Ruben

12/03/2005 19:59:15

ENTROVIA Y LA CIUDAD DE UTHGARD


Uthgard es la ciudad más importante del reino de Entrovia, y una de las mayores de todo el continente de Hirkam, me atrevería a asegurar. La virreina Targath, prima del difunto rey, gobierna en esta ciudad. Sin embargo, Uthgard no es la capital del reino. Ese honor lo ostenta Sierravalle, ciudad costera en la que desde hace siglos moran los Monron, descendientes de Sarión I "El Justo", primer rey de Entrovia.

Seguro que habéis oido hablar de los terribles acontecimientos que han enturbiado la pacífica vida en esta ciudad. Pero si no es así, no os preocupéis, yo os contaré lo suficiente para que sepáis el suelo que pisáis.

El rey en la actualidad, o al menos quien lleva la corona en Sierravalle, es Gindarth I de Monron, el tataratataranieto de Sarión I. Gindarth es un jovencito imberbe que ascendió al trono tras el asesinato de su tío Varthan II, el anterior rey, que falleció sin descendientes directos. Es un secreto a voces que Barthalion de Monron, hermano menor de Varthan y padre de Gindarth, tomó parte en aquella terrible muerte. Barthalion abdicó en favor de su hijo Gindarth, cosa que sorprendió a muchos, y desde entonces gobierna en la sombra, mangoneando a su hijo a su antojo.

Nuestra Virreina (que los Dioses guarden muchos años) descubrió el complot que acabó con el anterior rey, y nuestros jueces atraparon y ajusticiaron al asesino hará ya dos años, un caballero de infausto nombre que no olvidarán fácilmente los entrovinos: Sir Zontar, Maestre de la Orden de la Flor Negra. Si queréis saber lo que ocurrió entonces, no tenéis más que preguntar a cualquier lugareño, mi señor. Aquella ejecución fue realmente sonada, a fe mía...

Además, debéis saber que la virreina tomó bajo su protección a un niño, del que aseguran que es el hijo natural de Varthan, el rey asesinado, y heredero por tanto al trono de Uthgard. Por supuesto, la corte de Sierravalle no recibió a ese niño de buen grado, y nunca han reconocido el derecho al trono de ese hijo bastardo. Eso provocó que la enemistad entre la virreina Targath y Barthalion fuera mayor a cada día que pasaba.

Y hace apenas un año, mi señor, sucedió algo increible. Zagor de Monron, el hermano mayor de Barthalion y Varthan, a quien todos daban por muerto, vino en secreto a esta misma ciudad. Vestido con una humilde túnica, ni la mismisima virreina pudo reconocer a su propio primo. Según cuentan, Zagor rechazó la corrupta y traicionera vida de palacio, y eligió una vida sencilla como ermitaño. Los rumores de una guerra civil entre Uthgard y Sierravalle le hicieron aceptar sus responsabilidades con Entrovia. Es frecuente oir en la taberna relatos de Zagor, el Unicornio. Pues, por ser símbolo de pureza y bondad, ése fue el emblema que Zagor eligió para su escudo.

Los nobles del reino reconocieron a Zagor como el heredero al trono, y pareció que Entrovia evitaría el derramamiento de sangre. Sin embargo, los acontecimientos tomaron un giro trágico. Al poco de llegar Zagor a la corte de Sierravalle, fue traicionado por Barthalion y no se ha vuelto a saber noticia alguna de él. Muchos entrovinos alimentan la esperanza de que siga con vida, en una de las mazmorras de Sierravalle, pero no me sorprendería nada que hubiera sido asesinado.

Aquel innoble crimen no dejó impasible a la nobleza entrovina. Muchos nobles acudieron a Uthgard para unirse a la causa de Zagor y combatir al traicionero Barthalion. Sepa, noble señor, que jamas se vió tan magnifico ejército en esta ciudad. Los soldados y caballeros se contaban por millares, e incluso las tres principales órdenes de caballería se reunieron aquí para jurar lealtad a Zagor, el Unicornio. Incluso los reinos vecinos tomaron parte en la contienda, y junto a las banderas y estandartes de Entrovia se podían ver los recargados pendones de las falanges de Mydon. O los bellos símbolos que los arqueros élficos de los bosques de plata lucían en sus armaduras ligeras. O incluso los signos arcanos e incomprensibles de las cábalas de magos venidas desde la lejana Shyrm.

En años venideros se cantarán las hazañas de tan bravos guerreros. Pues debéis saber, noble señor, que nuestros ejércitos resistieron valerosamente a los ejércitos de Sierravalle, mayores en número pero menores en valor y arrojo. Keldon Greben, el capitán de la guardia de Uthgard, se mostró como un valeroso líder de hombres, como un hábil estratega y como un fiero guerrero.

De todas formas, mi buen señor, no os confiéis en demasía y tened vuestros ojos bien abiertos. Esta tregua entre Sierravalle y Uthgard puede acabar en cualquier momento. Quieran los dioses que los nobles puedan resolver sus problemas sin necesidad de prolongar por más tiempo esta guerra.

Pero basta ya de hablar sobre la guerra y sobre asuntos que no son de nuestra incumbencia. Seguro que estáis más interesado en que os cuente qué podéis encontrar en esta ciudad. Subamos por la calle del Dragón, si sois tan amable de seguirme.

LA CIUDAD DE UTHGARD

Como os he dicho, mi señor, es la Virreina Targath la que gobierna en la ciudad. Sin embargo, desde hace muy poco tiempo, existe una cámara de ciudadanos que aconseja a la Virreina y le ayuda en sus difíciles tareas. Sí, mi señor, ciertamente es una extraña ocurrencia, pero no se extrañaría si conociera a Sir Luwin de Urbath, Gran Maestre de la Orden del Águila y responsable de esta idea. De todas formas, debe saber que el mismísimo Zagor, el Unicornio, se mostró favorable a la creación de esta cámara. Y la Virreina se ha ganado de esta forma muchos apoyos entre el pueblo y algunas órdenes de caballería.

Pero por lo demás, poco o nada ha cambiado para los uthgardianos. Los impuestos siguen siendo altos para costear la guerra civil contra Sierravalle, los jueces de la ciudad siguen siendo tan implacables como siempre, y la Virreina sigue dirigiendo el destino de sus súbditos con puño de hierro.

LA GUARDIA DE UTHGARD

Mirad, milord, observad a aquel par de guerreros uniformados con sus rojas sobrevestas. Respetadles como lo que son: la flamante guardia de la ciudad, encargados de mantener la paz y el orden, y de defender (e imponer) los edictos de la virreina. El capitán Greben mantiene la disciplina entre los guardias y sabe bien como mantener el orden dentro de la ciudad.

De forma paralela a la guardia, pero dependiendo también del capitán Greben, hay un pequeño cuerpo de élite, que constituyen los escoltas personales de la virreina y los ejecutores directos de sus deseos, sean cuales sean: son los Dragones Rojos de Uthgard. Los distinguiréis por su escudo, en el que portan un flamante dragón, y sus bandas y remates dorados. Son guerreros de cuidado. En fin, ojo con todos ellos. Son personas de pocas palabras, y no dudarán en sajar cualquier cuello o incendiar cualquier mansión si lo consideran oportuno. El pueblo llano ha aprendido a temerles tras ciertos incidentes protagonizados por ellos.

EL CULTO A LOS DIOSES

Ah, ¿os llaman la atención esos restos quemados junto a la guarnición militar? Tiempo ha fue una bella iglesia dedicada a Rugan, pero ardió casi hasta sus cimientos en lo que nuestros historiadores llaman ya la Semana del Caos, y nadie se ha preocupado de reconstruirla.

¿Que no sabéis qué fue la Semana del Caos, decís? Oh, mi señor, fueron unos días de horror, de fuego y sangre, en los cuales hubo extrañas revueltas contra los sirvientes de los dioses, ritos paganos se realizaron en el bosque cercano, y criaturas mágicas anduvieron libres por la ciudad. Dos años han transcurrido desde entonces, pero la gente aún no ha olvidado aquellos nefastos días.

Durante ese terrible periodo, los Shun'Karith, esos caballeros sagrados del culto a Rugan, se enfrentaron nada menos que a la guardia de Uthgard... Nuestra valerosa guarnición los derrotó, mi señor, pero no pocos aguerridos espadachines cayeron en esa lucha a la que aún muchos no encuentran sentido. Según dicen los pocos testigos que aseguran estuvieron presentes, un grupo de servidores demoníacos (que Rugan los maldiga por siempre) embrujaron al Archiclérigo de Rugan Illian Garberath (bendito sea por siempre), que cayó muerto entre estertores agónicos. Y luego, la batalla. Infausto recuerdo para todo fiel de Rugan, no cabe duda. Desde entonces, no es posible encontrar ningún clérigo de Rugan en la ciudad, mi señor, ni siquiera en las aldeas cercanas. Emigraron a Sierravalle.

La gente ha sentido muy desamparada desde entonces, máxime con los rumores de medio demonios y sirvientes oscuros caminando entre los ciudadanos de bien, y otras religiones han encontrado hueco en la ciudad. El culto a Druma ha pasado a ser uno de los más populares, y quedan lejos los tiempos en los que una secreta capilla dedicada a la diosa de la noche se trasladaba continuamente para evitar ser descubierta. La sacerdotisa Irka Laganor es la cabeza visible del culto, y la pequeña capilla se ha convertido en un templo.

Desde hace poco, un pequeño grupo de seguidores de Brishna, la diosa de la luz, se ha establecido en Uthgard, y se ha sabido ganar el aprecio de los campesinos y ciudadanos de bien. Uno de sus clérigos obró un milagro no hace mucho, durante las pasadas celebraciones de la ofrenda de flores. El pequeño Garith, hijo del difunto rey Barthan, fue raptado y asesinado brutalmente por unas seguidoras de los dioses oscuros. Amiteshva, un clérigo de Brishna devolvió la vida al inocente niño. Dicen que el clérigo ofreció su propia vida para obrar el milagro, y la diosa complacida por su generosidad devolvió la vida a Amiteshva. El clérigo quedó ciego desde entonces, pero se ha ganado el agradecimiento de los ciudadanos y la veneración de muchos fieles.

Fuera de los muros de la ciudad, entre los campesinos y gente sencilla, es más frecuente el culto a Shan'dru, la Madre Tierra. Sus clérigos, también conocidos como druidas, suelen vagar de pueblo en pueblo, ayudando a los campesinos con sus artes y conocimientos. No tienen templos como los cultos de Brishna o Druma, pero suelen erigir santuarios en campo abierto. No muy lejos de Uthgard, se levantó hace poco un círculo druídico. Dicen que su misión es la de proteger la ciudad, y se rumorea que el poder de la Diosa se desatará con el que se atreva a profanar ese círculo de rocas.

Hay muchos otros cultos, con iglesias menores, con dioses relacionados entre ellos de formas truculentas; son bastante más minoritarios, ya los iréis conociendo. Entremos ahora por el callejón del Loro, si sois tan amable...

LA TORRE ROJA

Ya veo que vuestra boca se abre. En efecto, estáis frente a la Torre Roja. La única torre de magia del reino de Entrovia. Sus abyectos relieves y lúgubres recovecos son un fiel reflejo de su interior, retorcido y siniestro. Su amo y señor, Lord Humheist, es uno de los hechiceros más temidos del orbe. Se dice que a un sólo gesto suyo, serías consumido por las llamas del infierno. La Torre Roja atrae a un buen número de hechiceros a Uthgard. Y eso no lo veían con buenos ojos los Shun'Karith, claro... ya sabréis que los curas y los magos no es que se lleven muy bien que se diga... los unos a los otros les llaman herejes, y los otros a los unos fanáticos... Ahora esos problemas se acabaron, al menos.

Lord Humheist es consejero personal de la virreina, y la decisiva participación de los magos en la reciente guerra civil le ha hecho ganar el favor de la Virreina. Por cierto, los rumores de que lord Humheist es aliado de los demonios corren como la espuma por la ciudad, así que ojo con aproximaros a su torre. No hace mucho tiempo que algunos individuos desaparecieron en la ciudad, y todos miran con recelo hacia esa ominosa torre. También se cuenta que durante la batalla de Valdemar, Humheist y sus cábalas de magos levantaron un ejército de muertos para enfrentarse a las tropas de Barthalion.

"EL POZO"

Aquel barrio sucio son los bajos fondos, mi señor, o "el Pozo", como muchos lo llaman. Procurad manteneos alejado de allí, o acabaréis con un cuchillo en las tripas a cambio de vuestras botas. Además, no pocos afirman que allí hay capillas de los dioses oscuros: Malak el Corruptor y Korgath el Sanguinario, con malignos clérigos dedicados a ritos diabólicos, sacrificios humanos y pactos demoníacos. Ya sabéis, milord, gente temible, que es mejor evitar. Eso sí, si necesitáis de alguien que os haga un discreto trabajo, o si alguien os molesta, recurrid a mí, y yo os guiaré por ese pozo de inmundicia, hasta que lleguéis a alguien que os pueda solucionar vuestros problemas. Se rumorea que allí se encontraba la Hermandad de Mendigos y Ladrones de Uthgard; pero debe ser una leyenda, porque hace tiempo que no se oye hablar de ella. Quizá los jueces acabaron con esa historia. Yo al menos nunca he conocido a ninguno de sus miembros... y si dijera lo contrario, alguien se encargaría de cortarme la lengua, mi señor...

EL GREMIO DE MERCENARIOS Y LA GUARDIA DE UTHGARD

Descendamos por este callejón y acortaremos. ¿Veis aquel pequeño alcázar? Es el hogar del Gremio de Mercenarios. Fue dirigido con firmeza por Karr Meidergast hasta su muerte a manos de un asesino enviado por algún enemigo, en la infausta Semana del Caos. Durante un tiempo no estaba claro quién dirigía el gremio, y perdió parte de su influencia en la ciudad. En la actualidad, un guerrero llamado Paris es la cabeza visible del gremio, y poco a poco van recuperando el prestigio que un día tuvieron.

Hay rumores de rencillas internas que no acaban de aclararse. Aún así, sigue siendo la mejor manera de encontrar un fuerte brazo y una afilada espada que defienda sus intereses, mi señor. Incluso los caballeros los respetan. Su poder fue importante, pues en más de una ocasión han constituido parte de la fuerza de choque para los ejércitos de la virreina; No pocos extranjeros han hallado un hogar entre sus muros, no obstante. Si os cruzáis con algún individuo (que os cruzaréis, pues hay bastantes) con un pañuelo rojo al cuello o en su brazo, estáis frente a un mercenario del gremio. Es su seña de identidad.

Se echan de menos en la ciudad algunos gremios menores, como el de artesanos, el de curanderos, o el de herbalistas y alquimistas. Algunos de ellos se están intentando reorganizar tras la reciente guerra. Estos gremios no son excesivamente importantes para el día a día de la ciudad, aunque nunca debemos despreciar una buena poción curativa... o un filtro de amor, ¿verdad, mi señor?.

LAS ÓRDENES DE CABALLERÍA Y OTRAS HERMANDADES

Ahora que bordeamos la zona noble, os hablaré de los caballeros del reino y otros grupos similares. Sus órdenes son ya legendarias, y simbolizan los más altos valores que un individuo puede alcanzar en su vida. La primera, la orden Real de los Caballeros del León. Fueron la fuerza de élite del rey Gindarth I, pero tras la traición de Barthalion juraron fidelidad a Zagor de Monron y lucharon junto a la virreina Targath, en la guerra contra Sierravalle. Su arrojo y valor fueron decisivos durante las contiendas y muchos de sus caballeros murieron en la guerra.

Después, tenemos a los siniestros caballeros y damas de la Orden de la Flor Negra, más conocidos entre los de su clase como caballeros negros a secas, debido a los colores que gustan vestir. En su día, la orden fue creada por un gobernador que inició un conato de rebelión contra la corona, para defender quién sabe qué intereses. Tras firmar la paz con el entonces rey, la orden se integró al servicio de su majestad, aunque siempre han mantenido una cierta independencia.

Durante mucho tiempo el rey los utilizó para los trabajos sucios, y el secretismo con el que actuan les ha hecho ganar una inmerecida fama. Se rumorea que espías y asesinos componen el grueso de la orden. O incluso que albergan entre sus filas a adoradores de los demonios; o que pactan con ese mito, los terribles Sarkul'Has, los caballeros vengadores de los dioses oscuros, para lograr sus propósitos. Una extraña orden de caballería, sin duda. Nadie ha sabido nunca quién es su líder.

Sin embargo, tras la traición de Barthalion, la gran mayoría de caballeros negros se mostraron leales a Zagor y lucharon con valor en el bando de Uthgard. Una parte de los caballeros se mostró favorable a Barthalion, y se escindieron de la orden, formando la Orden de la Orquídea. Los caballeros de la Flor negra acusan a los caballeros de la Orquídea de haber labrado esa negra fama que rodea a la orden.

Hay otra orden menor, escindida de los caballeros del León en tiempos inmemoriales. Es la orden del Águila, que acoge entre sus filas a cualquiera que pueda sostener una espada y aprender a manejarla. Defienden la igualdad entre clases, algo que no está muy bien visto entre los nobles. Se les llama los caballeros pobres. El resto de su clase los miran por encima del hombro, pero son fieles y valerosos guerreros. No los menosprecie, mi señor, pues gozan de una hermandad sin igual entre ellos y podría verse enfrentado a una horda de caballeros furiosos. Ni que decir tiene que son los más queridos por la plebe, y los que siempre encuentran apoyos entre la chusma, claro.

Y por fin, la orden Sagrada de los Paladines de Brishna, la diosa Blanca. Estos siervos de la iglesia son el brazo armado de la iglesia de la Luz. En Entrovia, el culto a Brishna no tiene tanta repercusión como tuvo en su día el culto a Rugan, el Dios Caballero, pero su talante más bondadoso le está haciendo ganar cada vez más seguidores. Cada día es más frecuente verlos en Entrovia.

Hay también una especie de hermandad que venera a la Madre Tierra, los llamados caballeros y damas Aesires. Pero son muy raros en la civilización. Ensalzan la libertad y reniegan de cualquier atadura ideológica, y se les puede encontrar luchando, combatiendo la injusticia y la opresión en cualquier lugar del mundo. Dicen que los animales les respetan, y que su espada está guiada por las fuerzas de la naturaleza. No tienen símbolos ni enseñas. No es que oculten su condición, sino que simplemente no hacen ostentación de ella. Sólo se les distingue por su grito de guerra: "¡Libertad o muerte!". Si mi señor oye esto, procure no estar en el bando contrario, pues no se conoce que un aesir haya huído jamás de un combate.