REO-Auron

23/12/2005 21:23:31

Había perdido la cuenta de los días que llevaba de marcha desde que salió de Menzoberranzan.
Según el mapa que llevaba, debía estar en la zona de la Infraoscuridad situada varios kilómetros por debajo de Noyvern. La ciudad no estaba lejos.

Estas cavernas le eran familiares. Había pasado innumerables veces por ellas durante su primer siglo de vida, e incluso sin mapa podría haber encontrado lo que le quedaba de camino hasta la ciudad.
Una hora más tarde, se alzaban frente a ella las puertas de Rilauven, tal y como las recordaba.

No sabía exactamente por qué decidió regresar. ¿Añoranza? No, eso no podía ser. ¿Curiosidad? Quizá.
Se sentía intrigada por los rumores que había oído. Quería saber si era cierto lo que escuchó de boca de un grupo de mercaderes.
Quería saber si la rebelión de Rilauven realmente había ocurrido.

-"Saludos, señora. ¿Quién sois y qué asuntos os traen a nuestra ciudad?" –dijo uno de los centinelas de las puertas.

La mujer se pensó la respuesta durante un segundo. Si realmente la ciudad había cambiado, su nombre no significaría nada.
Pero si todo seguía igual, no necesitaba entrar entonces. Si los guardas reconocían su nombre, no tendría problemas en escapar y cazar uno a uno en los túneles a los posibles perseguidores.

-"Leyla. Vengo a descansar antes de seguir mi camino hacia Menzoberranzan, y de paso aprovechar para comerciar y reaprovisionarme" –respondió ella, que no mentía, pues era verdad en cierto modo.

El guarda la miró de arriba abajo y asintió.

-"Llegais a tiempo. Hace poco recibimos a un grupo de mercaderes que al parecer traían artículos de calidad. Bienvenida a Rilauven, señora."

Ella no dijo nada, y se limitó a entrar.
Una vez dentro, se retiró la capucha, revelando la coleta que le recogía la larga melena albina y alzó la vista.
Y ahí estaba frente a ella: Rilauven, la Ciudad de Majestuosas Agujas.
Desde su ventajosa posición podía ver el mercado, más bullicioso que nunca. A lo lejos vio también la inconfundible figura de Melee-Quartha, la escuela de guerreros en la que siglo y medio antes se había graduado con honores. La torre de Sorcere se alzaba junto a ella, y entre las dos una estructura muy dañada. Era Arach-Tinilith.

Ver la academia de Lloth en tan mal estado confirmó las sospechas. Habían ocurrido cambios notables en la ciudad, pero necesitaba saberlo todo.
Se encaminó al mercado, donde no le costó sacar algo de información general sobre el estado actual de la ciudad. Al parecer, ningún grupo dominaba totalmente la ciudad, aunque la iglesia de Vherón poseía gran influencia. El mercader alardeaba de la igualdad de la que gozaban en Rilauven, de lo próspero que era su negocio desde que los vheronitas tomaron el mando y mil cosas más sobre las que no había sido preguntado.
De entre toda esa maraña de información, un nombre llamó poderosamente la atención de la mujer, el del Archimago de Sorcere: Malavon Despana, su hermano mayor.

Ella sabía que Malavon no estaría en Sorcere. Conocía demasiado bien sus hábitos, y nunca pasaba allí más tiempo del necesario. Era muy probable que estuviese en su estudio en la casa Despana.
Por tanto, emprendió la marcha hacia su antiguo hogar.

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Como casi toda la ciudad, la casa Despana había cambiado poco. Por suerte.
Como ex-maestra asesina de la casa, conocía todas las peculiaridades del complejo y sus entradas secretas que tantas veces había usado. Sus habilidades para el sigilo harían el resto.

Vio con satisfacción como la entrada que daba acceso directo a sus antiguos aposentos aún seguía allí. La ausencia de vigilancia en ese lado confirmaba que ella era aún la única conocedora de esa entrada.
Una vez dentro, se encontró con una escena familiar. A un lado, un estafermo de entrenamiento plagado de cortes; en un estante, una hilera de frascos con diversos venenos; y sobre un mostrador, varios tipos de dagas e instrumentos de infiltración. Estaba todo tal y como lo dejó.

Pero los sentimentalismos no eran lo suyo. Se dirigió como una sombra hacia el pasillo que daba acceso a las dependencias del archimago. De nuevo, sus conocimientos sobre la casa y sus inquilinos le vinieron al dedillo. Su hermano seguía sembrando de trampas el pasillo, pero nada que no pudiese evitar. Una vez desactivadas, se dispuso a forzar la puerta, preparándose para la más que posible bola de fuego que impactaría ahí en cuanto entrase.
No se equivocaba, y sus reflejos no le fallaron. Con una voltereta rodó por el suelo evitando la explosión. Entre el humo escuchó una voz.

-"¡Esquiva esto si puedes!"

Una lluvia de proyectiles partió de los dedos del mago, teledirigidos hacia ella. Típico de magos. Con celeridad, se quitó la capa sujetándola con su mano derecha, y la osciló en abanico por delante suya. Para sorpresa del mago, todos los proyectiles fueron atrapados por la capa sin causar daño alguno.

-"¿No sabes quién soy, Malavon?"
-"Sí, una intrusa a punto de mor…" -cortó la frase en el momento en que la asesina bajaba su capucha.
-"¿Y ahora? ¿Sabes quién soy?"
-"Querida hermana, ha pasado mucho tiempo. Te daba por muerta" –dijo el mago tras sobreponerse a la sorpresa inicial.
-"No te equivocas, en cierto modo."

El mago la miró detenidamente. Físicamente no había cambiado nada. El mismo rostro serio, adusto, misterioso, sombríamente bello. La misma figura alta y esbelta a la vez que atlética, por los años de ejercicio.
Pero los ojos… esos ojos carmesíes eran diferentes. No tenían brillo ni vida. El mago percibió el vacío en esos ojos. Y supo que esa mujer que tenía enfrente ya no era la muchacha ingenua e impulsiva que una vez conoció.

-"Intuyo el motivo de tu inesperada visita. Te han llegado rumores sobre Rilauven, ¿me equivoco?" –prosiguió Malavon.
-"Intuyes bien."
-"Bien… no hay mucho que contar. Supongo que ya has visto como está la ciudad: Lloth ya no reina aquí."
-"Eso ya lo he notado, gracias. Quiero saberlo todo. Derrocar el matriarcado no es algo que se haga todos los días."
-"Toma asiento pues, mi impaciente hermana…"

Malavon se embarcó en el relato de lo sucedido en Rilauven. Contó como, gracias a su posición en Sorcere, consiguió volver a prácticamente todos los magos de la ciudad en contra de las sacerdotisas. La actuación de la iglesia de Vherón también tuvo su parte de culpa, pues tenía más influencia en la sombra de lo que el consejo regente sospechaba.
Y no solo eso. Un grupo conocido como los Traidores Enmascarados, formado por miembros del culto de Lloth deseosos de mejorar su posición, dio el primer golpe en la desprevenida espalda de las madres matronas.
La guerra civil se saldó con la derrota de la iglesia de Lloth, y el establecimiento de un régimen supuestamente más igualitario.

-"Ahora la ciudad está regida por los representantes de las cuatro instituciones principales de la ciudad: Belaessar, consorcio de los mercaderes; Melee-Quartha, academia de guerra, como bien sabes; Ultrinnan Qu´ellar, consejo de las casas; y Sorcere, academia de magia, de la que yo soy el representante."
-"Parece que Lloth fue parca a la hora de dar su favor… ¿qué ha sido de sus perras falderas?"
-"La mayoría ejecutadas durante la guerra. Las supervivientes se reparten entre las que formaron parte de los Traidores Enmascarados, que han cambiado de fe, y las que se rindieron, que siguen adorando a Lloth minoritariamente."
-"¿Y nuestra madre y hermanos? ¿O solo quedas tú?"
-"¿Estás preocupada por ellos? No me lo esperaba de ti..."
-"Por mí, como si están en la letrina personal de su querida Reina Araña. Solo tengo curiosidad por saber cómo de caprichoso ha sido el destino con ellos y conmigo…"
-"Nuestra madre está muerta. Al igual que sus hijas mataron a mi padre, a nuestro padre, Malfeem, yo maté a su madre durante la revuelta. Ellas cayeron todas durante la guerra, excepto Ginafae. Y con ellas nuestro hermano Ilmryn, que se empeñó en defender a su madre."
-"¿Ginafae sigue viva?"
-"¿Piensas cambiar eso en venganza por lo que te hicieron?"
-"¿Ganaría algo con ello?"
-"En verdad has cambiado. Antes no habrías dudado en matarla si hubieras tenido la oportunidad."
-"No te equivoques. No lo hago por compasión."
-"¿Entonces por qué es?"
-"Te responderé con otra pregunta. ¿Se preocupa un gigante en pisar a una hormiga? Ese es el valor que Ginafae tiene para mí. Además, también debería matarte a ti en ese caso. No hiciste demasiado a mi favor cuando pudiste."
-"Querida hermana, comprende mi situación. Si te ayudaba de alguna forma, era mi vida la que peligraba."
-"No tienes que darme explicaciones, porque no me importan. Lo que importa es que yo sigo viva y ellas se están pudriendo en el Abismo."

Se hizo un momento de silencio. Malavon pensó que a lo mejor no había cambiado tanto. Su excesivo orgullo aún era visible.
Decidió no contarle cuál fue su verdadera actuación el día que iba a ser sacrificada, facilitando su huida. Ella creía fervientemente en sí misma y en sus capacidades. Un golpe así para su orgullo podría traer una reacción imprevisible.

-"¿Y qué ha sido de ti, hermana? No me digas que has estado casi un siglo vagando por la Infraoscuridad."
-"Menzoberranzan."
-"¿La Ciudad de las Arañas? Te empeñas en buscar problemas."
-"Rondar la muerte es la única manera de sentirme viva…"

Esa repentina muestra de lo que encerraba el corazón de hielo de la mujer tomó por sorpresa al archimago.

-"Y además, tengo las espaldas bien cubiertas. Si te preocupa el hecho de que acabe en un altar de sacrificios, te aseguró que no será sin llevarme conmigo antes al mayor número posible de los que se me interpongan…"

De nuevo fría y soberbia.
En cierto modo, Malavon sintió pena al ver en lo que se había convertido su hermana Leyla, pero era bien cierto que era ella la que estaba viva y no sus enemigos.

-"¿Has vuelto para quedarte?" –el varón cambió de tema.

Ella negó con la cabeza.

-"Sería un placer que te quedaras hasta que decidas marcharte, entonces."
-"Un ciclo. No puedo permitirme perder más tiempo."
-"Sea. No creo que necesite decirte donde quedan tus aposentos… yo me ocuparé de avisar al resto de la casa de tu visita para evitar malentendidos."
-"Solo necesitan saber que tienes una invitada. Nada más. Y menos aún a Ginafae. Si se atreve a dirigirme la palabra le cortaré la lengua."
-"Como desees… pero me temo que sería imposible que te encontrases con Ginafae. Como dije, sigue viva… pero como draña. Al parecer, durante la revuelta su determinación se quebró y propuso la rendición para salvar el pellejo… no le hizo gracia a nuestra madre. Yo lo descubrí hace poco. En su momento pensé que había muerto durante la guerra."
-"Un destino apropiado."

La asesina, impasible, se levantó en dirección a la salida del estudio, pero la voz de Malavon la detuvo.

-"¿Serías tan amable de volver a colocar las trampas de la entrada?"
-"Te haré el favor de no colocarlas de nuevo. Algunas de ellas las he recolocado varias veces, y ya ha pasado tiempo desde aquello. Dedica más tiempo a mejorar tu seguridad, por muy tranquila que sea la ciudad ahora…"

Malavon asintió sonriendo.
Leyla, que ni siquiera se giró para contestar, salió del estudio en dirección a su cuarto.

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Horas más tarde, mientras la ciudad dormía, en los sótanos de la casa Despana una voluptuosa figura se sumergía en el pequeño manantial de aguas termales que la naturaleza (y algo de ayuda mágica) había creado.
Leyla no acostumbraba a entregarse a este tipo de lujos, pero necesitaba pensar y reordenar ideas, y ese lugar era idóneo.

¿Seguro que no le importaba lo que le pasó a su familia?
¿Seguro que deseaba irse y rechazar la, probablemente, cómoda vida que llevaría en Rilauven?
¿Seguro que podría salir de cualquier situación valiéndose por si sola?

Analizó sus ideas y sensaciones una por una.

Realmente le importaba bien poco lo que le ocurriese a nadie. En su momento, dejó atrás el odio y la venganza. Los descartó por ser sentimientos promovidos por el deseo. Y eso era una debilidad intolerable. Lo mismo ocurría en sentido opuesto. No había sitio en su corazón para el odio, y tampoco para los remordimientos, la compasión o el apego.
No tenía dudas.

¿Y por qué debería irse? Con sus habilidades no tendría problemas en montar su propia organización y ganar influencia en Belaessar, contando además con el apoyo de una de las cuatro figuras más poderosas de la ciudad, el archimago de Sorcere, apoyo que incluso podría permitirle acceder a un puesto importante en Melee-Quartha. Y sin ninguna molestia arácnida a la vista.
Pero todo era demasiado fácil. No se veía a sí misma rodeada de lujo, dirigiendo, durmiéndose en los laureles, esperando a recibir una puñalada cuando la edad hubiese hecho estragos en ella. No sería ella misma.
Su sitio estaba al lado de la muerte, caminando junto a ella, alimentándola con sus víctimas, y finalmente, uniéndose a ella no sin luchar.
No tenía dudas.

¿Y hasta cuando podría salir adelante a solas? Ya no era una niña ingenua, y a pesar de su orgullo, era lo suficientemente inteligente para ver que tarde o temprano encontraría un obstáculo demasiado alto del que no podría librarse.
Pero la alternativa significaba confiar en alguien, y los mayores golpes se los había llevado por eso mismo. De hecho, aunque se negaba a aceptarlo, en la actualidad no dependía totalmente de sí misma. ¿O sí? También era obra suya el tener las mejores alianzas, no era una debilidad, sino previsión. Estaría siempre alerta, cogería lo que necesitase, y se impondría a sus enemigos.
No tenía dudas.

Salió con lentitud del manantial, apartándose los mechones húmedos que le cubrían parcialmente la cara, y se puso una túnica oscura sin adornos, dirigiéndose a continuación hacia su dormitorio, dispuesta a pasar las primeras horas de sueño tranquilas en muchos años.

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Tenía todo listo para partir. Malavon la aguardaba a las puertas de la casa para acompañarla a la entrada de la ciudad. Pero antes de eso, Leyla decidió pasar por la que en su día fue la sala del trono de su madre.
Gran parte de su destino se había decidido en esa sala en el pasado. Ahora era un lugar muerto. Se sentó en el trono, y miró hacia arriba desafiante. Una gran escultura de la Reina Araña pendía sobre ella, amenazante, observándola.

-"No tienes poder sobre mí. Nunca lo tuviste y nunca lo tendrás."

Por un segundo, pareció como si la estatua fuese a abalanzarse sobre ella. Pero no lo hizo. Solo era una estatua deteriorada.

Poco después, la asesina salía de Rilauven, de vuelta a la vida, o muerte en vida, que había elegido.

Braxle

23/12/2005 22:04:49

//jejjeje muy buena la historia

Ehhh si te vas piensa en tu gran amigo Braxle,xd

arthang

27/12/2005 05:06:18

//Tal y como tú me dijiste en una ocasión " Well done Auron". No voy a deshacerme en elogios hacia tus cualidades como escritor, a tu ego no le hace falta :twisted: :lol: , de modo que solo te diré que espero sigas así y que pronto cuelgues la continuación.

//Un saludo!!! 8)

Fiestorra

27/12/2005 11:05:58

//En una sola palabra, Impresionante 8)
Me he quedado con ganas de mas, a ver si la continuas :wink:

Dilvish

27/12/2005 11:20:45

"Plas, plas, plas, plas..." :D

1saludo