M_v_M

17/08/2006 13:03:18

Un bonito atardecer se divisaba desde el timón del Rayo Alado, una de las mejores caravelas de todo el Continente, ya que acababa de salir de los astilleros, totalmente reparada y lista para surcar de nuevo los mares de Faerûn.

El Capitán Kaster Wing, con su antiguo sombrero, espectador de toda una vida en la mar, se erguía bajo el timón, consultando una brújula y estableciendo el rumbo hacia la región de Calimshan. Había que vender las especias obtenidas de aquel navío lantanés y conseguir provisiones de ron y quizá alistar a algunos voluntarios.

El horizonte se veía rojo, y el piratilla de tres al cuarto sonreía bajo su bigote siempre acicalado... Hasta que de repente se escuchó aquél sonido tan familiar para todo marino curtido, que era ya cotidiano, pero no dejaba de impresionar. Luego ese estremecimiento de todo el barco...

Un cañón acababa de ser disparado.

Cuando el capitán se levantó del suelo, ya con su sable y con su pistola en la siniestra, dió las órdenes pertinentes:

-¡Strife, coged el timón y virad para que los cañones agujereen a esos malditos bastardos! ¡Gesal, que todos los hombres se preparen sable en mano! ¡Vengaaaa!!!

Tras unos intercambios de bolas de cañón, ambos barcos estuvieron a la misma altura, y el capitán y toda la tripulacion pudieron ver de cerca a sus enemigos: eran esqueletos, que lanzaban magia y portaban extrañas armas brillantes de luz rojiza.

-...Por todos los pechos de las sirenas menores de edad.... -murmuró el capitán cuando los esqueletos saltaban hacia su querido navío.

-¡Capitán, no podemos con ellos! ¡Vuelven a levantarse!

Pero el grito fue ahogado por los disparos de pistolas, cañones, y por el choque de metal contra metal...

Hasta que el aire se calmó y el silencio reinó en aquel campo de batalla improvisado... El tiempo parecía haberse detenido, sólo para que se pudiera escuchar el disparo del último cañón... que impactó justamente en el polvorín del barco, haciéndolo saltar por los aires.

Cuando despertó, el capitán Wing, estaba sujeto a uno de los pocos barriles que se quedaron intactos, flotando en el agua, divisando su barco partido en dos y al barco de los muertos vivientes alejándose en la lejanía... Intentó quitarse el sombrero para dedicar su más profundo gesto de pésame, pero su sombrero de capitán no estaba sobre su pañuelo rojo, como de costumbre, sino flotando en el agua, arrastrado por las olas...

Dejó el barril atrás y nadó desesperado en busca de el único recuerdo que le quedaría de su barco y de su tripulación... Y seis horas despues, cuando consiguió darle caza, ya había llegado a nado al distrito de los Muelles de la ciudad de Cálimport.

Se encaramó al puerto, mientras un guardia le miraba suspicaz. Se ajustó el gorro de capitán, se colocó el bigote y devolvió la mirada, con los ojos entrecerrados y una breve y fugaz sonrisa en sus labios aun algo magullados...

-Jeje...hola...dónde estoy?