieron, de donde yo vengo, no hay nadie dispuesto a encerrarse toda la eternidad por ayudar a los demás. Tan solo un acto sacrílego cometido por esta arma podría liberarme, y eso es lo que has hecho tú. Ahora ya no me sirves de nada, así que disponte a morir.

Un rayo verde salió de las manos del demi-liche pero el hacha se elevó y lo paró como si tuviera vida propia. Zordrak se asustó y se marchó en ese mismo momento, recordando los siglos que llevaba encerrado en aquella hacha.
Kilburn quedó paralizado por lo que acababa de hacer, había liberado a un ente maligno, y había asesinado a sus compañeros. A aquellos que a pesar de tener la negativa de la iglesia decidieron acompañarlo.

-No te atormentes, la voluntad de ese nigromante es apabullante, me sorprendió que pudieras ni tan siquiera plantearte la posibilidad de negar sus órdenes.- Kilburn volvió a escuchar la voz en su cabeza del arma, pero esta vez era dulce.
-¿Quién eres? ¿porqué me has salvado?.- Preguntó el hombre maldeciendo que le salvara de la muerte que sin duda merecía.
-Soy "Tormenta Manergenta" una de las sietes hermanas y elegida de Mystra. Yo encerré a Zordrak, y te engañó para que lo liberaras.
-Entonces, ayúdame a purificar todo el mal que he hecho, ayúdame a darle caza a ese máldito mago.- Rogó Kilburn.
-Que así sea entonces Kilburn Vankasen, mi destino quedará ligado por siempre a tu familia.

Pasó mucho tiempo, muchos rumores se le imputaron a Kilburn, y un dia decidió volver a contar la verdad a su hijo Ulren. Volvió a Cormyr, lo que antaño hubiera sido un recibimiento digno de heroes, se había convertido en una misión de subterfugio.
No le costó demasiado evadir los guardias, y encontrar lo que fue su hogar. El manto de la noche parecía esconderle de miradas indiscretas. Cuando entró, Ulren estaba arropando a Valshera y dándole un beso de buenas noches, habían pasado 2 años desde la partida de Kilburn, y Ulren ya era un iniciado de la orden de Torm.

-Me alegro de verte hijo.- Asustó al joven clérigo.
-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?- a pesar de sonarle familiar la voz, dos años es mucho tiempo para cualquier persona.
-¿Tanto he cambiado? soy tu padre, dime hijo ¿como estás?- Su voz parecía no alterarse, como si nada hubiera pasado en todo este tiempo.
-Dime Kilburn.- Rehusó llamarle padre.- ¿Es verdad todo lo que cuentan de tí? ¿Es verdad que aquel poderoso paladín se ha convertido en la deshonra de la familia?
Kilburn contó todo lo que había sucedido en su vida reciente, como había matado al arzobispo, como había liberado aquel mal, y como mató a sus compañeros.
Aquella fué la última noche que Ulren vió a su padre, lo echó de su casa amenazando con llamar a la guardia si no se marchaba de inmediato. Valshera piensa que su padre murió antes de nacer, Ulren pensó que no podría soportar la verdad de lo que su padre hizo, y que ya era suficiéntemente dolorosa la idea de que su madre muriera.

Desde entonces Ulren se versó en las enseñanzas de la orden, y se convirtió en un respetuoso clérigo. Siempre al lado de Valshera, apoyándola y protegiéndola.
Valshera por su parte no tuvo tanta suerte, se inició en el camino de las armas muy joven, siempre con la idea de vengar a su madre. Pero fué precísamente ese ímpetu y esas ganas de venganza las que le denegaron el accesso a la orden de paladines de Torm. Aunque eso no ha hecho que abandone el camino de dicho dios, siempre acompañando a su hermano donde quiera que vaya, esta joven aventurera es sin duda una excelente combatiente. Así comenzó la historia de estos dos hermanos, una historia que sin duda será recordado por los tiempos de los tiempos.



P.D: Esta historia fué escrita por Ulren y Valshera conjúntamente.

AnenWent

22/12/2005 20:16:43

EStá bastante bien, pero se os ha ido un poco la bola: zhentarim, magos rojos, dos de las 7 hermanas, dragones a saco, un demiliche....te falta algun principe demonio y algun arpista para el pleno ;)

Fiestorra

22/12/2005 21:36:48

// me ha gustado, entrenido :wink:

Valshera

24/12/2005 19:25:40

Es que a nosotros nos gustan las cosas a lo grande :P
Ademas asi nos aseguramos la jubilacion en el valle de la sombra :P