gatovengador

12/11/2010 12:54:44

Azhim, un hombre desgarbado y sucio, un vagabundo más de los que plagan el Khanduq de Calimport, estaba rebuscando entre la basura en pos de algo que comer. llevaba dos días comiendo poco más que pan correoso y sus entrañas empezaban a dolerle. Observaba de vez en cuando el acceso al callejón, con la paranoia que había desarrollado en todos los años que llevaba en ese barrio dejado de los dioses, pero Azhim ya no despertaba interés en nadie.

Cuando ya creía que iba a pasar otro día de hambruna un objeto le llamó la atención dentro de un cubo: una piedra. ¿Quién tiraría una piedra a un cubo de basura? se preguntó mientras la sacaba. Al fijarse bien vio que la piedra estaba tallada, y en sus bordes había una serie de signos intrincados que no había visto nunca. ¡Tenía que valer algo seguro! La guardó entre sus harapos y se alejó esperando no haber llamado la atención de ninguna mirada indiscreta.

gatovengador

12/11/2010 14:40:25

Horas más tarde Azhim estaba sentado en la destartalada oficina de un perista. No le gustaba estar ahí y se le notaba nerviso, pero si podía sacar algo por esa extraña piedra, habría merecido la pena. No le gustaba el guardia que vigilaba al otro lado de la puerta, un hombre de aspecto rudo y brutal, ni el esmirriado tipo que estaba evaluando el objeto detrás de la mesa de madera que tenía enfrente con una sonrisa enigmática, pero Azhim pensaba en la comida que le repercutiría y eso le animaba a seguir adelante.

-Esto es interezante, si -dijo el hombre en Alzhedo. - ¿Y dices que lo encontraste en la basura?

Azhim asintió timidamente, sin poder ocultar la tensión.

-Vaya suerte hemos tenido los dos -añadió el hombre, -o más bien yo. ¿Por qué debería de pagar por ella, teniendola ya en mis manos?

Azhim tragó saliva sin saber qué decir.

-Pero... pero -logró balbucear- yo sólo quiero algo para comer.

-Lo entiendo -dijo el perista- pero yo no sería rico si pagase por lo que no tengo necesidad de hacerlo. ¡Ahmed! - llamó al guardian de la puerta.

Azhim se giró con pánico y se giro hacia la puerta que se abría, pero a través de ella no pasó el gigante que la custodiaba, sino una figura bajita y esbelta, que pasó sobre el cadaver de Ahmed, que tenía el rostro descompuesto en una mueca de absoluto terror, con una agil zancada y cerró la puerta a su espalda.

El extraño parecía un elfo, pero era más bajo que los pocos que Azhim había visto, y desde el fondo de su capucha dos ojos rojos brillaban, observando a los dos humanos.

El perista trato de coger la ballesta que reposaba a un lado suyo, pero el enigmatico personaje hizo un complejo con las manos y al instante donde antes había un hombre ahora había una estatua de piedra.

Azhim, congelado por el terror observó como la figura se acercaba a la mesa con calma, ignorandole totalmente, y cogía la piedra, la observó un instante y se la guardó en una bolsa de su cinto. Luego le miró.

-Yo... yo no he hecho nada malo -balbuceó el pobre Azhim.

-¿Acaso eso importa? -contestó con voz melosa la figura, una sonrisa dibujandose en el rostro.

Antes de que el vagabundo pudiese decir nada más, un infierno se desató en la sala momentos antes de que la figura desapareciese en la nada, consumiéndolo todo.