anbu

31/08/2009 23:28:25

[i:6b4c48dd92]La vela se mecia suavemente, por la ligera brisa que se colaba por la ventana, que aunque estaba cerrada sus viejas y carcomidas maderas poco podian impedirle el paso al viento. La habitacion no tenia mas que una cama con dosel, un armario y el viejo escritorio donde una mujer de negros y largos cabellos se afanaba por tratar de escribir a la luz de la vela.

Llevaba ya un rato pensando en como seguir la carta, pero no era capaz de contar lo que habia visto esa noche, cerca del puerto. Crimmor era un pueblo tranquilo, con mucho paso de caravanas hacia Ankhatla, pero era un buen sitio para vivir, desde luego no pasaban cosas como las de esa noche, cosas que nunca se pueden olvidar por mucho que lo intentes, cosas que hacen que una persona adulta tema a la oscuridad y que escriba extrañas cartas con letra temblorosa. Dejo la pluma en la mesa y se froto la cara con ambas manos, estaba sudando y temblaba aunque esa noche no hacia frio, no pudo evitar saltar en la silla cuando oyo el sonido de la puerta y gozne golpeandola.

Las una pasada, a esa hora, no esperaba visitas...[/i:6b4c48dd92]

Seguid a partir de aqui, a quien le apetezca

Alkarin

01/09/2009 01:21:09

//como no se como vais a hacer y yo tambien me aburro...


[i:d78675299e]Los goznes sonaron como un lamento lastimoso,y la puerta de hinchada madera por el paso del tiempo protesto a su vez por un abatimiento mas,dejando pasar una figura encorbada.

La joven se giro,aun temblorosa,entre sudores,y olvido momentaneamente los que haceres que la ocupaban,apoyo las manos en los reposabrazos de la apolillada butaca en la que estaba acomodada y giro lentamente su cuerpo,como si esperase encontrarse con el mismisimo kelemvor,dispuesto a llevarsela con el.

La encorbada figura se acerco lentamente,apenas lo suficiente para que la sinuosa y danzarina llama de la vela que alumbraba la modestia estancia dejase entrever los estragos del tiempo en el rostro de la visitante.
[/i:d78675299e]

//ale,siguiente

Vampire_mina

01/09/2009 01:38:22

(mientras tanto en la cubierta del barco..)

[i:e04130dd5c].......la ciudad se veia ya a cerca distancia desde la cubierta.. poso una vez mas su mano en la empuñadura de el estoque haciendole una especial carici mientras sus recuerdos se elevaron al cielo..

Solo habian pasado tres noches, tres noches desde la que su vida diese un giro inesperado.. jamas debio aceptar aquella apuesta
- penso- todo habia sido rapido e indoloro, pero sus ojos habian quedado clavados en ella.

le mato, por que asi quizo el destino algo que sin duda jamas se perdonaria......[/i:e04130dd5c]

Cormarion

01/09/2009 02:06:43

[i:73f555b402]Con el miedo reflejado en su rostro se levantó de la silla sin dejar de mirar hacia la puerta y a tientas buscó la sencilla daga que descansaba en su vaina junto al tintero. Llevaba muchos años viviendo sola, oculta en el pacífico pueblo, olvidados ya sus días de correrías, rodeada de gente simple e ignorante, sin que los habitantes de Crimmor supiesen a quién habían acogido tan amistosamente.

El picaporte se dejó oír tres veces más, insistente, apremiante. La mujer empuñó el arma en la diestra y se llevó la mano tras la espalda ocultándola de la vista. Se dirigió hacia la puerta con cautela y descorrió la aldaba con la certeza de conocer la identidad de su visitante.

Abrió la puerta intentando mantener una compostura digna y decidida. Aunque era luna nueva pudo reconocer las facciones de aquel hombre desgreñado y sucio. Desde el momento en que fue testigo de lo ocurrido en el puerto supo que él iba a aparecer. La mujer intentó esbozar la mejor de sus sonrisas enseñando unos bonitos dientes perlados y perfectos.


-¡Caramba, cuánto tiempo sin verte! -dijo Eleanor.


Con la mano izquierda se echó hacia atrás sus sedosos cabellos negros para que el hombre viera que aún seguía siendo tan hermosa como en los días en los que intimaron. Conocía las debilidades del hombre y sabía que podría jugar con él la baza de su género.


-¿Qué pasa? Así es como me saludas -dijo el hombre y miró nervioso al interior de la habitación-. Años atrás te habrías echado en mis brazos nada más verme. ¿Tanto he cambiado?


El hombre nunca dejaba nada al azar y siempre tenía un plan para cualquier ocasión y sopesaba los riesgos, era taimado y sabía jugar bien sus cartas salvando el pellejo en muchas ocasiones gracias a su ingenio, pero eso no le tranquilizaba y vivía sólo para su obsesión. Empujó la puerta con una mano para abrirla completamente y se plantó ante la mujer, la miró a los ojos calculando sus posibilidades, la cogió por la cintura firmemente y sus labios se fundieron en un beso que no fue rechazado por Eleanor.

Eleanor deslizó la diestra lentamente para asestarle un golpe mortal al bajo vientre. Si no moría al acto lo haría desangrado y aún podría preguntarle acerca de lo sucedido en el puerto. Mañana al alba, cuando los primeros pescadores fuesen a sus embarcaciones se iban a encontrar con un macabro escenario. Crimmor no volvería a ser igual después de esto.

El hombre dejó que la lujuria se apoderase de él y mantuvo el ósculo y el juego de caricias hasta que llegó el golpe. Sintió como llegaba rápido y certero. La mujer empujó al hombre librándose del abrazo del greñudo aún empuñando el arma en su mano, con una sonrisa triunfal en su rostro, esperando como llegaba la muerte a su antiguo amante.


-¿Y bien? ¿Qué pensabas? Qué aún era aquella jovencita tonta que se derretía con tus lisonjeros arrumacos. ¡Necio! Siempre te perdieron las faldas -dijo Eleanor jactándose.
-Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo* -dijo el hombre. Se llevó las manos al vientre y cerró los ojos expresando un agudo dolor-. ¡Ah! ¿Así es como voy a morir?, ¿merced a tus manos?, ¡ah, muero! -acabó y humilló la cabeza pero no cayó al suelo exánime.

>>¡Por los nueve infiernos! ¡Vivo, aún vivo! -levantó la cabeza y elevó los brazos celebrantes. A ver... prueba otra vez -dijo y se metió una mano entre las ropas-, pero ahora prueba a matarme sin que lleve ésto -dijo y sacó una tabla donde se distinguía la marca del puñal. La mujer tan segura estaba de su victoria que no se había dado cuenta del sordo impacto.

>>Dime, y ahora, ¿qué es lo que tengo que hacer contigo?


Eleanor corrió hacía él de nuevo con el rostro crispado por la furia y cargando con la daga en alto. No le había visto su habitual arma al cinto y ella era rápida. Nuestro hombre lanzó la tablilla contra la vela y la oscuridad se adueñó de la habitación y ambos fintaron en la oscuridad guiándose por el oído.


-¡Oh amor poderoso! Que a veces hace de una bestia un hombre, y otras, de un hombre una bestia* -dijo nuestro hombre y reía moviéndose con rapidez. El simple vistazo a la habitación le había servido para tomar nota de las distancias y los espacios libres para moverse con soltura.


El rumor de las ropas y el sonido de los lances era lo único que se oía en rápido compás hasta un último choque y un cuerpo cayó sin vida. Los pasos se dirigieron al escritorio y las manos buscaron la vela, prendió la yesca y el hombre vio la carta sobre el escritorio, ladeó la cabeza y vio el bonito rostro de la mujer que le miraba con aquellos adorables ojos grises...[/i:73f555b402]



//Citas del incunable William Shakespeare. Sí que tenéis mono sí.

pastoretpastor

01/09/2009 10:23:50

Conocida es la habilidad de los múridos para expandir su raza entre toda la faz habitada de las tierras conocidas a través de los medios por los que el hombre vulgar viaja. El ratón, negro como la noche, puso sus ojos sobre la pareja de tan burdas pretensiones, por donde vino se marchó, no sin mojar su delgada cola de carmesí.

Corrió entre la bodega auspiciándose en las sombras que ofrecían la poca carga y las cuadernas, llegó a la escalera hasta cubierta y por uno de los desagües saltó a las aguas que hoy no agitó Umberlee. Los pocos metros que recorrió fueron pocos para un roedor acostumbrado a los dolores de una vida larga. Nadó, se agitó al salir de las saladas aguas de la bahía pesquera de Crimmor y corrió por el interior de las casas que su memoria ratuna reconocía como las de dueños de "buen dormir", se coló entre dos camastros, comió un poco de la basura en la taberna y caminó entre los altos pilares de la forja hasta llegar a su destino.

Olió el pequeño roedor los dedos de su amo, que ya lo esperaba bebiendo una infusión: no hay secretos en el pueblo para él. Puso un poco de licor de cereza en lo que ahora formaría un combinado y... es que hoy lo merecía pues su intuición no se equivocó con esa mujer; y su pequeño y cauto familiar hoy tendría una buena recompensa en forma de queso azul de Cormyr, además, en el barco conoció a una bella dama ratuna en la que predió su semilla...

Sh0No

01/09/2009 10:40:28

[i:13f626c9ad]Guardó la carta y miró a su alrededor. La experiencia de tantos años le decía que debía abandonar la habitación cuanto antes, encontrar aquello a por lo que había venido y desaparecer entre las oscuras callejuelas del pueblo portuario. Examinó el armario y sus ojos se abrieron al verlo, lo guardó junto a la carta que ya leería y aseguró el cinto, no podía permitir que se cayera o le incomodara si debía correr.

Así se dirigió a la puerta y echó una última mirada a la mujer en el suelo. Sus ojos, ahora vacíos de vida, lo habían devorado infinidad de noches en el pasado. Su cuerpo, ya no recibiría más caricias... una verdadera lástima.
Se caló la capucha y abrió la puerta, llovía, perfecto. No hizo ningún ruido la puerta al cerrarse y la figura se perdió entre los edificios.[/i:13f626c9ad]

Dilvish

01/09/2009 10:40:53

[i:887f6b1d54]Alto pero no en exceso, corpulento pero no pesado el varón de piel negra le abordó en el callejón, en cuanto le vio pasar.

-"Ah, mi desaliñado amigo... ¿era acaso necesario matarla?".- pregunta con una voz extraña, mas parecida al chirriar de unas uñas en un trozo de pizarra que propia de humanos, o incluso, elfos.

Sus ropas verdes, con adornos de plata y obsidiana, brillan a la luz de las velas cuando con un movimiento rápido arrebata la carta de manos del asesino una vez que este se la ofrece.

-"Esa información no es para ti, Lucien. Sabes que he de eliminar a todos aquellos que conozcan el Secreto... ¿prentendes ser uno de ellos?".- dice sonriendo, mientras su mano derecha reposa en la empuñadura del sable que le cuelga de la cadera.

-"No Sire".- responde el desgreñado humano, y el temor que le inspira su interlocutor podría cortarse con un cuchillo, en el caso de que a alguno de los dioses les diera por crear tal artefacto.[/i:887f6b1d54]

//Quiza debieramos poner un orden. Editado.

radabar

01/09/2009 12:03:21

No era la primera vida sesgada, ni mucho menos, pero fue un duro golpe acabar con la de aquella mujer con quien tanto había compartido. Se extrañaba también de que pudiera pensar en ello sin que su mente se nublara. Había un gran contraste entre épocas pasadas y ahora, y así mismo se lo había dicho a Eleanor antes de la danza de muerte y su vaivén de golpes... "habrías corrido a mis brazos años antes". Sacudió entonces la cabeza, queriendo quitarse ese polvo obscurecedor que nada le ayudaría ahora.

Pero, en lugar de despejar la mente, más preguntas sobrevinieron a ella, preguntas donde la carta que no tuvo tiempo de leer, tenía un rol principal. Todo parecía ahora girar en torno a ella, incluso a sabiendas de que no tendría ni tabla, ni pavés que le salvara del ataque de su mentor.

Progresivamente fue subiendo desde el acantilado interino en que se encontraba su mente, y otras dudas, afloraron antes de salir por completo a flote. -Eleanor era conocida entre la gente, maldita sea, hablarán, preguntarán y, tarde o temprano, quién sabe cuántos, deducirán.- Pensaba mientras acariciaba el suave pelaje de su, ahora, único amigo, quien le miraba con sus característicos ojos a juego con la cola, esperando comida o instrucciones por igual.

Decidió entonces el siguiente paso. Si realmente quería lograr despejar la mente, tendría que concederse un momento para sí. Decidió ir a la taberna que siempre frecuentaba -en primer lugar-, tantear la noche, beber y hablar con una muchacha de melena color fuego que allí vio. Tras la tercera jarra, le fue sencillo olvidar lo que esos cabellos le recordaban la vela de la estancia de Eleonor.

-Es agua pasada, tanto como esta cerveza. Al menos hoy puedo celebrar que he ignorado dos veces a la muerte. Tabernera, otra jarra.

folmalhaut

01/09/2009 12:28:05

[i:633bc32baa]Cuando los efectos del vino pasaron, a la mañana siguiente, la preocupación volvió a su mente. La preocupación y algo parecido a la culpa. Todavía no sabía porque se había unido a esa banda.

-Quizá debería dejar este trabajo- Dijo para sí sentado en la cama, mientras se frotaba la sien.

Pronto desechó la idea. Conocía el Secreto, y sabía que sus superiores no tardarían en ordenar su muerte si les abandonaba. Su destreza le había salvado ya algunas veces, pero temía encontrar la muerte en cualquier esquina y entonces su espíritu vagaría sin rumbo por los planos inferiores ya que su antiguo Dios le habrá dado la espalda hace tiempo.

Poco podía hacer ahora el antes bueno de Lucien. Los remordimientos al matar eran cada vez menores. Se estaba convirtiendo en lo antes había odiado, un asesino. Cerró los ojos suspirando profundamente y abandonó la habitación confiado en que el cuerpo de su victima todavía no haya sido encontrado.[/i:633bc32baa]

Masha

01/09/2009 14:22:52

[i:7dbe222b01]Tras vestirse bajó las escaleras de la posada y se encaminó con paso seguro hacia la puerta. Antes de salir vio por el rabillo del ojo a la muchacha de cabellos de fuego de la noche anterior. Era joven, de piel blanca salpicada por pecas que llegaban desde sus mejillas hasta el pecho y... dioses... quién sabía a dónde más. Lamentablemente no había tenido ocasión de comprobarlo. Se relamió y salió a la calle con una sonrisa gatuna.

El sol hacía tímidos intentos por subir, pero el día se preveía gris, pues un cielo plomizo cubría todos los horizontes. El barro de la lluvia de la noche anterior aún estaba fresco y tuvo que recogerse la capa negra para no mancharla más. Cierto es que sus bajos ya estaban destrozados, pero, al fin y al cabo era un caballero, ¿no? tenía que cuidar sus pertenencias o, al menos, dar la impresión de que lo hacía. Respiró hondo y se pasó una mano por el cabello azabache, tan despeinado como siempre. Al fin se sentía bien después de todo lo ocurrido la noche anterior. Cegado por el malestar de la bebida había sentido cierta compasión por la mujer a la que había asesinado e incluso había llegado a desear otra vida, una existencia casta y pura en la que no fuera matando, robando ni mintiendo pero... ¡Ja! Soltó una sonora carcajada y se palmeó el vientre plano mientras avanzaba por el camino embarrado. Aquello era lo suyo. ¿Qué más daba si moría una zorra más o una zorra menos? Eran todas iguales, entre las piernas de todas se estaba igual de bien, y mientras quedara una "cueva" en la tierra él sería feliz...

Absorto en sus pensamientos no se dió cuenta de cómo se iba acercando a los lindes de la localidad. Echó un rápido vistazo a su cinto para asegurarse de que llevaba todas sus pertenencias consigo y asintió satisfeco al comprobar que así era. Había llegado la hora de marcharse de allí, antes de que alguien sospechara y de que sus superiores pudieran echar guante de él.. Jm... Miró a los lados. A la derecha tenía un par de mozos de cuadra batallando con un semental. Era un caballo enorme, una montaña andante, de color gris perla y a medias ataviado con su armadura. Por los gritos que provenían de esa dirección se diría que ya había pegado un buen bocado a uno de los chavales, que no parecían superar los 15 años. A la izquierda tenía el camino para salir sin dejar rastro de la aldea.

¿Qué iba a hacer? ¿Llegaría lejos si iba a pie? ¿Merecía la pena intentar nada para hacerse con un caballo con más mala leche que una cuarentona virgen? Escupió a sus pies y se encaminó con aire distraído en dirección a los mozos.
[/i:7dbe222b01]

//EDIT: Para borrar el fallo de la carta.

Alkarin

01/09/2009 19:34:14

Su andar como siempre era despreocupado,y no dejaba de mirar al fornido animal,con una sonrisa de satisfaccion,en sus adentros aquel bello animal ya era de su propiedad,al fin y al cabo,siempre conseguia lo que se proponia,fuese cual fuese el precio.

Desvio la vista de su montura y rio divertido cuando uno de los mozos resbalo en el suelo embarrado y callo sobre sus posaderas,el otro no tardo en correr semejante suerte,cuando se distrajo mirando al desgarbado observador,cayendo de cara contra su compañero.

-Dificil la tarea de amansar a tan magnifico ejemplar muchachos,quizas esteis en buen haber de permitir a la experiencia que tienda su mano- Sonrio de medio lado,dejando ver sus amarillentos dientes,aunque su descuidada higiene estaba contrapuesta a el encanto que despedia.

Se acerco tranquilamente y durante un instante miro uno de sus anillos,formado por un ave que cernia sus alas sobre su dedo pulgar,el metal se volvio calido y un cosquilleo recorrio su mano.Ya habia utilizado otras veces el util abalorio,sobretodo en lasgos viajes en los que el anillo engatusaba a algunos animales que bien llegaban incluso a tirarse directamente a las brasas.

El corcel reculo,centimetros antes de que su mano tocase el grueso y fuerte cuello,un relincho,una patada al suelo y la primera caricia dio sus frutos,el caballo bajo la cabeza y se froto jugueton con nuestro arapiento amigo.

-Un caballo en ocasiones es como una dama,muchachos,un fornido hombreton puede dominarlo durante un par de horas,pero una simple caricia puede procuraros noches de cabalgada-Guiño uno de sus oscuros ojos,sin borrar su carismatica sonrisa y contemplo como ambos muchachos miraban hacia arriba embelesados.

Cormarion

01/09/2009 19:38:08

[i:8a07dcd8b1]Los primeros rayos de la alborada despuntaban y los gallos empezaban su cantar despertando Crimmor. Al este de la villa el camino se dirigía hasta la capital, Arhkatla, y al oeste se hallaba Amn del Río. Las montañas de los Colmillos, que formaban parte de la cordillera llamada Picos de la Nubes, se podían cruzar desde Crimmor siguiendo al norte el paso del Colmillo para llegar a Nashkel al otro lado y si continuaban el Camino del Comercio hasta Beregost. Si se seguía el camino hacia el sur el viajero llegaría hasta Imnescar al pie de los Dientecillos, limítrofes con Tethyr.

Padre e hijo madrugaron como de costumbre con la esperanza de echarse a las aguas del lago Neng y regresar con las redes llenas. El muchacho pecoso era el mayor de cuatro hermanos y había decidido seguir la vida de su padre en vez de optar por otra vida. Había que llenar los platos cada día y no iba a permitir que madre y sus hermanitas sufriesen penurias. No le pesaba pasar incontables horas en las usualmente tranquilas aguas del lago sin más aliciente que el de escribir sus ensoñaciones en su diario.

Al llegar al [/i:8a07dcd8b1]muelle jamás se imaginó lo que allí vio. La sangre se le heló en las venas y aferró el fuerte brazo de su padre buscando refugio. El pescador, un hombre duro, de anchas espaldas y grandes patillas se detuvo y lloró...


//Situando la escena geográficamente para navegantes.

Sh0No

01/09/2009 20:56:51

[i:722f48a362]Tras abandonar Crimmor al galope, dejando a los mozos aún con la boca abierta y desconcertados por la rapidez con la que el desconocido se había adueñado del caballo, el jinete se dirigió al norte. Encontraría algún pueblo donde permanecer unos días fuera del alcance de quien pudiera buscarle y donde pensar en su próximo movimiento. Normalmente su vida se basaba en acechar las espaldas de sus objetivos hasta que éstas quedaran indefensas, sin embargo esta vez él era la presa. Él se había convertido en el objetivo y debería vigilar sus espaldas mejor de lo que lo habían hecho sus propias víctimas.

Con todo este pensamiento la luna había conquistado el cielo, desvió al caballo fuera del camino lo suficiente para acampar fuera de la vista y se preparó para pasar la noche. Daga en mano y con el oído atento pasaron las horas...

Al llegar la mañana se levantó pesadamente y se encaró a uno de los arbustos. Mientras bostezando se desabrochaba el cinto el caballo empezó a bufar y patear el suelo nervioso, su jinete gritaba improperios mientras aliviaba su vejiga hasta que un ruido seco le hizo callar y girar la cabeza. Un enorme oso acababa de aparecer entre los árboles y le miraba fijamente.

Lucien palideció, el oso lo había pillado con los pantalones bajados literalmente y desde donde estaba podía ver la daga abandonada en el hueco donde había pasado la noche, justo al otro lado del oso. El caballo luchaba por deshacer el nudo que lo retenía y correr por su vida.[/i:722f48a362]

//me perdido con ese último post xD

[edit: no había puesto nada sobre si había robado el caballo o algo xD arreglado rapido]

radabar

02/09/2009 02:18:06

El lago Weng siempre había alimentado sin problemas a la familia, pero hoy, la pesca, no sería, ni por asomo, usual.

El tercer o cuarto apretón del joven, sacó a su padre del ensimismamiento casusado por la impresión. Alzó entonces a su hijo con uno de sus robustos brazos y llevándolo como quien lleva un saco de trigo, retrocedió lentamente, tanteando con la mano libre hasta dar con la balsa en la que pensaba llegar hasta el centro del lago, como era costumbre. Devoto de Umberlee, rezaba en sus fuero interno para que todo fuera bien....

Y es que justo en frente, los relinchos agudos de sufrimiento y pavor del semental habrían disparado la sensibilidad de cualquiera que la tuviera y, obviamente, en el caso de Lucien, no era así.

*Minutos antes*

Aún con la cabeza mirando hacia atrás, al oso, y con el árbol de frente, los relinchos del caballo le dieron la cobertura que necesitaba, la única de que disponía. Pensó entonces en que su única salida, era convertirse un objeto más del paisaje, uno que no resultara amenaza, y que tampoco llamara la atención del animal causante del peligro.

Dejose caer de frente al árbol orinado, lo cual le arañó el rostro y deslizose hasta yacer, sin que le importara un ápice, en la tierra humedecida por él mismo, aparentó entonces estar muerto.
El oso, avanzó lentamente al principio, cualquiera habría creído que extrañado, pero eso duro más bien poco. Su potente carga, colmillos a la vista y garras preparadas, hacia el único objetivo ahora, el caballo, habría sido mortal para Lucien.

Arrastrándose por la tierra sin hacer el menor ruido, cosa que se le daba bien, aunque en momentos más tranquilos había pensado que debía mejorar, dando por perdido lo único que allí se le quedaba, aquélla daga a la que se aferró la noche anterior, flanqueó al ocupado oso implorando clemencia al Destino.

Algo en su interior rió entonces... "¿clemencia quieres? ¿esa que, desde hace muchos años ya, nunca mostraste?" Pero poco se podía oir aquella voz con los ruidos agonizantes que "su corcel" emitía y, sobre todo, por el causante de dicha agonía.

Si no fuera porque durante el avance, algo le cayó encima del hombro, no se habría percatado. Con los nervios aún a flor de piel, buscó de qué se trataba, hasta dar con una cuerda que, si su orientación no le fallaba, provenía del lago y, o bien era muy larga, o no venía de muy lejos. Aprovechó la ocasión como siempre había hecho y avanzó ayudado de la cuerda hasta llegar al algo, siguió avanzando sin atreverse a poner en pie, apenas alzaba la cabeza para respirar y, fue en la tercera bocanada de aire, cuando vio su destino.

Un corpulento hombre le apremiaba para que se acercara, con un brazo extendido y el otro formando una L con la cuerda enrollada.
Ya falta poco, ya falta poco...

//Edit: llevaba parado desde vuestras 21 h y el apuro en el que Sh0no lo metió era muy muy tentador :oops:

Alkarin

03/09/2009 18:11:08

Lucien asio con fuerza la soga,y tiro a un ritmo mas alegre,con una sonrisa entre la alegria por la oportuna ayuda y el nerviosismo,casi olvidando que se arrastraba por el suelo,mostrando sus posaderas y arrastrando zonas poco amigas de golpes o arañados.

Como pudo llego a el lugar desde donde el fornido pescador habia tendido su "anzuelo",se puse en pie,se recompuso y amarro los ahora andrajosos pantalones y tras asentir con una de sus picaras sonrisas se dio media vuelta.

- ¡¡Maldita sea mi suerte!! - ya no habia fuego con el que hacer frente al tremento animal,pero habia otra disparatada,temeraria y a la vez encantadora opcion,justo lo que mas le gustaba a Lucien.

Se dirigio como una exalacion hacia la hoguerra,tan solo quedaban grisaceos restos de lo que habian sido unas buenas brasas,lo interesante era el pequeño cazo que reposaba sobre los restos.Cogio el cacharro,y una de las piedras que formaban la hoguera y sin pensarlo empezo a aporrear un objeto contra otro,produciendo un escandalo mayusculo.

El oso reculo,alarmado por el ruido,no era un grito,no era un gruñido,relinche o graznido,todos sonidos a los que estaba acostumbrado el musculoso ser,por todos los dioses,era ridicula la estampa de nuestro amigo,saltando y haciendo aspamientos entre golpe y golpe,pero parecia que resultaba.- ¡mira papa,parece que no le gusta la serenata!-dijo jobial el muchacho,mientras su padre aun tenia el gesto contraido por la incertidumbre del momento.

Instantes despues el gran oso abandonaba aquel improvisado campamento,dejando a un buen caballo con algunas heridas que tardarian en sanarse,pero que con los cuidados oportunos harian que el picaro conservase a su medio de transporte.

-Aun no le he dado las gracias,amigo,mi nombre es Lucien-


//engaaaa,que no decaigaaaa

Masha

04/09/2009 14:04:00

El pescador asintió con gesto seco a las presentaciones del pícaro y miró hacia atrás. Arrugó la frente y echó mano de los remos. Fuera lo que fuese aquello que veía, no le dejó indiferente.
-Pa...papá, yo no quiero volver allí.
El hombre gruñó con fuerza y descargó una colleja en la nuca de su vástago, soltando por un momento el remo del lado derecho.
-Como sigas diciendo sandeces te doy de comer a los peces. Vamos, recoge la cuerda.
Lucien observó unos instantes la bonita escena paternofilial y giró sobre los talones para montar de nuevo en su corcel de batalla. El animal se mantuvo tranquilo, pero no dejaba de estremecerse y soltaba finos hilos de espuma por la boca. El oso debía de haberle herido más de lo que se apreciaba a simple vista. El asesino trató de hacerle avanzar por todos los medios, con golpes, caricias, susurros y amenazas vociferadas, pero nada, ni siquiera su anillo, pudo evitar que el animal se desplomara. Con un aullido Lucien logró salir de debajo de su peso, agradeciendo a todos los dioses habidos y por haber no quedar atrapado y tener todos los huesos intactos.
-Pobre bicho... -se sacudió las ropas, tan negras y mugrientas como el resto de su suer, y negó lentamente mientras miraba a su fiel compañero, que ya luchaba por coger sus últimas bocanadas de aire. -Oigan... amables pescadores... -pocos segundos después dibujó una sonrisa en el rostro y se acercó a grandes zancadas a la orilla mientras se acomodaba la daga de nuevo en el cinto. Para una cosa que tenía, debía ir cómoda. - ¿No podrían acercarnos al otro lado del lago, verdad?
-¿Acercar...OS? ¿A quiénes? -bufó el pescador cada vez de un humor más irritable.
-Errr... -Lucien miró hacia atrás y sonrió de medio lado. -Mis disculpas... Es que soy tan sentimental... Me costará olvidarme del jamelgo que tan bien me ha servido. A mi solo, no se preocupe, no ocupo mucho espacio.
El pescador asintió con gesto seco y pocos minutos después Lucien ya nadaba refunfuñando para llegar a la barcaza. Debía haber supuesto que nadie le haría el favor de recogerle en la orilla como a un marqués. Por suerte, aún podía ayudarse de la cuerda que el hijo de su "capitán" le tendía. Al menos el chico no tenía tan mal carácter.

El viaje de vuelta a Crimmor fue rápido, pero a Lucien se le hizo eterno. El agua grisácea se estremecía en ondas cada vez que los remos del pescador la golpeaban, todo apestaba a pescado, en su mayoría podrido, y la tiritera que le provocaban sus ropas empapadas y pesadas no mejoraban la impresión general. Cerró los ojos e intentó disfrutar del viaje... hasta que la barca se detuvo con una sacudida. El pescador dejó caer los brazos y uno de los remos se le escapó de la mano, alejandose rápidamente con una corriente del lago. El pícaro no pudo ver la reacción del muchacho, pues él mismo tuvo que taparse la nariz y la boca para no vomitar.

[i:bb8263b5b1]Habían llegado a los muelles de Crimmor. El sol ya rozaba el punto más alto de su trayectoria, pero el plomo de las nubes seguía ocultándolo casi por completo. Las aguas del Lago Weng reflejaban el mal humor del cielo y también se veían grises y taciturnas, cubiertas un palmo por una fina neblina que se adhería a la piel y picaba como miles de pequeñas agujas. Los muelles eran construcciones de madera que se adentraban un par de metros en el lago. Estaban prácticamente vacíos de barcos y no había ni un alma entre ellos. Ni una persona, ni un perro, ni un ratón.

Desde lejos todo se veía normal. Por eso el pescador y su hijo no habían advertido nada extraño cuando salieron a faenar, pues ese día lo hicieron desde la costa opuesta, al pie de los Picos de las Nubes, donde habían pasado noche en la casa de un amigo leñador. Pero de cerca la escena cambiaba...

En cada uno de los quince embarcaderos había un poste de casi dos metros de altura al fin del cual debería haber un farolillo que por las noches se encendía para guiar a los más rezagados. Pero aquella mañana no había farolillos. De cada uno de los postes colgaban figuras inertes. Al principio parecían muñecos, aunque el hedor los delatara. Cuerpos humanos mutilados y atados con cuerdas, como las marionetas de un titiritero, se mecían con la brisa del lago, atados cada uno a un poste distinto.

Lucien no pudo apartar los ojos del cuerpo que tenían justo delante. A sus cuatro extremidades habían sido atadas finas cuerdas que aún cortaban la piel y se habían teñido de un rojo oscuro e intenso. Al poste estaban sujetas la cuerda de la muñeca derecha y el tobillo del mismo lado, dando a la figura una contorsión grotesca. La cabeza reposaba inerte prácticamente en el muslo y nadie se había molestado en cerrar del todo los ojos de la infeliz. Era una mujer, o eso parecía.
Tenína una cabellera larga, castaña y despeinada que le cubría parte del rostro como una maraña. Su rostro debió de ser hermoso, pero ahora reflejaba una mueca de terror y dolor. Seguramente fuera aún muy joven...

Pero lo peor de todo llegó al entendimiendo del pícaro cuando su estómago ya parecía calmarse. Gran traición. En cuanto sus ojos repararon en las costuras de brazos y piernas, hechas con burdo hilo negro y más torpeza que maestría, Lucien no pudo hacer más que agachar todo el cuerpo por la borda y agradecer el alivio que le daba el que su cuerpo le obligara a apartar la vista para vomitar. Realmente parecían títeres. Todos y cada uno de los cuerpos habían sido despedazados, sus partes entremezcladas y cosidas al azar. Los brazos, las piernas, quizás incluso el torso de la muchacha... ¡Nada le pertenecía!

Y así todos los quince cuerpos que colgaban de los postes. Cada uno atado a su tumba de una manera más original, una nueva forma de deformar el cuerpo humano hasta el punto casi de romper en dos la columna vertebral. Las costuras aún supuraban sangre, al igual que las rozaduras de las cuerdas, y los cadáveres ya estaban totalmente blancos y fríos. Lucien estaba demasiado alterado para fijarse en sus ropas. Todas hermosas y de calidad. La muchacha llevaba un fino vestido blanco con encaje, el hombro que tenía al lado, un atuendo de bufón, después un arlequín, una prostituta, una bailarina, un carnicero, una pescadora... Todos, todos y cada uno formaban parte de aquel macabro espectáculo después de la muerte. Una danza fantasmal mecida por el viento: demasiado grotesca para contemplar, demasiado fascninante para apartar la vista. [/i:bb8263b5b1]

magma

07/09/2009 13:58:34

La venganza es un plato que debe servirse en frío. La más cruel de las cacerías es la que puede cometer una mente tranquila, imperturbable, capaz de controlar completamente los sentimientos, abandonando así cualquier ápice de humanidad que algún día calentó la sangre de sus venas.

Lucien no había tratado salir con premura de Crimmor sin motivos, estas escenas le producían una repulsa gigantesca, y aún más dolorosa era la certeza de que quizás algún día el formaría parte de una escena similar, pues bién sabía quien era el autor de tamañas azañas, alguien a quien es mejor no conocer, a quien es mejor no ver, a quien es mejor no oir, y sobretodo a quien es mejor no servir... sin embargo de ello dependía su supervivencia, hasta que encontrase el modo de zafarse de tan oscuro destino.


El desgreñado miró a padre e hijo, de cuna modesta y cama chinchada. En el fondo envidiaba la vida tranquila del pescador, pero sentía rechazo de la ingenuidad y fragilidad de esas gentes condenadas a la incertidumbre de la ignorancia. El preadolescente miraba con los ojos vidriosos los cadáveres prendidos de los postes, sin poder apartar la vista, como si desease gravar en sus retinas la imagen que su mente se esforzaba por anular. El padre se había sentado en mitad de la barca y remaba ahora con fuerza hacia el embarcadero, los ojos llenos de lágrimas, sus fuertes brazos con los músculos tensados, cada vena, cada bombeo de su corazon se dejaba ver y sentir. Pasaba el remo de un lado al otro, tratando de avanzar con apremio, murmurando con una voz ahogada y asexuada ahora los nombres de su esposa e hijas.

Lucien sentía el hielo en sus venas, como si su sangre estuviese escarchada y pudiese arañarle las paredes arteriales. Sabía que quizás no le esperaría la muerte, pero no era mucho mejor la posibilidad de encontrar alli al "artista" recreandose en su obra, y que rayos, siquiera quería ver lo que había más allá del muelle, aquello solo era la portada del libro.

(de todos modos estos dos ya están muertos) pensó Lucien mirando a los dos pescadores. Observó la situación, estudió sus posibilidades y finalmente decidió ser compasivo. Sentado a la espalda del hombre de enormes músculos desenfundó su daga y sesgó la vida del padre, quien tiñendo la embarcación de rojo y salpicando a su porpio hijo en la cara dejó de murmurar para siempre. Su cuerpo fué arrojado al rio. El joven estaba helado, pasmado. Lucien, convencido de ser mejor que aquel que había cernido la oscuridad sobre Crimmor no quiso derramar sangre de infante, y asestando un golpe con el remo al inberbe lo hizo caer junto al cadaver de su padre.

(el chico tendrá una oportunidad, aunque fué un gran error darle a conocer mi nombre, espero no tener que arrepentirme en el futuro de tener un noble corazón)

Con la barca y el remo en su poder volvió a poner rumbo a la orilla opuesta al pueblo. Reemprenderia su viaje a pie, o quizas, seguiría el curso del rio unos dias, lo importante era alejarse de tan macabro espectáculo.


Mientras los gritos del muchacho se alejaban, de un bolsillo de la camisa de Lucien salió su amigo roedor. El desaliñado humano sonrió tiernamente, y mientras acariciaba la frágil cabecita dijo:

"a fin de cuentas somos iguales, los dos somos ratones"

folmalhaut

10/09/2009 14:15:14

Lucien pronto se dio cuenta de que no avanzaría rápido encima de esa barca. El río, cerca ya del mar, corría lento hasta su inminente muerte.
Cruzó al lado opuesto del río, lejos de los peligros que podría correr su libertar en la ciudad de Crimmor.

-Quizá sí que haya sido un error dejar al chico con vida…-decía como hablando con su compañero roedor.

Dejó la barca a la deriva, confiando en que llegara al mar antes de ser descubierta y se dirigió al oeste, dirección a Athakatla, lento y siempre atento a los sonidos que pudiera oír.

A mitad camino de Athakatla, oyó un ruido de un carruaje, su experiencia le dijo que se trataba de una caravana. Aun así se escondió tras unos arbustos.

-Comerciantes que se dirigen al Athakatla- murmuro escondido mientras esbozaba su ya clásica sonrisa.

La caravana no parecía demasiado protegida, quizá el desgreñado Lucien otrora hubiera intentado asaltarla, aunque quizá no fuera el mejor día.

Salió de su escondite, silbó y saludo mientras decía:

-Buen día viajeros, me habíais asustado, los caminos de los Reinos son cada vez más peligrosos- sonrió carismático mientras se acercaba con paso seguro.

magma

11/09/2009 21:38:02

La caravana estaba conducida por un hombre delgado aunque en buena forma, a su lado una mujer de formas delicadas y finas, nada volutptuosa pero hermosa, con su cabellera rubia recogida en un moño. Al oír la voz de nuestro protagonista aflojaron el paso, sin detenerse del todo. Un par de niños asomaron sus cabecitas curiosos sin dejarse ver del todo.

El hombre miró a Lucien serio, examinándolo de arriba a abajo. Al hablar dejó entrever que le faltaban algunos dientes, quizás fruto de alguna pelea.

- Si, ya no se puede confiar en nadie. Lamento si le hemos asustado señor... -

- Bernardo - respondió Lucien con una de sus mejores sonrisas. No sería tan incauto de ir dejando su rastro, pero en ese momento era primordial parecer lo más inofensivo y agradable si quería lograr su cometido.

La mujer parecía feliz de ver a Lucien, divertida tal vez, y no tardó en hacer un ademán en un intento de invitar al hombre a subirse al carruaje. Sin embargo su compañero le detuvo sugetándola del hombro, era un hombre perspicaz y desconfiado.

- ¿y esa sangre de tus ropajes? no pareces herido...-
Lucien ni se habia percatado que al degollar al corpulento pescador se había salpicado las mangas, incluso bajo las uñas habían restos. Trató de disimular al máximo, manteniendo su sonrisa y riendo un poco, no demasiado, con la intención de quitar importancia al asunto.

- si no de mi fiel corcel - aquí borró su sonrisa, no quería parecer insensible, aunque el animal no le hubiese importado nada.
- tan solo con lo puesto, sin medio de transporte, solo y abandonado a la suerte -