kosturero

12/11/2006 23:44:15

Era una tarde cualquiera en el desierto de Calimsham. Bobril Weftyln se dirigia a casa después de una largo viaje hasta Aguas. Viaje que tuvo que hacer a pie, debido a que el barco en el que trabajaba estaba siendo reparado después de un ataque pirata en la ruta a Vado de la Daga.

El Sol lucía en lo alto, bronceando su ya de por si morena piel, mientras se maldecia por lo mal que le iban los negocios. El camino parecia alargarse metro tras metro, mientras Bobril caminaba, exhausto por el largo viaje.

Primero la humedad y luego el calor seco, poco a poco fueron mermando su buen humor…y sus energias. Más acostumbrado a navegar que a andar, el viejo pescador, curtido por mil aventuras en sus viajes, llegaba por fin a casa.

Muchas navegaciones en su espalda, luchando por salir de la pobreza, por darle a su hermosa mujer, Shaun, un hogar digno en el que vivir, y ahora se veía incapaz siquiera de conseguir lo suficiente para poder pagar el impuesto de ciudadanía. Saldrían de esa miseria, de una manera u otra, su suerte tendria que cambiar algun dia…Tymora…si, algun dia le sonreiria.

Casi estaba en la ciudad, cuando pudo ver un fardo tirado cerca de una carreta abandonada. Lo preocupante no era el fardo en si, sino los ruidos que de ella provenian. Unos gemidos…o algo parecido, que se colaba entre el silencio del desierto y los pensamientos del pescador.

Dos bebés de pocos meses yacían medio desnudos, envueltos en el trozo de tela, que parecia parte de una capa elfica…una capa con signos de violencia, mas que visibles. Ahora no solo tendria que preocuparse de conseguir comida para dos, sino que tenia otras dos bocas que alimentar. Cuando Shaun los viera, no sabia si los aceptaria o no, ya que él nunca pudo darle un hijo…

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(voy a hacerlo en varias partes, que me parece que va a parecer una novela XDD )

kosturero

28/11/2006 19:08:12

Se volvió loca. Se lanzó a los brazos de Bobril y lo devoró sin pensarselo. A besos.

Shaun estaba emocionada al ver alos dos bebes que su marido le traía, y, viéndolo como un regalo divino, no dudó en acogerlos como si fueran propios. No le importaba la mala situación económica que estaban pasando. ahora, esos dos crios eran sus hijos y los cuidaría como tales.

Bobril no estaba tan contento con la idea, pero no pudo más que aceptar, tras ver la cara de felicidad de su mujer...haría cualquier cosa por ella. Tras un breve descanso, decidó salir de nuevo al muelle, a buscar un trabajo que les diera de comer.

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No podía creerlo. Apensa acababa de salir de su casa cuando un hombre se le acercó. Éste le ofreció un trabajo en su barco mercante, que partía en pocos días. ¿Era eso lo que Tymora le estaba reservando? ¿o acaso esos pequeños le estaba trayendo una buena racha? No lo sabía, pero no podía negar que la suerte parecía favorecerle, y aprovecharía la ocasión.

Volvió a casa y se lo contó a su mujer. Todo parecía haber cambiado en cuestión de pocas horas. Ahora, ya no le importaba tener a los dos pequeños con ellos. Ahora, podría mantenerlos tranquilamente con su nuevo trabajo.

Pasaron los días, y Bobril tuvo que partir. Su esposa, al cuidado de los pequeños se hizo cargo de todas las tareas del hogar y d ela educacion de éstos. Un día, recibió una carta. Al parecer, la navegación tendría que prolongarse debido a varios desperfectos en el barco. Shaun alzó una plegaria por la vida de su marido, mientras seguía haciéndo la comida en casa.

Pasaron años, y Bobril nunca llegó a casa. Sin embargo, aún seguían mandando el dinero de sus jornales a la familia, por lo que Shaun pensaba que aún estaba vivo, en algún sitio. Los pequeños crecieron, ambos fuertes y sanos. Criados en el barrio de los muelles, los niños habían alcanzado la edad de 15 años cuando recibieron una sorpresa.

Al volver a casa, después de ayudar al encargado del almacén del muelle a limpiar el mismo de ratas, vieron a un hombre sentado junto a su madre en la mesa de la cocina. Era Bobril, pero ellos no le conocieron. Al fin y al cabo, apenas tenían un par de años cuando se marchó.

Pasó la tarde y mucho hablaron en ésa mesa. Shaun, aún emocionada por haber resuperado a su marido. Los jóvenes, algo confusos ante la idea de tener un padre. Y Bobril, con una deuda de mucho dinero a sus espaldas...mucho dinero. No explicó donde estuvo, pero la navegión no resultó ser del todo "legal", y tuvo algunos problemas. Tuvo que pactar con un mercader para que su familia no se viera involucrada, y para que no les faltara de nada en su ausencia, Y ahora había llegado el momento de devolver ése dinero.

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kosturero

28/11/2006 19:33:02

Con los niños ya en edad de tgrabajar, no tuvieron mucho problema para hacerse con la cantidad, si bien comenzaron a vivir en la miseria, guardando cada moneda para saldar ésa deuda.

Una noche de invierno, llamaron a la puerta. Al parecer era un enviado de aquél mercader, que venía a recoger el dinero que debían a su jefe. Bobril sacó una bolsa de oro de debajo de la cama, y se la tendió al visitante. Éste la levantó en el aire un par de veces y la sopesó. asintió complacido, y sin mediar palabra, despareció ante la vista de la familia. Al parecer habían conseguido saldar ésa deuda tras tres años de trabajo y sacrificio.

Ranthas y Midwin, que así habían sido llamados por su madre, suspiraron aliviados y decidieron ir a comprar un par de raciones de carne a la posada, para celebrar el fin de la deuda. Sólo Ranthas salió de la casa en busca de la comida. Midwin, por el contrario, permaneció sentaqdo en su silla, acurrucado y tiritando, ante la falta de una hoguera en la chimenea. No podían permitirse comprar la leña, y llevaban un invierno muy duro.

Midwin se frotaba los brazos, helados, cuando comenzó a sentir algo. Un extraño calor empezaba a invadir sus venas y su carne, recorriendole todo el cuerpo y concentrandose en las palmas de sus manos. Se sentía reconfortado. No sabía de donde provenía ése calor, pero ahora se sentía mucho mejor. Quizas...empezaba a quemar demasiado....

Separó las manos de los brazos, y una llamarada salió de éstas, prendiendo todo cuanto había en la cocina. Midwin gritaba asustado, mientras cada cosa que señalaba acababa ardiendo y haciendose ascuas. Shaun, al oir los gritos y ver las llamas intentó acercarsele, pero una de las vigas de madera, ahora ardiendo, cayó sobre ella, dejándola atrapada.

Bobril corrió a auxiliarla...pero ya era demasiado tarde. No podía hacer palanca para levantar la viga, y sólo podía ver el aterrorizado rostro de su hijo, mientras las llamas brotaban de su cuerpo.


Humo. Gritos. Gente con cubos y cubos de agua. Ranthas echó a correr cuando vió que el humo provenía de su calle, y la comida que acababa de comprar acabó por el suelo al verla ardiendo.

Se acercó tanto comop pudo a la escena, pero era imposible entrar en la casa. ¿Cómo había podido pasar aquello? Los vecinos en seguida se le echaron encima y lo sujetaron para que no pasara. Sus gritos se ahogaron entre las llamas.

Solo una imagen pudo darle un haz de luz ante tal confusión. Midwin apareció de repente, al parecer intacto, de entre las llamas. De sus manos brotaban pequeñas llamitas, pero no estaban ardiendo. Eso sobrecogió a Ranthas. Sabía que su hermano lo había hecho. Sabía que sus padres seguían alli. Sabía que no iba a quedarse alli ni un momento más. Entre el bullició que creo la aparición de Midwin, Ranthas se escabulló y no se le volvió a ver.

Midwin cayó al suelo inconsciente....
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Cánticos. Incienso. Ropas limpias. Midwin se despertó desorientado. La idea de haber matado a sus padres le torturaba y le rondaba la cabeza sin parar. Necesitaba consuelo.

No sabía donde estaba, pero se dispuso a averiguarlo cuando, antes de poder siquiera levantarse de la cama, un clerigo entró a la habitación , trayendo comida y agua al joven.

-¿Dónde estoy?, preguntó algo inseguro, aunque sentía un ambiente lleno de calidez a su alrededor.

- Esto es el Templo de Mystra, jovencito.- Una sonrisa se dibujaba en el rostro del anciano, mostrando un rostro amable y pacífico, consiguiendo calmar los nervios del chico.

- ¿Mystra?

La pregunta sorprendió al anciano clerigo, que se dedicó a instruir al joven Midwin en esta fe.

Al final, Midwin decidió dedicarse a honrar a la diosa. En parte para agradecerle los cuidados, en parte para expiar sus pecados....el asesinato de sus padres.

kosturero

28/11/2006 19:35:26

Con los niños ya en edad de tgrabajar, no tuvieron mucho problema para hacerse con la cantidad, si bien comenzaron a vivir en la miseria, guardando cada moneda para saldar ésa deuda.

Una noche de invierno, llamaron a la puerta. Al parecer era un enviado de aquél mercader, que venía a recoger el dinero que debían a su jefe. Bobril sacó una bolsa de oro de debajo de la cama, y se la tendió al visitante. Éste la levantó en el aire un par de veces y la sopesó. asintió complacido, y sin mediar palabra, despareció ante la vista de la familia. Al parecer habían conseguido saldar ésa deuda tras tres años de trabajo y sacrificio.

Ranthas y Midwin, que así habían sido llamados por su madre, suspiraron aliviados y decidieron ir a comprar un par de raciones de carne a la posada, para celebrar el fin de la deuda. Sólo Ranthas salió de la casa en busca de la comida. Midwin, por el contrario, permaneció sentaqdo en su silla, acurrucado y tiritando, ante la falta de una hoguera en la chimenea. No podían permitirse comprar la leña, y llevaban un invierno muy duro.

Midwin se frotaba los brazos, helados, cuando comenzó a sentir algo. Un extraño calor empezaba a invadir sus venas y su carne, recorriendole todo el cuerpo y concentrandose en las palmas de sus manos. Se sentía reconfortado. No sabía de donde provenía ése calor, pero ahora se sentía mucho mejor. Quizas...empezaba a quemar demasiado....

Separó las manos de los brazos, y una llamarada salió de éstas, prendiendo todo cuanto había en la cocina. Midwin gritaba asustado, mientras cada cosa que señalaba acababa ardiendo y haciendose ascuas. Shaun, al oir los gritos y ver las llamas intentó acercarsele, pero una de las vigas de madera, ahora ardiendo, cayó sobre ella, dejándola atrapada.

Bobril corrió a auxiliarla...pero ya era demasiado tarde. No podía hacer palanca para levantar la viga, y sólo podía ver el aterrorizado rostro de su hijo, mientras las llamas brotaban de su cuerpo.


Humo. Gritos. Gente con cubos y cubos de agua. Ranthas echó a correr cuando vió que el humo provenía de su calle, y la comida que acababa de comprar acabó por el suelo al verla ardiendo.

Se acercó tanto comop pudo a la escena, pero era imposible entrar en la casa. ¿Cómo había podido pasar aquello? Los vecinos en seguida se le echaron encima y lo sujetaron para que no pasara. Sus gritos se ahogaron entre las llamas.

Solo una imagen pudo darle un haz de luz ante tal confusión. Midwin apareció de repente, al parecer intacto, de entre las llamas. De sus manos brotaban pequeñas llamitas, pero no estaban ardiendo. Eso sobrecogió a Ranthas. Sabía que su hermano lo había hecho. Sabía que sus padres seguían alli. Sabía que no iba a quedarse alli ni un momento más. Entre el bullició que creo la aparición de Midwin, Ranthas se escabulló y no se le volvió a ver.

Midwin cayó al suelo inconsciente....
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Cánticos. Incienso. Ropas limpias. Midwin se despertó desorientado. La idea de haber matado a sus padres le torturaba y le rondaba la cabeza sin parar. Necesitaba consuelo.

No sabía donde estaba, pero se dispuso a averiguarlo cuando, antes de poder siquiera levantarse de la cama, un clerigo entró a la habitación , trayendo comida y agua al joven.

-¿Dónde estoy?, preguntó algo inseguro, aunque sentía un ambiente lleno de calidez a su alrededor.

- Esto es el Templo de Mystra, jovencito.- Una sonrisa se dibujaba en el rostro del anciano, mostrando un rostro amable y pacífico, consiguiendo calmar los nervios del chico.

- ¿Mystra?

La pregunta sorprendió al anciano clerigo, que se dedicó a instruir al joven Midwin en esta fe.

Al final, Midwin decidió dedicarse a honrar a la diosa. En parte para agradecerle los cuidados, en parte para expiar sus pecados....el asesinato de sus padres.

kosturero

21/01/2007 21:15:48

Pasaron los años. Mid reunió la fortaleza para seguir adelante y con la ayuda de aquel clerigo no tuvo falta de nada. Los recuerdos de aquel incidente dejaron de doler. Mystra curó la herida. Siguió su dogma, pero nunca se considero un fanatico de la fe, como lo eran aquellos llamados paladines.

Se fué del lado de su benefactor, curioso por descubrir mas acerca del poder que mató a sus padres. Del fuego que cambió su vida. Poder que el clerigo no quiso explorar. Pero Mid tenia que seguir su camino. y dejo la vida en el templo.

Asi conoció a Arkas, el que sería su maestro, y su amigo. timidamente se el acercó, creyendole, por su aspecto, alguien capaz de entender el arte. Y así fué. Arkas resultó ser un hechicero, y al parecer bastante poderoso, y acepto al chico sin poner muchos problemas, llevandole con él, y explicandole que significaba cada nuevo cosquilleo que la Urdimbre producía en él.

Pero algo torció todo...y Mid presenció algo que cambiaría su vida...para siempre, asi como su manera de ver a su diosa, Mystra.

Acudió junto a Arkas a un ritual, cerca de la entrada a Calim. Uno que limpiaría la sangre de los enfermos afectados por una peste que causaba estragos en la ciudad. Un tipo oscuro...un mago, lo encabezó.

EL ritual acabó con la enfermedad, pero el mago, con el poder que obtuvo del mismo ritual, abrió un portal por el que entraron a este plano numerosas criaturas..oscuras...cientos de espectros que les acorralaron en el Bastión de los Justos.

Mid luchó con cuanto pudo en esa defensa. Su propia vida estaba enjuego, pero sabía que con su actual poder, poco podría hacer...apenas resisitió la vision de aquellos seres...se aterrorizó.

El mago loco, Kandelthor, se estableció en el Erial de los esclavos...

El Bastión resultó destruido por el ejercito oscuro en un ataque posterior...

Midwin comenzó a dudar acerca de la fe que años atras le rescato de la locura...

Todo se oscureció.

//Me salto muchos detalles, pero es qeu si lo pongo todo, casi va a ser un resumen de lo que ha pasado en el sever desde que empece XD. Ademas, hay cosas de las que no me acuerdo ya, y no me apetece releer todas las quest... ^^

kosturero

13/02/2007 10:55:21

Caída al pozo

Tras la batalla librada en el Bastión, y la decepción que la traición de Kandelthor supuso para aquellos que confiaron en él, Midwin se encontraba perdido.Solo su maestro permanecía a su lado. El anciano Arkas, un erudito en cuanto a hechicería, del que aprendía cuanto podía, viéndolo combatir. Sintiendo como manipulaba la Urdimbre, ignorante aún de qué era esta,pero sintiendo una fuerte conexión hacia ella.

Así pasaron los días, y a medida que su fe en Mystra disminuía, su fortaleza y su unión al arte iba creciendo. Algún día reclamaría el poder que le era suyo. Su sangre cerraría por fin el círculo que inició al prender su casa...fuera cual fuera ése círculo.

El mago volvió a aparecer, mientras el joven hechicero bscaba el origen del extraño bebé que dejó en manos de los paladines hacía tiempo. Un ultimátum. Una amenaza. Una batalla que no se pudo ganar...

Acudó al Bastión en la fecha indicada, convencido de poder ayudar, de poder defender de nuevo el emplazamiento...o al menos, convencido de que esta vez no sería un estorbo. Pero no fué así. Cuando las defensas estuvieron listas, el joven se desmayó, despertando horas despues en el desierto, con sus ropas estrozadas y casi sin aliento. Muchos murieron alli...gente buena. Defensores del orden. Amigos y aliados de estos...muchos de los que le ayudaron en un principio...Y sus dioses no intercedieron...Mystra no le había hecho caso a sus rezos...definitivamente, su fe se había quebrado.

Apoyado en su amigo y maestro Arkas, pasaron dias grises, donde llantos por los caídos eran el centro de toda conversación, desde Calim hasta Aguas. Todo ahora era mas oscuro...la confianza ciega que el joven sentía por la gente había desaparecido.La fe en su Diosa también. Y para colmo, su maestro parecía cada vez alejarse más de aquella persona bonachona que fué en un principio...algo estaba condicionando al hechicero...algo lo alejaba de las doctrinas que tiempo atras había aprendido. entonces apareció Él.





El corazón oscuro y la luz redentora.

Una tarde, mientras se encontraba en el bazar de Calim, esperando encontrar alguna ganga en la tienda del enano Bunus, apareció su maestro, ahora vestido completamente de negro, acompañado por dos hombres. Dermann se hacía llamar uno de ellos. El nombre del otro aún es un misterio. Al parecer, un nuevo culto del que su maestro ya formaba parte estaba creciendo en la ciudad, y Arkas tenía planes para él. Pero algo se interpuso en los planes del anciano.

Marina Willem, hermana del difunto paladin con el que Mid había compartido algún viaje acababa de llegar de la ciudad al recibir las noticias del fallecimiento de su hermano. Ferviente seguidora de Mystra, consiguió sacar a Mid del círculo de maldad en el que se estaba viendo envuelto, atrayendolo de nuevo al lado de la luz, y haciéndolo parecer un aunténtico inepto a los ojos del nuevo culto, que ya no estaba interesado en que el joven hechicero formara parte de él.

El tiempo y la compañía de Marina acabaron dejando la relación entre Arkas y el aprendiz en tan solo una amistad pasada, aunque la relación entre ambos no llegó a perderse del todo, pero sus caminos se separaron al parecer definitivamente.

Su maestro al parecer, había encontrado en su nueva aprendiz, Ariadne, todo lo que no pudo sacar de Mid, y éste acabo dejando de lado sus enseñanzas para dedicarse a la práctica del Arte en compañía de su amada, con la que más tarde se casaría.




Un brindis por la novia.

Era el día de su boda. Cientos de carteles llenaban la ciudad de Calimport. Carteles que anunciaban la fecha y el lugar del enlace de la pareja. Carteles que no decían una sola verdad.

Ante la posibilidad de que algunos indeseables pensaran aguar la cermonia, Marina decidió dar dato falsos acerca del enalce, siéndo este en otra ciudad, y concentrando a la mayoría de curiosos en el oasis de Calim. La boda en cambio se celebró en Aguas.

El padrino, Harek, un guerrero con el que Mid había compartido ya más de una aventura no aparecía y, mientras los novios iban poniéndose cada vez más nerviosos empezaban a barajar la posibilidad de que nunca llegara, y decidieron pasar esta función a Amendel, amigo del novio. La madrina sería Ariadne, que había hecho buenas migas con la novia, que estaba radiante con un traje que Elessa le había confeccionado para la ocasión.

La ceremonía se sucedió sin más incidentes, y tras acabar ésta, se dirigieron a la "Linterna Colgante", dónde tendría lugar el banquete.

Allí los invitados deleitaron a los presentes con sus historias y con algún que otro espéctaculo, como el baile con las sombras del capitán Sadwin, o la danza de espadas que Ariadne realizó. Pero algo no salió como esperaban. Sucios tratos se estaban llevando acabo en la posada, y por un azar del destino, algunos de los invitados e incluso el mismo novio acabaron envenenados mortalmente.

Tras varios días de discusiones y planes, consiguieron resolver la situación, salvando todos el pellejo, no así su relación, ya que varios de los implicados casi acaban matándose.//lo sé, muy resumido, pero para eso esta el hilo de la sección de rol ^^.

Con la boda resuelta, y su casa en el distrito de los muelles comprada, la pareja empezó una nueva vida, y ya esperaban una niña, Alba.



Vuelta de un viaje mortal//la excusa a la pérdida de el equipo por la caída del disco duro ^^

Tiempo había pasado ya desde que la pareja se casara, pero las ansias de conocer mundo del hechicero no decaían en su nuevo papel de esposo y futuro padre, y, tras un breve encuentro con la Gran Sierpe, Balagos, decidió investigarla, y buscar el esconrijo de tan poderosa criatura. Al fin y al cabo, su vida se podría resumir en un " ya dije que no fueras allí ", pero él nunca hacía caso a las advertencias. La curiosidad le podía, y esa sierpe realmente había despertado la suya.

Presto partió a recabar información sobre la criatura, y consiguió saber de boca de un enano el lugar dónde la sierpe reposaba. Tendría que hacer una expedición. Tenía que encontrar esa guarida. a saber qué tesoros guardaba en su cueva...a saber qué peligros. Pronto los descubriría, y de la manera más desagradable.

Se encaminó solo, con la cabeza bien alta hacía las Mandibulas Implacables, y siguió las indicaciones que le habían dado hasta llegar a lo mas alto,dónde la primera de las pruebas le asaltó.

Una tribu de gigantes allí asentada parecía entorpecer su camino, y, para su sorpresa, descubrió que la Urdimbre, una vez más, le guardaba una sorpresa. Al pasar un par de rocas se vió cara a cara con uno de esos enormes seres, que le miró sonriendole de una manera escalofriante. Se quedó paralizado, aterrorizado, sus piernas temblaron al ver la enorme maza que el gigante comenzaba a levantar sobre su cabeza. Pero de repente, esos escalofrios se transformaron en un cosquilleo que envolvió su cuerpo, y la cara que el gigante había puesto, mirando ahora hacia todos lados, como buscando algo, le decían que podía sentirse más seguro...o al menos, que mepezara a correr.

Sin ver sus propios pies, el hechicero corrió a ocultarse tras una roca, aún incrédulo al hecho de haberse hecho invisible, intentando ver sus propias manos en el espacio en el que él creía moverlas. Cogió un poco de nieve del suelo, y pudo observar el efecto tan extraño que era ver esa nieve flotando ante él, cayendo entre sus invisibles dedos.

Una vez se hubo acostumbrado a éste efecto reemprendió la marcha, seguro de no poder ser detectado, y borrando sus huellas en la nieve para que los gigantes no pudieran seguirlo. Así no lo podría ver la sierpe...hechicero insensato...

Frente a la enorme entrada de la cueva, Midwin pudo ver claramente los rastros de varias criaturas enormes, sin duda la sierpe no estaba sola, pero esos enormes ojos no podrían verlo. Eso no le amedrentó,y confiando en su nuevo conjuro se adentró en la cueva.

Dos enormes dragones, que en la oscuridad de la cueva parecían negros, le estaban dadno por completo la espalda. El hechicero avanzó despacio hacia el pasillo que éstos custodiaban cuando, sin previo aviso, uno de los dragones giró su cabeza y lanzó una mirada que se clavó en lo mas hondo de su ser, encogiéndole el corazón. Estaba mirandole directamente a los ojos, de eso no había duda, y Mid pasaba su mirada del dragon a sus iinvisibles manos pensando en qué era lo que no funcionaba. Él no veía sus manos...pero el dragón lo veía a él. Un rugido ensordecedor le devolvió a la cueva, y del pasillo al que se dirigía salieron dos dragones más...tocaba correr, y el miedo que llevaba en el cuerpo le ayudó a salir disparado hacia la nevada montaña.

Pero ésta vez, el conjuro había desaparecido. Los dragones que lo perseguían habían perdido totalmente el interes en él, pero los gigantes de la escarcha parecían haber enviado patrullas ante la alarma surgida anteriorente, y un par de ellos se abalanzaron sobre el joven. En un abrir y cerrar de ojos, la piel del hechicero se recubrió de una dura capa de roca, y casi tan rápido como se había protegido, un mazazo en el pecho arrancó parte de ésta, dejándole casi sin respiración y mareado, tendido en el suelo.

El otro gigante levantó su maza para rematar al joven, pero unos enormes colmillos se le clavaron en el cuello. Bar al Daran, la pantera que servía a Midwin desde que decidió abandonar su vida clerical, había acudido en ayuda, llamada de manera inconsciente por el pánico que sufría el joven. El enorme coloso dió un brusco giro, y el felino salió despedido hacia unas rocas, y al golpearse con ellas, se deshizo en una nube de vapor oscuro como la noche. Midwin aprovechó la confusión para correr a ocultarse de nuevo, encontrando un abrigo tras unas rocas sobre las que una buena cantidad de nieve se había amontonado. Dió a esta un golpe con su lanza, dejándola caer sobre él, ocultandose así de la mirada de los enormes gigantes.

Helado, tiritando y al borde de la extenuación, Midwin esperaba prudente a salir de su escondite, bajo la nieve. Conjurando en voz muy baja, consiguió mantener el calor corporal a base de consumir poco a poco el abrigo que había traído al viaje, y despues su capa...y parte de su túnica...hasta que cayó la noche. Salió al exterior, y con mucho sigilo, comenzó a descender de la montaña. Pero su viaje no acabó ahi...

En un encuentro con un gruo de ogros, el hechicero perdió su lanza, clavada en el pecho de uno de ellos y sin fuerza para sacarla del mismo, no pudo más que abandonarla, usando para defenderse una vieja katana con la que su amigo Harek había tratado de enseñar algo de lo que a él los años de entrenamiento habían proporcionado. Más tarde, en los caminos del comercio ya, y tras haber tomado descanso en unas laderas al parecer bastante mas tranquilas, tuvo que verselas con grupos de bandidos contra los que perdió gran parte de su arsenal de varitas y cetros, e incluso alguno de sus amuletos acabó reventando, sobrecargados ya por el extremo uso que habían recibido en las últimas jornadas, así como por los fallos que la Urdimbre estaba empezando a sufrir.

Así, casi desnudo, y sin una pizca del que fué su antiguo equipo, con el que combatío y se defendió en un pasado y que había sido pasto de su inconsciencia y su falta de planificación, Midwin llegó al oasis de Calimport, en la entrada al mercado de la ciudad, alrmando a los alli presentes, entre los que se ecnotraban su mujer y su antiguo maestro, entre muchos otros. Tras varios días recuperándose en casa, el hechicero volvió a la normalidad.