Shio

16/12/2007 14:10:04

[i:c5345dc9d4]ESCENA PRIMERA


Los restos de la caravana alimentaban el baile del fuego a medida que devoraba su esqueleto. A los lados, esparcidos, varios cuerpos eran los únicos testigos. Sus rostros, sus ojos, desencajados por la sorpresa, contaban la historia…

Los primeros en caer habían sido dos humanos de aspecto oscuro, ambos portaban en sus manos sendas dagas seguramente empleadas en multitud de ocasiones para apuñalar a sus víctimas. Esta vez las mismas traicioneras sombras de las que se servían parecían haberlos envuelto en su mortal abrazo, dejando solo tras de sí sus cuerpos ennegrecidos.

Junto a ellos, un enorme semiorco yacía postrado sobre su pecho en un vano intento por huir. Su armadura parcialmente corroída dejaba ver las profundas llagas sanguinolentas que cubrían su cuerpo. Sus manos, rodeando todavía con fuerza el cuello, habían intentado detener el paso del ácido a través de la garganta.

Unos metros más lejos en el camino, arrodillado sobre la hierba con los brazos inertes cayendo a los lados del cuerpo, el cadáver del que fuese el jefe rezaba una última plegaria a ningún dios. Varias flechas atravesaban la base de su cuello desde la nuca.

Shio abandonó la escena sin dedicar una última mirada a sus actores, interpretando sus últimos segundos en el mundo de los vivos.[/i:c5345dc9d4]

Shio

18/12/2007 00:48:32

[i:457154f572]ESCENA SEGUNDA


Entones se produjo una gran ovación.

A la vera del camino una figura encorvada por el tiempo se mecía con las notas. Sus dedos, afilados en la práctica, rasgaban las cuerdas con pericia. Por cada acorde arrancado una terrible maldición huía de sus labios, negros como su alma condenada.

Y de la luz vino su verdugo, cuyo filo nunca yerra en su camino
Y la sentencia fue terrible
Y su alma quedó execrada, y su corazón arrancado, y sus ojos habrían de ver el final de los tiempos, y éste pasaría de largo dejando su cuerpo olvidado, desecho…

… y él no sentiría nada.

A la vera del camino una figura se mecía con las notas. Su voz, dispersa por la brisa, rasgaba las cuerdas con tristeza. Por cada sollozo arrancado una terrible maldición gritaba su vileza.

El sonido del llanto quedó enmudecido por el público.[/i:457154f572]

Shio

28/12/2007 13:04:11

[i:0e2c3fc62a]Tuve un sueño de reflejos oscuros. Sus garras hendían sangre y carne, verdugos en la noche que se cierne.


[list:0e2c3fc62a]ESCENA TERCERA[/list:u:0e2c3fc62a]


- “No podemos dejarlo aquí”. La voz era un eco distante.

El desierto cubría el horizonte bañado en un mar de dunas.

- “Donde vamos es aún más peligroso”. Contestó.

Desorientado miró a su alrededor. No recordaba nada. Se recostó un instante para tomar fuerzas…

- “En cualquier caso, hay que hacer algo”. Su tono era apremiante.

Alzó la vista a la anciana sentada frente a él. Su rostro era una máscara horrenda, su boca esbozaba una sonrisa adornada por el vacio de sus encías, y sus ojos…

- “¡Bien, bien!”. Se escuchó la letanía monótona de una plegaria.

Shio abrió los ojos al tiempo que la visión desaparecía.

- “Despacio”

El cuerpo del elfo protestaba por el dolor, sus ojos apenas distinguían dos manchas difusas frente a él.

“Quedaos quieto un instante”. Un murmullo de rezos invocaba el poder algún dios olvidado por su mente.

Recobró la vista casi de inmediato. Dos figuras plateadas, un hombre y una mujer, lo miraban con cierta curiosidad. El humano, un clérigo de batalla, se alzaba como una mole imponente. La mujer, todavía silenciosa, buscaba respuestas en la mirada de Shio, lanzando ojeadas fugaces a la retaguardia.

El caballero de brillante armadura avanzó un paso, ofreciendo su brazo como apoyo. En las cicatrices que acompañaban su expresión se leía la experiencia de cientos de combates sobre sus hombros.

Shio rehusó la ayuda trastabillando hasta ponerse en pie.

- “Habéis elegido un mal lugar para viajar. ¿A dónde os dirigís?”

El elfo abrió su boca para contestar, pero las palabras parecían huir de su mente. Una enorme laguna negra ocupaba el lugar de los recuerdos recientes.

El desierto….fuego….oscuridad…

Antes de que siquiera pudiese balbucear una respuesta, la mujer irrumpió de nuevo en la conversación con tono apremiante.

- “Vendrá con nosotros”. El humano le dedicó una mirada severa, conminándola a contenerse.

Shio recuperó el habla al instante.

- “¿Y dónde os dirigís?”

Ambos volvieron su vista al escenario de fondo, respondiendo así con su silencio.

A sus espaldas una enorme montaña se erigía temible rasgando el cielo carmesí, por su cima expelía su aliento de fuego, amenazando a todo el que se acercaba, “Aquí encontraréis la muerte”, decían sus ígneas palabras.[/i:0e2c3fc62a]