M_v_M

26/07/2006 20:33:25

La noche cubría los cielos del mercado en la ciudad de Puerto Cálim, y Moreese Vállorac llegó, como siempre ataviado de negro con su armadura de metal pulido, arrastrando el típico saco con botines para vender al mercader enano.
Solía transitar las guaridas de criaturas menores en busca de objetos mágicos, siendo los chamanes de los trasgos y los kóbolds su principal fuente de poder adquisitivo. Lo restante se lo guardaba en el saco y lo vendía aunque fuera a muy bajo coste, pues las actividades del mago se llevaban mucho de su oro.
Allí estaba, acabando de comprar y vender, sin olvidar su saquito de hierba para pipa que Bunus le importaba, cuando escuchó una conversación a sus espaldas.
Se volvió y vio a tres personas... Conocía de a una de ellas, un mediano comerciante siempre de negro que una vez le vendió una bolsa mágica, un humano y un elfo ataviado con una simple armadura de cuero tachonado. El elfo decía que era nuevo en la ciudad y que buscaba trabajo. Ante tal afirmación, Moreese se metió en la conversación:

-He oído que busca una forma de ganarse unas monedas... Puedo ser el que le ayude a ganarlas -dijo el mago Moreese Vállorac, bajo la capucha, como siempre, ocultando medio rostro.

-Me interesaría, si... ¿De qué tipo de trabajo estamos hablando? -respondió el elfo recién llegado.

-Sería mi discípulo...y según sus habilidades puedo pedirle que me ayude como escolta o como ayudante en la creación de pociones...

Tras una breve conversación, el elfo, que se llamaba Riel Neradian, aceptó ponerse al servicio del mago, ante la mirada desconfiada de los otros dos personajes. Su primer pago fue de 50 000 monedas, y se produjo en el acto, para probar la buena fe de su nuevo señor.

Pasaron unos días, y Neradian, aparte de demostrar que era un discípulo y un ayudante fiel y leal, demostraba su soltura con el arco, característica de algunos elfos. Es así que Vállorac le inició en los principios de la magia arcana, para que le ayudara en las tareas más básicas de adquisición de componentes. En poco tiempo, le consiguió un familiar propio y Riel aprendió a ejecutar los sortilegios elementales más sencillos, que le servían a la hora de disparar sus letales flechas.

Hasta que un día, temeroso de que la lealtad del elfo flaquease en un futuro, Vállorac decidió arriesgarse y dar un paso más...

-Mi fiel Neradian, puede que en un futuro yo no pueda estar siempre contigo... por lo que estoy trabajando en un conjuro de teleportación que podrá llevarme contigo cuando sea necesario... aunque para eso necesito saber donde estás...

-Me parece bien, mi señor... Y se lo agradezco sinceramente, pero no encuentro la forma de que usted sepa donde estoy, pues ya me comentó que la adivinación no era su fuerte como escuela mágica...

-Y ahí es donde entra en juego otro conjuro en el que trabajé anteriormente, justo para solventar este tipo de problemas -dijo el mago sonriendo macabramente de forma imperceptible bajo la capucha. Es un sortilegio que hace de transmisor...se instala en su cuerpo y me permite saber donde se encuentra en cada momento...

-Oh, ¿de veras? Le agradezco mucho que me tenga en tan alta estima, mi señor. No le defraudaré!

-Bien...tendrás que quitarte la placa del pecho de la armadura...

Tras obedecer las instrucciones de su maestro, este pronunció un ensalmo y tocó con su mano el pecho de su aprendiz. Entonces, la carne bajo el parche de su ojo se iluminó, aunque bajo la capucha, y un resplandor negro y rojizo convulsionó el cuerpo del joven elfo.

-Siento...una ligera opresión...

-Tranquilo, mi leal, el dolor ahora pasa, no le molestará para nada más...

Tras unos minutos el dolor y la opresión remitieron, quedando el quiste en el interior del torso del elfo... el lugar más letal y de más difícil percepción; junto al corazón.

El discípulo, agradecido, siguió matando trasgos y escoltando a su maestro, que sonreía para sus adentros, pues ahora el destino de ambos estaba ligado, para bien o para mal...

(Éste ya no dice nada que no quiera yo que diga...)