Xilion

15/08/2007 09:46:45

Un día cualquiera en Calimport, un sitio oscuro alumbrado por antorchas y un hombre con su aprendiz...

-Atenta muchacha...- dijo el hombre de ojos grises.
La muchacha observo con detenimiento la soltura de aquel hombre con Prologo

Un día cualquiera en Calimport, un sitio oscuro alumbrado por antorchas y un hombre con su aprendiz...

-Atenta muchacha...- dijo el hombre de ojos grises.
La muchacha observo con detenimiento la soltura de aquel hombre con los mecanismos que sellaban las criptas y lo increíble que siempre le había parecido.
-Maestro...- empezó a decir. - ¿Creéis que es seguro robar ahora que hay noticias de que los muertos se levanten? -dijo la muchacha asustada.
- Idioteces de mago. -bufo el maestro.

Entraron en una sala con un gran portón de metal ornamentado, el aire de la estancia parecía estancado y las ratas campaban por el lugar como los borrachos por las posadas de mala muerte que existían en los muelles de la ciudad de Luskan. El maestro del latrocinio al que llamaban Thorcen "dedos ágiles" parecía extasiado con aquella puerta que se resistía a su don natural, mientras al alumna aprendía cada gesto, cada herramienta y sobretodo la armonía de cada intrincado esfuerzo por forzar la entrada de aquel siniestro lugar. Una mueca de éxtasis parecida a una sonrisa apareció en la cara de Thorcen, mientras su alumna quedaba impresionada ante la mirada perpetua que le concedía. Entraron con el silencio como compañero traidor puesto el maestro sabia que la chiquilla no exageraba respecto a los rumores y si había llegado hasta allí alguna maldición no podría escapar. Recorrieron pasillos, callejones y finalmente dieron con una sala rectangular y muy amplia donde para su sorpresa había un inquilino. Era alto y estaba algo encorvado ataviado con túnicas armadas completamente de negro con un símbolo maldito pero ellos no lo sabían era el símbolo de Cyric. Sin mediar palabra el hombre macabro estiro su brazo y de la boca de la chica broto un sonoro chillido, aquel hombre tenia un brazo dado por la misma muerte y pronuncio las frases que pretendían dar perdición a aquellos señalados por el. De un salto Thorcen se quito de la mira de su huesuda zarpa haciendo así un quiebro para ganar una posición mas aventajada. La chica quedo boquiabierta ante la escena que presenciaba… los muertos desde sus tumbas empezaban a golpear desde dentro los panteones, su maestro desenvainaba el estoque y aquel monstruoso hombre sacaba un báculo. La lucha fue brutal rapidez y experiencia competían con el poder y el fanatismo ambos enzarzados por lo que creían era una obligación: ganar o morir. Pero no duro mucho los cadáveres inertes se enzarzaron derrumbando paredes puertas y partiendo ataúdes de piedra.

-Ananne sal de aquí ¡¡¡huye!!! .-Grito el maestro cuando puso contra la pared al encapuchado. La muchacha lloraba, corría como una gacela asustada oyendo los gemidos de los muertos en cada rincón de la enorme cripta. Ese día la muchacha había cumplido 17 años, su maestro la llevo allí para regalarle el equipo que le haría falta para su profesión, ese fatídico día el que para ella había sido su padre desapareció para siempre de su vida.

Hoy como siempre se despertaba tarde y desaliñada cría, irrespetuosa por todo lo que le rodeaba e inocente, podía ser varias cosas cierto pero no tonta. Se vistió, recogió sus armas, se puso la capa manzana en mano el único regalo para ella hoy el día de su 18 cumpleaños. Se animo a si misma a tomar la decisión que hoy tomaría a cabo ser la mejor o al menos ganarse un sustento con lo que el único hombre que había respetado le enseño, como decía su maestro “las artes pícaras”. Abrazo su destino con fuerza con paso seguro y ganas de vivir y de algún día volver a aquella cripta y saber que paso allí tal vez con los años, pero señores eso solo lo sabe ella Ananne Wilkinsbane…