kosturero

18/04/2008 16:07:13

La mujer entró a la ciudad a paso tranquilo, concentrada en sus pensamientos, sus ideas, sus problemas, sus conjuros, sus...

-"Buenas noches"- dijo a uno de los guardias que estaban apostados junto al enorme portón que encontró cerrado debido a la ley marcial.

Su cabeza, plagada de pensamientos a desmano no reparó en los letreros, ni en la reforzada guardia de la entrada, ni de que la puerta estaba cerrada con llave, cuando conjuró en voz baja y de manera mecánica para abrirla y entró al mercado...para acabar, su capucha ocultaba medio rostro de nariz para arriba.

Cuando hubo dado varios pasos desde la posición del guardia, un tremendo golpe le acertó en el centro de la espalda, dejándola aturdida y arrodillada. Voces que gritaban desde cientos de metros de altura...o tras una pared....estaba ocnfusa, y las voces no hacían más que repetirle que se bajara la capucha y que habia un toque de queda. Ella no entendía nada...hasta que su mente se despejó.

Se levantó y dio un giro brusco mientras conjuraba para guiar su mano sin probabilidad de error hacia la cara del guardia que había conjurado sobre ella y a su espalda, y el bofetón resonó en todo el mercado.

No pudo ver la cara del guardia, difuminada mágicamente y no pudo reconocer su voz, también cambiada, pero tuvo que ser digna de las mejores canciones de taberna. La represalia que vino despues, de hecho, fue digna de la mejor horda orca. Quizá esos brutos habrían tenido más miramientos con la mujer que, desnuda, con su ropa tirada a un lado y tapada con un viejo y apestoso saco despertó, amoratada y con heridas sangrantes, otras infectadas, y la cara hinchada debido a la brutal paliza recibida en los calabozos y en el camino hacia ellos.

Tan solo gritos se escucharon en las celdas esa noche, mientras la mujer lejos de descansar recordaba partes inconexas de su pasado entre alaridos y espasmos. Ni un guardia osó acercarse a la arcana mientras se retorcía en el suelo, víctima de las peores de las pesadillas, como si su propia alma le estuviera siendo arrancada.

La confusión del despertar poco a poco remitió, hasta convertirse en ira. El dolor de su cuerpo era paralizante, y permaneció tirada en el suelo, si fuerzas para moverse y vestirse durante dos días más. Sus ojos reflejaban un odio puro.

Durante las noches que pasó allí, las pesadillas no hicieron más que repetirse y tan solo una frase pudo entenderse de todas aquellas frases inconexas: "Halaster, te maldigo".