ioker

01/12/2005 03:09:29

El día amanecía en la ciudad de Puerto Calim, como lo había hecho en otras tantas ocasiones. Dos días atrás, se había producido un ataque devastador en sus puertas y aun se podía ver aquí o allá restos de aquel ataque. Las puertas habían sido restauradas por los herreros de la ciudad, que tenían que rehecho por completo. El sol se levantaba y empezaba a lanzar su caluroso abrazo sobre la arenosa zona. Los animales que habitaban ésta, y las gentes de la ciudad, empezaban a buscar los lugares con sombra para no achicharrarse bajo el sol. Poco a poco el mercado, a pesar de las temperaturas ascendentes, empezaba a llenarse de gente que iba a hacer su compra diaria, o aventureros que iban y venían vendiendo los objetos que habían conseguido en sus viajes, al igual que éstos también compraban. Todo parecía normal ese día, pero entre las gentes algo empezó a comentarse, algo que antes era un secreto a voces, pero que ahora ya no se escondía, ya no se hablaba por lo bajo por temor a las represalias; ahora se comentaba abiertamente entre las gentes de Calimport.

Entre esos rumores empezó a alzarse varios fuertemente, que pasaban de una persona a otra, a veces variando el sentido de éste, pero el mensaje en si estaba bien claro y definido. Los paladines empezaban a excederse en los privilegios que el Pasha les había concedido, su arrogancia les estaba conduciendo a querer alcanzar poder donde no lo tenían. Al gentío llegaron rumores sobre una disputa entre el Pasha, gran gobernador de la Ciudad de Calimport y el líder de los paladines, Joganth. Mientras caminaban, compraban o simplemente charlaban entre amigos, unos y otros señalaban aquí y allá, donde los dragones habían atacado y destruido...sobre todo la torre de vigilancia que ahora estaba medio derruida o aquella otra, donde los cascotes, cerca de la zona de los mercaderes, habían bloqueado la entrada. Muchos decían: "Mirad mirad, ahi fue donde atacaron los dragones, suerte que la guardia actuó rápido o nos hubieran aniquilado a todos. Los paladines hacían alarde de haber ayudado a la ciudad de Calimport contra el dios Tiamat, pero ahora nos está atacando de nuevo, fueron falsas sus palabras. Sus ataques continúan".

Más y más, la gente hablaba sobre lo sucedido, sobre la creciente y turbia situación que la ciudad estaba viviendo por culpa de los paladines. Más rumores corrían entre la gente aquí y allá, mientras los guardias, impasibles y vigilantes, observaban al gentío hablar. También comentaban como uno de los amigos de los paladines había atacado a uno de los guardias, simplemente por tropezar con él, y además de forma rastrera, usando oscuridad mágica para intentar atacarle, pero ése fue reducido y puesto en prisión. Uno lo decía, otro afirmaba contestando que él también había oido eso y que su hermana estaba presente cuando todo aquello ocurrió.

Los rumores volaban de un lado para otro, se extendían por los demás barrios cuando la gente iba al templo a hacer sus oraciones, a los muelles con sus tabernas o simplemente cuando se encontraban con su vecino o vecina de camino a casa. Otro de los rumores hablaba de la confrontación ya personal entre Joganth y el Pasha. El líder de los paladines había estado amenazando con que algo malo pasaría si todo continuaba así, que ellos eran los que mantenían la ciudad en pie, y la gente decía: "Eso no es cierto, mirar si no cuantos ataques hemos tenido, y cuanta gente a muerto sin que los paladines estubiesen presentes. Los dragones nos quieren aniquilar, y ellos no hacen nada. Incluso hay alados de esos que hablan con los paladines".

Otro de los rumores que dos señoras comentaban entre ellas, cuando una tercera se juntó a la pareja para corroborarlo, era que uno de los paladines había atacado a un hombre por una gallina, en las mismas puertas de la ciudad, y sin dejar actuar antes a la guardia. Encima molestando el capitán, que tan ocupado está manteniendo el orden, por semejante tontería. Entre ellas decían: "normal que la gente se queje a veces, si el capitán se le molesta por los paladines por semejantes tonterías, si los paladines no lo distrayeran con tales actos, todo iría mejor."

Las habladurías continuaban y se comentaba que el líder de los paladines cuestionaba el buen hacer del Pasha, intentando cambiar el veredicto de un juicio que ya estaba visto para sentencia, por un asesino de guardias. El Pasha recapituló todo lo que había leído en los informes que le llegaban, y con éste último acto del líder Joganth de pretensión, el vaso de su paciencia se desbordó. No toleraba que otros llevasen o intentaran llevar su ciudad. Así pues, expulsó a Joganth del palacio.

Parecía que era un día como otro, pero no fue así, pues los rumores, como bien veis volaban, se pasaba de boca en boca, y se acumulaban formando historias mucho más grandes...

ioker

05/12/2005 19:19:33

Los rumores se seguían repitiendo día a día. La ciudad se despertaba de nuevo. La ciudad empezaba a caldearse, y no tan sólo por el asfixiante calor del desierto, sinó porque nuevos rumores salían y expandían por la ciudad. Por las tabernas se comentaban nuevos actos, nuevas artimañas que se estaban produciendo cerca de la ciudad de Calimport. Dos carreteros se habían juntado con su proveedor de cerveza, y éste empezó a comentarles lo que había oído del minero Kaid'Fionold. Juntándo sus cabezas, aunque no hablando tampoco demasiado bajo, les dijo lo siguiente: "Pues saber, que he oído, por el minero Kaid'Fionold, que los paladines han estado torturando a un hombre por no pertenecer a ninguna de sus religiones... Si si, como os cuento... una de sus paladines o clériga, no se bien como me dijeron, bueno bueno, que pertenecía a los del Brazo, cogió a un tipo y empezó a extorsionarlo, por no pertenecer a su religión... EN UN CEMENTERIO! Imaginaros lo que estarían haciendo allí. Para mi que estos paladines están pasándose a otros bandos... Y ahora, tienen al pobre hombre en una celda, y lo van a ajusticiar... y también como me han contado, seguro que es a muerte."

Mientras esta conversación se hallaba en marcha, en otra mesa más alejada, otra se encontraba en marcha. La mesa estaba formada por dos mujeres. El tabernero las estaba observando y refunfuñando sobre ellas desde hacía un buen rato, ya que eran de esas raritas, y ya pensaba que el mundo se iría a pique si mujeres normales no lo habitaban. Cuando les llevó las cervezas escuchó parte de la conversación, en la que se decía que al contrario de lo que los paladines se pensaban, la gente estaba harta de sus artimañas. Muchos se sentían acosados por su forma de actuar, de como te miran altivos y arrogantes y demás. Que la gente quería levantarse contra ellos, estaban hartos del Bastión. Así fue como lo escuchó el tabernero, que se lo dijo al mercenario encargado de la seguridad de la taberna, y éste se lo comentó a un colega suyo... y de esta manera es como los rumores salieron de las posadas, y se extendieron por la ciudad.

ioker

19/12/2005 19:31:29

La noche fría, con su viento cortante cual dagas, del desierto, daba lugar a un nuevo día caluroso en la ciudad portuaria de Calimport. Los tenderos venían de sus casa para abrir sus tiendas, después de un largo descanso merecido, tras un día agotador de ventas. Allí, mientras empezaban a montar sus tenderetes y la gente paseaba por el mercado, que empezaba a cobrar vida, nuevos rumores se oían entre las gentes.

El día anterior, se pudo ver por las calles de la ciudad y sobre todo en el mercado, a uno de los consejeros de la ciudad. Se dijo que se encontraría en la plaza del mercado, para atender ruegos y preguntas de los buenos ciudadanos de la ciudad, y que lo haría encantado. Así fue que los ciudadanos se acercaron a la hora en que el Consejero se hayaría en dicho lugar. Los guardias velaban por su seguridad, así como la del resto de los ciudadanos. Las preguntas se formularon, y el consejero respondía a estas ordenadamente, pero de pronto ante el gentío apareció el Líder de los Paladines, Joganth.

Como había pasado en otras ocasiones, el paladín expuso sus quejas a una autoridad, pero de nuevo de forma prepotente e incorrecta, empezó a poner en tela de juicio a la ciudad, su forma de gobierno y a los que la conducían. Hizo de nuevo su alarde de que su forma de llevarla sería la correcta, y el consejero le respondió que por todo aquello podría ser acusado de traición a la ciudad, al Consejo y al Pasha. A lo que Joganth contestó con arrogancia y se marchó enfurruñado.

Los días pasaban y los rumores seguían creciendo por la ciudad, y pasaban de boca en boca, como siempre suele ocurrir.