ArkasLynvail

06/07/2007 13:27:45

¡AL LADRÓN!



El contraste de colores predominaba por el mercado de la ciudad de las arenas, los cristales multicolores colgados en los toldos de las tiendas atraían a los númerosos extranjeros que decidían observar la gran ciudad.

Skeelt era un famoso comerciante de sedas y hierbas, tan famoso cómo conocido por sus excesivos precios. Esto el lo sabía al igual que era el único de todo Puerto Calim que vendía estas mercancias al público. Embutido bajo un ancho turbante con una gema falsa y unas amplias túnicas de diversos y brillantes colores observaba el mercado mientras hacía numeroso aspavientos y enseñaba con exaltación las nuevas mercancias que poseía.

Aún así hoy estaba mas nervioso de lo normal. Había conseguido las mejores mercancias de las últimas dekhanas y sólo esperaba conseguir una buena cantidad de oro para poder pagar a la cofradía que le había proporcionado tan distintivas hierbas.
Cualquier vagabundo o criatura menor del metro y medio era rápidamente expulsada por su esclavo. EL semiorco Kornak estaba apoyado en la débil columna que sostenía la aparatosa tienda, bajo la sombra observaba con cierto desdén los movimientos de su Señor. Su nueva vida lo aburría y sólo se sentía libre cuando salían de la ciudad por negocios.

Ninguno de los dos había reparado en un bulto mayor de lo normal en su propio toldo. Allí había una pequeña silueta, hecha un obillo sobre si mismo y abriendo una pequeña abertura en el toldo con su rudimentaria navaja. El niño se irguió sobre la lona manteniendo el equilibrio y con el suficiente cuidado para que ningún comprador o ciudadano lo viera desde el suelo. Demostrando un excelente equilibrio sacó una cuerda fina y hizo un fuerte nudo sobre un oxidado gancho.

Era el momento de dar la señal, saco de la bandolera que el rodeaba su diminuto cuerpo un cristal partido y lo levantó señalando al sol buscando que este diera el reflejo en el cristal justo donde quería.

Rápidamente otros dos crios, uno era una niña. Salieron de su escondite bailando y más tarde haciendo con que discutían, todo junto al gran semiorco que los miraba con los brazos en jarras.

Venga, venga largo de aquí pequeños golfos - Mientras les cogía a cada uno de la perchera de su camisa y les llevaba lo mas lejos posible- Pero el empezó, me dijo que mi papa era viejo y feo - El pequeño niño señaló al semiorco haciendolo responsable de las palabras y echó a llorar-

Mientras los sollozos de los niños distraían la atención de la multitud y del "gigante" esclavo, un gancho logró su cometido, perfectamente enganchado en las asas de la pequeña pero valiosa caja. El niño empezó a rodar sobre si mismo, hasta que llegó al extremo del toldo y apoyó su espalda contra la pared, hizo acopio de todas sus fuerzas para levantar lo mas rápido posible y hacer traspasar esta caja por la ahora más grande abertura que cruzaba el toldo.

La caja se balanceo de un lado a otro, como si un fantasma la guiase, por suerte para los niños. La gente estaba lo suficientemente entretenida con el espectáculo que ofrecían los otros niños, que ahora rodeaban al atónito semiorco mientras le hacían burlas.

La caja descontrolada golpeó fuertemente a una de las estanterias, provocando un ruido seco que alarmó a Skeelt, con los ojos cómo platos llegó a ver como una caja voladora desaparecía, traspasando su toldo.

Al .... Al ladrón!! - logró articular finalmente el comerciante, mientras señalaba su propio toldo, algo que hizo que muchos pensaran en una locura o alguna estratagema para devolver su atención- Vamos estúpido cerebro de gisante, esos crios se han burlado de nosotros. Sube ahí arriba antes de que se vayan!!

Para cuando el Semiorco logró a subir el niño ya estaba subido al tejado del edificio, con unas ropas viejas y desgastadas y con los pies al aire escalaba el edificio con pasmosa facilidad, agarrando fuertemente los dedos a cualquier surco que hubiera en la pared. Llevaba la caja de especias atada a su espalda, lo que seguramente le estaba dificultando la tarea.

El semiorco rodeó el edificio sin quitar ojo a la pequeña silueta que corría por los tejados y saltaba entre los toldos.

El niño sabía que estaba en un apuro, no había planeado que el comerciante se enterera hasta varios minutos más tarde, dónde el ya no sabría donde había ido a parar su caja. Para empeorar más las cosas su destino aún estaba muy lejos y su pequeño cuerpo empezaba a desistir por el esfuerzo.

Pronto encontró un atisbo de esperanza, una escalera colocada justamente en uno de los edificios, más inclinada de lo normal lo que hizo que pudiera derrapar por los bordes de esta y bajar lo suficientemente rápido para que el semiorco no llegará a darle caza, se internó en el centro del mercado intentando desaparecer entre la muchedumbre y rezando para que nadie le robara a el la valiosa caja que colgaba de su espalda.

Algo hizo que el crío frenara en seco, la visión de un mendigo tumbado sobre varias anchas mantas le dió la idea que necesitaba. Al paso de varios minutos andaba a gran velocidad, bajo una ampliamanta que le cubría todo el cuerpo y le daba la imagen de un jorobado.

No se dónde se ha metido jefe, dió un increible salto y desapareció entre la gente, debía de ser un diablo! tenía que ver como corría y saltaba - Articulaba lo más rápido que podía el orco-

-Estúpido zoquete, mira que caer en la trampa de unos crios. Creo que ya se quién tiene la culpa de todo esto. Ve a la tienda y vigila, ya me encargo de solucionarlo.-

Los ojos del niño brillaron de entusiasmo al ver la silueta de una pequeña casa, nada llamativa y que desprendía un aroma a romero,espliego y a canela que flotaba y resaltaba con el fuerte olor a estiércol de caballo que había en la calle.

Bajó los hombros y cogió aire, estaba agotado. Había aflojado su marcha desde que se cercioró de que el estúpido orco había dejado de seguirlo, pero rápidamente algo hizo saltar todos sus sentidos. Una sombra lo rodeaba la de una silueta de una persona alta y delgada embutida con una pintoresca túnica y un mal colocado turbante, con una gran gema en el centro.

Al fin te encuentro maldito ladrón -Dijo mientras le arrancaba la capa que lo cubría de un fuerte tirón-

El niño dejó tras de sí la capa, protegiendola con su menudo cuerpo. Era un niño atractivo, aunque su cara no mostraba ningún sentimiento. Lo que le hizo dar un pequeño escalofrío al comerciante. De pelo negro cómo el cuervo y de ojos grisaceos le observaban en todo momento.

El comerciante sacó una daga de su manga mientras mostraba una amplia sonrisa.

Has de pagar con tu vida por intentar arruinarme el negocio maldito crío - dijo mientras se acercaba lentamente al niño con la daga en la diestra amenazadoramente-

De pronto el niño vió unas plumas en el aire y sintió un olor dulzón, al principio pensó que le había llegado su hora pero rápidamente el astuto niño recordó algo. Cerró los ojos y se tapó la nariz, lo que hizo soltar una carcajada al comerciante.

Pero no fué una carcajada sino un prolongado bostezo que terminó con el agudo sonido que hizo la daga al caer al suelo justo un instante antes que su cuerpo.

El niño tardó en abrir los ojos y se encontró con el cuerpo de Skeelt tumbado sobre la calzada de la calle, hacía mucho que no sentía pánico y estaba enfadado consigo mismo por ello. Le habían enseñado muchas cosas, pero sobretodo a no tener nunca miedo.

Una silueta apareció detrás del niño, una mujer humana de larga edad que sostenía un pequeño saco en su mano izquierda. Con una media sonrisa que pronunciaba aún más las amplias arrugas de su cara. Con la cara y el cuerpo completamente ataviado con una oscura túnica gris, le indicaba al niño con su huesudo dedo que se acercara.

Has traido lo que te pedí, pequeño? - Con una escalofriante y agudo timbre en la voz- Si mi señora Vior Na, aquí tengo las raras especias que me pidió.

*La anciana abrió la caja y una sonrisa curvaba su siniestra cara después ordenó al chico que llevara la caja a su casa, dónde le enseñaría el pago por su trabajo*

¿Cómo te llamabas chico? - Dijo mientras buscaba entre sus pertenencias- Then mi señora - Dijo mientras entrelazaba los dedos de las manos y inclinó la cabeza, con un cordial saludo-
Veo un gran futuro en tí chico, toma aquí tienes. - Le tiró un saco con una monedas de plata, que hicieron brillar la cara del pequeño - Es la cuarta parte de lo que me habrían costado si se las hubiera comprado a ese timador.

Señora, no es que quiera molestarla, pero quería recordarla que aún había otra cosa que la pedí.

*La vieja arqueó las cejas, haciendo encojerse al niño y después sonrió ampliamente* Espera aquí.

kosturero

07/07/2007 01:26:50

Espera aqui...joder, al menos pon qué es que me has dejado intrigado xD

ArkasLynvail

07/07/2007 12:39:33

"DESTIERRO"


La lluvia caía sobre sus delgados hombros, el joven muchacho levantó su mirada observando el cielo. Llevaban varios meses sin llover en las tierras Calishistas, pero sin duda hoy parecía el día más apropiado.

El cuerpo de la vieja Vior Na yacía muerto sobre el ataud de piedra, rodeado de diversos tipos de flores, incienso y multitud de velas.

Eran altas horas de la madrugada y los recelosos gitanos se habían reunido para empezar el ritual de transición. Llevarían el alma de al pobre anciana al lugar donde la correspondía.

Encima de unos de los porches de las chavolas lo observaba todo con sus pupilas grisaceas, su cara era inmutable, no ofrecía sentimientos, aún así el muchacho estaba apunto de llorar. La vieja gitana había sido la única persona en la que había confiado y seguramente la única que entendía al extraño joven.

Impulsivamente rozaba con su temblorosa mano la empuñadura de su espada. Recordaba el día en que la consiguió. Ese día había traido unas especias muy valiosas a la anciana y esta le hizo el regalo que anhelaba durante tanto tiempo.

El ritual ya había terminado pero el chico se quedó un largo rato, ensimismado observando el cuerpo ahora incinerado de la vieja. Al fin se levantó y caminó sobre el tejado.


No debía tener mas de quinceaños, unas ropas descuidadadas y un pantalón de tela con numerosas rajas y agujeros. Era alto y delgado aunque parecía que estaba bien alimentado.
Tardó algunas horas en llegar a su destino, abrió el portón y cruzó las salas haciendo caso omiso de algunas de las miradas de los inquilinos.

-Llegas tarde, muy tarde. ¿Dónde diablos has estado?- Dijo una gran silueta que lo miraba con los brazos cruzados- Tenía cosas importantes que hacer mi señor - El cuerpo del joven estaba empapado e incluso se le veía algo pálido y con una constante tos.
- Estúpido niño, ¿Crees que te quiero para que estes cómo un vagabundo por ahí, deberías estar entrenando con ellos - DIjo, mientras observaba a los tres hombres atabiados con unas vestimentas de cuero provistos de numerosas armas.
- Señor ya se lo dije, ellos no pueden enseñarme algo que no sepa - El extraño e inmutable rostro del crío no mostraba orgullo o prepotencia, el Bajá Gorounga no podía creer al niño, hasta que observó los rostros de los tres encapuchados.

Miraban con odio al chico, pero sus rostros denotaban que el niño no mentía, ¡A sus 15 años podía batirlos y con asombrosa facilidad! De nuevo miró incredulo a su hijastro y tras una fuerte reprimenda lo mandó a su habitación.

Al llegar Then se tiró sobre la cama y de nuevo pensó en las cosas que habían sucedido hoy. El asesinato de la señora Vior Na. Había visto la muerte de cerca, es más el chico había sido el que había descubierto el cadaver muerto de la vieja, con un profundo corte en la garganta.

Dió un profundo suspiro, no lograba dormir, así que decidió salir por la casa. Observó de nuevo la habitación de su padrastro, el hombre que lo había dado un hogar cuando sus padres murieron.
Tras la puerta se podían escuchar varias voces. Esto extrañó al niño, pegó su aguzado oido sobre la puerta y intentó escuchar lo máximo posible la conversación de estos hombres.

- No ha sido fácil Bajá Gorounga, esa vieja tenía la casa rodeada de trampas e incluso hirió de gravedad a uno de los míos - Dijo una voz seca y cortante que no conocía el chico - ¡Era una simple vieja que se creía adivina, su precio ya es execesivamente alto! no os daré nada más - El niño facilmente había reconocido la voz de su padrastro y ahora más que nunca se esforzaba por entender todo lo que decían.

- Cómo quieras, un trato es un trato. Aunque sigo sin entender por qué tanto interés por una vieja loca - El niño alcanzó a oir cómo dejaba un saco lleno de monedas en el suelo y entendió todo en ese mismo momento. Luchó por no gritar, mantener su disciplina y aguantar las lágrimas.

- Empezaba a tener demasiada influencia en uno de mis muchachos, el que más proyección tiene de todos.

EL joven notaba la cólera bullir en su interior, en ese instante deseó tumbar la puerta y matar a los peligros que allí se encontrara. Pero debía ser paciente y se controló, era una decisión estúpida e imprudente. Sus ojos se entrecerraron, creando una fina linea azulada en sus ojos. El Bajá debía morir.



A la mañana siguiente el joven estaba gastando la mayoría de su oro ahorrado en clavos, cuerdas, ganzuas, armaduras de cuero y correas. Tenía que estar preparado.

Como todos los dias el ya viejo Baja salía a los exteriores del barrio, con sus dos fornidos escoltas y bajo un manto negro que le cubría todo menos los ojos. Temeroso cómo ninguno, el Baja nunca repetía la misma rutina. Un guerrero vino hacia el rapidamente corriendo y llamandolo por su nombre.

Era Fister, uno de sus más valiosos informadores.

-Mi señor! algo horrible ha sucedido. Dos de nuestros guerreros han caido, los han llevado a la enfermería de la casa, aunque nadie les ha podido ayudar.

Con un ademán mandó a los escoltas que lo siguieran de vuelta a la casa, odiaba las interrupciones, y no podía imaginarse en qué lios se habrían metido esos dos estúpidos para acabar muertos.

Y allí estaban, muertos sobre las camillas. Con sus cuerpos pálidos y sólo un par de cortes en sus cuerpos.

-Esto lo ha hecho un especialista mi señor- Dijo uno de sus escoltas aunque era lo que habían pensado todos al observar las dos únicas heridas que llevaban los cuerpos. Un fino corte sobre la gargante de uno y una contundente estocada en el corazón de otro.

Uno de los escoltas dió un paso atrás, algo le hizo casi tropezar. Un fino hilo prácticamente invisible que ahora estaba cortado. De pronto le entraron unas fuertes nauseas y un mareo repentino, por puro instinto se tocó el cuello y notó la tela que cubría los dardos que se habían clavado en su cuello.

El cuerpo incosciente se derrumbó sobre dos camillas haciendo un fuerte ruido.

Los dos atónitos hombres se miraron mutuamente. Sacaron sus armas y se agacharon para ver el estado de su compañero.
Entonces las antorchas se apagaron, cómo si una nube mágica hubiera pasado sobre ellas. La oscuridad rodeó a los dos confusos hombres.

Then abrió la puerta del cajón donde se escondía. Justo para ver las finas piernas de uno de los escoltas. Con la espada en la diestra y la daga a su izquierda golpeó con rabia en los tobillos del hombre, haciendolo chillar de dolor y trastabillar.
Cómo si un felino se tratase, se lanzó hacia el cuerpo del escolta, un instante antes de que este cayera al suelo. Antes de que este pudiera siquiera saber que había ocurrido, las armas estaban sobre su pecho y respiraba el último aliento, antes de morir.

Confuso y rodeado por el pánico el Baja llamaba a gritos a sus escoltas. Sintió arder su mano, algo que hizo que soltara su estoque, después un golpe contundente en la nuca. Calló de rodillas sin fuerzas y complemente paralizado.
Sintió cómo algo lo tiraba del pelo hacia atrás y la daga posarse en su cuello.

-Por qué...haces esto, ¿Quién eres? - La fuerza de la daga le apretaba el cuello tanto que le costaba hablar, pequeñas gotas de sangre caían ahora sobre sus ropas.
- Deberías saberlo - Dijo mientras soltaba el pelo de Gournuga.

Allí estaba el, de estatura baja para ser un adulto y delgado. Con una espada de bonita manufactura y una daga en la mano izquierda. Las dos llenas de sangre.

-¿Aún no sabes quién soy? - DIjo la cada vez más impaciente silueta.

Los ojos del Bajá se abrieron enormemente al ver al cara del asesino, sintió cómo si le hubieran apuñalado en ese mismo momento y un frío espantoso le recorrió todas su espina dorsal al ver sus ojos.

Then sacudió su preciada espada, dejando una marca de sangre al lado de los cuerpos de los dos escoltas.

- Nunca debistes matar a Vior Na y menos intentar poseerme, suerte en el abismo desgraciado.- un único giro, el filo de la espada cortó el cuello del Bajá.


La cabeza calló a un par de metros lejos de su cuerpo.





Observaba desde las alturas el desierto, le encantaba esa sensación. Había tenido que huir de la casa, aunque había dejado las suficientes pruebas para que pensaran que el también había muerto. Las dunas y las caravanas...esa serían su vida apartir de ahora. Solo, así se haría más fuerte.

Se levantó quitandose la arena de su ropa y se dirigió a la primera caravana que encontró.

ArkasLynvail

28/11/2007 00:09:49

[color=red:11fe8978f4]ASALTOS EN LAS ARENAS I.

El pie del guerrero se apoyó en el cuerpo inerte del orco, de un fuerte tirón se ayudó del impulso para extraer la espada del pecho. Sacudió la espada y observó a su alrededor la masacre que se había sucedido a su alrededor y después fijó la atención en sus acompañantes.
El grupo vestía unas ropas que se camuflaban con el desierto que les rodeaba, armados y bien provistos se asemejaban al típico grupo de mercenarios protectores de caravanas.
Esta vez les había tocado un cliente importante y debían proteger sus muchas pertenencias por el paso de Memmon a Calimport. El camino no iba a ser fácil, son muchas las caravanas que viajaban por este sendero al igual que eran muchos los bandidos que habían formado auténticas cofradías y poderosos grupos a base de robar a caravanas y viajeros que se decidían a ir a la ciudad de las arenas.
Then estaba de un humor peor del que solía acostumbrar, no por tener que soportar los continuos quejidos del comerciante, sino por tener que volver a la ciudad donde se había criado y que no le traía gratos recuerdos.
El grupo de mercenarios era experto en su trabajo y había estado dando rodeos evitando las zonas más peligrosas y que solían ser punto de emboscada. Aún así sabían que muy posiblemente una caravana de este tamaño y calibre no cruzaría el desierto sin una nueva pelea y los presentimientos de los viajeros se hicieron realidad cuando vieron descender por la duna a un par de siluetas negras subidas a unos prominentes camellos.


El que parecía ser el líder de los atracadores bajó del camello y apartó el capote para mostrar bien la cimitarra que colgaba de su cinturón, con la mano libre mandó parar a la partida y señaló a ambos lados de esta, varias siluetas más aparecieron en las dunas, provistas con arcos dispuestos a usarlos si se negaban a colaborar.

El líder se descubrió mientras avanzaba con decisión hacia la caravana y al mercader.

[i:11fe8978f4]- Lo sentimos, este paso está cortado, tendrás que pagar un peaje si quieres continuar- El mercader sabía que el asaltador mentía y que si se negaban a pagar se tomarían el oro por su cuenta.
- No había oído nada parecido, no sabía que existieran este tipo de peajes a la ciudad – Estaba dispuesto a alargar la conversación, tal y como la partida de mercenarios le había explicado, se agarró la mano derecha intentando evitar que el asaltador viera como temblaba.
- Pues te han informado mal, el paso está cortado y tendrás que pagar para continuar tu trayecto sin ningún incidente – Dijo mientras volvía a enseñar la cimitarra que pendía del cinto.[/i:11fe8978f4]

Mientras el astuto mercader intentaba alargar la conversación, el grupo ya se había puesto al trabajo. Sabbanni era muy útil para el grupo, y este era un momento ideal para probarlo, extrajo un pequeño bote de una extraña sustancia y empezó a dibujar unas intrincadas runas en un espejo de cuerpo entero que estaba entre las mercancías, estuvo unos minutos recitando las palabras exactas del complejo conjuro hasta que la superficie del cristal empezó a perder dureza. Ésta se convirtió poco a poco en una sustancia viscosa que representaba una imagen borrosa de la misma caravana donde se encontraban pero vista desde otro ángulo.
Sin dudarlo el mago envió al grupo para que cruzaran el umbral, un instante después de que sucediera esto la puerta trasera de la caravana se abrió de par en par y para satisfacción del mercader no estaban ya dentro ninguno de los mercenarios.

ArkasLynvail

28/11/2007 00:11:05

[color=red:340a0b8560]ASALTOS EN LAS ARENAS II.

Los ojos del sorprendido bandido se abrieron de par en par cuando cinco figuras armadas aparecieron a su espalda de la nada y se lanzaron sobre él, sin darle ninguna oportunidad y acuchillándolo antes de que lograra pedir auxilio.
En lo bajo del valle los bandidos iban sacando de la caravana todo lo que se pudiera vender, desconociendo que poco a poco los guerreros que tenían apostados en las dunas iban desapareciendo.
Una flecha calló junto al líder de los bandidos, seguido de una lluvia de conjuros que caía desde las alturas sobre ellos. Confundidos y en una posición donde eran un blanco fácil para los conjuros del arcano y las flechas de los arqueros, los bandidos se dispersaron y huyeron a donde pudieron.

Birnadd había sobrevivido estos últimos años en las arenas ya que siempre había sabido elegir bien las caravanas a atracar, pero esta vez se había equivocado, las posibilidades de atracar una caravana tan valiosa le habían cegado.

Echó un vistazo a su espalda y sonrió al ver que los había despistado, pero en ese momento percibió un fugaz movimiento casi en el ángulo muerto de su visión, la figura encapuchada saltó sobre él con una agilidad y fuerza temibles. Si Birnadd no hubiera sido un experto espadachín ahora estaría muerto junto a sus otros compañeros, pero reaccionó con la suficiente velocidad y precisión para detener las primeras estocadas. Sin embargo el impresionante ritmo de su rival pronto lo puso a la defensiva y se limitó a protegerse de los numerosos ataques que provocaban las dos armas del guerrero.
Then empezó a variar sus golpes y golpear frenéticamente con la espada larga, con la intención de desviar la vista de su enemigo del que iba a ser su verdadero ataque, con la mano izquierda giró con rapidez la daga y la cogió del filo, en ese momento dejó deliberadamente un gran hueco en sus defensas, como si un rayo Birnadd no dudó en aprovecharlo y se lanzó sobre el pecho de su rival.
La hoja de la daga salió despedida y se clavó en el hombro al tiempo que Then realizaba un completo giro con la esperanza de que la capa desviara cualquier intento de ataque, pero no fue así, y se plantó a la espalda del asaltador herido que no acertó a ver donde estaba su rival hasta que fue demasiado tarde.
La espada se hundió en su estómago y el cuerpo calló hacia atrás con un agónico chillido de dolor. El asesino lo mantuvo agarrado hasta que se aseguró que había muerto.

Cuando volvió hacia sus compañeros observó la multitud de cuerpos de bandidos que yacían alrededor de la caravana y las mercancías, no pudo otra cosa que sonreír al ver algunas sedas y hierbas quemadas por los conjuros del arcano.


Calimport...

Durante unos instantes se quedó absorto, sumido en sus pensamientos y recuerdos que esa ciudad le daba. Sus olores, gritos y el ajetreo de la ciudad, nada había cambiado en ella, no, algo si había cambiado, ya no estaba el Bajá para decirle lo que tenía que hacer. Una sonrisa apareció en el rostro del joven y tomó el camino más cercano hacia los barrios más peligrosos de la ciudad.





A lo lejos, una figura caminaba de sombra en sombra con su atención puesta sobre el mercenario. Como la muerte lo siguió sin un solo ruido acercándose más y más a su presa.