yne

22/03/2005 18:57:28

//Aquí está la explicación del comportamiento de Lythan Anarion

"El día se tiñe de sangre al caer, mal presagio" pensó Legles Anarion, joven soldado de los Guardianes de las Grandes Sierpes. Desde su posición podía divisar kilométros y kilométros de las tierras que se extendían a su alrededor, grandes zonas boscosas e incluso resplandores dorados de un gran desierto, todo aquello era precioso y contemplar tal belleza hacía amenas sus largas horas de vigilancia. Su ensimismamiento fue interrumpido cuando un fuerte aleteo se cernió sobre su cabeza, alzó la vista al aire y divisó un enorme dragón dorado que se disponía a hacer tierra. Relucía como el oro más precioso, cada una de sus escamas tenía el valor suficiente como para alimentar a una familia de campesinos a lo largo de toda su vida, sin embargo, nadie se acercaría a intentar conseguirlo dragones, elfos y humanos habían hecho un pacto mediante el cual los dragones respetarían las vidas de los demás a cambio de que elfos y humanos de origen draconiano evitasen que los buscadores de fama y tesoros los importunasen. Cuando la enorme sierpe se posó en el suelo miró al elfo, en sus ojos brillaba la ira y Legles se atemorizó. Finalmente el dragón bramó en su lengua "Reune a los demás Guardianes, Aqusol ha muerto", Legles intentó hablar pero solo le salían unos balbuceos, que el venerable dragón de hielo hubiese muerto sólo significaba que los Guardianes también habrían perecido.
El guardián extendió sus alas y comenzó a elevarse hasta la cima de la montaña, allí lo esperaba un enorme cuerno que invierno tras invierno resistía adormecido sus inclemencias, hinchó sus pulmones, acercó su boca al cuerno y una nota ensordecedora recorrió velozmente montañas, campiñas y bosques. La reunión había sido convocada.
Los 20 guardianes estaban nerviosos, un suceso así era de extrema importancia, sobre todo porque aún no habían recibido noticias de los otros guardianes, aunque era una distancia larga. Todo eran cuchicheos en una sala en donde solía reinar el silencio mientras esperaban la entrada de la poderosa sierpe. La espera terminó súbitamente cuando un cuerpo apareció lanzado atravesando la sala, se hizo el silencio. Aquel cuerpo vestía los colores de los guardianes de Aqusol, una ala rota colgaba de su espalda y perdía sangre por infinidad de heridas, había sido violentamente maltratado. El dragón entró lentamente.
-¡Qué locura es esta! ¿Así tratas a nuestros hermanos y Guardianes de las sierpes? -gritó uno de los más jóvenes.
-Háblale con respeto, aún estamos a su servicio -intentó tranquilizarle otro Guardian mirando con ira al dragón.
-Mortales e inmortales... -los ojos de la sierpe se posaron sobre todos y cada uno de ellos- todos despreciables. Insatisfechos con el pacto habeis querido más. Os habeis dejado envenenar... pero al menos vosotros, os habeis permanecido fieles a vuestro deber.
De nuevo la sala fue inundada por susurros hasta que otro Guardián habló en voz alta.
-No toleraremos tales insultos y tal desprestigio, exigimos una explicación.
-Y la tendreis... la tendreis... preguntadle a uno de los asesinos de Aqusol -señaló con una garra al malherido- qué han hecho y porqué, veremos si aún le quedan fuerzas para responder.
Con voz débil y quebrada el semielfo casi desangrado empezó a hablar.
-Amigos y hermanos, libraos de la esclavitud. Sed libres, ¿porqué tenemos que cuidar a quien ha asesinado en el pasado a nuestros pueblos? Os digo que lo mateis, en otros cubiles ya han seguido nuestro ejemplo y dentro de poco los dragones sólo serán un recuerdo.
El dragón bufó indignado y se dirigió al orador, entre espumarajos de sangre éste seguía instando a la rebelión, sólo calló cuando toneladas de carne aplastaron su cuerpo con un desagradable crujido.
-Esto, esto es lo que hemos obtenido por hacer un trato con vosotros. Decidimos entregarnos a una vida de ovejas aceptando que fueseis nuestros pastores y ahora nos sacrificais. Os diré como encontré al maldito que acaba de morir, lo encontré ebrio de placer cargado de riquezas y tesoros saqueados de la gruta de Aqusol. Vuestra avaricia ha sido la perdición de unos corazones una vez orgullosos, fuisteis elegidos entre los mejores y bendecidos con poderes extraordinarios. Ningún dragón mantendrá el trato que una vez aceptamos. Ahora iros de aquí, huid.
-Ninguno de aquí desea tus riquezas. Ningún dragón más ha de morir, el pacto es necesario o volvereis a tener aventureros en busca de fama que os importunen de nuevo -replicó un Guardián.
-Los Guardianes de Aqusol tampoco las deseaban, de hecho no creció la maldad entre ellos. El bastardo que acabo de matar me confesó que un grupo de aventureros les habian prometido grandes riquezas y fama sin igual, serían elevados a la categoría de dioses y muchas estupideces más. Sólo han encontrado la muerte. Marchaos pues...
Legles se detuvo al cabo de un tiempo y se volvió a mirar la entrada de la gruta con tristeza, solo un agujero a lo lejos en medio de una montaña. Alguna vez se podría realizar otro trato, quizás demostrando a los dragones su fidelidad las cosas volverían a ser como hasta hace poco habían sido, sólo era cuestión de tiempo. Por segunda vez en el día, un aleteo interrumpió sus pensamientos. Un dragón acababa de pasar por encima de su cabeza hacia el pueblo más cercano... quizás un nuevo pacto fuese algo más que cuestión de tiempo.

Ruben

23/03/2005 11:39:39

pobres dragoncitos......

muy buena historia :D

Ophiuchus

23/03/2005 13:58:03

Buena historia Yne, pero ten cuidado no vaya a ser demasiado cacao como para acordarse despues.

yne

23/03/2005 14:06:55

Asias a los 2, pero por eso la dejo aqui escrita... asi la tengo a mano siempre q m haga falta ^^

koningtiger

23/03/2005 14:53:37

Está muy bien Yne, a ver si la continuas con alguna trama.

yne

23/03/2005 15:07:46

¿Gildor te dice algo el nombre de Balagos? :P