Kentara

04/09/2006 02:15:10

Mi nombre es Earania, de los Fe'ir. He vivido toda mi vida entre las comodidades de mi familia, con una educación perfecta para vivir entre lujos.
Pero madre tenia otros planes para mi...


Viví en la ignorancia más absoluta sobre mi pasado durante mi infancia y adolescencia, pero al llegar a mi mayoria de edad... tras la celebración, madre me llevó a la biblioteca de la casa. Allí descubrió de entre viejos y polvorientos libros, una trampilla pequeña que apenas dejaría paso a un delgado elfo. Madre susurró unas palabras y la tapa de la trampilla, hecha de un precioso metal negro reluciente y brillante se convirtió en una fina película de humo que se difuminó por la estancia, desapareciendo...

Bajamos las escaleras, nos encontrabamos en una espaciosa galeria fria, humeda y oscura. Siempre me ha gustado llevar la iniciativa...ahora se porqué, iba un par de escalones por delante de madre, posando mi mano sobre la piedra y dejando que mis dedos recorriesen su superficie.

No pasaron diez segundos cuando mi mano se hundió en la piedra, sonó un ruido... como si de un mecanismo se tratase. Pocos segundos después se iluminaba la gran estancia con fuego mágico que brotaba de antorchas dispuestas por las paredes y el suelo. Ante mi se alzaban estatuas de dragones, que parecian descuidadas por el paso del tiempo... incluso alguna, estaba resquebrajada o rota.
También vi numerosas estanterias hechas de piedra con grandes volumenes de tapas rojas y negras, plumas con sus botecitos de tinta y numerosos pergaminos enrollados y atados con una fina cuerda también de color rojo.

Miré, sorprendida, a madre; quien no parecia extrañarse lo más mínimo. Su cara parecia la de alguien que visita a un cementerio en el aniversario de la muerte de sus seres más queridos... claro que, yo no comprendia absolutamente nada.



Supe entonces, que se trataba de un tema serio y que debia de reaccionar ejemplarmente, pues así me habian educado.



Al llegar abajo, avancé un par de pasos y esperé a madre que venia tras de mi. Me volví y le tendí la mano para ayudarla a bajar el último escalón.
Una vez en el suelo, madre alzó su esbelta y pálida mano de largos y finos dedos... alrededor de esta surgió un halo color violaceo que envolvió las escaleras de piedra por las que habiamos bajado, haciendolas desaparecer de la misma manera con la que desapareció la tapa de la trampilla por la que entramos.


Entonces madre tomó la iniciativa y se acercó a una de las paredes en las que estaban las estanterias. Levantó su mano y volvió a ocurrir que, parte de la pared, se convirtió en humo y desapareció.
Era una capilla, un pequeño templo con la figura de un dragón de multiples cabezas. A los lados de esta figura se apilaban monedas de oro, joyas mágicas, piedras preciosas y todo tipo de pequeños objetos de un increible valor. Especialmente, mis ojos captaron el maravilloso verde de las esmeraldas que se encontraban entre tanto oro.
Madre se arrodilló solemnemente ante la estatua y comenzó a rezarle, lo que yo tomé como ejemplo y me arrodillé tras ella en total silencio cerrando los ojos.

Madre se levantó con gran sigilo y puso su mano en mi hombro, mis ojos se abrieron como relampagos y por un momento me sentí desconcertada ante la celeridad con la que madre se habia levantado... nunca la habia visto así.



Se dibujó una sonrisa nerviosa en mi rostro, pero no le di importancia y tras levantarme seguí a madre que se dirigia a una de las estanterias más alejadas. Al llegar extendió su brazo y volvió a pasar... esta vez los libros se convirtieron en humo y desaparecieron, pero sorprendentemente uno de ellos seguia allí... tan viejo y polvoriento como los demás, pero sin duda, especial.
Madre me dedicó una mirada con sus profundos ojos y en ese mismo instante supe que ese libro dictaria mi futuro, lo cogí.




Carecia de índice, prólogo y demás formalidades, a primera vista pude ver que era un sencillo diario pero la caligrafía era exquisita, aún mejor que la que yo había aprendido, sin ningún error, con trazos finos pero firmes y sin ningún tipo de borrón o falta.


Miré a madre y ella asintió, dibujando una sonrisa en su cara... no tuvo que decir nada, lo entendí todo. Cogí con cuidado el libro y me senté en una de las mesas también de piedra, que habian en la sala.
Dediqué unos instantes a quitar algo de polvo tanto de la mesa como del libro y empecé a leer el diario que tanta curiosidad habia despertado en mi interior.



Hablaba sobre este mismo lugar, generaciones atrás. También hablaba sobre los dragones, fue una sorpresa que no esperaba... pero sí, aquí habian vivido algunos dragones tiempo atrás. Dragones que acostumbran a vivir en solitario guardando celosamente las riquezas y el poder que consiguen... por alguna extraña razón, habian vivido juntos y entre elfos.

Mis dudas se esfumaron cuando lei que tiempo atrás, mucho tiempo atrás... dragones metálicos y cromáticos habian luchado entre si por estos parajes olvidados de la civilización. La mayoria se marcharon pero otros se quedaron bajo el cobijo y la seguridad que ofrecia pasar inadvertidos entre los elfos en nuestro asentamiento, creyendo que en el exterior el peligro era crítico. Pero no era así... con los años los enfrentamientos cesaron y se olvidaron, los que no habian muerto en las crueles batallas se habian marchado por separado pero claro está... los dragones que aquí se habian quedado lo desconocian pues, al vivir entre nosotros, su conciencia del tiempo se alteró.



Dichos dragones tomaban forma de elfos salvo en contadas estepciones, en las que se dejaban mostrar tal y como eran. Llegaron a altos cargos en nuestro asentamiento por su gran inteligencia y sabiduria y eran aceptados como uno más, pero tratados con sumo respeto para no morir.



El tiempo siguió su curso y poco a poco de altos cargos pasaron a querer más y más poder, como todo dragón... llegando a esclavizarnos. Uno de ellos decidió emparejarse con una elfa perteneciente a la casa más influyente de la zona, para asegurar su poder... y de ellos nacieron dos semidragones.


La situación llegó a un punto crítico cuando el asentamiento decidió que la tirania de los dragones debía de acabar. Armados asestaron un único y duro golpe...y acabaron con los dragones que decidieron permanecer aquí así como a sus crias, frutos de la unión entre la estirpe elfa y la dracónica.
Todos menos los pertenecientes a la casa más influyente, que se les permitió vivir y fueron desterrados...

Las cosas no encajaban hasta que algo más adelante leí que nunca se marcharon, y que decidieron quedarse a vivir aquí, bajo nuestro asentamiento. Uno fue descubierto y cazado, despellejado y expuesto durante dias en el foro. El otro fue más precavido y no se dejó ver...

Ese otro, era...uno de mis antepasados, varias generaciones han pasado desde aquello y la sangre de dragón ha ido disminuyendo, por lo que su aspecto era el de cualquier elfo, y no fueron cazados... Aún así, esa historia y sus recuerdos, junto con las estatuas que se pudieron recoger antes de ser destruidas, paremanecen desde entonces aquí, lejos de los ojos que no deben saber... cerca de los que han de recordar.

Al parecer...mis antecesores habian sido partidarios de ocultar su pasado y olvidarlo, pero madre fue educada de otra manera, y en mi recae la importantisima tarea de volver a mis raices y honrar a Tiamat, quien ha permanecido entre nosotros durante tanto tiempo en la pequeña capilla que aquí abajo se oculta...



Ha pasado un tiempo desde que descubrí en mi un poder innato para la magia, y ahora sigo la senda que mi familia jamás deberia de haber abandonado.





// Es la primera vez que escrito una historia de un personaje y mis conocimientos del mundo son excasos, si hay numerosos errores,cosas incoherentes... lo siento, aguantense :D